lunes, 22 de diciembre de 2025

 

QUE NAZCA EL VERDADERO NIÑO QUE HEMOS OLVIDADO.

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

La Navidad nos recuerda algo que hemos ido olvidando con el paso de los años: que el mundo podría ser distinto si miráramos la vida con la inocencia, la ternura y la libertad con que miran los niños. Para ellos no existen las barreras que los adultos levantamos: no ven clases sociales, no distinguen entre pobres y ricos, no preguntan quién tiene más o menos. Ellos simplemente comparten, juegan, se abrazan, se reconocen como iguales. En esa pureza hay una verdad profunda que la humanidad ha ido perdiendo.

Si el mundo estuviera gobernado por el corazón de los niños, sería un paraíso, porque su conciencia aún no ha sido domesticada por el egoísmo, ni su dignidad erosionada por la ambición. Por eso la Navidad no debería ser solo una fiesta para los pequeños, sino un llamado urgente para los adultos: un tiempo para detenernos, reflexionar y permitir que nazca de nuevo ese niño que llevamos dentro y que hemos silenciado creyendo que la felicidad está en el dinero, en el poder o en la acumulación de cosas.

Nos hemos cosificado, hemos endurecido el corazón y, en ese proceso, nos hemos deshumanizado. Muchos reducen la vida a consumir, a satisfacer deseos inmediatos, a llenar vacíos con ruido, excesos y distracciones. Incluso la Navidad, que debería ser un tiempo sagrado, a veces se convierte en un simple pretexto para el desenfreno, olvidando su sentido más profundo.

El nacimiento del Niño Jesús es una invitación permanente a volver a lo esencial: al amor, a la compasión, a la fraternidad. No se trata de celebrarlo solo una noche al año, sino de permitir que viva en nosotros todos los días, en cada gesto, en cada palabra, en cada decisión. Su mensaje, pronunciado hace más de dos mil años, sigue siendo el más revolucionario y necesario: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado.”

Que esta Navidad no sea solo luces y regalos, sino un renacer interior. Que nazca verdaderamente Dios en cada uno de nuestros corazones, y que ese nacimiento se traduzca en un mundo más humano, más justo y más fraterno. Porque cuando el amor vuelve a nacer en nosotros, la Navidad deja de ser una fecha y se convierte en una forma de vivir.

 

SAN SALVADOR, 22 DE DICIEMBRE DE 2025

 

 

 

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