LA DOBLE
MORAL DE LA PRENSA EN EL SALVADOR: DEL PERIODISMO AL ACTIVISMO POLÍTICO.
POR: MSc.
JOSÈ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN:
Durante muchos años, la prensa salvadoreña se
posicionó como un actor influyente en la vida política y social del país.
Medios como El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, El Faro, Factum y otros, se
autoproclamaban los defensores de la democracia, la transparencia y los
derechos ciudadanos. E incluso se
vendieron como periodismo “incomodo” Pero el tiempo ha ido revelando una
verdadera esencia: la supuesta objetividad de muchos de estos medios ha sido,
en realidad, una máscara para encubrir intereses particulares, económicos y
políticos.
Hoy, más que
informar, muchos medios parecen dedicados a defender una narrativa específica,
atacar a un solo sector y proteger a ciertos grupos de poder, mientras critican
ferozmente a quienes se atreven a desafiar el statu quo. Esta conducta no es
periodismo, es activismo político.
El objetivo de este artículo es analizar y
denunciar la doble moral con la que actúan varios medios de comunicación en El
Salvador, evidenciando su sesgo político e ideológico, y reflexionar sobre el
impacto que esta parcialidad tiene en la opinión pública, la democracia y la
credibilidad del periodismo en el país.
SILENCIO
CÓMPLICE AYER, GRITOS SELECTIVOS HOY
Uno de los
rasgos más evidentes de esta doble moral es la selectividad con que la prensa aborda
los temas de interés nacional. Durante los gobiernos de ARENA y el FMLN, cuando
se firmaban pactos oscuros con pandillas, cuando se robaban millones de dólares
del erario público, cuando se entregaban los recursos del Estado a manos
extranjeras, muchos de estos medios guardaron un silencio cobarde y cómplice.
Pocas
investigaciones, ningún escándalo en portadas, y mucho menos una condena firme.
En cambio, se enfocaban en noticias superficiales, en trivialidades o en
proteger la imagen de los mismos que hoy se presentan como “víctimas de
persecución”.
Pero a
partir de 2019, con la llegada de un gobierno que no responde a los intereses
tradicionales ni a los partidos históricos, la prensa se ha convertido de
repente en una feroz vigilante de cada movimiento presidencial, como si de
pronto hubieran redescubierto su vocación periodística. No hay tregua ni
respiro: toda decisión es cuestionada, todo logro es minimizado o
distorsionado, y todo error es magnificado. ¿Dónde estaba ese espíritu crítico
cuando se robaban los fondos públicos a manos llenas? ¿Por qué ahora sí
levantan la voz y antes callaban? La respuesta es simple: perdieron el control
del poder político, y con él, los privilegios que venían disfrutando.
UN
PERIODISMO QUE RESPONDE A INTERESES, NO A LA VERDAD
La ética
periodística exige imparcialidad, verificación de hechos, pluralidad de voces y
compromiso con la verdad. Sin embargo, hoy vemos una prensa salvadoreña que en
muchos casos actúa más como una maquinaria de ataque que como una fuente de información
confiable. Desde los años de 1980 Monseñor Oscar Arnulfo Romero cuestionaba la
doble moral de los medios y decía “Es una lástima tener medios tan vendidos a
las condiciones, es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de
la televisión o de la radio, porque todo está comprado está amañado y no se
dice la verdad”. (Monseñor Óscar Arnulfo Romero, 19717-1980)
El sesgo
político e ideológico es evidente. Basta revisar los titulares, el lenguaje,
las fuentes citadas y los temas que eligen destacar. No hay equilibrio. Todo lo
que hace el gobierno es negativo, mientras que figuras de la oposición, incluso
aquellas implicadas en corrupción o en el pasado más oscuro del país, reciben
tratamiento suave o incluso heroico.
Además, se
recurre constantemente a organismos internacionales, ONGs y “expertos” que ni
siquiera viven en El Salvador, para validar posturas preconcebidas. Es una
forma de legitimar opiniones disfrazadas de hechos. Es el periodismo convertido
en trinchera ideológica.
Esta actitud
ha destruido gran parte de la credibilidad de los medios tradicionales. Cuando
un medio nunca publica nada positivo sobre un gobierno y solo emite ataques,
deja de informar para convertirse en un actor político. Y eso el pueblo ya lo
ha notado.
EL PUEBLO
DESPERTÓ: EL MONOPOLIO DE LA VERDAD SE ACABÓ
En el
pasado, los medios de comunicación controlaban casi por completo la narrativa
pública. Lo que salía en la portada era lo que el pueblo creía y consumía. Pero
hoy, gracias a las redes sociales, a los medios alternativos y a una ciudadanía
cada vez más crítica, esa hegemonía ha sido derrotada.
El pueblo
salvadoreño ya no acepta pasivamente lo que le dicen los periódicos o las
radios “de siempre”. Hoy compara, investiga, comparte, debate. Ya no se deja
manipular con titulares engañosos ni con campañas de miedo disfrazadas de
“preocupación democrática”.
Y es
precisamente ese cambio lo que tiene tan incómoda a la prensa tradicional.
Porque han perdido el poder de moldear la opinión pública a su antojo. Ya no controlan
la conversación nacional. Ya no pueden hacer y deshacer sin que alguien los
cuestione.
Por eso, más
que ejercer periodismo, se dedican ahora a victimizarse, a denunciar una
supuesta “censura” o “autoritarismo”, cuando en realidad lo que enfrentan es
una ciudadanía informada que ya no les cree ciegamente.
LA DOBLE
MORAL COMO ESTRATEGIA DE DESGASTE
Una de las
tácticas más comunes de estos medios es exigirle perfección a un gobierno
nuevo, mientras minimizan o justifican las atrocidades de los gobiernos
anteriores. Hablan de derechos humanos, pero jamás denunciaron los abusos en
los penales durante el FMLN. Hablan de transparencia, pero nunca exigieron
rendición de cuentas cuando ARENA robó millones con cheques falsos y
sobresueldos.
Incluso hoy,
medios como El Faro o Gato Encerrado reciben financiamiento de fundaciones
extranjeras con claras agendas políticas, sin que haya transparencia sobre sus
verdaderos intereses. ¿Eso no es motivo de crítica? ¿Eso no condiciona su
narrativa?
La doble
moral no solo es evidente, es descarada. Y lo más grave es que pretenden seguir
ejerciendo influencia desde esa posición hipócrita, sin rendir cuentas de su
propio pasado ni reconocer sus errores.
CONCLUSIÓN:
O RECUPERAN LA ÉTICA O DESAPARECEN
El
periodismo en El Salvador está en una encrucijada. Puede recuperar su esencia,
asumir su rol con honestidad, y volver a servir a la verdad y al pueblo. O
puede seguir siendo un instrumento de poder, manejado por intereses oscuros,
alejado de la realidad que vive la mayoría de salvadoreños. Lo que está claro
es que la credibilidad no se impone, se gana. Y hoy por hoy, muchos medios
tradicionales han perdido esa credibilidad. No por persecución, no por censura,
sino porque traicionaron su misión y jugaron con la confianza del pueblo.
Si siguen
operando con doble moral, sesgo ideológico y arrogancia intelectual, seguirán
siendo ignorados por una sociedad que ya no traga cuentos ni soporta más
hipocresía.
El pueblo ya
despertó. Y cuando el pueblo despierta, la mentira ya no tiene cabida, aunque
venga envuelta en papel de periódico.
BIBLIOGRAFÍA
RECOMENDADA
1. Chomsky,
Noam (2002). Los guardianes de la libertad. Crítica.
2. Herman, Edward S. & Chomsky, Noam (1988).
Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media. Pantheon
Books.
3. Martín-Barbero,
Jesús (1987). De los medios a las mediaciones. Gustavo Gili.
4. Rodríguez,
Claudia (2020). La desinformación como estrategia política. FLACSO-El Salvador.
5. Barredo,
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Comunicación Social.
6. Reflexiona
sobre el deterioro de la ética periodística en tiempos de posverdad y
polarización política.
7. Informe de
la Comisión Internacional Contra la Impunidad en El Salvador (CICIES) (2021).
8. Funes,
Mauricio (2009–2014) y Saca, Elías Antonio (2004–2009): Sentencias judiciales y
casos de corrupción documentados por la Fiscalía General de la República (FGR).
9. Fuentes
oficiales que detallan escándalos de corrupción silenciados por parte de
ciertos medios.
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