viernes, 7 de noviembre de 2025

 


“LA CULTURA DEL ENVASE: EL TRIUNFO DE LA APARIENCIA SOBRE LA ESENCIA”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

Vivimos en una época en la que la apariencia ha suplantado a la esencia, la velocidad ha vencido a la reflexión y la información ha desplazado al conocimiento. Las sociedades contemporáneas, embriagadas por la inmediatez tecnológica y el consumo sin límites, parecen rendir culto a lo superficial. La célebre frase de Eduardo Galeano resume esta paradoja con dolorosa precisión: “Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido” (Galeano, 1998).

Esta afirmación no solo es una denuncia estética, sino una radiografía moral y política del capitalismo tardío. Nos encontramos inmersos en un proceso de vaciamiento de sentido, donde el valor de las cosas, las ideas y las personas se mide por su presentación externa, su visibilidad mediática o su capacidad de consumo. La cultura del envase, por tanto, no es únicamente una metáfora, sino una estructura social que produce alienación, pasividad y pérdida de profundidad en el pensamiento humano.

Este ensayo busca analizar las raíces filosóficas, educativas y culturales de este fenómeno, evidenciando cómo la lógica del mercado y los medios de comunicación han reducido la cultura a un espectáculo sin contenido y la educación a una mera transmisión de información utilitaria. Frente a esta realidad, urge reivindicar una cultura del contenido: aquella que priorice la verdad sobre la apariencia, la reflexión sobre la inmediatez y la formación integral sobre la domesticación mediática.

1. FORMA Y CONTENIDO: CATEGORÍAS DIALÉCTICAS PARA COMPRENDER LA REALIDAD

Desde la perspectiva del materialismo dialéctico, las categorías de forma y contenido son esenciales para el análisis de cualquier fenómeno, natural o social. Ninguna puede existir sin la otra. Sin embargo, cuando la forma se absolutiza y se impone sobre el contenido, se produce una distorsión ideológica: la realidad se vuelve apariencia.

Karl Marx advertía que en el capitalismo las relaciones sociales se transforman en relaciones entre cosas, fenómeno conocido como fetichismo de la mercancía (Marx, 1867). Este mismo proceso se traslada hoy al ámbito cultural: las ideas, las obras artísticas, las personas y hasta las emociones se convierten en productos empaquetados para el consumo rápido. En consecuencia, la sociedad moderna ha sustituido el análisis crítico por la imagen, el pensamiento por el eslogan y la experiencia por el simulacro. Lo que antes se consideraba conocimiento ahora es mera información desechable.

2. LA CULTURA LIGHT: EL TRIUNFO DE LA SUPERFICIALIDAD

El término light, tan popular en el lenguaje comercial, simboliza perfectamente el espíritu de nuestro tiempo: lo liviano, lo rápido, lo que no exige esfuerzo. Esta cultura light ha permeado todos los ámbitos: desde la educación hasta la política, desde el entretenimiento hasta la espiritualidad.

Zygmunt Bauman (2003) definió a esta época como una modernidad líquida, caracterizada por la fragilidad de los vínculos humanos y la volatilidad de los valores. Todo se consume y se desecha, incluso las ideas. Los jóvenes crecen en un mundo donde “aprender” significa buscar en Google, y “pensar” equivale a repetir lo que se escucha en redes sociales.

La consecuencia es una generación hiperinformada, pero intelectualmente empobrecida, incapaz de distinguir entre lo esencial y lo accesorio. La cultura del envase, por tanto, produce un nuevo tipo de ignorancia: la del sujeto saturado de datos, pero vacío de sentido.

3. MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y DOMESTICACIÓN CULTURAL

Los medios de comunicación masiva, que deberían servir como herramientas de formación y conciencia, han sido colonizados por el mercado y transformados en máquinas de distracción colectiva. Su función principal ya no es educar, sino entretener y domesticar.

Programas televisivos vacíos, “influencers” superficiales y noticieros sensacionalistas perpetúan un modelo de ciudadano pasivo, incapaz de analizar críticamente su entorno. Como señala Pierre Bourdieu (1998), la televisión ha reemplazado el debate racional por el espectáculo emocional.

En el caso latinoamericano, y especialmente en El Salvador, los medios replican contenidos de cadenas extranjeras que promueven valores ajenos a nuestra realidad social. El resultado es una colonización simbólica, en la que los pueblos terminan admirando modelos de vida que niegan su identidad.

4. EDUCACIÓN DOMESTICADORA VS. EDUCACIÓN LIBERADORA

La educación, en lugar de contrarrestar esta superficialidad cultural, la reproduce. En muchos sistemas educativos predomina el modelo informativo: se enseña a recordar datos, pero no a comprender procesos. En las universidades, se privilegia la memorización sobre la reflexión crítica, formando profesionales funcionales al sistema, pero desprovistos de pensamiento autónomo.

Paulo Freire (1970) denunciaba este fenómeno como educación bancaria, donde el estudiante es un recipiente vacío que el docente llena con información. Frente a ello, proponía una educación problematizadora, capaz de desarrollar conciencia crítica y compromiso con la transformación social.

Sin embargo, el sistema capitalista no fomenta el pensamiento libre, porque un pueblo que piensa deja de ser manipulable. Por eso, la educación actual muchas veces se reduce a una mercancía más: se vende, se compra y se presume, pero rara vez se vive como proceso emancipador.

5. EL VACIAMIENTO DEL SER HUMANO: VIVIR SIN CONTENIDO

El fenómeno del “vaciamiento de cerebros”, como lo denominó Galeano, describe el drama espiritual de nuestra época. El ser humano ha sido reducido a consumidor; su valor depende de lo que posee, no de lo que es.

En esta cultura del envase, se promueve el hedonismo inmediato, la negación del compromiso y la adoración de la apariencia. El individuo “light” no quiere deberes, solo derechos; no busca comprender, sino disfrutar; no lucha por cambiar el mundo, sino por acumular seguidores.

La pérdida de contenido humano se refleja también en la política: los discursos se vacían de ideas, las campañas se llenan de imágenes y la ética se subordina a la mercadotecnia. La sociedad se convierte así en un teatro de máscaras donde todos actúan, pero nadie piensa.

CONCLUSIÓN

La cultura del envase es el síntoma visible de una crisis civilizatoria profunda. No es solo un problema estético o educativo, sino una expresión del modelo capitalista global que mercantiliza la vida entera. Para revertir esta tendencia, se requiere una revolución cultural del pensamiento, que devuelva al ser humano su capacidad de análisis, sensibilidad y compromiso ético.

Volver a la cultura del contenido implica rescatar la esencia sobre la apariencia, la reflexión sobre la inmediatez, la educación crítica sobre la domesticación mediática. Solo así podremos reconstruir una sociedad donde el valor de las cosas no dependa de su envoltorio, sino de su verdad.

REFLEXIÓN FINAL

No se trata de rechazar la tecnología ni de idealizar el pasado, sino de recuperar la profundidad en medio de la velocidad. Si el capitalismo ha convertido la cultura en un espectáculo vacío, nuestra tarea histórica es llenarla nuevamente de humanidad.

La educación debe ser el espacio donde los jóvenes aprendan a pensar, no solo a repetir; donde el conocimiento no sea un adorno, sino una herramienta de liberación. En palabras de Galeano (2001): “La utopía sirve para caminar”. Y caminar hoy significa luchar por una cultura que vuelva a mirar el contenido, no el envase; la esencia, no la apariencia.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.       Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

2.       Bourdieu, P. (1998). Sobre la televisión. Anagrama.

3.       Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

4.       Galeano, E. (1998). Patas arriba: La escuela del mundo al revés. Siglo XXI Editores.

5.       Galeano, E. (2001). El libro de los abrazos. Siglo XXI Editores.

6.       Marx, K. (1867). El capital: Crítica de la economía política. Fondo de Cultura Económica.

 

 

 

SAN SALVADOR, 7 DE NOVIEMBRE DE 2025

 

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