lunes, 3 de noviembre de 2025




                                          EL DINERO ALCANZA CUANDO NADIE SE LO ROBA

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

 

INTRODUCCIÓN

En 2019, el entonces candidato presidencial Nayib Bukele pronunció una frase que se transformó en símbolo de ruptura con el pasado político salvadoreño: “Devuelvan lo robado”. No era una simple consigna electoral, sino un grito moral que condensaba décadas de frustración ciudadana ante la corrupción estructural.

Una vez asumió la presidencia, esa expresión evolucionó hacia una sentencia más profunda: “El dinero alcanza cuando nadie se lo roba”. Esta frase, más que un eslogan, sintetiza una filosofía de gobierno basada en la ética pública, la eficiencia administrativa y la prioridad del bien común sobre los intereses partidarios.

A seis años de aquel cambio de paradigma, los resultados son evidentes. Según datos oficiales, el Gobierno de El Salvador ha inaugurado 70 escuelas de primer nivel con una inversión superior a los siete millones de dólares, y se prepara para abrir el nuevo Hospital Rosales, considerado el más moderno de Centroamérica (Secretaría de Prensa de la Presidencia, 2025). Estas obras no son simples infraestructuras: representan el fruto de una administración que ha puesto fin a la práctica del saqueo institucional.

En contraste, los gobiernos anteriores de ARENA y FMLN destinaron millonarios fondos a proyectos fantasmas o desviaron recursos bajo pretextos partidarios, dejando una estela de impunidad.

La realidad es clara: durante décadas, el pueblo no fue prioridad. El poder político se concibió como medio de enriquecimiento personal, y la corrupción se normalizó como si fuera parte del sistema. Hoy, esa lógica se ha invertido. Por eso, “el dinero alcanza cuando nadie se lo roba” se ha convertido en una máxima ética que redefine la función del Estado salvadoreño.

1. LA CORRUPCIÓN COMO RAÍZ DEL ATRASO NACIONAL

Durante los gobiernos de ARENA y FMLN, el Estado salvadoreño fue secuestrado por élites políticas que confundieron servicio público con negocio personal. La corrupción, lejos de ser un hecho aislado, se convirtió en un mecanismo estructural del poder. Según la Corte de Cuentas de la República (2018), entre 1990 y 2018 se perdieron más de 3 mil millones de dólares en actos de corrupción comprobados o bajo investigación.

Cada dólar robado significó un aula menos, un hospital sin insumos, una carretera sin terminar.

La corrupción destruyó no solo la economía, sino la confianza del pueblo en sus instituciones. La política se vació de contenido ético y se llenó de privilegios. En ese contexto, la frase de Bukele adquirió un sentido revolucionario: denunciar la corrupción ya no bastaba; era necesario construir un nuevo modelo de administración pública basado en la honradez.

Como señala el filósofo español Adela Cortina (2016), “la ética pública no se reduce a la honestidad individual, sino que es la base de la justicia institucional”. En El Salvador, esa justicia había sido secuestrada por décadas.

2. LA HONESTIDAD COMO POLÍTICA DE ESTADO

Con la llegada de Nayib Bukele al poder, la honestidad dejó de ser una aspiración moral para convertirse en una política pública. Por primera vez, la transparencia y la eficiencia son pilares centrales de la gestión estatal. Se han invertido recursos en obras visibles, tangibles y útiles para la población: escuelas, hospitales, carreteras y programas sociales que llegan a las comunidades más pobres.

La diferencia es palpable. Según datos del Ministerio de Hacienda (2025), la ejecución presupuestaria ha alcanzado niveles récord de eficiencia, con más del 90 % de los fondos destinados directamente a inversión social. Esto confirma que, cuando se eliminan los intermediarios corruptos, el dinero rinde.

Además, las auditorías internacionales reconocen avances significativos en el control del gasto público. El informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2024) destaca que “El Salvador ha mejorado notablemente su capacidad de ejecución y control presupuestario gracias a políticas de austeridad y transparencia en la gestión de fondos públicos”.

3. EL COSTO POLÍTICO DE LA HONRADEZ

La honestidad tiene enemigos poderosos. Los sectores que por décadas se beneficiaron del saqueo estatal no han aceptado perder sus privilegios. Por eso, los ataques mediáticos y políticos contra el actual gobierno son feroces. Muchos de los antiguos defensores de la corrupción disfrazan su frustración bajo discursos de “democracia” o “libertad de expresión”, intentando recuperar influencia.

Sin embargo, la ciudadanía ha despertado. El pueblo, que antes era engañado con falsas promesas, hoy puede comparar. Las obras, los resultados y la seguridad son pruebas visibles que desmienten la narrativa de los corruptos.

Como diría el filósofo Karl Marx (1845), “la práctica es el criterio de la verdad”. Y la práctica de este gobierno ha demostrado que cuando se gobierna con honestidad, los resultados son concretos y palpables.

4. LA NUEVA ÉTICA DEL DESARROLLO

El Salvador atraviesa una transformación cultural. Ya no se trata solo de construir obras, sino de construir confianza. La administración honesta ha generado un efecto multiplicador: más inversión, más credibilidad internacional y más cohesión social.
La transparencia ha demostrado ser la forma más eficaz de redistribuir la riqueza, porque elimina la fuga de recursos hacia la corrupción.

Esta revolución ética tiene una enseñanza fundamental: el desarrollo no depende de la cantidad de dinero, sino del uso que se le da. Lo que antes se robaba, hoy se invierte. Lo que antes se desperdiciaba, hoy se multiplica en beneficio colectivo.

El nuevo Hospital Rosales es símbolo de esa transformación. Por más de medio siglo, fue promesa incumplida. Hoy, su reconstrucción es un acto de justicia histórica. Representa la victoria del trabajo sobre la mentira, del pueblo sobre la corrupción.

CONCLUSIÓN

El Salvador está viviendo una nueva era, no solo de crecimiento material, sino de redención moral. Después de décadas de engaños, el pueblo ve que la honestidad sí paga, que la transparencia sí construye y que el dinero público sí puede transformarse en bienestar cuando se administra con ética.

La frase “El dinero alcanza cuando nadie se lo roba” sintetiza la verdad más simple y poderosa del nuevo tiempo salvadoreño. No es un milagro económico, sino una consecuencia lógica: cuando los corruptos ya no se reparten el pastel, el país avanza.

REFLEXIÓN FINAL

La transformación actual de El Salvador no es solo política; es espiritual, cultural y ética. Los pueblos se liberan cuando aprenden a exigir honradez y a reconocer los frutos del trabajo bien hecho.

Esta etapa pasará a la historia como la demostración práctica de que el progreso no requiere más préstamos, sino menos ladrones. Que la justicia social no nace de discursos, sino de manos limpias.

En definitiva, el dinero alcanza cuando nadie se lo roba, pero también cuando el pueblo aprende a no permitir que se lo vuelvan a robar.

 La verdadera independencia no se conquista una vez, sino que se defiende todos los días con conciencia, memoria y dignidad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.       Banco Interamericano de Desarrollo. (2024). Informe sobre transparencia y eficiencia en América Latina: El caso de El Salvador. BID.

2.       Bukele, N. (2019). Discurso de campaña presidencial: “Devuelvan lo robado”. San Salvador: Archivo de la Presidencia.

3.       Bukele, N. (2021). Conferencia nacional sobre inversión pública: “El dinero alcanza cuando nadie se lo roba”. Casa Presidencial, San Salvador.

4.       Corte de Cuentas de la República. (2018). Informe anual de auditorías y pérdidas por corrupción 1990–2018. San Salvador.

5.       Cortina, A. (2016). Ética pública y democracia: el desafío de la corrupción. Madrid: Editorial Tecnos.

6.       Ministerio de Hacienda de El Salvador. (2025). Ejecución presupuestaria 2024–2025 y gasto social. San Salvador.

  • Secretaría de Prensa de la Presidencia. (2025, noviembre 2). Presidente Bukele inaugura 70 escuelas y anuncia la próxima apertura del nuevo Hospital Rosales. Recuperado de https://www.presidencia.gob.sv

 

 

SAN SALVADOR, 3 DE NOVIEMBRE DE 2025

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