jueves, 6 de noviembre de 2025

                                       

                                              ¿DE QUÉ DICTADURA HABLA LA OPOSICIÓN?

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

I. LA FALSEDAD DE LA “DICTADURA” Y EL DESPERTAR DEL PUEBLO

Durante décadas, la palabra dictadura fue manipulada por los mismos sectores que históricamente oprimieron al pueblo salvadoreño. Las viejas élites —empresariales, partidarias y mediáticas— usaron ese término para desacreditar todo intento de transformación popular. Hoy, cuando el país vive una nueva etapa de reconstrucción nacional, esos grupos gritan “dictadura” no porque haya represión, sino porque han perdido sus privilegios.

El ensayo denuncia con contundencia esta hipocresía: los que saquearon el Estado, privatizaron la riqueza pública y sometieron al país al endeudamiento, se disfrazan ahora de “defensores de la democracia”. Pero esa “democracia” era una máscara: tras los Acuerdos de Paz de 1992, El Salvador siguió gobernado por los mismos grupos económicos, bajo un sistema de dominación que el autor define como dictadura oligárquica encubierta de democracia representativa.

El texto afirma que el verdadero cambio comenzó en 2019, con la llegada de Nayib Bukele y la irrupción del pueblo como sujeto histórico. Lo que para las élites es autoritarismo, para las mayorías es orden, justicia y dignidad recuperada. El poder vuelve a su dueño legítimo: el pueblo salvadoreño.

II. DE LA DICTADURA ECONÓMICA AL NUEVO PARADIGMA SOCIAL

El ensayo desmonta el mito de la “democracia liberal” impuesta por el neoliberalismo. Durante treinta años, los gobiernos de ARENA y FMLN gobernaron en nombre del mercado, no del pueblo. Privatizaron bancos, pensiones, telecomunicaciones y servicios básicos, entregando el país al capital extranjero. Esa fue la verdadera dictadura: la dictadura del dinero, invisible pero devastadora.

El autor expone cómo los medios de comunicación se convirtieron en aparatos ideológicos de esa dominación. Mediante titulares manipulados y una constante banalización de la política, moldearon la conciencia colectiva para que el pueblo aceptara la injusticia como algo natural. Así, se impuso el pensamiento único del “no hay alternativa”, una forma de esclavitud mental que, como advirtió Karel Kosík, es la pseudoconcreción: una realidad aparente que oculta la verdad.

Sin embargo, el ensayo celebra que esta conciencia esté cambiando. Las nuevas generaciones —informadas, críticas y conectadas— ya no creen en los medios tradicionales ni en los “analistas reciclados” que repiten las mentiras del pasado. Las redes sociales han abierto un nuevo espacio de pensamiento libre, donde el pueblo participa, opina y fiscaliza.

III. DEMOCRACIA REAL VS. DEMOCRACIA DE FACHADA

El autor plantea que la democracia no se mide por la cantidad de partidos ni por elecciones cada cinco años, sino por el grado en que el pueblo participa en las decisiones nacionales. Durante décadas, El Salvador vivió bajo una democracia de fachada, donde las urnas legitimaban a una minoría que gobernaba para sí misma. La alternancia entre ARENA y FMLN fue solo un relevo de administradores del mismo sistema corrupto.

En contraste, el nuevo modelo político iniciado en 2019 representa una democracia real, donde el Estado se pone al servicio de las mayorías. Las obras en educación, salud, infraestructura y seguridad no son gestos propagandísticos, sino símbolos de un Estado funcional y honesto. Por primera vez, la autoridad se ejerce con propósito moral, no con fines de enriquecimiento.

El ensayo afirma con fuerza que la autoridad no es sinónimo de autoritarismo. Cuando se gobierna con legitimidad popular, la firmeza del Estado es un acto de justicia, no de represión. La verdadera dictadura fue la de antes: aquella que empobreció, humilló y expulsó a miles de salvadoreños de su tierra. Hoy, la nación experimenta una democracia popular, nacida desde abajo, que rescata la soberanía nacional y el sentido ético del poder público.

IV. LA OPOSICIÓN: GUARDIANES DEL VIEJO ORDEN

El texto critica con energía la manipulación del lenguaje por parte de la oposición. Cada vez que el gobierno actúa con disciplina o exige rendición de cuentas, los viejos partidos —ARENA, FMLN y sus aliados mediáticos— reaccionan con su palabra mágica: dictadura. Pero su preocupación no es por la libertad, sino por sus privilegios perdidos.

El autor muestra cómo los medios tradicionales operan como aparatos ideológicos del poder económico, generando miedo y desinformación. Al perder influencia sobre el pueblo, recurren al dramatismo, la exageración y la mentira. Los “analistas reciclados” representan, según el ensayo, el símbolo del pensamiento decadente de la vieja política: hablan de democracia, pero viven de la corrupción y el engaño.

Sin embargo, esa batalla por el sentido común ya está perdida para ellos. El pueblo ha despertado. Hoy ve resultados concretos: escuelas reconstruidas, hospitales modernos, calles seguras y un Estado eficiente. Frente a la evidencia, el discurso opositor se derrumba. Lo que antes era un país del desencanto se convierte ahora en la patria de la esperanza.

V. CONCLUSIÓN: EL PODER VUELVE A SU DUEÑO LEGÍTIMO

El ensayo cierra con una afirmación poderosa: El Salvador ha pasado de la dictadura de las élites a la democracia del pueblo. No hay dictadura donde hay justicia, honestidad y soberanía. La verdadera dictadura fue la del pasado: la del robo institucionalizado, la impunidad, la pobreza y la mentira.

Hoy, el dinero alcanza porque nadie se lo roba; el Estado sirve al ciudadano y no a los partidos; y la voz del pueblo pesa más que los titulares de los periódicos. Esa transformación no es un milagro, sino el resultado de una conciencia histórica que decidió romper el ciclo de opresión.

El autor cita a José Martí para resumir este renacimiento moral: “La libertad es el derecho que tienen los hombres de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía”. Esa libertad —antes secuestrada por los poderosos— hoy florece en el pueblo salvadoreño, que aprendió a gobernarse y a creer en sí mismo.

REFLEXIÓN FINAL PARA REDES SOCIALES

El Salvador está viviendo una revolución ética y política: la de la dignidad nacional. Lo que el viejo sistema llama dictadura, el pueblo lo llama justicia. Lo que los corruptos llaman autoritarismo, el pueblo lo llama orden. Y lo que las élites llaman pérdida de poder, el pueblo lo celebra como liberación.

La historia ha cambiado de manos: hoy, el poder ya no pertenece a las familias que se creían dueñas del país, sino a los ciudadanos que lo reconstruyen día a día. La democracia verdadera no se declama, se practica.  En El Salvador, por primera vez, el pueblo manda y el gobierno obedece.



 

 

SAN SALVADOR, 6 DE NOVIEMBRE DE 2025

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