ENTRE EL GRITO Y LA
RAZÓN: LA DECADENCIA DEL DISCURSO OPOSITOR”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
1. LA
DECADENCIA DEL DISCURSO OPOSITOR
En
los últimos años, el escenario político salvadoreño ha mostrado un espectáculo
lamentable protagonizado por figuras que, lejos de representar una oposición
seria y constructiva, exhiben una profunda crisis moral, ética e intelectual.
La reciente entrevista televisiva en la que
participaron la abogada Bessy Ríos y la licenciada Gélida Villatoro es un
ejemplo claro de cómo la arrogancia y la soberbia se han convertido en el sello
distintivo de ciertos sectores que aún se autodenominan “oposición”.
Durante
su intervención, Ríos no solo desbordó agresividad, sino que también mostró un
preocupante desprecio hacia instituciones fundamentales del Estado salvadoreño,
como la Fuerza Armada y el Ministerio de Educación.
Más allá del derecho legítimo a criticar —que
toda democracia debe garantizar—, lo que presenciamos fue una explosión de
intolerancia y resentimiento. Su tono altanero y sus descalificaciones
personales evidenciaron el deterioro intelectual de buena parte de la vieja
oposición, especialmente de quienes se aferran a los viejos dogmas del FMLN,
sin capacidad de comprender el nuevo rumbo del país.
La
libertad de expresión no puede convertirse en sinónimo de violencia verbal. La
democracia requiere argumentos, no insultos; requiere diálogo, no gritos. Lo de
Bessy Ríos fue una representación de la crisis moral y discursiva de una
oposición atrapada entre la nostalgia ideológica y la frustración personal.
2. LA
OPOSICIÓN SIN IDEAS Y LA FRUSTRACIÓN COMO BANDERA
El
episodio protagonizado por Ríos no fue un hecho aislado: forma parte de una
tendencia creciente de una oposición desprovista de ideas, sin proyecto
nacional y carente de humildad intelectual. Muchos de sus voceros, reciclados
de antiguos movimientos políticos o de espacios mediáticos, parecen incapaces
de aceptar que el país ha cambiado, y que sus viejos discursos revolucionarios
han perdido toda vigencia ante una ciudadanía más informada y más crítica.
La
frustración acumulada por su fracaso político se traduce en agresividad. Ante
su pérdida de influencia, recurren al insulto como mecanismo de defensa. Su
tono moralista esconde una profunda impotencia ante una sociedad que ya no los
sigue. Es el grito del derrotado que confunde el ruido con la razón, la
imposición con la verdad.
Critican
a la Fuerza Armada sin reconocer su profunda transformación institucional.
Atacan a las autoridades actuales, pero no ofrecen alternativas. Se llenan la
boca hablando de “democracia”, pero la niegan en su propia práctica cuando
descalifican a todo el que piensa distinto. La arrogancia de sus palabras es
proporcional a su vacío moral.
El
país necesita opositores inteligentes, no resentidos. Necesita analistas con
pensamiento, no activistas del odio. Una oposición sin respeto ni educación
política se convierte en un eco de su propia decadencia. Lo ocurrido en esa
entrevista fue la prueba viva de un sector que no solo ha perdido el poder,
sino también el sentido común.
3. LA
SOBERBIA COMO REFLEJO DE LA IMPOTENCIA MORAL
La
soberbia y la prepotencia son los últimos refugios de quienes han perdido el
equilibrio interior. Cuando un supuesto intelectual recurre al insulto y al
grito, deja en evidencia su carencia de argumentos y su inseguridad emocional.
En el caso de Bessy Ríos, su actitud revela un patrón: la necesidad constante
de figurar, de imponerse a los demás y de provocar escándalo mediático como
sustituto del pensamiento.
Su
discurso no construye; destruye. No analiza; ataca. No busca la verdad; impone
su ego. En contraste, la licenciada Mélida Villatoro representó la prudencia,
la serenidad y la coherencia de quien argumenta desde la razón y no desde el
odio.
Su respuesta fue el espejo que devolvió a Ríos
la imagen que ella misma proyectaba: la de una persona atrapada en su pasado
ideológico, incapaz de dialogar con la realidad presente. La arrogancia
intelectual es una forma de ceguera moral.
Quien
se cree dueño absoluto de la verdad termina por despreciar a todos los demás.
Pero la verdad no grita, se argumenta; no se impone, se demuestra. Los pueblos
no necesitan más voces coléricas; necesitan mentes lúcidas que orienten el
pensamiento nacional con ética, respeto y sabiduría.
REFLEXIÓN
FINAL
El
espectáculo ofrecido por Bessy Ríos no fue un simple desliz personal, sino el
reflejo del agotamiento histórico de una clase política e intelectual que no
logra reinventarse. El Salvador de hoy demanda un nuevo tipo de liderazgo: uno
que critique con fundamento, que debata con altura y que respete la
inteligencia del pueblo.
La
arrogancia, la soberbia y la prepotencia no son virtudes revolucionarias, sino
síntomas de decadencia moral. Quien no sabe escuchar no puede enseñar, y quien
no respeta no puede gobernar. La sociedad salvadoreña ya no se deja manipular
por discursos vacíos ni por falsas superioridades morales.
El
verdadero cambio no se hace desde el odio ni desde la soberbia, sino desde la
ética, la reflexión y la humildad intelectual. En tiempos donde el país avanza,
quienes aún viven del pasado y del resentimiento quedarán inevitablemente
sepultados en la irrelevancia. Porque la historia no perdona a los que insultan
al pueblo, pero siempre honra a los que lo respetan.
SAN SALVADOR, 20 DE OCTUBRE DE 2025
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