lunes, 20 de octubre de 2025

  



                     ENTRE EL GRITO Y LA RAZÓN: LA DECADENCIA DEL DISCURSO OPOSITOR”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

 

1. LA DECADENCIA DEL DISCURSO OPOSITOR

En los últimos años, el escenario político salvadoreño ha mostrado un espectáculo lamentable protagonizado por figuras que, lejos de representar una oposición seria y constructiva, exhiben una profunda crisis moral, ética e intelectual.

 La reciente entrevista televisiva en la que participaron la abogada Bessy Ríos y la licenciada Gélida Villatoro es un ejemplo claro de cómo la arrogancia y la soberbia se han convertido en el sello distintivo de ciertos sectores que aún se autodenominan “oposición”.

Durante su intervención, Ríos no solo desbordó agresividad, sino que también mostró un preocupante desprecio hacia instituciones fundamentales del Estado salvadoreño, como la Fuerza Armada y el Ministerio de Educación.

 Más allá del derecho legítimo a criticar —que toda democracia debe garantizar—, lo que presenciamos fue una explosión de intolerancia y resentimiento. Su tono altanero y sus descalificaciones personales evidenciaron el deterioro intelectual de buena parte de la vieja oposición, especialmente de quienes se aferran a los viejos dogmas del FMLN, sin capacidad de comprender el nuevo rumbo del país.

La libertad de expresión no puede convertirse en sinónimo de violencia verbal. La democracia requiere argumentos, no insultos; requiere diálogo, no gritos. Lo de Bessy Ríos fue una representación de la crisis moral y discursiva de una oposición atrapada entre la nostalgia ideológica y la frustración personal.

2. LA OPOSICIÓN SIN IDEAS Y LA FRUSTRACIÓN COMO BANDERA

El episodio protagonizado por Ríos no fue un hecho aislado: forma parte de una tendencia creciente de una oposición desprovista de ideas, sin proyecto nacional y carente de humildad intelectual. Muchos de sus voceros, reciclados de antiguos movimientos políticos o de espacios mediáticos, parecen incapaces de aceptar que el país ha cambiado, y que sus viejos discursos revolucionarios han perdido toda vigencia ante una ciudadanía más informada y más crítica.

La frustración acumulada por su fracaso político se traduce en agresividad. Ante su pérdida de influencia, recurren al insulto como mecanismo de defensa. Su tono moralista esconde una profunda impotencia ante una sociedad que ya no los sigue. Es el grito del derrotado que confunde el ruido con la razón, la imposición con la verdad.

Critican a la Fuerza Armada sin reconocer su profunda transformación institucional. Atacan a las autoridades actuales, pero no ofrecen alternativas. Se llenan la boca hablando de “democracia”, pero la niegan en su propia práctica cuando descalifican a todo el que piensa distinto. La arrogancia de sus palabras es proporcional a su vacío moral.

El país necesita opositores inteligentes, no resentidos. Necesita analistas con pensamiento, no activistas del odio. Una oposición sin respeto ni educación política se convierte en un eco de su propia decadencia. Lo ocurrido en esa entrevista fue la prueba viva de un sector que no solo ha perdido el poder, sino también el sentido común.

3. LA SOBERBIA COMO REFLEJO DE LA IMPOTENCIA MORAL

La soberbia y la prepotencia son los últimos refugios de quienes han perdido el equilibrio interior. Cuando un supuesto intelectual recurre al insulto y al grito, deja en evidencia su carencia de argumentos y su inseguridad emocional. En el caso de Bessy Ríos, su actitud revela un patrón: la necesidad constante de figurar, de imponerse a los demás y de provocar escándalo mediático como sustituto del pensamiento.

Su discurso no construye; destruye. No analiza; ataca. No busca la verdad; impone su ego. En contraste, la licenciada Mélida Villatoro representó la prudencia, la serenidad y la coherencia de quien argumenta desde la razón y no desde el odio.

 Su respuesta fue el espejo que devolvió a Ríos la imagen que ella misma proyectaba: la de una persona atrapada en su pasado ideológico, incapaz de dialogar con la realidad presente. La arrogancia intelectual es una forma de ceguera moral.

Quien se cree dueño absoluto de la verdad termina por despreciar a todos los demás. Pero la verdad no grita, se argumenta; no se impone, se demuestra. Los pueblos no necesitan más voces coléricas; necesitan mentes lúcidas que orienten el pensamiento nacional con ética, respeto y sabiduría.

REFLEXIÓN FINAL

El espectáculo ofrecido por Bessy Ríos no fue un simple desliz personal, sino el reflejo del agotamiento histórico de una clase política e intelectual que no logra reinventarse. El Salvador de hoy demanda un nuevo tipo de liderazgo: uno que critique con fundamento, que debata con altura y que respete la inteligencia del pueblo.

La arrogancia, la soberbia y la prepotencia no son virtudes revolucionarias, sino síntomas de decadencia moral. Quien no sabe escuchar no puede enseñar, y quien no respeta no puede gobernar. La sociedad salvadoreña ya no se deja manipular por discursos vacíos ni por falsas superioridades morales.

El verdadero cambio no se hace desde el odio ni desde la soberbia, sino desde la ética, la reflexión y la humildad intelectual. En tiempos donde el país avanza, quienes aún viven del pasado y del resentimiento quedarán inevitablemente sepultados en la irrelevancia. Porque la historia no perdona a los que insultan al pueblo, pero siempre honra a los que lo respetan.

 

 

 

SAN SALVADOR, 20 DE OCTUBRE DE 2025

 

 

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