“EL ESPEJISMO DE LA NEUTRALIDAD: LA IDEOLOGÍA EN LA ENSEÑANZA UNIVERSITARIA
MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
Comprender el fenómeno educativo exige superar las
apariencias inmediatas y adentrarse en sus estructuras profundas. La
universidad, presentada a menudo como un espacio “neutral” dedicado
exclusivamente a la transmisión de conocimientos, constituye en realidad un
escenario donde se juegan disputas ideológicas, políticas y sociales de gran
envergadura.
Quien cree que la enseñanza superior se limita a
cuestiones técnicas olvida que todo acto educativo encierra una concepción del
mundo y una intencionalidad.
Karl Marx (1867/2008) ya advertía que para captar la
esencia de cualquier fenómeno social se requiere “dar un rodeo” y hacer uso de
la abstracción (p. XIII). En el caso de la educación universitaria, ese rodeo
implica mirar detrás de los planes de estudio, de las metodologías didácticas y
de los exámenes para descubrir los intereses sociales y de clase que los
configuran.
Este ensayo busca develar el carácter ideológico de la
enseñanza universitaria, mostrando cómo reproduce las relaciones de poder
existentes y, al mismo tiempo, cómo puede convertirse en un espacio de
resistencia y emancipación. Para ello, se desarrollarán apartados que analizan:
·
La relación
entre educación y sociedad.
·
La educación
como aparato ideológico del Estado.
·
La falsa
neutralidad de la ciencia y de la docencia.
·
Los métodos
y contenidos como vehículos ideológicos.
·
Los efectos
de alienación en la profesionalización universitaria.
·
La necesidad
de una didáctica crítica y emancipadora.
I. EDUCACIÓN Y SOCIEDAD: UNA RELACIÓN INDISOLUBLE
La educación no puede entenderse de manera aislada, pues
está profundamente vinculada a la estructura social. Desde los clásicos de la
sociología, como Émile Durkheim, hasta los teóricos críticos contemporáneos, se
ha sostenido que cada sociedad produce un sistema educativo acorde con sus
necesidades de reproducción cultural y económica.
Durkheim (1922/2000) afirmaba que “cada sociedad tiene un
sistema de educación que se impone a los individuos con una fuerza generalmente
irresistible” (p. 36). Esta idea pone de manifiesto el carácter coercitivo de
la educación, la cual obliga a los individuos a interiorizar costumbres y
valores para integrarse al orden social.
En el contexto latinoamericano, la universidad ha estado
marcada por esta lógica. Desde la época colonial, las universidades en América
Latina respondieron a los intereses de la élite criolla y eclesiástica, más
interesada en formar funcionarios y sacerdotes que en fomentar un pensamiento
crítico.
Con el paso de los siglos, aunque se modernizaron las instituciones,
la dependencia estructural del modelo económico global siguió condicionando el
tipo de profesional que se forma: alguien útil al mercado y funcional al
sistema.
Por ello, resulta ilusorio considerar que la universidad
actual, al estar inserta en una economía capitalista globalizada, pueda ser
completamente autónoma de los intereses de las élites económicas y políticas.
En el fondo, se trata de un espacio atravesado por tensiones entre la
reproducción del orden establecido y las posibilidades de transformación
social.
II. LA EDUCACIÓN COMO APARATO IDEOLÓGICO DEL ESTADO
Louis Althusser (1970/2001) introdujo un concepto
fundamental: los aparatos ideológicos del Estado. Según él, la escuela es el
más importante de estos aparatos porque actúa de manera silenciosa y
prolongada, inculcando valores que sostienen el sistema. La familia y los
medios de comunicación también cumplen este papel, pero la educación lo hace de
forma sistemática y organizada.
En el caso de la universidad, esta función es aún más
evidente. Al formar profesionales, no solo proporciona habilidades técnicas,
sino también visiones del mundo. Así, un ingeniero puede salir de la
universidad con grandes competencias en su campo, pero también con la idea de
que la tecnología debe servir principalmente a la lógica del mercado.
Un economista
puede ser formado para “optimizar” recursos sin cuestionar las desigualdades
estructurales de su país.
Marx y Engels (1846/2014) señalaron que “las ideas de la
clase dominante son, en cada época, las ideas dominantes” (p. 37). Esto
significa que el conocimiento transmitido en la universidad no es neutro, sino
que responde a los intereses de quienes controlan los medios de producción.
Por eso, resulta fundamental preguntarse: ¿Qué tipo de
profesional necesita y promueve la clase dominante? Generalmente, alguien capaz
de sostener el sistema más que de cuestionarlo.
III. LA FALSA
NEUTRALIDAD DE LA CIENCIA Y DE LA DOCENCIA
Muchos docentes universitarios consideran que su labor es
objetiva y neutral, pues transmiten contenidos “científicos” que supuestamente
están libres de ideología. Sin embargo, la selección de autores en un programa,
la forma de explicar una teoría y hasta el modo de evaluar contienen
implícitamente un posicionamiento político.
Segundo Montes (1980) lo expresaba con contundencia: “si
nada en la sociedad y en la vida humana es neutro, la ciencia no puede dejar de
serlo” (p. 1). Esto implica que cada acto pedagógico refleja una determinada
concepción del mundo. Incluso cuando un docente se limita a “enseñar la
materia”, sin hacer referencias explícitas a la política, en realidad está
transmitiendo valores como la obediencia, la aceptación acrítica del
conocimiento o la fe ciega en la autoridad.
En el contexto salvadoreño, por ejemplo, las
universidades privadas y públicas muestran diferencias significativas en sus
orientaciones ideológicas.
Mientras algunas se centran en formar profesionales
“competitivos” para el mercado global, otras tratan de vincular la formación
con la realidad social del país. Sin embargo, incluso estas últimas no logran
escapar totalmente de las presiones del sistema económico y político.
IV. MÉTODOS Y CONTENIDOS COMO VEHÍCULOS IDEOLÓGICOS
Los métodos pedagógicos tradicionales en la universidad
—exposición magistral, memorización, repetición mecánica— refuerzan una
relación vertical entre docente y estudiante. Paulo Freire (1970/2005) denominó
a este enfoque “educación bancaria”, donde el profesor deposita conocimientos
en la mente del alumno como si fuese una alcancía.
Este modelo, lejos de fomentar el pensamiento crítico,
produce estudiantes pasivos y dóciles. Al aprender fragmentos de información
sin conexión con su contexto, los estudiantes son incapaces de analizar la
realidad en su totalidad. Los contenidos curriculares, presentados como
“científicos” y “objetivos”, en realidad son paquetes ideológicos que legitiman
una visión parcial del mundo.
Por ejemplo, en facultades de economía se enseña con
frecuencia un modelo neoliberal como si fuese el único posible, invisibilizando
alternativas económicas.
En las carreras de salud, los programas suelen priorizar
una visión biomédica tecnocrática, dejando de lado enfoques comunitarios y
preventivos que podrían responder mejor a las necesidades sociales.
El método y el contenido, por tanto, se convierten en
poderosos instrumentos ideológicos que moldean la mentalidad de los futuros
profesionales.
V. ALIENACIÓN Y PROFESIONALIZACIÓN EN LA UNIVERSIDAD
Un efecto directo de este proceso es la alienación del
estudiante universitario. Al aprender de manera repetitiva y acrítica, el
alumno no desarrolla herramientas para enfrentar los problemas reales de su
comunidad. Termina siendo un profesional competente en lo técnico, pero
limitado en lo humano, lo ético y lo social.
El sociólogo español Manuel Castells (2000) advierte que
en la sociedad red actual, el conocimiento se ha convertido en mercancía. La
universidad forma trabajadores del conocimiento para el mercado global, pero
muchas veces olvida formar ciudadanos críticos capaces de cuestionar las
injusticias.
En América Latina, esta alienación se traduce en un
profesional que se aleja de su pueblo y busca emigrar o trabajar para
corporaciones internacionales, en lugar de contribuir al desarrollo local.
La universidad, de
este modo, contribuye a la fuga de cerebros y a la dependencia tecnológica.
VI. LA NECESIDAD DE UNA DIDÁCTICA CRÍTICA Y EMANCIPADORA
Frente a esta situación, no basta con cambiar contenidos
o introducir discursos alternativos. Se requiere una transformación profunda de
la práctica pedagógica universitaria. La didáctica crítica propone articular
teoría y praxis, situar al estudiante en el centro del aprendizaje y conectar
el conocimiento con los problemas reales de la sociedad.
Freire (1970/2005) sostenía que “la educación verdadera
es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo” (p.
68). Esta concepción implica que los métodos deben fomentar el diálogo, la
investigación y la participación activa del estudiante.
En El Salvador y otros países de la región, este desafío
es urgente. La universidad no puede seguir reproduciendo un modelo de enseñanza
bancaria; debe convertirse en un espacio de debate, investigación y compromiso
social. Solo así formará profesionales que no solo se inserten en el mercado
laboral, sino que contribuyan a la construcción de una sociedad más justa.
CONCLUSIÓN
El análisis desarrollado muestra que la enseñanza
universitaria es un proceso profundamente ideológico. Los métodos, contenidos y
prácticas pedagógicas están atravesados por intereses sociales y políticos que,
en la mayoría de los casos, reproducen las estructuras de dominación. Sin
embargo, la universidad no está condenada a cumplir únicamente esta función
reproductora.
Es posible construir una universidad crítica y
emancipadora si se transforman las metodologías, los programas y la concepción
misma de la docencia. El reto es enorme, pero también lo es la responsabilidad
histórica de las instituciones de educación superior en sociedades como las nuestras,
marcadas por desigualdades profundas.
REFLEXIÓN FINAL
Vivimos un tiempo en el que el conocimiento se ha
mercantilizado y la universidad corre el riesgo de convertirse en una simple
fábrica de títulos. Sin embargo, el carácter ideológico de la enseñanza
universitaria puede jugar a favor de la emancipación si se orienta hacia la
formación de ciudadanos críticos y comprometidos con su realidad.
La pregunta que queda abierta es la siguiente: ¿será la
universidad capaz de romper sus cadenas ideológicas y convertirse en motor de
liberación social? La respuesta dependerá de la voluntad de docentes,
estudiantes y comunidades para transformar no solo lo que se enseña, sino sobre
todo cómo se enseña.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
1.
Althusser,
L. (2001). Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Siglo XXI. (Original
publicado en 1970).
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Castells, M.
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XXI.
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Durkheim, E.
(2000). Educación y sociología. Akal. (Original publicado en 1922).
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Freire, P.
(2005). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI. (Original publicado en 1970).
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Gutiérrez,
F. (1983). Educación como praxis política. Siglo XXI.
6.
Kosík, K.
(2004). Dialéctica de lo concreto. Grijalbo. (Original publicado en 1963).
7.
Marx, C.
(2008). El capital. Crítica de la economía política (Tomo I). Fondo de Cultura
Económica. (Original publicado en 1867).
8.
Marx, C.,
& Engels, F. (2014). La ideología alemana. Fondo de Cultura Económica.
(Original publicado en 1846).
9.
Montes, S.
(1980). La supuesta neutralidad de la ciencia. UCA Editores.
SAN SALVADOR, 29 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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