viernes, 19 de septiembre de 2025

 

REFLEXIÒN:  “TRES DÍAS SIN AGUA: CONCIENCIA Y RESPONSABILIDAD EN SAN SALVADOR”

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En la vida cotidiana, los seres humanos solemos valorar personas, bienes y recursos solo cuando los hemos perdido. Este fenómeno se vuelve dramático cuando hablamos del agua: un recurso esencial para la vida, que en el Área Metropolitana de San Salvador lleva varios días sin llegar a los hogares. Las explicaciones del gobierno pueden ser técnicas, pero la experiencia concreta de abrir un grifo y no encontrar ni una gota es una señal de alarma que no podemos ignorar.

El corte de agua ha evidenciado lo frágiles que somos como sociedad y lo inconscientes que hemos sido en el manejo de este recurso. Muchos desperdiciaban agua como si fuera infinita; ahora, tras tres o más días sin el preciado líquido, se han dado cuenta de que es más valioso que cualquier bien material.

I. LA PARADOJA DE VALORAR TARDE: PERSONAS Y RECURSOS

La ingratitud no se limita a las relaciones humanas. Así como el esposo que no valora a su compañera hasta perderla, o los hijos que reconocen el sacrificio de sus padres cuando ya no están, también ocurre con los bienes naturales. El agua en San Salvador es hoy el espejo de esta paradoja: mientras fluía sin interrupción, se usaba para barrer patios o regar aceras; ahora que no está, se convierte en objeto de angustia.

II. EL CORTE DE AGUA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE SAN SALVADOR

Desde hace varios días, cientos de miles de familias viven con la angustia de no tener agua en sus hogares. En los barrios y colonias del AMSS se repite la misma escena: pilas vacías, botellas alineadas esperando un camión cisterna, vecinos que deben madrugar para llenar recipientes en cualquier punto donde aparezca una distribución improvisada.

El corte no solo interrumpe la rutina; desnuda la dependencia absoluta que tenemos de este recurso. Cocinar, asearse, lavar, limpiar, todo se detiene.

 El agua se convierte en el centro de la vida, y al mismo tiempo, en la mayor preocupación. Esta crisis muestra lo que significa vivir sin el líquido vital en una zona densamente poblada, donde millones de personas necesitan abastecerse día tras día.

III. LA INCONSCIENCIA COTIDIANA: DESPERDICIAR LO VITAL

Hasta antes de esta crisis, era común ver a vecinos regando con manguera durante horas, lavando autos con chorros interminables, o “barriendo” las aceras con agua potable. Cuando alguien se atrevía a cuestionar esa práctica irresponsable, la respuesta solía ser: “Yo pago el agua, hago lo que quiero”. Esa mentalidad individualista es la raíz del problema: pensar que lo privado está por encima del bien común.

Hoy, cuando el corte golpea a todo el AMSS, se revela lo absurdo de esa lógica. El agua no es un simple servicio por el que se paga, es un bien estratégico, compartido y cada vez más escaso. Lo que ayer se desperdició alegremente, hoy hace falta desesperadamente.

IV. RIESGOS DE UN FUTURO SIN AGUA

Lo vivido en estos días es apenas una muestra de lo que podría ocurrir en el futuro cercano si seguimos agotando y contaminando los mantos acuíferos.

Si con tres días sin agua la población entra en desesperación, ¿Qué pasaría con semanas enteras sin abastecimiento? ¿qué ocurriría si los ríos y nacimientos ya no pudieran sostener la demanda?

El Área Metropolitana de San Salvador, con su crecimiento desordenado, su deforestación y su alta densidad poblacional, está en la línea de riesgo. El corte de agua debe leerse como una advertencia: lo que hoy es una falla temporal puede convertirse en un problema estructural.

V. EL DESAFÍO CULTURAL Y EDUCATIVO

La crisis actual no debe verse solo como un fallo técnico, sino como un síntoma de un problema cultural y educativo más profundo. No hemos aprendido a valorar el agua porque no nos han educado para cuidarla. La escuela, la familia y el Estado deben generar una conciencia colectiva: cada gota desperdiciada es un crimen contra el futuro.

Es urgente un cambio de mentalidad en el AMSS: pasar de la cultura del derroche a la cultura del cuidado. Solo así podremos enfrentar con responsabilidad una crisis que ya no es hipotética, sino real y presente.

CONCLUSIONES

El corte de agua en el Área Metropolitana de San Salvador ha expuesto la fragilidad de la vida urbana y nuestra dependencia total de este recurso.

La falta del líquido ha demostrado que la inconsciencia cotidiana y el desperdicio fueron actos de ceguera que hoy pagamos con angustia.

No se trata únicamente de un fallo técnico, sino de un reflejo de la crisis ambiental y cultural que atraviesa nuestra sociedad.

El agua es un bien común, no una mercancía privada: lo que desperdicia uno afecta a todos.

Este episodio debe convertirse en una oportunidad para educar y concientizar a la población sobre la necesidad de cuidar cada gota.

REFLEXIÓN FINAL

El corte de agua en el Área Metropolitana de San Salvador no es un accidente pasajero: es un espejo de nuestro futuro. Si no aprendemos de esta experiencia, si seguimos actuando con egoísmo y desperdicio, pronto no será cuestión de tres días, sino de semanas o meses.

Valorar el agua en el presente es la única garantía de que nuestros hijos y nietos no vivan en un desierto. La tragedia no sería quedarnos sin agua, sino haberla tenido y no haberla sabido cuidar.

 

 

SAN SALVADOR, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2025

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