REFLEXIÒN: “TRES
DÍAS SIN AGUA: CONCIENCIA Y RESPONSABILIDAD EN SAN SALVADOR”
POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En la vida cotidiana, los seres humanos solemos valorar
personas, bienes y recursos solo cuando los hemos perdido. Este fenómeno se
vuelve dramático cuando hablamos del agua: un recurso esencial para la vida,
que en el Área Metropolitana de San Salvador lleva varios días sin llegar a los
hogares. Las explicaciones del gobierno pueden ser técnicas, pero la
experiencia concreta de abrir un grifo y no encontrar ni una gota es una señal
de alarma que no podemos ignorar.
El corte de agua ha evidenciado lo frágiles que somos
como sociedad y lo inconscientes que hemos sido en el manejo de este recurso.
Muchos desperdiciaban agua como si fuera infinita; ahora, tras tres o más días
sin el preciado líquido, se han dado cuenta de que es más valioso que cualquier
bien material.
I. LA PARADOJA DE VALORAR TARDE: PERSONAS Y RECURSOS
La ingratitud no se limita a las relaciones humanas. Así
como el esposo que no valora a su compañera hasta perderla, o los hijos que
reconocen el sacrificio de sus padres cuando ya no están, también ocurre con
los bienes naturales. El agua en San Salvador es hoy el espejo de esta
paradoja: mientras fluía sin interrupción, se usaba para barrer patios o regar
aceras; ahora que no está, se convierte en objeto de angustia.
II. EL CORTE DE AGUA EN EL ÁREA METROPOLITANA DE SAN
SALVADOR
Desde hace varios días, cientos de miles de familias
viven con la angustia de no tener agua en sus hogares. En los barrios y
colonias del AMSS se repite la misma escena: pilas vacías, botellas alineadas
esperando un camión cisterna, vecinos que deben madrugar para llenar
recipientes en cualquier punto donde aparezca una distribución improvisada.
El corte no solo interrumpe la rutina; desnuda la
dependencia absoluta que tenemos de este recurso. Cocinar, asearse, lavar,
limpiar, todo se detiene.
El agua se
convierte en el centro de la vida, y al mismo tiempo, en la mayor preocupación.
Esta crisis muestra lo que significa vivir sin el líquido vital en una zona
densamente poblada, donde millones de personas necesitan abastecerse día tras
día.
III. LA INCONSCIENCIA COTIDIANA: DESPERDICIAR LO VITAL
Hasta antes de esta crisis, era común ver a vecinos
regando con manguera durante horas, lavando autos con chorros interminables, o
“barriendo” las aceras con agua potable. Cuando alguien se atrevía a cuestionar
esa práctica irresponsable, la respuesta solía ser: “Yo pago el agua, hago lo
que quiero”. Esa mentalidad individualista es la raíz del problema: pensar que
lo privado está por encima del bien común.
Hoy, cuando el corte golpea a todo el AMSS, se revela lo
absurdo de esa lógica. El agua no es un simple servicio por el que se paga, es
un bien estratégico, compartido y cada vez más escaso. Lo que ayer se
desperdició alegremente, hoy hace falta desesperadamente.
IV. RIESGOS DE UN FUTURO SIN AGUA
Lo vivido en estos días es apenas una muestra de lo que
podría ocurrir en el futuro cercano si seguimos agotando y contaminando los
mantos acuíferos.
Si con tres días sin agua la población entra en
desesperación, ¿Qué pasaría con semanas enteras sin abastecimiento? ¿qué
ocurriría si los ríos y nacimientos ya no pudieran sostener la demanda?
El Área Metropolitana de San Salvador, con su crecimiento
desordenado, su deforestación y su alta densidad poblacional, está en la línea
de riesgo. El corte de agua debe leerse como una advertencia: lo que hoy es una
falla temporal puede convertirse en un problema estructural.
V. EL DESAFÍO CULTURAL Y EDUCATIVO
La crisis actual no debe verse solo como un fallo
técnico, sino como un síntoma de un problema cultural y educativo más profundo.
No hemos aprendido a valorar el agua porque no nos han educado para cuidarla.
La escuela, la familia y el Estado deben generar una conciencia colectiva: cada
gota desperdiciada es un crimen contra el futuro.
Es urgente un cambio de mentalidad en el AMSS: pasar de
la cultura del derroche a la cultura del cuidado. Solo así podremos enfrentar
con responsabilidad una crisis que ya no es hipotética, sino real y presente.
CONCLUSIONES
El corte de agua en el Área Metropolitana de San Salvador
ha expuesto la fragilidad de la vida urbana y nuestra dependencia total de este
recurso.
La falta del líquido ha demostrado que la inconsciencia
cotidiana y el desperdicio fueron actos de ceguera que hoy pagamos con
angustia.
No se trata únicamente de un fallo técnico, sino de un
reflejo de la crisis ambiental y cultural que atraviesa nuestra sociedad.
El agua es un bien común, no una mercancía privada: lo
que desperdicia uno afecta a todos.
Este episodio debe convertirse en una oportunidad para
educar y concientizar a la población sobre la necesidad de cuidar cada gota.
REFLEXIÓN FINAL
El corte de agua en el Área Metropolitana de San Salvador
no es un accidente pasajero: es un espejo de nuestro futuro. Si no aprendemos
de esta experiencia, si seguimos actuando con egoísmo y desperdicio, pronto no
será cuestión de tres días, sino de semanas o meses.
Valorar el agua en el presente es la única garantía de
que nuestros hijos y nietos no vivan en un desierto. La tragedia no sería
quedarnos sin agua, sino haberla tenido y no haberla sabido cuidar.
SAN SALVADOR, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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