LA UNIVERSIDAD DE EL
SALVADOR ANTE EL RETO CIENTÍFICO: OBSTÁCULOS, ÉTICA Y COMPROMISO SOCIAL
POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
La ciencia se presenta, desde hace siglos, como la vía
más sólida y racional para superar los problemas estructurales que aquejan a
las sociedades. Carl Sagan (1996) lo expresó con claridad al afirmar que “la
ciencia es el camino dorado para que las naciones en vías de desarrollo salgan
de la pobreza y el atraso” (p. 56). Esta idea, lejos de ser un mero ideal, se
convierte en una exigencia histórica para países como El Salvador, donde la
universidad pública, y en particular la Universidad de El Salvador (UES),
enfrenta el desafío de vincular la investigación científica con las necesidades
del pueblo.
En este ensayo se plantea la siguiente cuestión: ¿existen
condiciones reales para hacer ciencia en la UES?. Esta pregunta no se limita a
describir las carencias materiales o presupuestarias, sino que obliga a un
análisis profundo sobre los aspectos culturales, políticos y sociales que
determinan la práctica científica en nuestro contexto. Tal como advierte Mario
Bunge (2004), para que la ciencia pueda desarrollarse se requieren condiciones
mínimas de salud, economía, libertad, cultura y educación, las cuales, al no
estar garantizadas, convierten el ejercicio de la investigación en una tarea
titánica.
La UES, como máxima casa de estudios del país, tiene la
misión histórica de generar conocimiento crítico y transformador, no de
limitarse a una reproducción pasiva del saber importado. Sin embargo, la
precariedad presupuestaria, la burocratización de la gestión universitaria y la
ausencia de una política clara de investigación han limitado su potencial
científico. Ello nos conduce a reflexionar sobre la necesidad de un
replanteamiento estructural: ¿Qué tipo de investigación debe realizarse? ¿Qué
compromisos éticos deben guiar a la universidad? ¿Cómo transformar las limitaciones
actuales en posibilidades de cambio?
El presente trabajo busca responder a estas interrogantes
mediante un análisis crítico y propositivo. En la primera parte se examina la
relación entre ciencia y democracia; luego, se exponen las condiciones para el
desarrollo científico según Bunge, aplicadas al contexto salvadoreño;
posteriormente, se analizan los obstáculos internos de la UES y sus desafíos
éticos y sociales; finalmente, se presentan propuestas para una política de
investigación coherente con las necesidades nacionales.
En este sentido, el ensayo sostiene la tesis de que la
UES no podrá cumplir su papel científico y social mientras no se transformen
las condiciones estructurales que la limitan, pero al mismo tiempo se reconoce
que existe un potencial latente en su comunidad académica, el cual puede
convertirse en motor de emancipación social si se establecen las bases
adecuadas.
2. CIENCIA Y DEMOCRACIA COMO PROYECTOS INSEPARABLES
La ciencia no puede entenderse como una práctica aislada
de las condiciones sociales y políticas en las que se desarrolla. Por el
contrario, está profundamente ligada a la calidad de la democracia y a la
capacidad de una sociedad para garantizar libertad de pensamiento, pluralidad y
crítica. En palabras de Carl Sagan (1996), la ciencia es un “sistema de alarma”
frente a los riesgos de la irracionalidad, las pseudociencias y las decisiones
autoritarias que ignoran la evidencia. De ahí que la investigación científica
no solo produce conocimiento técnico, sino que también fortalece la vida
democrática al fomentar ciudadanos críticos capaces de cuestionar el poder.
2.1 Ciencia como búsqueda crítica de la verdad
Desde su origen moderno, la ciencia se ha caracterizado
por un espíritu de duda metódica y verificación empírica. A diferencia de los
dogmas religiosos o políticos, la ciencia está obligada a demostrar y a
rectificar sus errores en función de nuevas evidencias. Mario Bunge (2004)
enfatiza que la ciencia no es una mera acumulación de datos, sino un “sistema
racional de conocimientos verificables” (p. 21). Este carácter crítico
convierte a la ciencia en una herramienta que incomoda a los poderes
establecidos, porque los obliga a confrontar la realidad más allá de los
discursos.
En este sentido, la universidad no debe reducirse a
repetir contenidos librescos —como ha ocurrido frecuentemente en la UES—, sino
que debe cultivar un pensamiento crítico que forme a estudiantes capaces de
identificar problemas y generar soluciones fundamentadas. La ciencia, cuando se
institucionaliza en una universidad pública, deja de ser un lujo académico y se
convierte en una necesidad democrática.
2.2 Democracia y libertad académica
La democracia, entendida no solo como un sistema
electoral sino como un estilo de vida, implica el respeto a la diversidad de
ideas, la participación ciudadana y la defensa de los derechos humanos. En este
marco, la libertad académica es un pilar fundamental: sin la posibilidad de
investigar, enseñar y debatir sin censura, no puede haber ciencia auténtica.
Históricamente, los regímenes autoritarios han visto a la
ciencia crítica como un enemigo. Durante las dictaduras militares en América
Latina, la universidad fue perseguida y desmantelada porque representaba un
espacio de cuestionamiento y resistencia. La UES misma sufrió clausuras,
persecuciones y asesinatos de docentes y estudiantes durante el conflicto
armado salvadoreño, lo cual debilitó profundamente su capacidad científica. Esa
herida histórica aún se refleja en la fragilidad institucional y en el miedo a
confrontar problemas estructurales.
La libertad intelectual, como sostiene Bunge (2004), no
es un lujo, sino una condición indispensable para la innovación científica.
Cuando las autoridades universitarias o gubernamentales limitan esta libertad
mediante controles burocráticos, represión ideológica o indiferencia
presupuestaria, condenan a la universidad a un papel marginal. Por ello,
fortalecer la democracia implica necesariamente garantizar a los docentes e
investigadores espacios reales de autonomía y expresión.
2.3 Ciencia, ciudadanía y cultura democrática
La ciencia no solo produce innovaciones tecnológicas o
avances médicos, también fortalece una cultura democrática basada en la
deliberación racional y la toma de decisiones informadas. Paulo Freire (2002)
advertía que la educación debe ser un proceso de concientización, donde los
sujetos desarrollen una “lectura crítica del mundo” (p. 83). Esta visión es
convergente con la práctica científica, pues ambas exigen cuestionar lo dado y
buscar explicaciones que liberen a las personas de la ignorancia y la
manipulación.
En sociedades como la nuestra, donde las desigualdades
sociales se combinan con el peso de tradiciones autoritarias, la ciencia y la
educación crítica se convierten en instrumentos de democratización. Una
universidad que investiga los problemas nacionales —la pobreza, la violencia,
la salud, la exclusión— y que socializa esos conocimientos con el pueblo,
fortalece la democracia más que cualquier discurso político. Por el contrario,
una universidad encerrada en la repetición académica o en proyectos de
“investigación de vitrina” se convierte en cómplice del atraso.
2.4 Ciencia frente a regímenes autoritarios
La tensión entre ciencia y poder se hace evidente en
contextos donde prevalecen gobiernos autoritarios o burocracias universitarias
rígidas. Como señala Boaventura de Sousa Santos (2009), las universidades del
Sur Global enfrentan el dilema de elegir entre “ser reproductoras de modelos
coloniales de conocimiento” o “generadoras de saberes emancipadores” (p. 42).
En el caso de la UES, muchas veces la investigación se ha visto limitada por
presiones políticas, intereses externos y falta de apoyo real.
Cuando se margina la investigación crítica para
privilegiar proyectos alineados con agendas de poder o financiamiento
condicionado, la universidad pierde su esencia transformadora. La ciencia, en
estas condiciones, se convierte en una herramienta de legitimación del statu
quo en lugar de un instrumento de cambio.
Síntesis del apartado
La ciencia y la democracia son proyectos inseparables. La
primera no puede florecer sin libertad, crítica y pluralidad; la segunda se
debilita si carece de ciudadanos formados en el pensamiento científico. En el
caso de la UES, fortalecer la investigación científica significa también
fortalecer la vida democrática salvadoreña, porque solo una ciudadanía
ilustrada y crítica puede cuestionar las injusticias y proponer alternativas.
3. CONDICIONES PARA EL DESARROLLO CIENTÍFICO SEGÚN MARIO
BUNGE
El filósofo y epistemólogo argentino Mario Bunge, en su
vasta obra sobre filosofía de la ciencia, señaló que el desarrollo científico
no es producto exclusivo de la genialidad individual ni de esfuerzos aislados,
sino que requiere un conjunto de condiciones materiales, culturales y políticas
que lo hagan posible. En La ciencia, su método y su filosofía, Bunge (2004)
sintetizó estos requisitos en dimensiones fundamentales que incluyen lo
biológico, lo económico, lo político y lo cultural. Analizar estas categorías
en el contexto salvadoreño y particularmente en relación con la Universidad de
El Salvador (UES) resulta clave para comprender los obstáculos estructurales
que limitan la investigación.
3.1 Condiciones biológicas: salud y nutrición como bases
de la investigación
Bunge (2004) subraya que, sin condiciones mínimas de
salud, alimentación adecuada, descanso y acceso a cuidados médicos, resulta
prácticamente imposible desarrollar una actividad científica sostenida. Un
investigador agotado, desnutrido o enfermo carece de la energía física y mental
necesaria para la concentración y la creatividad.
En el caso de la UES, muchos estudiantes provienen de
sectores populares que enfrentan dificultades económicas severas: alimentación
precaria, transporte costoso e inseguro, y servicios de salud deficientes.
Lo mismo ocurre con el cuerpo docente. El bajo salario
obliga a los profesores a buscar múltiples empleos, reduciendo su tiempo de
descanso y dedicación a la investigación. Esta realidad genera un círculo
vicioso: se espera que los docentes produzcan ciencia, pero las condiciones
biológicas básicas para sostener esa labor no están garantizadas.
En un país donde todavía persisten problemas de salud
pública como la desnutrición infantil, las enfermedades infecciosas y la falta
de acceso universal a servicios médicos, pretender que la universidad sea un
motor científico sin atender estos aspectos resulta, como mínimo,
contradictorio. Tal como advierte Bunge (2004), la investigación vigorosa
requiere investigadores en plenitud de condiciones físicas y mentales, algo que
en el contexto salvadoreño no siempre es posible.
3.2 Condiciones económicas: la ciencia como inversión y
no como gasto
La segunda condición planteada por Bunge es de naturaleza
económica. Para que exista ciencia sostenible se requiere una economía capaz de
financiar investigadores de tiempo completo, sin esperar de ellos beneficios
inmediatos o utilitaristas. En sociedades de economía de subsistencia, el
trabajo científico se convierte en un lujo accesible solo para una minoría.
El Salvador destina un porcentaje reducido de su Producto
Interno Bruto (PIB) a la educación superior y aún menos a la investigación
científica. Según datos de la UNESCO (2022), mientras países desarrollados
invierten entre el 2 % y el 3 % del PIB en investigación y desarrollo (I+D), El
Salvador invierte menos del 0.1 %. Esta brecha revela la poca importancia que
se concede a la ciencia en la agenda nacional.
En la UES, la falta de presupuesto se traduce en
laboratorios desactualizados, bibliotecas desprovistas de material reciente y
proyectos de investigación que dependen de esfuerzos individuales y no de
políticas institucionales claras. Este panorama confirma lo señalado por Bunge
(2004): sin continuidad económica y sin una “masa crítica” de investigadores,
la ciencia no logra impactar en el desarrollo social.
3.3 Condiciones políticas: la paz como requisito
Otra de las condiciones indispensables es la política. La
investigación científica necesita un ambiente de paz, tanto interior como
exterior. Los conflictos armados, la violencia y la inseguridad limitan la
concentración y el trabajo sostenido. El Salvador, durante la guerra civil
(1980–1992), vivió la destrucción parcial de la UES y el asesinato de numerosos
académicos, lo que fracturó su desarrollo científico.
Aunque el país vive hoy un contexto distinto, la
violencia social, la migración forzada y las tensiones políticas siguen
afectando la estabilidad de la vida universitaria. Además, la falta de
políticas públicas claras hacia la investigación genera un clima de
incertidumbre que desmotiva la inversión estatal y privada en ciencia. Una
universidad sin seguridad política y sin respaldo estatal carece de la paz
necesaria para investigar con continuidad y perspectiva de largo plazo.
3.4 Libertad intelectual: condición sine qua non de la
ciencia
Quizás la condición más subrayada por Bunge (2004) es la
libertad. Sin libertad de investigar, debatir, cuestionar y enseñar, la ciencia
degenera en dogma o repetición mecánica. La creatividad científica se alimenta
del disenso, de la posibilidad de explorar caminos no convencionales y de la
crítica permanente a las ideas establecidas.
En la UES, esta libertad se ve limitada por varios
factores: el exceso de burocracia, la falta de autonomía presupuestaria y, en
ocasiones, la intromisión de intereses políticos. La práctica de investigación
se reduce muchas veces a cumplir formalidades administrativas o a producir
trabajos aislados sin impacto real. La falta de libertad también se refleja en
la ausencia de espacios de debate académico vigoroso, lo cual empobrece la
formación científica de estudiantes y docentes.
Bunge (2004) advierte que “sin libertad de investigación
no puede haber trabajo original sostenido” (p. 33). En El Salvador, esa
libertad requiere garantizar tanto la autonomía universitaria frente a
presiones externas como la apertura interna para que los docentes y estudiantes
puedan explorar preguntas nuevas sin temor a represalias o indiferencia
institucional.
3.5 Condiciones culturales: la estima por el saber
Finalmente, Bunge (2004) sostiene que la cultura en que
se inserta la ciencia debe valorar el conocimiento por encima de la
superstición, el dogma o la mera utilidad económica. Una sociedad que
privilegia el poder político o económico sobre el saber científico nunca podrá
consolidar una comunidad académica sólida.
El Salvador aún arrastra fuertes herencias culturales que
menosprecian la investigación. En el imaginario colectivo, la ciencia suele
percibirse como algo ajeno, propio de países desarrollados, mientras que la
educación universitaria es vista principalmente como un medio para obtener un
empleo. Esta visión utilitarista reduce la importancia de la investigación y
debilita la vocación científica de los jóvenes.
Además, una cultura científica requiere respeto por la
creatividad, amor por la naturaleza y la sociedad, veracidad y ambición
constructiva. En una universidad donde prima la rutina docente sobre la
innovación, es difícil cultivar estos valores. Se requiere un cambio cultural
profundo que incentive la curiosidad, la crítica y la ambición de contribuir al
bienestar colectivo.
Síntesis del apartado
El análisis de las condiciones de Mario Bunge aplicado a
la UES muestra un panorama preocupante: en lo biológico, económico, político,
cultural y en materia de libertad intelectual, la universidad enfrenta
carencias profundas. Sin atender estas dimensiones estructurales, cualquier
discurso sobre investigación universitaria será meramente retórico. La ciencia
no florece en el vacío: necesita nutrición, tiempo, recursos, paz, libertad y
una cultura que la valore.
4. LA UES FRENTE A LA CRISIS ESTRUCTURAL
La Universidad de El Salvador (UES), como máxima casa de
estudios del país, debería constituirse en el motor de transformación científica,
cultural y social de la nación. Sin embargo, arrastra desde hace décadas una
profunda crisis estructural que limita su capacidad para cumplir con esta
misión. Dicha
crisis se manifiesta en factores como la burocratización administrativa, la
sobrecarga docente, los bajos salarios, la falta de inversión en investigación
y la ausencia de una política institucional clara en materia científica.
Este apartado busca examinar críticamente esas
condiciones, mostrando cómo obstaculizan la producción de conocimiento y
convierten a la UES, en muchas ocasiones, en una institución centrada en la
mera reproducción del saber, en lugar de su creación original.
4.1 La burocratización universitaria
Uno de los problemas más señalados por los docentes e
investigadores es la excesiva burocratización de la UES. Las estructuras
administrativas, en lugar de facilitar el desarrollo académico, con frecuencia
se convierten en obstáculos que retrasan o bloquean proyectos de investigación.
Procesos de aprobación lentos, requisitos excesivos y trámites redundantes
desgastan al personal académico e inhiben la innovación.
Como advierte Sousa Santos (2009), muchas universidades
latinoamericanas han sido capturadas por una lógica burocrática que “devora
energías creativas y desplaza la misión académica” (p. 57). En el caso
salvadoreño, esta situación es particularmente grave, ya que la investigación
suele quedar supeditada a procesos administrativos engorrosos que no ofrecen
incentivos claros.
En lugar de ser un espacio de libertad intelectual y
exploración crítica, la UES corre el riesgo de convertirse en una maquinaria
administrativa que mide resultados más en términos de formularios completados
que de aportes científicos.
4.2 Bajos salarios y precariedad docente
El problema de los bajos salarios constituye otro
elemento estructural que erosiona la capacidad científica de la universidad.
Los docentes, al no contar con ingresos suficientes para cubrir las necesidades
básicas de sus familias, se ven obligados a buscar múltiples empleos fuera de
la institución. Este fenómeno reduce el tiempo disponible para investigar,
genera agotamiento y limita la actualización académica.
En el fondo, se configura lo que Mario Bunge describió
como el “círculo infernal de miseria–ignorancia–miseria” (2004, p. 41). Sin
salarios dignos y sin estabilidad laboral, los docentes no pueden dedicar
esfuerzos sostenidos a la investigación, lo que a su vez perpetúa la ausencia
de conocimiento científico y el atraso nacional
La precariedad laboral también afecta la motivación.
Exigir a los docentes que produzcan investigación en estas condiciones resulta
no solo injusto, sino éticamente cuestionable. Una universidad que no dignifica a su
profesorado carece de la solvencia moral para demandar resultados científicos
de calidad.
4.3 Sobrecarga académica y “docentismo mecánico”
Un tercer problema estructural es la sobrecarga
académica. Muchos docentes de la UES deben impartir un número excesivo de
clases, atender grupos numerosos de estudiantes y cumplir con múltiples responsabilidades
administrativas. Esto deja poco o ningún espacio para la reflexión, la
actualización y la producción científica.
La consecuencia es lo que algunos autores denominan
“docentismo mecánico”: una práctica educativa reducida a la repetición de contenidos,
muchas veces importados de otros países, sin capacidad de innovación ni de
contextualización crítica. En este escenario, los estudiantes reciben
información desarticulada de la realidad nacional, y la universidad pierde su
función de laboratorio de ideas transformadoras.
Freire (2002) advertía contra esta forma de educación
bancaria, en la que el docente se limita a depositar conocimientos en los
estudiantes, en lugar de estimular la creatividad y la investigación. En la
UES, este modelo no se debe tanto a la falta de compromiso de los profesores,
sino a las condiciones estructurales que los obligan a sobrevivir en medio de
la sobrecarga y la falta de tiempo.
4.4 Ausencia de una política clara de investigación
Quizás el obstáculo más profundo es la falta de una
política universitaria integral en materia de investigación. Aunque existen
esfuerzos aislados y proyectos individuales valiosos, la UES carece de una
estrategia coherente que defina prioridades, áreas de impacto y metas a largo
plazo.
Como señala la UNESCO (2015), las universidades
latinoamericanas enfrentan el desafío de orientar la investigación hacia la
resolución de los problemas más urgentes de sus sociedades, en lugar de
dispersarse en iniciativas sin impacto social. La UES, sin embargo, no ha
logrado consolidar un plan de investigación que articule los esfuerzos de
docentes y estudiantes en torno a las necesidades nacionales.
La consecuencia es que muchos trabajos académicos quedan
en el plano de lo anecdótico, sin incidencia en políticas públicas ni en
soluciones concretas para la población. Se realizan investigaciones de
gabinete, desvinculadas de la realidad social, mientras los grandes problemas
nacionales —salud, educación, pobreza, medio ambiente— permanecen sin respuesta
científica sistemática.
4.5 El riesgo de una universidad reproductora y no
creadora
En conjunto, estos factores (burocratización, bajos
salarios, sobrecarga docente y ausencia de política de investigación) empujan a
la UES hacia un modelo de universidad reproductora y no creadora. En lugar de
generar conocimiento nuevo, se limita a repetir el que proviene de países con
mayor desarrollo científico.
Esta situación no solo reduce el prestigio académico de
la institución, sino que también la distancia del pueblo salvadoreño, que
necesita soluciones concretas a sus problemas. Una universidad que no investiga
pierde legitimidad social y corre el riesgo de convertirse, como lo advertía el
ensayo original, en un simple colegio de educación superior.
Síntesis del apartado
La crisis estructural de la UES es el mayor obstáculo
para el desarrollo científico. Sin superar la burocratización, la precariedad
docente, la sobrecarga académica y la falta de una política clara de
investigación, será imposible que la universidad cumpla su misión histórica. No
se trata solo de recursos económicos, sino de voluntad política, cultural y
académica para reorientar a la institución hacia la creación de conocimiento
útil para el país.
5. DESAFÍOS
SOCIALES Y ÉTICOS DE LA INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA
La universidad, como institución pública y formadora de
profesionales, no puede desligar su quehacer científico de las necesidades más
urgentes de la sociedad en la que se inserta. En países como El Salvador, donde
amplios sectores de la población aún carecen de servicios básicos como salud,
educación de calidad, vivienda digna y seguridad alimentaria, la investigación
universitaria enfrenta desafíos no solo metodológicos, sino también éticos y
sociales. La pregunta central es: ¿Qué tipo de investigación debe priorizar la
UES en un contexto de desigualdad estructural?
5.1 Ciencia y prioridades sociales
La ciencia no es neutral; su orientación depende de las
prioridades establecidas por las instituciones y por quienes la financian. En
los países del Sur Global, con limitados recursos, resulta insostenible imitar
modelos de investigación de punta propios de países desarrollados si antes no
se atienden las carencias fundamentales.
Mario
Bunge (2004) advertía que resulta “irresponsable pretender hacer investigación
de vanguardia en sociedades donde ni siquiera se han resuelto los problemas más
básicos de salud y educación” (p. 72).
Esta afirmación adquiere plena vigencia en el caso salvadoreño. La UES debería
priorizar la investigación en áreas como enfermedades prevalentes
(tuberculosis, dengue, enfermedades respiratorias y periodontales), problemas
ambientales (deforestación, contaminación del agua, gestión de residuos), así
como fenómenos sociales críticos (violencia, pobreza, exclusión educativa).
Sin atender estas realidades inmediatas, cualquier
intento de impulsar investigación de laboratorio de “alto impacto” o proyectos
tecnológicos desconectados del contexto nacional corre el riesgo de convertirse
en un esfuerzo estéril, o incluso inmoral.
5.2 El dilema de la pertinencia: ¿Para quién se
investiga?
La pertinencia social es una de las cuestiones más
discutidas en la ética de la investigación universitaria. Paulo Freire (2002)
sostenía que el conocimiento debe estar al servicio de los oprimidos y de quienes
buscan transformar la realidad, no de las élites ni de intereses externos. De
ahí que una investigación universitaria que no dialogue con las necesidades del
pueblo se convierte en un ejercicio académico vacío.
En el caso de la UES, surge la interrogante: ¿para quién
se están desarrollando las investigaciones? Si la respuesta es que se realizan
para cumplir requisitos burocráticos, para obtener ascensos o simplemente para
llenar informes institucionales, entonces la ciencia se está desvirtuando de su
función transformadora. Por el contrario, si las investigaciones se orientan
hacia la solución de problemas concretos de las comunidades, entonces la universidad
cumple su misión social.
El reto ético es garantizar que los proyectos de
investigación no sean un fin en sí mismos, sino que estén vinculados a las
demandas sociales. La ciencia en la UES debe responder a la lógica de lo
público, no a la lógica del mercado o de intereses privados que muchas veces instrumentalizan
el conocimiento.
5.3 Investigación de gabinete vs. investigación
comprometida
Un problema recurrente en la UES ha sido la proliferación
de investigaciones de “gabinete”, es decir, estudios desconectados de la
realidad, realizados sin trabajo de campo ni diálogo con las comunidades. Estas
investigaciones, aunque pueden cumplir con parámetros académicos, carecen de
impacto social.
Como señala Boaventura de Sousa Santos (2009), las universidades
latinoamericanas enfrentan el dilema de optar entre “conocimiento hegemónico” y
“conocimiento emancipador” (p. 44). El primero se limita a
reproducir esquemas impuestos desde centros de poder global; el segundo se
compromete con las luchas sociales locales y con la transformación de la
realidad.
En este sentido, la investigación comprometida no
significa renunciar a la rigurosidad científica, sino orientarla hacia la
resolución de problemas reales. Una universidad que investiga junto a las
comunidades, en lugar de hacerlo desde la distancia, fortalece su legitimidad
social y demuestra su pertinencia histórica.
5.4 Ética y responsabilidad universitaria
La ética de la investigación no solo se refiere a evitar
plagio, manipulación de datos o conflictos de interés, sino también a asumir la
responsabilidad de orientar el conocimiento hacia el bien común. Martha Nussbaum
(2010) advierte que una sociedad democrática requiere universidades que formen
ciudadanos capaces de “combinar el pensamiento crítico con la empatía y la
responsabilidad social” (p. 31).
En este sentido, la UES debe concebir la investigación no
como un privilegio elitista, sino como un servicio público. Realizar proyectos
científicos sofisticados mientras la población muere por falta de atención
médica básica es una contradicción moral. El reto ético consiste en vincular la
excelencia académica con la justicia social.
5.5 El compromiso con el pueblo
Finalmente, el desafío social y ético más grande para la
investigación universitaria en El Salvador es su compromiso con el pueblo. La
UES debe ser fiel a su carácter de universidad pública: su principal razón de
ser no es competir con instituciones privadas por prestigio internacional, sino
responder a las demandas históricas de la sociedad salvadoreña.
El pueblo financia la universidad a través de sus
impuestos, y por lo tanto, la investigación debe retornar en forma de
soluciones, propuestas y alternativas para mejorar la vida de la población. En
palabras de Carl Sagan (1996), “la ciencia proporciona un sistema de alarma
esencial” (p. 56); en el caso salvadoreño, esa alarma debería sonar cada vez
que el conocimiento se aleja de la gente y se convierte en simple adorno
académico.
Síntesis del apartado
La investigación universitaria en El Salvador enfrenta
enormes desafíos sociales y éticos. No basta con hablar de ciencia en
abstracto; es necesario definir con claridad para qué y para quién se
investiga. Mientras no se prioricen los problemas más urgentes de la población
y no se garantice que el conocimiento sirva al bien común, la universidad corre
el riesgo de convertirse en un espacio académico autorreferencial y
desvinculado de la realidad. El compromiso ético de la UES debe ser claro:
investigar para transformar, investigar para servir, investigar para liberar.
6. POLÍTICA PÚBLICA Y FINANCIAMIENTO UNIVERSITARIO
La ciencia no se sostiene únicamente en la vocación de
los investigadores o en la buena voluntad de las universidades. Requiere un
compromiso estructural del Estado para financiar la investigación, garantizar
infraestructura y establecer políticas públicas que articulen la producción de
conocimiento con las necesidades del país. En El Salvador, este compromiso ha
sido históricamente insuficiente, lo que ha debilitado el papel de la
Universidad de El Salvador (UES) como centro de innovación y desarrollo científico.
6.1 La ciencia como inversión y no como gasto
Una de las principales falacias en la política pública
salvadoreña es considerar el financiamiento a la universidad y a la
investigación como un gasto y no como una inversión. Esta visión reduccionista,
centrada en balances fiscales de corto plazo, ignora el impacto positivo que
tiene la ciencia en el desarrollo económico y social de los países.
La UNESCO (2015) sostiene que “cada dólar invertido en
investigación retorna multiplicado en beneficios económicos, sociales y culturales”
(p. 18). En países como Corea del Sur, Finlandia o Israel, el financiamiento
sostenido a la educación superior y a la ciencia ha sido determinante para su
transformación en economías avanzadas. En contraste, El Salvador invierte menos
del 0.1 % de su PIB en investigación y desarrollo (I+D), muy por debajo del
promedio latinoamericano, que ronda el 0.7 %, y lejísimos de los países de la
OCDE, que superan el 2 % (Banco Mundial, 2021).
La ausencia de inversión convierte a la UES en una
universidad con enormes limitaciones materiales: laboratorios obsoletos,
bibliotecas sin actualización suficiente, carencia de revistas indexadas
propias y escasos programas de posgrado vinculados a investigación. Esto no
solo limita la producción científica, sino también la formación de nuevas generaciones
de investigadores.
6.2 Comparaciones con América Latina
Al comparar el caso salvadoreño con otras experiencias
latinoamericanas, se observa que el financiamiento público a la ciencia es un
factor decisivo. En países como Brasil, Argentina o México, a pesar de sus
crisis recurrentes, existen instituciones de investigación consolidadas (el
CONICET en Argentina, el CNPq en Brasil o el CONACYT en México) que financian
proyectos, becas doctorales y redes de investigadores.
En El Salvador, en cambio, no existe una política
nacional robusta de ciencia y tecnología. El Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (CONACYT) ha tenido un papel limitado y la UES depende casi
exclusivamente de su presupuesto ordinario para impulsar investigación, el cual
resulta insuficiente incluso para cubrir gastos operativos básicos.
Este rezago coloca a la UES en desventaja frente a
universidades de la región. Mientras otras instituciones logran publicar en
revistas de impacto internacional, atraer cooperación y consolidar grupos de
investigación interdisciplinaria, la UES permanece atada a la lógica de
sobrevivencia presupuestaria.
6.3 El papel del Estado salvadoreño
El Estado salvadoreño tiene la obligación constitucional
de financiar adecuadamente a la UES. Sin embargo, la asignación presupuestaria
ha sido históricamente insuficiente y muchas veces utilizada como mecanismo de
presión política. Este “ahogamiento económico”, como lo han denunciado diversos
sectores universitarios, limita no solo la expansión de la matrícula
estudiantil, sino también el desarrollo científico.
Carl Sagan (1996) advertía que abandonar la ciencia es
“el camino de regreso a la pobreza y el atraso” (p. 56). En El Salvador, la
falta de financiamiento a la investigación universitaria ha contribuido a
perpetuar ese ciclo de subdesarrollo, donde la universidad pública no logra
consolidarse como motor de innovación.
Si el Estado no cambia su visión y no destina recursos
suficientes para investigación aplicada y básica, seguirá dependiendo de
conocimientos importados y de tecnologías extranjeras, lo que aumenta la
dependencia y reduce la soberanía científica y tecnológica.
6.4 Ciencia como política de Estado
Más allá de la asignación presupuestaria, es
indispensable concebir la ciencia como una política de Estado a largo plazo.
Esto implica articular la UES con ministerios, empresas, comunidades y
organismos internacionales para orientar la investigación hacia los problemas
nacionales prioritarios: salud pública, educación, seguridad alimentaria,
cambio climático, energía renovable, entre otros.
Boaventura de Sousa Santos (2009) sostiene que las
universidades del Sur deben superar la “lógica de la dependencia” y convertirse
en productoras de conocimiento emancipador (p. 49). Para ello, se requiere que
el Estado garantice estabilidad financiera y estratégica, no sujeta a los vaivenes
políticos coyunturales.
Asimismo, la inversión en ciencia debe acompañarse de
políticas de formación de capital humano. Programas de becas para posgrados,
incentivos para la investigación docente y mecanismos de repatriación de
talento son esenciales para fortalecer la capacidad científica del país.
6.5 Ciencia como bien público y motor de desarrollo
La investigación universitaria no debe concebirse como un
lujo para élites académicas, sino como un bien público. Los avances en salud,
tecnología, educación y medio ambiente impactan directamente en la calidad de
vida de la población.
Por ello, cada peso invertido en ciencia retorna a la
sociedad en forma de soluciones, innovación y progreso.
En este sentido, la UES tiene el potencial de convertirse
en el centro de investigación más importante del país, pero ello solo será
posible si el Estado asume que la ciencia no es un gasto superfluo, sino una
inversión estratégica para el desarrollo nacional. Como afirma Nussbaum (2010),
“una sociedad que no invierte en el cultivo del pensamiento crítico y
científico renuncia a su propio futuro” (p. 37).
Síntesis del apartado
El financiamiento universitario y la política pública en
El Salvador muestran una debilidad estructural que impide el desarrollo de la
ciencia. La UES sobrevive con recursos limitados, en un contexto donde el
Estado no ha asumido la ciencia como política estratégica. Superar esta
situación requiere cambiar la visión cortoplacista: entender la ciencia como
inversión social, fortalecer la autonomía universitaria y articular la
investigación con los grandes problemas nacionales.
7. REQUISITOS
PARA UNA VERDADERA POLÍTICA DE INVESTIGACIÓN EN LA UES
El desarrollo científico de la Universidad de El Salvador
(UES) no depende únicamente de la voluntad individual de docentes o
estudiantes, sino de la existencia de una política institucional clara,
sostenida y articulada con las necesidades nacionales. Como advierte Mario
Bunge (2004), la investigación científica requiere continuidad, masa crítica de
investigadores y condiciones culturales favorables. Sin una política coherente,
los esfuerzos aislados terminan diluyéndose, sin incidencia real en la transformación
de la sociedad.
Este apartado plantea los requisitos fundamentales que
debería cumplir una política universitaria de investigación para superar las
actuales limitaciones y proyectar a la UES como centro de innovación y servicio
público.
7.1 Diagnóstico social y pertinencia de la investigación
El primer requisito es realizar un diagnóstico profundo y
participativo de los problemas más urgentes que enfrenta la sociedad
salvadoreña. La investigación universitaria debe responder a esos desafíos y no
a agendas externas o modas académicas desconectadas del contexto nacional.
Problemas como la crisis ambiental, la salud pública
deficiente, la violencia social, la migración forzada y la precariedad
educativa deberían estar en el centro de las prioridades de investigación. La
UES, como institución pública, tiene el deber ético de orientar sus recursos
hacia estos temas, pues ignorarlos equivale a darle la espalda al pueblo que
sostiene a la universidad con sus impuestos.
Como señala Freire (2002), la educación y el conocimiento
deben convertirse en una práctica de libertad, donde los oprimidos puedan leer
críticamente su realidad y transformarla. Una investigación desconectada de
estas necesidades carece de pertinencia social.
7.2 Formación y capacitación docente en investigación
Una
política de investigación seria requiere invertir en la formación permanente
del cuerpo docente. No basta con exigir a los profesores que investiguen si
nunca se les ha capacitado en metodología científica, gestión de proyectos o
publicación académica.
La UES debería implementar programas de formación
continua en investigación, estimular la realización de posgrados y crear
incentivos claros para la producción científica. La repatriación de talento
—académicos salvadoreños formados en el extranjero— también puede fortalecer la
capacidad investigadora de la institución.
Como
advierte Bunge (2004), “formar maestros es más fácil que formar investigadores,
pero sin ambos no hay ciencia sostenida” (p. 85). Por ello, la capacitación
debe ser integral y sostenida, no limitada a cursos ocasionales.
7.3 Infraestructura, bibliotecas y tecnología
Otro requisito fundamental es el acceso a infraestructura
adecuada. La ciencia contemporánea exige laboratorios equipados, bibliotecas
actualizadas y tecnologías digitales que permitan conectarse con redes globales
de conocimiento.
Actualmente, muchas facultades de la UES carecen de
insumos básicos para la investigación. La biblioteca central tiene colecciones
desactualizadas y el acceso a bases de datos científicas internacionales es
limitado. Esto coloca a docentes y estudiantes en clara desventaja frente a
colegas de otros países.
La inversión en bibliotecas, bases de datos digitales,
software especializado y equipos de laboratorio es indispensable para
garantizar que los proyectos de investigación no se reduzcan a esfuerzos de
gabinete, sino que tengan rigor empírico y proyección académica internacional.
7.4 Tiempo real para investigar
La sobrecarga académica descrita en apartados anteriores
es incompatible con una política de investigación seria. Un requisito
indispensable es liberar tiempo en la jornada docente para que los profesores
puedan dedicarse a investigar.
Esto implica establecer figuras de
“docentes-investigadores de tiempo completo”, con cargas académicas reducidas y
obligaciones claras de producción científica. Sin esta condición, los proyectos
de investigación seguirán siendo marginales y dependientes de esfuerzos
personales, en lugar de constituir parte integral de la misión universitaria.
La libertad intelectual, como señala Bunge (2004), no se
reduce a la ausencia de censura, sino también a la existencia de condiciones
materiales que permitan ejercer la creatividad científica. El tiempo para
pensar, leer, escribir y experimentar es uno de esos requisitos ineludibles.
7.5 Cultura científica institucional
Más allá de recursos y formación, la UES necesita
consolidar una cultura científica institucional. Esto implica valorar la
investigación como actividad central y no como un complemento marginal.
Para ello, es necesario estimular la publicación
académica, crear revistas científicas de calidad, organizar congresos internos
y promover el debate académico permanente. También es clave fomentar la
interdisciplinariedad, pues muchos de los problemas sociales del país
(violencia, pobreza, salud, medio ambiente) no pueden resolverse desde una sola
disciplina.
Boaventura de Sousa Santos (2009) sostiene que la
universidad debe convertirse en un “espacio de ecología de saberes” (p. 63), donde
se articulen los conocimientos científicos con los saberes populares y
comunitarios. La UES, en tanto universidad pública, tiene la oportunidad de
construir esta articulación para fortalecer su legitimidad social.
7.6 Institucionalización y continuidad
Finalmente, una política de investigación requiere
institucionalización. No basta con proyectos aislados ni con iniciativas
coyunturales. Se necesita un sistema estable, con programas de largo plazo,
fondos concursables, criterios claros de evaluación y mecanismos de apoyo a los
investigadores jóvenes.
La continuidad es esencial: un proyecto que inicia y muere con un cambio de autoridades no logra consolidar impacto. La UES debe generar instituciones sólidas —centros de investigación, institutos interdisciplinarios, redes de cooperación— que trasciendan a los gobiernos universitarios y a los ciclos políticos del país.
Síntesis del apartado
Una verdadera política de investigación en la UES debe
incluir: un diagnóstico social que defina prioridades, formación y capacitación
docente, infraestructura adecuada, tiempo real para investigar, construcción de
una cultura científica y procesos de institucionalización que garanticen
continuidad. Sin estos elementos, la universidad seguirá atrapada en la retórica
de la investigación sin resultados concretos.
8. PROPUESTA CRÍTICA Y PROSPECTIVA
El análisis realizado hasta este punto evidencia que la
Universidad de El Salvador (UES) enfrenta una crisis estructural que limita
severamente su capacidad científica. Sin embargo, reconocer estas limitaciones
no debe conducir a la resignación, sino a la construcción de una propuesta
crítica y prospectiva que permita imaginar y materializar una universidad
distinta: científica, democrática, autónoma y vinculada a las necesidades del
pueblo salvadoreño.
Esta sección plantea una serie de ejes estratégicos para
proyectar a la UES hacia el futuro, desde una perspectiva que articule el
pensamiento crítico con la responsabilidad social.
8.1 Una universidad científica y democrática
El primer desafío es concebir la UES como un espacio
donde ciencia y democracia se entrelacen de manera inseparable. La libertad
académica, la autonomía universitaria y el debate plural deben ser garantizados
como principios irrenunciables.
Carl Sagan (1996) recordaba que la ciencia es un sistema
de alarma frente a los riesgos del dogma y la manipulación. Una universidad
científica debe estar siempre alerta ante intentos de censura o control
ideológico, ya provengan del Estado, de partidos políticos o de burocracias
internas. Solo en un ambiente de libertad crítica puede florecer la creatividad
y la innovación.
La UES debe fortalecerse como un foro abierto donde
estudiantes, docentes e investigadores debatan, cuestionen y produzcan
conocimiento sin temor a represalias. Esta cultura democrática no solo es
condición para la ciencia, sino también un aporte esencial a la vida
democrática del país.
8.2 Investigación orientada a los problemas nacionales
El futuro de la UES debe estar marcado por la pertinencia
social de su investigación. Ello significa priorizar los problemas más graves
de la nación: la crisis ambiental, la salud pública, la violencia, la migración
forzada, la pobreza estructural y la exclusión educativa.
Mario Bunge (2004) advertía que la ciencia se degrada
cuando ignora las necesidades básicas de la sociedad. Por ello, la UES debe
organizar sus institutos y centros de investigación en torno a estas
problemáticas, generando propuestas concretas y aplicables.
Por ejemplo, en el campo de la salud, los investigadores
de la Facultad de Odontología podrían desarrollar programas de prevención y
tratamiento de enfermedades periodontales y caries en comunidades rurales. En
el ámbito ambiental, se podrían implementar proyectos de reforestación, manejo
sostenible del agua y energías renovables. En el campo social, se podrían
realizar investigaciones sobre violencia de género, reinserción social de
jóvenes y políticas de seguridad ciudadana basadas en evidencia. La
investigación no debe ser un lujo, sino una herramienta para mejorar la vida
cotidiana del pueblo salvadoreño.
8.3 Vinculación universidad-sociedad
Una universidad científica no puede encerrarse en sí
misma. Es indispensable fortalecer los vínculos con comunidades, organizaciones
sociales, gobiernos locales y empresas responsables. Esta vinculación garantiza
que los resultados de la investigación no se queden en bibliotecas, sino que
impacten en la realidad.
Boaventura de Sousa Santos (2009) propone la idea de una
“universidad popular” que articule el conocimiento científico con los saberes
comunitarios. En esta línea, la UES puede convertirse en un espacio de
encuentro entre ciencia académica y saberes locales, generando soluciones
innovadoras a partir del diálogo intercultural.
Esto implica también abrir espacios de extensión
universitaria más sólidos, donde los estudiantes apliquen sus conocimientos en
proyectos comunitarios, fortaleciendo al mismo tiempo su formación académica y
su compromiso ético.
8.4 Autonomía y financiamiento estratégico
Para hacer posible esta transformación, la UES necesita
autonomía real y financiamiento suficiente. La dependencia de presupuestos
insuficientes, sujetos a la coyuntura política, debilita cualquier intento de
planificar la investigación a largo plazo.
El Estado debe reconocer que financiar a la UES no es un
gasto, sino una inversión estratégica en desarrollo nacional. Pero la
universidad, por su parte, debe rendir cuentas de manera transparente y
demostrar que los recursos invertidos generan impacto social.
Un sistema de fondos concursables, alianzas
internacionales y programas de cooperación puede complementar el financiamiento
estatal, siempre que se mantenga la autonomía y se evite la subordinación a
intereses externos.
8.5 Formación de una nueva generación de investigadores
La sostenibilidad de un proyecto científico universitario
depende de la formación de nuevas generaciones. La UES debe fortalecer sus
programas de maestría y doctorado, crear incentivos para que los jóvenes
investigadores se incorporen a la academia y garantizar condiciones laborales
dignas.
Martha Nussbaum (2010) plantea que una educación integral
debe formar no solo profesionales competentes, sino ciudadanos críticos capaces
de empatizar y actuar en beneficio del bien común. Esta perspectiva implica
formar investigadores comprometidos con la transformación social, no únicamente
con la publicación académica.
Un plan estratégico de largo plazo debe incluir becas,
programas de mentoría y redes de cooperación internacional que permitan a los
jóvenes formarse y regresar a aportar al país, evitando la fuga de cerebros.
8.6 Ciencia con ética y compromiso social
El futuro de la UES debe estar guiado por una ética de la
responsabilidad. Investigar sin compromiso social equivale a traicionar la
misión de una universidad pública. La ciencia debe orientarse hacia la verdad, la justicia y la
dignidad humana, como lo han señalado Bunge (2004) y Freire (2002).
Esto implica rechazar investigaciones de vitrina o
proyectos diseñados únicamente para cumplir con indicadores administrativos. La verdadera
investigación es aquella que transforma realidades y que devuelve al pueblo el
conocimiento que él mismo financia.
Síntesis
del apartado
La propuesta crítica y prospectiva para la UES implica
concebir una universidad científica y democrática, con investigación orientada
a problemas nacionales, fuerte vinculación con la sociedad, autonomía real,
financiamiento estratégico, formación de nuevas generaciones de investigadores
y un compromiso ético inquebrantable con el pueblo salvadoreño.
La UES, lejos de resignarse a la precariedad, debe convertirse en motor de esperanza y en ejemplo de que la ciencia, cuando se pone al servicio de la gente, es el camino para construir un futuro más justo y humano.
9. CONCLUSIONES
El recorrido analítico realizado en este ensayo permite
afirmar que la Universidad de El Salvador (UES) enfrenta profundas limitaciones
estructurales para el desarrollo científico, pero también posee un enorme
potencial transformador si logra articular una política clara de investigación
vinculada a las necesidades sociales del país.
Carl Sagan (1996) advertía que abandonar la ciencia
significa regresar a la pobreza y al atraso. En el caso salvadoreño, la falta
de financiamiento suficiente, la burocratización administrativa, los bajos
salarios y la sobrecarga docente han generado un panorama en el cual la
investigación científica ha sido relegada a un plano secundario. La UES ha
sobrevivido, pero no ha logrado consolidarse como motor de innovación nacional,
precisamente porque el Estado ha tratado a la ciencia como gasto y no como
inversión estratégica.
Mario Bunge (2004), por su parte, recordaba que la
ciencia requiere condiciones mínimas: salud, nutrición, tiempo, libertad
intelectual, cultura favorable y continuidad económica. Ninguna de estas
dimensiones está plenamente garantizada en la UES. Por el contrario, la
precariedad biológica y económica de estudiantes y docentes, la falta de
libertad investigativa real, las deficiencias culturales que menosprecian el
saber y la ausencia de institucionalización científica han mantenido a la
universidad atrapada en el círculo “miseria–ignorancia–miseria”.
No obstante, reconocer estas limitaciones no debe
convertirse en un ejercicio de pesimismo. Por el contrario, representa el punto
de partida para construir propuestas transformadoras. La UES puede convertirse
en una universidad científica y democrática si asume como misión prioritaria la
investigación orientada a resolver los problemas más graves del país: la salud
pública, la crisis ambiental, la exclusión educativa, la violencia y la pobreza
estructural.
En este sentido, el papel del Estado es insoslayable. Sin
un financiamiento adecuado y sostenido, la universidad no podrá formar nuevas
generaciones de investigadores ni generar conocimientos de impacto. Pero la
responsabilidad no recae únicamente en el gobierno: la UES también debe renovar
su cultura institucional, superar la burocracia, fortalecer la formación
docente e institucionalizar una política de investigación que trascienda
coyunturas y gobiernos universitarios.
La ciencia universitaria, además, debe estar guiada por
la ética y el compromiso social. No se trata de producir investigaciones de
gabinete ni de satisfacer indicadores internacionales, sino de devolver al
pueblo salvadoreño el conocimiento que él mismo financia con sus impuestos.
Paulo Freire (2002) recordaba que la educación auténtica es aquella que permite
leer críticamente la realidad para transformarla; la investigación
universitaria debe cumplir ese mismo papel liberador.
En conclusión, las condiciones actuales de la UES limitan
gravemente la producción científica, pero no la imposibilitan. Existen semillas
de investigación que, si se cultivan con políticas adecuadas, financiamiento
suficiente y compromiso ético, pueden florecer y convertir a la universidad en
el motor científico que El Salvador necesita. La alternativa es clara: o se
continúa con la reproducción pasiva del conocimiento y la marginación de la
ciencia, o se asume la investigación como proyecto estratégico de nación.
El futuro de la UES, y en buena medida del país,
dependerá de cuál de estas rutas se elija.
10. REFLEXIÓN FINAL
La ciencia no es un lujo reservado a países ricos ni un
adorno académico para engrosar bibliotecas: es una necesidad vital para
cualquier sociedad que aspire a superar la pobreza, la ignorancia y la
dependencia. Carl Sagan (1996) lo expresó con claridad: la ciencia es el camino
dorado hacia el progreso, pero también es un sistema de alarma que advierte sobre
los riesgos de la irracionalidad, la superstición y la manipulación ideológica.
En el caso de El Salvador, donde la desigualdad y la exclusión han marcado la
historia, la Universidad de El Salvador (UES) se encuentra ante la disyuntiva
de asumir con seriedad su papel científico o resignarse a seguir siendo un
reflejo del atraso estructural del país.
La reflexión que se impone es, por tanto, ética. ¿Es
moralmente aceptable que en pleno siglo XXI la universidad más importante del
país carezca de condiciones mínimas para investigar? ¿Es justo exigir a los
docentes producción científica cuando sobreviven con salarios precarios y
jornadas extenuantes? ¿Es responsable orientar esfuerzos hacia investigaciones
de punta mientras millones de salvadoreños carecen de servicios básicos de
salud, educación y vivienda? Estas preguntas trascienden lo académico y se
convierten en un imperativo moral.
Mario Bunge (2004) advertía que la ciencia requiere
libertad, veracidad y respeto por la creatividad. Pero esas virtudes no nacen
en el vacío: necesitan de políticas públicas, cultura científica y compromiso
social. La UES tiene la posibilidad de encarnar esos valores, siempre que logre
romper con el círculo de la burocratización y la indiferencia, y se coloque al
servicio del pueblo.
La ciencia universitaria debe ser vista como un acto de
justicia social. Cada proyecto de investigación orientado a mejorar la salud
comunitaria, a combatir la violencia o a restaurar el medio ambiente representa
un paso hacia la dignidad de las mayorías. De lo contrario, la universidad
corre el riesgo de convertirse en un espacio de simulación académica, alejado
de la vida real de quienes más lo necesitan.
La esperanza, sin embargo, persiste. La UES posee un
capital humano valioso, una tradición histórica de lucha y una comunidad
estudiantil dispuesta a transformar la realidad. Si estos recursos se articulan
en torno a una política clara, con financiamiento adecuado y autonomía real, la
universidad puede convertirse en un faro de ciencia y democracia para El
Salvador y la región.
En última instancia, apostar por la ciencia en la UES es
apostar por el futuro del país. La investigación no debe ser vista como un
privilegio elitista, sino como un derecho colectivo y un deber ético hacia las
generaciones venideras. La universidad salvadoreña tiene la oportunidad de
demostrar que, incluso en contextos adversos, la ciencia puede florecer cuando
se cultiva con compromiso, libertad y responsabilidad social.
La reflexión final es clara: sin ciencia no hay futuro, y
sin universidad pública no hay ciencia posible para las mayorías. El desafío
está planteado; la respuesta dependerá de la capacidad de la UES, del Estado y
de la sociedad salvadoreña para asumir la investigación como un proyecto
estratégico de nación y como un compromiso ineludible con la dignidad humana.
REFERENCIAS
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expenditure (% of GDP). World Bank
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Sagan, C.
(1996). El mundo y sus demonios: La ciencia como una luz en la oscuridad.
Editorial Planeta.
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(2015). Informe de la ciencia: Hacia 2030. Organización de las Naciones Unidas
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8.
UNESCO. (2022). Science, technology and
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Institute for Statistics.
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