jueves, 18 de septiembre de 2025

 

LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR ANTE EL RETO CIENTÍFICO: OBSTÁCULOS, ÉTICA Y COMPROMISO SOCIAL

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

La ciencia se presenta, desde hace siglos, como la vía más sólida y racional para superar los problemas estructurales que aquejan a las sociedades. Carl Sagan (1996) lo expresó con claridad al afirmar que “la ciencia es el camino dorado para que las naciones en vías de desarrollo salgan de la pobreza y el atraso” (p. 56). Esta idea, lejos de ser un mero ideal, se convierte en una exigencia histórica para países como El Salvador, donde la universidad pública, y en particular la Universidad de El Salvador (UES), enfrenta el desafío de vincular la investigación científica con las necesidades del pueblo.

En este ensayo se plantea la siguiente cuestión: ¿existen condiciones reales para hacer ciencia en la UES?. Esta pregunta no se limita a describir las carencias materiales o presupuestarias, sino que obliga a un análisis profundo sobre los aspectos culturales, políticos y sociales que determinan la práctica científica en nuestro contexto. Tal como advierte Mario Bunge (2004), para que la ciencia pueda desarrollarse se requieren condiciones mínimas de salud, economía, libertad, cultura y educación, las cuales, al no estar garantizadas, convierten el ejercicio de la investigación en una tarea titánica.

La UES, como máxima casa de estudios del país, tiene la misión histórica de generar conocimiento crítico y transformador, no de limitarse a una reproducción pasiva del saber importado. Sin embargo, la precariedad presupuestaria, la burocratización de la gestión universitaria y la ausencia de una política clara de investigación han limitado su potencial científico. Ello nos conduce a reflexionar sobre la necesidad de un replanteamiento estructural: ¿Qué tipo de investigación debe realizarse? ¿Qué compromisos éticos deben guiar a la universidad? ¿Cómo transformar las limitaciones actuales en posibilidades de cambio?

El presente trabajo busca responder a estas interrogantes mediante un análisis crítico y propositivo. En la primera parte se examina la relación entre ciencia y democracia; luego, se exponen las condiciones para el desarrollo científico según Bunge, aplicadas al contexto salvadoreño; posteriormente, se analizan los obstáculos internos de la UES y sus desafíos éticos y sociales; finalmente, se presentan propuestas para una política de investigación coherente con las necesidades nacionales.

En este sentido, el ensayo sostiene la tesis de que la UES no podrá cumplir su papel científico y social mientras no se transformen las condiciones estructurales que la limitan, pero al mismo tiempo se reconoce que existe un potencial latente en su comunidad académica, el cual puede convertirse en motor de emancipación social si se establecen las bases adecuadas.

2. CIENCIA Y DEMOCRACIA COMO PROYECTOS INSEPARABLES

La ciencia no puede entenderse como una práctica aislada de las condiciones sociales y políticas en las que se desarrolla. Por el contrario, está profundamente ligada a la calidad de la democracia y a la capacidad de una sociedad para garantizar libertad de pensamiento, pluralidad y crítica. En palabras de Carl Sagan (1996), la ciencia es un “sistema de alarma” frente a los riesgos de la irracionalidad, las pseudociencias y las decisiones autoritarias que ignoran la evidencia. De ahí que la investigación científica no solo produce conocimiento técnico, sino que también fortalece la vida democrática al fomentar ciudadanos críticos capaces de cuestionar el poder.

2.1 Ciencia como búsqueda crítica de la verdad

Desde su origen moderno, la ciencia se ha caracterizado por un espíritu de duda metódica y verificación empírica. A diferencia de los dogmas religiosos o políticos, la ciencia está obligada a demostrar y a rectificar sus errores en función de nuevas evidencias. Mario Bunge (2004) enfatiza que la ciencia no es una mera acumulación de datos, sino un “sistema racional de conocimientos verificables” (p. 21). Este carácter crítico convierte a la ciencia en una herramienta que incomoda a los poderes establecidos, porque los obliga a confrontar la realidad más allá de los discursos.

En este sentido, la universidad no debe reducirse a repetir contenidos librescos —como ha ocurrido frecuentemente en la UES—, sino que debe cultivar un pensamiento crítico que forme a estudiantes capaces de identificar problemas y generar soluciones fundamentadas. La ciencia, cuando se institucionaliza en una universidad pública, deja de ser un lujo académico y se convierte en una necesidad democrática.

2.2 Democracia y libertad académica

La democracia, entendida no solo como un sistema electoral sino como un estilo de vida, implica el respeto a la diversidad de ideas, la participación ciudadana y la defensa de los derechos humanos. En este marco, la libertad académica es un pilar fundamental: sin la posibilidad de investigar, enseñar y debatir sin censura, no puede haber ciencia auténtica.

Históricamente, los regímenes autoritarios han visto a la ciencia crítica como un enemigo. Durante las dictaduras militares en América Latina, la universidad fue perseguida y desmantelada porque representaba un espacio de cuestionamiento y resistencia. La UES misma sufrió clausuras, persecuciones y asesinatos de docentes y estudiantes durante el conflicto armado salvadoreño, lo cual debilitó profundamente su capacidad científica. Esa herida histórica aún se refleja en la fragilidad institucional y en el miedo a confrontar problemas estructurales.

La libertad intelectual, como sostiene Bunge (2004), no es un lujo, sino una condición indispensable para la innovación científica. Cuando las autoridades universitarias o gubernamentales limitan esta libertad mediante controles burocráticos, represión ideológica o indiferencia presupuestaria, condenan a la universidad a un papel marginal. Por ello, fortalecer la democracia implica necesariamente garantizar a los docentes e investigadores espacios reales de autonomía y expresión.

2.3 Ciencia, ciudadanía y cultura democrática

La ciencia no solo produce innovaciones tecnológicas o avances médicos, también fortalece una cultura democrática basada en la deliberación racional y la toma de decisiones informadas. Paulo Freire (2002) advertía que la educación debe ser un proceso de concientización, donde los sujetos desarrollen una “lectura crítica del mundo” (p. 83). Esta visión es convergente con la práctica científica, pues ambas exigen cuestionar lo dado y buscar explicaciones que liberen a las personas de la ignorancia y la manipulación.

En sociedades como la nuestra, donde las desigualdades sociales se combinan con el peso de tradiciones autoritarias, la ciencia y la educación crítica se convierten en instrumentos de democratización. Una universidad que investiga los problemas nacionales —la pobreza, la violencia, la salud, la exclusión— y que socializa esos conocimientos con el pueblo, fortalece la democracia más que cualquier discurso político. Por el contrario, una universidad encerrada en la repetición académica o en proyectos de “investigación de vitrina” se convierte en cómplice del atraso.

2.4 Ciencia frente a regímenes autoritarios

La tensión entre ciencia y poder se hace evidente en contextos donde prevalecen gobiernos autoritarios o burocracias universitarias rígidas. Como señala Boaventura de Sousa Santos (2009), las universidades del Sur Global enfrentan el dilema de elegir entre “ser reproductoras de modelos coloniales de conocimiento” o “generadoras de saberes emancipadores” (p. 42). En el caso de la UES, muchas veces la investigación se ha visto limitada por presiones políticas, intereses externos y falta de apoyo real.

Cuando se margina la investigación crítica para privilegiar proyectos alineados con agendas de poder o financiamiento condicionado, la universidad pierde su esencia transformadora. La ciencia, en estas condiciones, se convierte en una herramienta de legitimación del statu quo en lugar de un instrumento de cambio.

Síntesis del apartado

La ciencia y la democracia son proyectos inseparables. La primera no puede florecer sin libertad, crítica y pluralidad; la segunda se debilita si carece de ciudadanos formados en el pensamiento científico. En el caso de la UES, fortalecer la investigación científica significa también fortalecer la vida democrática salvadoreña, porque solo una ciudadanía ilustrada y crítica puede cuestionar las injusticias y proponer alternativas.

3. CONDICIONES PARA EL DESARROLLO CIENTÍFICO SEGÚN MARIO BUNGE

El filósofo y epistemólogo argentino Mario Bunge, en su vasta obra sobre filosofía de la ciencia, señaló que el desarrollo científico no es producto exclusivo de la genialidad individual ni de esfuerzos aislados, sino que requiere un conjunto de condiciones materiales, culturales y políticas que lo hagan posible. En La ciencia, su método y su filosofía, Bunge (2004) sintetizó estos requisitos en dimensiones fundamentales que incluyen lo biológico, lo económico, lo político y lo cultural. Analizar estas categorías en el contexto salvadoreño y particularmente en relación con la Universidad de El Salvador (UES) resulta clave para comprender los obstáculos estructurales que limitan la investigación.

3.1 Condiciones biológicas: salud y nutrición como bases de la investigación

Bunge (2004) subraya que, sin condiciones mínimas de salud, alimentación adecuada, descanso y acceso a cuidados médicos, resulta prácticamente imposible desarrollar una actividad científica sostenida. Un investigador agotado, desnutrido o enfermo carece de la energía física y mental necesaria para la concentración y la creatividad.

En el caso de la UES, muchos estudiantes provienen de sectores populares que enfrentan dificultades económicas severas: alimentación precaria, transporte costoso e inseguro, y servicios de salud deficientes.

Lo mismo ocurre con el cuerpo docente. El bajo salario obliga a los profesores a buscar múltiples empleos, reduciendo su tiempo de descanso y dedicación a la investigación. Esta realidad genera un círculo vicioso: se espera que los docentes produzcan ciencia, pero las condiciones biológicas básicas para sostener esa labor no están garantizadas.

En un país donde todavía persisten problemas de salud pública como la desnutrición infantil, las enfermedades infecciosas y la falta de acceso universal a servicios médicos, pretender que la universidad sea un motor científico sin atender estos aspectos resulta, como mínimo, contradictorio. Tal como advierte Bunge (2004), la investigación vigorosa requiere investigadores en plenitud de condiciones físicas y mentales, algo que en el contexto salvadoreño no siempre es posible.

3.2 Condiciones económicas: la ciencia como inversión y no como gasto

La segunda condición planteada por Bunge es de naturaleza económica. Para que exista ciencia sostenible se requiere una economía capaz de financiar investigadores de tiempo completo, sin esperar de ellos beneficios inmediatos o utilitaristas. En sociedades de economía de subsistencia, el trabajo científico se convierte en un lujo accesible solo para una minoría.

El Salvador destina un porcentaje reducido de su Producto Interno Bruto (PIB) a la educación superior y aún menos a la investigación científica. Según datos de la UNESCO (2022), mientras países desarrollados invierten entre el 2 % y el 3 % del PIB en investigación y desarrollo (I+D), El Salvador invierte menos del 0.1 %. Esta brecha revela la poca importancia que se concede a la ciencia en la agenda nacional.

En la UES, la falta de presupuesto se traduce en laboratorios desactualizados, bibliotecas desprovistas de material reciente y proyectos de investigación que dependen de esfuerzos individuales y no de políticas institucionales claras. Este panorama confirma lo señalado por Bunge (2004): sin continuidad económica y sin una “masa crítica” de investigadores, la ciencia no logra impactar en el desarrollo social.

3.3 Condiciones políticas: la paz como requisito

Otra de las condiciones indispensables es la política. La investigación científica necesita un ambiente de paz, tanto interior como exterior. Los conflictos armados, la violencia y la inseguridad limitan la concentración y el trabajo sostenido. El Salvador, durante la guerra civil (1980–1992), vivió la destrucción parcial de la UES y el asesinato de numerosos académicos, lo que fracturó su desarrollo científico.

Aunque el país vive hoy un contexto distinto, la violencia social, la migración forzada y las tensiones políticas siguen afectando la estabilidad de la vida universitaria. Además, la falta de políticas públicas claras hacia la investigación genera un clima de incertidumbre que desmotiva la inversión estatal y privada en ciencia. Una universidad sin seguridad política y sin respaldo estatal carece de la paz necesaria para investigar con continuidad y perspectiva de largo plazo.

3.4 Libertad intelectual: condición sine qua non de la ciencia

Quizás la condición más subrayada por Bunge (2004) es la libertad. Sin libertad de investigar, debatir, cuestionar y enseñar, la ciencia degenera en dogma o repetición mecánica. La creatividad científica se alimenta del disenso, de la posibilidad de explorar caminos no convencionales y de la crítica permanente a las ideas establecidas.

En la UES, esta libertad se ve limitada por varios factores: el exceso de burocracia, la falta de autonomía presupuestaria y, en ocasiones, la intromisión de intereses políticos. La práctica de investigación se reduce muchas veces a cumplir formalidades administrativas o a producir trabajos aislados sin impacto real. La falta de libertad también se refleja en la ausencia de espacios de debate académico vigoroso, lo cual empobrece la formación científica de estudiantes y docentes.

Bunge (2004) advierte que “sin libertad de investigación no puede haber trabajo original sostenido” (p. 33). En El Salvador, esa libertad requiere garantizar tanto la autonomía universitaria frente a presiones externas como la apertura interna para que los docentes y estudiantes puedan explorar preguntas nuevas sin temor a represalias o indiferencia institucional.

3.5 Condiciones culturales: la estima por el saber

Finalmente, Bunge (2004) sostiene que la cultura en que se inserta la ciencia debe valorar el conocimiento por encima de la superstición, el dogma o la mera utilidad económica. Una sociedad que privilegia el poder político o económico sobre el saber científico nunca podrá consolidar una comunidad académica sólida.

El Salvador aún arrastra fuertes herencias culturales que menosprecian la investigación. En el imaginario colectivo, la ciencia suele percibirse como algo ajeno, propio de países desarrollados, mientras que la educación universitaria es vista principalmente como un medio para obtener un empleo. Esta visión utilitarista reduce la importancia de la investigación y debilita la vocación científica de los jóvenes.

Además, una cultura científica requiere respeto por la creatividad, amor por la naturaleza y la sociedad, veracidad y ambición constructiva. En una universidad donde prima la rutina docente sobre la innovación, es difícil cultivar estos valores. Se requiere un cambio cultural profundo que incentive la curiosidad, la crítica y la ambición de contribuir al bienestar colectivo.

 

 

Síntesis del apartado

El análisis de las condiciones de Mario Bunge aplicado a la UES muestra un panorama preocupante: en lo biológico, económico, político, cultural y en materia de libertad intelectual, la universidad enfrenta carencias profundas. Sin atender estas dimensiones estructurales, cualquier discurso sobre investigación universitaria será meramente retórico. La ciencia no florece en el vacío: necesita nutrición, tiempo, recursos, paz, libertad y una cultura que la valore.

4. LA UES FRENTE A LA CRISIS ESTRUCTURAL

La Universidad de El Salvador (UES), como máxima casa de estudios del país, debería constituirse en el motor de transformación científica, cultural y social de la nación. Sin embargo, arrastra desde hace décadas una profunda crisis estructural que limita su capacidad para cumplir con esta misión. Dicha crisis se manifiesta en factores como la burocratización administrativa, la sobrecarga docente, los bajos salarios, la falta de inversión en investigación y la ausencia de una política institucional clara en materia científica.

Este apartado busca examinar críticamente esas condiciones, mostrando cómo obstaculizan la producción de conocimiento y convierten a la UES, en muchas ocasiones, en una institución centrada en la mera reproducción del saber, en lugar de su creación original.

4.1 La burocratización universitaria

Uno de los problemas más señalados por los docentes e investigadores es la excesiva burocratización de la UES. Las estructuras administrativas, en lugar de facilitar el desarrollo académico, con frecuencia se convierten en obstáculos que retrasan o bloquean proyectos de investigación. Procesos de aprobación lentos, requisitos excesivos y trámites redundantes desgastan al personal académico e inhiben la innovación.

Como advierte Sousa Santos (2009), muchas universidades latinoamericanas han sido capturadas por una lógica burocrática que “devora energías creativas y desplaza la misión académica” (p. 57). En el caso salvadoreño, esta situación es particularmente grave, ya que la investigación suele quedar supeditada a procesos administrativos engorrosos que no ofrecen incentivos claros.

En lugar de ser un espacio de libertad intelectual y exploración crítica, la UES corre el riesgo de convertirse en una maquinaria administrativa que mide resultados más en términos de formularios completados que de aportes científicos.

4.2 Bajos salarios y precariedad docente

El problema de los bajos salarios constituye otro elemento estructural que erosiona la capacidad científica de la universidad. Los docentes, al no contar con ingresos suficientes para cubrir las necesidades básicas de sus familias, se ven obligados a buscar múltiples empleos fuera de la institución. Este fenómeno reduce el tiempo disponible para investigar, genera agotamiento y limita la actualización académica.

En el fondo, se configura lo que Mario Bunge describió como el “círculo infernal de miseria–ignorancia–miseria” (2004, p. 41). Sin salarios dignos y sin estabilidad laboral, los docentes no pueden dedicar esfuerzos sostenidos a la investigación, lo que a su vez perpetúa la ausencia de conocimiento científico y el atraso nacional

La precariedad laboral también afecta la motivación. Exigir a los docentes que produzcan investigación en estas condiciones resulta no solo injusto, sino éticamente cuestionable. Una universidad que no dignifica a su profesorado carece de la solvencia moral para demandar resultados científicos de calidad.

4.3 Sobrecarga académica y “docentismo mecánico”

Un tercer problema estructural es la sobrecarga académica. Muchos docentes de la UES deben impartir un número excesivo de clases, atender grupos numerosos de estudiantes y cumplir con múltiples responsabilidades administrativas. Esto deja poco o ningún espacio para la reflexión, la actualización y la producción científica.

La consecuencia es lo que algunos autores denominan “docentismo mecánico”: una práctica educativa reducida a la repetición de contenidos, muchas veces importados de otros países, sin capacidad de innovación ni de contextualización crítica. En este escenario, los estudiantes reciben información desarticulada de la realidad nacional, y la universidad pierde su función de laboratorio de ideas transformadoras.

Freire (2002) advertía contra esta forma de educación bancaria, en la que el docente se limita a depositar conocimientos en los estudiantes, en lugar de estimular la creatividad y la investigación. En la UES, este modelo no se debe tanto a la falta de compromiso de los profesores, sino a las condiciones estructurales que los obligan a sobrevivir en medio de la sobrecarga y la falta de tiempo.

4.4 Ausencia de una política clara de investigación

Quizás el obstáculo más profundo es la falta de una política universitaria integral en materia de investigación. Aunque existen esfuerzos aislados y proyectos individuales valiosos, la UES carece de una estrategia coherente que defina prioridades, áreas de impacto y metas a largo plazo.

Como señala la UNESCO (2015), las universidades latinoamericanas enfrentan el desafío de orientar la investigación hacia la resolución de los problemas más urgentes de sus sociedades, en lugar de dispersarse en iniciativas sin impacto social. La UES, sin embargo, no ha logrado consolidar un plan de investigación que articule los esfuerzos de docentes y estudiantes en torno a las necesidades nacionales.

La consecuencia es que muchos trabajos académicos quedan en el plano de lo anecdótico, sin incidencia en políticas públicas ni en soluciones concretas para la población. Se realizan investigaciones de gabinete, desvinculadas de la realidad social, mientras los grandes problemas nacionales —salud, educación, pobreza, medio ambiente— permanecen sin respuesta científica sistemática.

4.5 El riesgo de una universidad reproductora y no creadora

En conjunto, estos factores (burocratización, bajos salarios, sobrecarga docente y ausencia de política de investigación) empujan a la UES hacia un modelo de universidad reproductora y no creadora. En lugar de generar conocimiento nuevo, se limita a repetir el que proviene de países con mayor desarrollo científico.

Esta situación no solo reduce el prestigio académico de la institución, sino que también la distancia del pueblo salvadoreño, que necesita soluciones concretas a sus problemas. Una universidad que no investiga pierde legitimidad social y corre el riesgo de convertirse, como lo advertía el ensayo original, en un simple colegio de educación superior.

Síntesis del apartado

La crisis estructural de la UES es el mayor obstáculo para el desarrollo científico. Sin superar la burocratización, la precariedad docente, la sobrecarga académica y la falta de una política clara de investigación, será imposible que la universidad cumpla su misión histórica. No se trata solo de recursos económicos, sino de voluntad política, cultural y académica para reorientar a la institución hacia la creación de conocimiento útil para el país.

5. DESAFÍOS SOCIALES Y ÉTICOS DE LA INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA

La universidad, como institución pública y formadora de profesionales, no puede desligar su quehacer científico de las necesidades más urgentes de la sociedad en la que se inserta. En países como El Salvador, donde amplios sectores de la población aún carecen de servicios básicos como salud, educación de calidad, vivienda digna y seguridad alimentaria, la investigación universitaria enfrenta desafíos no solo metodológicos, sino también éticos y sociales. La pregunta central es: ¿Qué tipo de investigación debe priorizar la UES en un contexto de desigualdad estructural?

5.1 Ciencia y prioridades sociales

La ciencia no es neutral; su orientación depende de las prioridades establecidas por las instituciones y por quienes la financian. En los países del Sur Global, con limitados recursos, resulta insostenible imitar modelos de investigación de punta propios de países desarrollados si antes no se atienden las carencias fundamentales.

Mario Bunge (2004) advertía que resulta “irresponsable pretender hacer investigación de vanguardia en sociedades donde ni siquiera se han resuelto los problemas más básicos de salud y educación” (p. 72). Esta afirmación adquiere plena vigencia en el caso salvadoreño. La UES debería priorizar la investigación en áreas como enfermedades prevalentes (tuberculosis, dengue, enfermedades respiratorias y periodontales), problemas ambientales (deforestación, contaminación del agua, gestión de residuos), así como fenómenos sociales críticos (violencia, pobreza, exclusión educativa).

Sin atender estas realidades inmediatas, cualquier intento de impulsar investigación de laboratorio de “alto impacto” o proyectos tecnológicos desconectados del contexto nacional corre el riesgo de convertirse en un esfuerzo estéril, o incluso inmoral.

5.2 El dilema de la pertinencia: ¿Para quién se investiga?

La pertinencia social es una de las cuestiones más discutidas en la ética de la investigación universitaria. Paulo Freire (2002) sostenía que el conocimiento debe estar al servicio de los oprimidos y de quienes buscan transformar la realidad, no de las élites ni de intereses externos. De ahí que una investigación universitaria que no dialogue con las necesidades del pueblo se convierte en un ejercicio académico vacío.

En el caso de la UES, surge la interrogante: ¿para quién se están desarrollando las investigaciones? Si la respuesta es que se realizan para cumplir requisitos burocráticos, para obtener ascensos o simplemente para llenar informes institucionales, entonces la ciencia se está desvirtuando de su función transformadora. Por el contrario, si las investigaciones se orientan hacia la solución de problemas concretos de las comunidades, entonces la universidad cumple su misión social.

El reto ético es garantizar que los proyectos de investigación no sean un fin en sí mismos, sino que estén vinculados a las demandas sociales. La ciencia en la UES debe responder a la lógica de lo público, no a la lógica del mercado o de intereses privados que muchas veces instrumentalizan el conocimiento.

5.3 Investigación de gabinete vs. investigación comprometida

Un problema recurrente en la UES ha sido la proliferación de investigaciones de “gabinete”, es decir, estudios desconectados de la realidad, realizados sin trabajo de campo ni diálogo con las comunidades. Estas investigaciones, aunque pueden cumplir con parámetros académicos, carecen de impacto social.

Como señala Boaventura de Sousa Santos (2009), las universidades latinoamericanas enfrentan el dilema de optar entre “conocimiento hegemónico” y “conocimiento emancipador” (p. 44). El primero se limita a reproducir esquemas impuestos desde centros de poder global; el segundo se compromete con las luchas sociales locales y con la transformación de la realidad.

En este sentido, la investigación comprometida no significa renunciar a la rigurosidad científica, sino orientarla hacia la resolución de problemas reales. Una universidad que investiga junto a las comunidades, en lugar de hacerlo desde la distancia, fortalece su legitimidad social y demuestra su pertinencia histórica.

5.4 Ética y responsabilidad universitaria

La ética de la investigación no solo se refiere a evitar plagio, manipulación de datos o conflictos de interés, sino también a asumir la responsabilidad de orientar el conocimiento hacia el bien común. Martha Nussbaum (2010) advierte que una sociedad democrática requiere universidades que formen ciudadanos capaces de “combinar el pensamiento crítico con la empatía y la responsabilidad social” (p. 31).

En este sentido, la UES debe concebir la investigación no como un privilegio elitista, sino como un servicio público. Realizar proyectos científicos sofisticados mientras la población muere por falta de atención médica básica es una contradicción moral. El reto ético consiste en vincular la excelencia académica con la justicia social.

5.5 El compromiso con el pueblo

Finalmente, el desafío social y ético más grande para la investigación universitaria en El Salvador es su compromiso con el pueblo. La UES debe ser fiel a su carácter de universidad pública: su principal razón de ser no es competir con instituciones privadas por prestigio internacional, sino responder a las demandas históricas de la sociedad salvadoreña.

El pueblo financia la universidad a través de sus impuestos, y por lo tanto, la investigación debe retornar en forma de soluciones, propuestas y alternativas para mejorar la vida de la población. En palabras de Carl Sagan (1996), “la ciencia proporciona un sistema de alarma esencial” (p. 56); en el caso salvadoreño, esa alarma debería sonar cada vez que el conocimiento se aleja de la gente y se convierte en simple adorno académico.

Síntesis del apartado

La investigación universitaria en El Salvador enfrenta enormes desafíos sociales y éticos. No basta con hablar de ciencia en abstracto; es necesario definir con claridad para qué y para quién se investiga. Mientras no se prioricen los problemas más urgentes de la población y no se garantice que el conocimiento sirva al bien común, la universidad corre el riesgo de convertirse en un espacio académico autorreferencial y desvinculado de la realidad. El compromiso ético de la UES debe ser claro: investigar para transformar, investigar para servir, investigar para liberar.

6. POLÍTICA PÚBLICA Y FINANCIAMIENTO UNIVERSITARIO

La ciencia no se sostiene únicamente en la vocación de los investigadores o en la buena voluntad de las universidades. Requiere un compromiso estructural del Estado para financiar la investigación, garantizar infraestructura y establecer políticas públicas que articulen la producción de conocimiento con las necesidades del país. En El Salvador, este compromiso ha sido históricamente insuficiente, lo que ha debilitado el papel de la Universidad de El Salvador (UES) como centro de innovación y desarrollo científico.

6.1 La ciencia como inversión y no como gasto

Una de las principales falacias en la política pública salvadoreña es considerar el financiamiento a la universidad y a la investigación como un gasto y no como una inversión. Esta visión reduccionista, centrada en balances fiscales de corto plazo, ignora el impacto positivo que tiene la ciencia en el desarrollo económico y social de los países.

La UNESCO (2015) sostiene que “cada dólar invertido en investigación retorna multiplicado en beneficios económicos, sociales y culturales” (p. 18). En países como Corea del Sur, Finlandia o Israel, el financiamiento sostenido a la educación superior y a la ciencia ha sido determinante para su transformación en economías avanzadas. En contraste, El Salvador invierte menos del 0.1 % de su PIB en investigación y desarrollo (I+D), muy por debajo del promedio latinoamericano, que ronda el 0.7 %, y lejísimos de los países de la OCDE, que superan el 2 % (Banco Mundial, 2021).

La ausencia de inversión convierte a la UES en una universidad con enormes limitaciones materiales: laboratorios obsoletos, bibliotecas sin actualización suficiente, carencia de revistas indexadas propias y escasos programas de posgrado vinculados a investigación. Esto no solo limita la producción científica, sino también la formación de nuevas generaciones de investigadores.

6.2 Comparaciones con América Latina

Al comparar el caso salvadoreño con otras experiencias latinoamericanas, se observa que el financiamiento público a la ciencia es un factor decisivo. En países como Brasil, Argentina o México, a pesar de sus crisis recurrentes, existen instituciones de investigación consolidadas (el CONICET en Argentina, el CNPq en Brasil o el CONACYT en México) que financian proyectos, becas doctorales y redes de investigadores.

En El Salvador, en cambio, no existe una política nacional robusta de ciencia y tecnología. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) ha tenido un papel limitado y la UES depende casi exclusivamente de su presupuesto ordinario para impulsar investigación, el cual resulta insuficiente incluso para cubrir gastos operativos básicos.

Este rezago coloca a la UES en desventaja frente a universidades de la región. Mientras otras instituciones logran publicar en revistas de impacto internacional, atraer cooperación y consolidar grupos de investigación interdisciplinaria, la UES permanece atada a la lógica de sobrevivencia presupuestaria.

6.3 El papel del Estado salvadoreño

El Estado salvadoreño tiene la obligación constitucional de financiar adecuadamente a la UES. Sin embargo, la asignación presupuestaria ha sido históricamente insuficiente y muchas veces utilizada como mecanismo de presión política. Este “ahogamiento económico”, como lo han denunciado diversos sectores universitarios, limita no solo la expansión de la matrícula estudiantil, sino también el desarrollo científico.

Carl Sagan (1996) advertía que abandonar la ciencia es “el camino de regreso a la pobreza y el atraso” (p. 56). En El Salvador, la falta de financiamiento a la investigación universitaria ha contribuido a perpetuar ese ciclo de subdesarrollo, donde la universidad pública no logra consolidarse como motor de innovación.

Si el Estado no cambia su visión y no destina recursos suficientes para investigación aplicada y básica, seguirá dependiendo de conocimientos importados y de tecnologías extranjeras, lo que aumenta la dependencia y reduce la soberanía científica y tecnológica.

6.4 Ciencia como política de Estado

Más allá de la asignación presupuestaria, es indispensable concebir la ciencia como una política de Estado a largo plazo. Esto implica articular la UES con ministerios, empresas, comunidades y organismos internacionales para orientar la investigación hacia los problemas nacionales prioritarios: salud pública, educación, seguridad alimentaria, cambio climático, energía renovable, entre otros.

Boaventura de Sousa Santos (2009) sostiene que las universidades del Sur deben superar la “lógica de la dependencia” y convertirse en productoras de conocimiento emancipador (p. 49). Para ello, se requiere que el Estado garantice estabilidad financiera y estratégica, no sujeta a los vaivenes políticos coyunturales.

Asimismo, la inversión en ciencia debe acompañarse de políticas de formación de capital humano. Programas de becas para posgrados, incentivos para la investigación docente y mecanismos de repatriación de talento son esenciales para fortalecer la capacidad científica del país.

6.5 Ciencia como bien público y motor de desarrollo

La investigación universitaria no debe concebirse como un lujo para élites académicas, sino como un bien público. Los avances en salud, tecnología, educación y medio ambiente impactan directamente en la calidad de vida de la población.

Por ello, cada peso invertido en ciencia retorna a la sociedad en forma de soluciones, innovación y progreso.

En este sentido, la UES tiene el potencial de convertirse en el centro de investigación más importante del país, pero ello solo será posible si el Estado asume que la ciencia no es un gasto superfluo, sino una inversión estratégica para el desarrollo nacional. Como afirma Nussbaum (2010), “una sociedad que no invierte en el cultivo del pensamiento crítico y científico renuncia a su propio futuro” (p. 37).

Síntesis del apartado

El financiamiento universitario y la política pública en El Salvador muestran una debilidad estructural que impide el desarrollo de la ciencia. La UES sobrevive con recursos limitados, en un contexto donde el Estado no ha asumido la ciencia como política estratégica. Superar esta situación requiere cambiar la visión cortoplacista: entender la ciencia como inversión social, fortalecer la autonomía universitaria y articular la investigación con los grandes problemas nacionales.

7. REQUISITOS PARA UNA VERDADERA POLÍTICA DE INVESTIGACIÓN EN LA UES

El desarrollo científico de la Universidad de El Salvador (UES) no depende únicamente de la voluntad individual de docentes o estudiantes, sino de la existencia de una política institucional clara, sostenida y articulada con las necesidades nacionales. Como advierte Mario Bunge (2004), la investigación científica requiere continuidad, masa crítica de investigadores y condiciones culturales favorables. Sin una política coherente, los esfuerzos aislados terminan diluyéndose, sin incidencia real en la transformación de la sociedad.

Este apartado plantea los requisitos fundamentales que debería cumplir una política universitaria de investigación para superar las actuales limitaciones y proyectar a la UES como centro de innovación y servicio público.

7.1 Diagnóstico social y pertinencia de la investigación

El primer requisito es realizar un diagnóstico profundo y participativo de los problemas más urgentes que enfrenta la sociedad salvadoreña. La investigación universitaria debe responder a esos desafíos y no a agendas externas o modas académicas desconectadas del contexto nacional.

Problemas como la crisis ambiental, la salud pública deficiente, la violencia social, la migración forzada y la precariedad educativa deberían estar en el centro de las prioridades de investigación. La UES, como institución pública, tiene el deber ético de orientar sus recursos hacia estos temas, pues ignorarlos equivale a darle la espalda al pueblo que sostiene a la universidad con sus impuestos.

Como señala Freire (2002), la educación y el conocimiento deben convertirse en una práctica de libertad, donde los oprimidos puedan leer críticamente su realidad y transformarla. Una investigación desconectada de estas necesidades carece de pertinencia social.

7.2 Formación y capacitación docente en investigación

Una política de investigación seria requiere invertir en la formación permanente del cuerpo docente. No basta con exigir a los profesores que investiguen si nunca se les ha capacitado en metodología científica, gestión de proyectos o publicación académica.

La UES debería implementar programas de formación continua en investigación, estimular la realización de posgrados y crear incentivos claros para la producción científica. La repatriación de talento —académicos salvadoreños formados en el extranjero— también puede fortalecer la capacidad investigadora de la institución.

Como advierte Bunge (2004), “formar maestros es más fácil que formar investigadores, pero sin ambos no hay ciencia sostenida” (p. 85). Por ello, la capacitación debe ser integral y sostenida, no limitada a cursos ocasionales.

7.3 Infraestructura, bibliotecas y tecnología

Otro requisito fundamental es el acceso a infraestructura adecuada. La ciencia contemporánea exige laboratorios equipados, bibliotecas actualizadas y tecnologías digitales que permitan conectarse con redes globales de conocimiento.

Actualmente, muchas facultades de la UES carecen de insumos básicos para la investigación. La biblioteca central tiene colecciones desactualizadas y el acceso a bases de datos científicas internacionales es limitado. Esto coloca a docentes y estudiantes en clara desventaja frente a colegas de otros países.

La inversión en bibliotecas, bases de datos digitales, software especializado y equipos de laboratorio es indispensable para garantizar que los proyectos de investigación no se reduzcan a esfuerzos de gabinete, sino que tengan rigor empírico y proyección académica internacional.

7.4 Tiempo real para investigar

La sobrecarga académica descrita en apartados anteriores es incompatible con una política de investigación seria. Un requisito indispensable es liberar tiempo en la jornada docente para que los profesores puedan dedicarse a investigar.

Esto implica establecer figuras de “docentes-investigadores de tiempo completo”, con cargas académicas reducidas y obligaciones claras de producción científica. Sin esta condición, los proyectos de investigación seguirán siendo marginales y dependientes de esfuerzos personales, en lugar de constituir parte integral de la misión universitaria.

La libertad intelectual, como señala Bunge (2004), no se reduce a la ausencia de censura, sino también a la existencia de condiciones materiales que permitan ejercer la creatividad científica. El tiempo para pensar, leer, escribir y experimentar es uno de esos requisitos ineludibles.

7.5 Cultura científica institucional

Más allá de recursos y formación, la UES necesita consolidar una cultura científica institucional. Esto implica valorar la investigación como actividad central y no como un complemento marginal.

Para ello, es necesario estimular la publicación académica, crear revistas científicas de calidad, organizar congresos internos y promover el debate académico permanente. También es clave fomentar la interdisciplinariedad, pues muchos de los problemas sociales del país (violencia, pobreza, salud, medio ambiente) no pueden resolverse desde una sola disciplina.

Boaventura de Sousa Santos (2009) sostiene que la universidad debe convertirse en un “espacio de ecología de saberes” (p. 63), donde se articulen los conocimientos científicos con los saberes populares y comunitarios. La UES, en tanto universidad pública, tiene la oportunidad de construir esta articulación para fortalecer su legitimidad social.

7.6 Institucionalización y continuidad

Finalmente, una política de investigación requiere institucionalización. No basta con proyectos aislados ni con iniciativas coyunturales. Se necesita un sistema estable, con programas de largo plazo, fondos concursables, criterios claros de evaluación y mecanismos de apoyo a los investigadores jóvenes.

La continuidad es esencial: un proyecto que inicia y muere con un cambio de autoridades no logra consolidar impacto. La UES debe generar instituciones sólidas —centros de investigación, institutos interdisciplinarios, redes de cooperación— que trasciendan a los gobiernos universitarios y a los ciclos políticos del país.

Síntesis del apartado

Una verdadera política de investigación en la UES debe incluir: un diagnóstico social que defina prioridades, formación y capacitación docente, infraestructura adecuada, tiempo real para investigar, construcción de una cultura científica y procesos de institucionalización que garanticen continuidad. Sin estos elementos, la universidad seguirá atrapada en la retórica de la investigación sin resultados concretos.

8. PROPUESTA CRÍTICA Y PROSPECTIVA

El análisis realizado hasta este punto evidencia que la Universidad de El Salvador (UES) enfrenta una crisis estructural que limita severamente su capacidad científica. Sin embargo, reconocer estas limitaciones no debe conducir a la resignación, sino a la construcción de una propuesta crítica y prospectiva que permita imaginar y materializar una universidad distinta: científica, democrática, autónoma y vinculada a las necesidades del pueblo salvadoreño.

Esta sección plantea una serie de ejes estratégicos para proyectar a la UES hacia el futuro, desde una perspectiva que articule el pensamiento crítico con la responsabilidad social.

8.1 Una universidad científica y democrática

El primer desafío es concebir la UES como un espacio donde ciencia y democracia se entrelacen de manera inseparable. La libertad académica, la autonomía universitaria y el debate plural deben ser garantizados como principios irrenunciables.

Carl Sagan (1996) recordaba que la ciencia es un sistema de alarma frente a los riesgos del dogma y la manipulación. Una universidad científica debe estar siempre alerta ante intentos de censura o control ideológico, ya provengan del Estado, de partidos políticos o de burocracias internas. Solo en un ambiente de libertad crítica puede florecer la creatividad y la innovación. 

La UES debe fortalecerse como un foro abierto donde estudiantes, docentes e investigadores debatan, cuestionen y produzcan conocimiento sin temor a represalias. Esta cultura democrática no solo es condición para la ciencia, sino también un aporte esencial a la vida democrática del país.

8.2 Investigación orientada a los problemas nacionales

El futuro de la UES debe estar marcado por la pertinencia social de su investigación. Ello significa priorizar los problemas más graves de la nación: la crisis ambiental, la salud pública, la violencia, la migración forzada, la pobreza estructural y la exclusión educativa.

Mario Bunge (2004) advertía que la ciencia se degrada cuando ignora las necesidades básicas de la sociedad. Por ello, la UES debe organizar sus institutos y centros de investigación en torno a estas problemáticas, generando propuestas concretas y aplicables.

Por ejemplo, en el campo de la salud, los investigadores de la Facultad de Odontología podrían desarrollar programas de prevención y tratamiento de enfermedades periodontales y caries en comunidades rurales. En el ámbito ambiental, se podrían implementar proyectos de reforestación, manejo sostenible del agua y energías renovables. En el campo social, se podrían realizar investigaciones sobre violencia de género, reinserción social de jóvenes y políticas de seguridad ciudadana basadas en evidencia. La investigación no debe ser un lujo, sino una herramienta para mejorar la vida cotidiana del pueblo salvadoreño.

8.3 Vinculación universidad-sociedad

Una universidad científica no puede encerrarse en sí misma. Es indispensable fortalecer los vínculos con comunidades, organizaciones sociales, gobiernos locales y empresas responsables. Esta vinculación garantiza que los resultados de la investigación no se queden en bibliotecas, sino que impacten en la realidad.

Boaventura de Sousa Santos (2009) propone la idea de una “universidad popular” que articule el conocimiento científico con los saberes comunitarios. En esta línea, la UES puede convertirse en un espacio de encuentro entre ciencia académica y saberes locales, generando soluciones innovadoras a partir del diálogo intercultural.

Esto implica también abrir espacios de extensión universitaria más sólidos, donde los estudiantes apliquen sus conocimientos en proyectos comunitarios, fortaleciendo al mismo tiempo su formación académica y su compromiso ético.

8.4 Autonomía y financiamiento estratégico

Para hacer posible esta transformación, la UES necesita autonomía real y financiamiento suficiente. La dependencia de presupuestos insuficientes, sujetos a la coyuntura política, debilita cualquier intento de planificar la investigación a largo plazo.

El Estado debe reconocer que financiar a la UES no es un gasto, sino una inversión estratégica en desarrollo nacional. Pero la universidad, por su parte, debe rendir cuentas de manera transparente y demostrar que los recursos invertidos generan impacto social.

Un sistema de fondos concursables, alianzas internacionales y programas de cooperación puede complementar el financiamiento estatal, siempre que se mantenga la autonomía y se evite la subordinación a intereses externos.

8.5 Formación de una nueva generación de investigadores

La sostenibilidad de un proyecto científico universitario depende de la formación de nuevas generaciones. La UES debe fortalecer sus programas de maestría y doctorado, crear incentivos para que los jóvenes investigadores se incorporen a la academia y garantizar condiciones laborales dignas.

Martha Nussbaum (2010) plantea que una educación integral debe formar no solo profesionales competentes, sino ciudadanos críticos capaces de empatizar y actuar en beneficio del bien común. Esta perspectiva implica formar investigadores comprometidos con la transformación social, no únicamente con la publicación académica.

Un plan estratégico de largo plazo debe incluir becas, programas de mentoría y redes de cooperación internacional que permitan a los jóvenes formarse y regresar a aportar al país, evitando la fuga de cerebros.

8.6 Ciencia con ética y compromiso social

El futuro de la UES debe estar guiado por una ética de la responsabilidad. Investigar sin compromiso social equivale a traicionar la misión de una universidad pública. La ciencia debe orientarse hacia la verdad, la justicia y la dignidad humana, como lo han señalado Bunge (2004) y Freire (2002).

Esto implica rechazar investigaciones de vitrina o proyectos diseñados únicamente para cumplir con indicadores administrativos. La verdadera investigación es aquella que transforma realidades y que devuelve al pueblo el conocimiento que él mismo financia.

Síntesis del apartado

La propuesta crítica y prospectiva para la UES implica concebir una universidad científica y democrática, con investigación orientada a problemas nacionales, fuerte vinculación con la sociedad, autonomía real, financiamiento estratégico, formación de nuevas generaciones de investigadores y un compromiso ético inquebrantable con el pueblo salvadoreño.

La UES, lejos de resignarse a la precariedad, debe convertirse en motor de esperanza y en ejemplo de que la ciencia, cuando se pone al servicio de la gente, es el camino para construir un futuro más justo y humano.

9. CONCLUSIONES

El recorrido analítico realizado en este ensayo permite afirmar que la Universidad de El Salvador (UES) enfrenta profundas limitaciones estructurales para el desarrollo científico, pero también posee un enorme potencial transformador si logra articular una política clara de investigación vinculada a las necesidades sociales del país.

Carl Sagan (1996) advertía que abandonar la ciencia significa regresar a la pobreza y al atraso. En el caso salvadoreño, la falta de financiamiento suficiente, la burocratización administrativa, los bajos salarios y la sobrecarga docente han generado un panorama en el cual la investigación científica ha sido relegada a un plano secundario. La UES ha sobrevivido, pero no ha logrado consolidarse como motor de innovación nacional, precisamente porque el Estado ha tratado a la ciencia como gasto y no como inversión estratégica.

Mario Bunge (2004), por su parte, recordaba que la ciencia requiere condiciones mínimas: salud, nutrición, tiempo, libertad intelectual, cultura favorable y continuidad económica. Ninguna de estas dimensiones está plenamente garantizada en la UES. Por el contrario, la precariedad biológica y económica de estudiantes y docentes, la falta de libertad investigativa real, las deficiencias culturales que menosprecian el saber y la ausencia de institucionalización científica han mantenido a la universidad atrapada en el círculo “miseria–ignorancia–miseria”.

No obstante, reconocer estas limitaciones no debe convertirse en un ejercicio de pesimismo. Por el contrario, representa el punto de partida para construir propuestas transformadoras. La UES puede convertirse en una universidad científica y democrática si asume como misión prioritaria la investigación orientada a resolver los problemas más graves del país: la salud pública, la crisis ambiental, la exclusión educativa, la violencia y la pobreza estructural.

En este sentido, el papel del Estado es insoslayable. Sin un financiamiento adecuado y sostenido, la universidad no podrá formar nuevas generaciones de investigadores ni generar conocimientos de impacto. Pero la responsabilidad no recae únicamente en el gobierno: la UES también debe renovar su cultura institucional, superar la burocracia, fortalecer la formación docente e institucionalizar una política de investigación que trascienda coyunturas y gobiernos universitarios.

La ciencia universitaria, además, debe estar guiada por la ética y el compromiso social. No se trata de producir investigaciones de gabinete ni de satisfacer indicadores internacionales, sino de devolver al pueblo salvadoreño el conocimiento que él mismo financia con sus impuestos. Paulo Freire (2002) recordaba que la educación auténtica es aquella que permite leer críticamente la realidad para transformarla; la investigación universitaria debe cumplir ese mismo papel liberador.

En conclusión, las condiciones actuales de la UES limitan gravemente la producción científica, pero no la imposibilitan. Existen semillas de investigación que, si se cultivan con políticas adecuadas, financiamiento suficiente y compromiso ético, pueden florecer y convertir a la universidad en el motor científico que El Salvador necesita. La alternativa es clara: o se continúa con la reproducción pasiva del conocimiento y la marginación de la ciencia, o se asume la investigación como proyecto estratégico de nación.

El futuro de la UES, y en buena medida del país, dependerá de cuál de estas rutas se elija.

10. REFLEXIÓN FINAL

La ciencia no es un lujo reservado a países ricos ni un adorno académico para engrosar bibliotecas: es una necesidad vital para cualquier sociedad que aspire a superar la pobreza, la ignorancia y la dependencia. Carl Sagan (1996) lo expresó con claridad: la ciencia es el camino dorado hacia el progreso, pero también es un sistema de alarma que advierte sobre los riesgos de la irracionalidad, la superstición y la manipulación ideológica. En el caso de El Salvador, donde la desigualdad y la exclusión han marcado la historia, la Universidad de El Salvador (UES) se encuentra ante la disyuntiva de asumir con seriedad su papel científico o resignarse a seguir siendo un reflejo del atraso estructural del país.

La reflexión que se impone es, por tanto, ética. ¿Es moralmente aceptable que en pleno siglo XXI la universidad más importante del país carezca de condiciones mínimas para investigar? ¿Es justo exigir a los docentes producción científica cuando sobreviven con salarios precarios y jornadas extenuantes? ¿Es responsable orientar esfuerzos hacia investigaciones de punta mientras millones de salvadoreños carecen de servicios básicos de salud, educación y vivienda? Estas preguntas trascienden lo académico y se convierten en un imperativo moral.

Mario Bunge (2004) advertía que la ciencia requiere libertad, veracidad y respeto por la creatividad. Pero esas virtudes no nacen en el vacío: necesitan de políticas públicas, cultura científica y compromiso social. La UES tiene la posibilidad de encarnar esos valores, siempre que logre romper con el círculo de la burocratización y la indiferencia, y se coloque al servicio del pueblo.

La ciencia universitaria debe ser vista como un acto de justicia social. Cada proyecto de investigación orientado a mejorar la salud comunitaria, a combatir la violencia o a restaurar el medio ambiente representa un paso hacia la dignidad de las mayorías. De lo contrario, la universidad corre el riesgo de convertirse en un espacio de simulación académica, alejado de la vida real de quienes más lo necesitan.

La esperanza, sin embargo, persiste. La UES posee un capital humano valioso, una tradición histórica de lucha y una comunidad estudiantil dispuesta a transformar la realidad. Si estos recursos se articulan en torno a una política clara, con financiamiento adecuado y autonomía real, la universidad puede convertirse en un faro de ciencia y democracia para El Salvador y la región.

En última instancia, apostar por la ciencia en la UES es apostar por el futuro del país. La investigación no debe ser vista como un privilegio elitista, sino como un derecho colectivo y un deber ético hacia las generaciones venideras. La universidad salvadoreña tiene la oportunidad de demostrar que, incluso en contextos adversos, la ciencia puede florecer cuando se cultiva con compromiso, libertad y responsabilidad social.

La reflexión final es clara: sin ciencia no hay futuro, y sin universidad pública no hay ciencia posible para las mayorías. El desafío está planteado; la respuesta dependerá de la capacidad de la UES, del Estado y de la sociedad salvadoreña para asumir la investigación como un proyecto estratégico de nación y como un compromiso ineludible con la dignidad humana.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

1.      Banco Mundial. (2021). Research and development expenditure (% of GDP). World Bank Data. https://data.worldbank.org

2.      Bunge, M. (2004). La ciencia, su método y su filosofía. Editorial Sudamericana.

3.      Freire, P. (2002). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

4.      Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz Editores.

5.      Sagan, C. (1996). El mundo y sus demonios: La ciencia como una luz en la oscuridad. Editorial Planeta.

6.      Sousa Santos, B. de. (2009). La universidad en el siglo XXI: Para una reforma democrática y emancipadora de la universidad. CLACSO.

7.      UNESCO. (2015). Informe de la ciencia: Hacia 2030. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

8.      UNESCO. (2022). Science, technology and innovation: Global investment report. UNESCO Institute for Statistics.

 

 

                             SAN SALVADOR, 18 DE SEPTIEMBRE DE 2025

 

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