“OPOSICIÓN TÓXICA: CUANDO LA ENVIDIA SUSTITUYE A LA
POLÍTICA”
MSc. JOSÈ ISRAEL VENTUURA.
INTRODUCCIÓN
Desde la llegada de Nayib Bukele a la presidencia de El
Salvador en junio de 2019, el país ha sido testigo de una transformación
política sin precedentes. Por un lado, su gobierno ha impulsado políticas de
seguridad, modernización digital y proyectos de infraestructura que han sido
reconocidos incluso fuera de las fronteras nacionales (Cevallos, 2022). Sin
embargo, desde sus primeros días en el poder, también se ha enfrentado a una
oposición que, más que cumplir su papel de contrapeso democrático, parece
actuar con resentimiento y con un espíritu destructivo.
La función esencial de la oposición en un sistema
político debería consistir en evaluar de manera objetiva las políticas
gubernamentales, reconocer los aciertos y señalar los errores, proponiendo
alternativas viables. La crítica responsable y constructiva es parte del juego
democrático. Sin embargo, en El Salvador lo que se observa es una oposición
marcada por la envidia política, la toxicidad discursiva y la falta de
propuestas sólidas. Tal actitud no contribuye al fortalecimiento institucional
ni al bienestar social, sino que genera un ambiente de confrontación estéril.
En este comentario crítico, se argumenta que la oposición salvadoreña —representada por líderes como Manuel “chino” Flores, Carlos Saade y otros diputados— ha optado por el camino de la descalificación, el insulto y la negación, olvidando que durante tres décadas de hegemonía política no ofrecieron soluciones efectivas a los problemas del país. Este fenómeno merece una revisión desde la perspectiva de la ética política y de la memoria histórica reciente.
1. EL PAPEL DE LA OPOSICIÓN EN DEMOCRACIA
En la teoría política, la oposición cumple una función
indispensable: vigilar, fiscalizar y proponer alternativas (Dahl, 2006). Una
oposición madura reconoce los avances de sus adversarios y, en lugar de
envenenar el debate, construye sobre las necesidades colectivas. Sin embargo,
en El Salvador la oposición ha olvidado este principio, reduciendo su acción a
discursos plagados de ataques personales.
2. UNA OPOSICIÓN TÓXICA Y ENVIDIOSA
El término oposición tóxica describe a partidos y
dirigentes incapaces de reconocer el éxito ajeno. Durante los treinta años en
que ARENA y el FMLN controlaron el Estado, se normalizaron prácticas de
corrupción, clientelismo y abandono social (López, 2021). Hoy, al enfrentarse a
un gobierno que ha logrado avances visibles en seguridad y gobernabilidad, los antiguos
actores políticos no soportan quedar en evidencia.
Cuando líderes como el “chino” Flores o Carlos Saade
toman la palabra, no presentan propuestas estructuradas, sino discursos llenos
de resentimiento y frases despectivas, que más parecen desahogos de frustración
que verdaderas posturas políticas.
3. LA MEMORIA DE LOS 30 AÑOS PERDIDOS
La crítica más fuerte hacia esta oposición es que no tienen autoridad moral para cuestionar, porque fueron protagonistas del fracaso. Durante tres décadas, los gobiernos de turno se caracterizaron por privatizaciones cuestionadas, corrupción a gran escala y el abandono del sistema educativo y de salud (Martínez, 2019). La oposición actual evita hacer autocrítica sobre ese pasado y pretende ahora erigirse en jueces morales del gobierno actual.
4. LA ENVIDIA POLÍTICA COMO MOTOR
La envidia, más que un simple sentimiento, es un motor
destructivo que impide reconocer la realidad. Nietzsche (1997) advertía que la
envidia convierte a los hombres en seres incapaces de construir, pues todo su
esfuerzo se centra en destruir al otro. Eso es precisamente lo que vemos en la
oposición salvadoreña: una incapacidad de generar ideas nuevas porque su
obsesión está en atacar los logros de Bukele.
CONCLUSIÓN
La oposición en El Salvador no ha entendido que la
democracia no se fortalece con veneno, sino con ideas. La función de ser
contrapeso se ha degenerado en un ejercicio tóxico, envidioso y sin
creatividad. En lugar de actuar como actores políticos responsables, se han
convertido en críticos destructivos que no soportan ver los resultados de un
gobierno que los ha superado en pocos años. Esta actitud no solo perjudica al
gobierno, sino que afecta al país entero, pues retrasa la posibilidad de un
diálogo político maduro y orientado al bien común.
REFLEXIÓN FINAL
En la historia de las naciones, las oposiciones han sido
protagonistas del cambio cuando ejercen una crítica responsable, ética y con
propuestas. El Salvador necesita una oposición que contribuya a construir, no
una que viva de la envidia y del veneno político. Si los líderes opositores no
logran superar su resentimiento, seguirán hundiéndose en la irrelevancia. Como
bien afirmaba José Martí: “La crítica no
es censura amarga, sino juicio sereno que disipa las sombras” (Martí,
1893/2001).
La lección es clara: la oposición tiene dos caminos, continuar siendo un obstáculo tóxico o renacer como una fuerza que construya democracia. El tiempo y el pueblo serán los jueces.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.
1.
Cevallos, D.
(2022). El Salvador: transformaciones políticas y sociales en el siglo XXI.
Editorial UASB.
2.
Dahl, R.
(2006). La democracia y sus críticos. Paidós.
3.
López, M.
(2021). Corrupción y democracia en Centroamérica. FLACSO.
4.
Martí, J.
(2001). Obras completas (Vol. 8). Editorial Ciencias Sociales. (Trabajo
original publicado en 1893).
5.
Martínez, R.
(2019). Treinta años de transición fallida en El Salvador. UCA
Editores.
6.
Nietzsche,
F. (1997). Humano, demasiado humano. Alianza Editorial.
SAN SALVADOR, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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