EL DILEMA EDUCATIVO: ¿FORMACIÓN HUMANA O CAPACITACIÓN
TÉCNICA?
MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En un mundo marcado por la inmediatez, la crisis social y
la confusión de valores, el debate sobre la educación parece haber ganado una
relevancia sin precedentes. Sin embargo, este diálogo a menudo se reduce a una
visión pragmática y utilitarista, donde la educación es percibida meramente
como un medio para adquirir habilidades técnicas que satisfagan las demandas
del mercado laboral. Esta perspectiva, si bien no carece de valor, omite por
completo la dimensión más profunda y transformadora de la educación como
fenómeno social y humano.
La educación, en
su sentido más pleno, no es solo la transmisión de conocimientos o el
desarrollo de destrezas, sino un proceso integral que busca la formación de
ciudadanos críticos, éticos y conscientes de su papel en la construcción de una
sociedad más justa, equitativa y humana.
El presente ensayo profundiza en esta visión de la
educación, argumentando que una sociedad en crisis solo puede ser renovada a
través de un sistema educativo que priorice la formación humana por encima de
la mera capacitación técnica. Analizaremos cómo las reformas educativas,
históricamente ancladas en lógicas de producción y competencia, han fracasado
en su propósito de generar verdadero desarrollo social y humano.
Para ello, nos apoyaremos en las ideas de pensadores y
pedagogos clave como José Martí, Paulo Freire, Ernesto "Che" Guevara
y Noam Chomsky, quienes nos ofrecen una perspectiva crítica y liberadora de la
educación. Se explorará la necesidad de descolonizar la pedagogía, valorando el
conocimiento local y latinoamericano como un pilar fundamental para la
transformación social. Finalmente, se planteará una reflexión sobre el rol de
la educación como herramienta para la construcción de una nueva sociedad,
fundamentada en la solidaridad, la tolerancia y el respeto por la vida.
1. LA EDUCACIÓN COMO FENÓMENO SOCIAL Y SU TRASCENDENCIA
La educación es mucho más que la simple asimilación de
datos. Es un complejo fenómeno social que moldea a los individuos y, por ende,
a la colectividad. Reducirla a la lógica de la producción, como se ha hecho en
las últimas décadas, es un grave error que nos ha llevado a un punto de
quiebre. En esta visión utilitaria, el éxito de un sistema educativo se mide
por su capacidad para generar técnicos que impulsen la economía, ignorando la
formación de ciudadanos con valores, ética y una visión integral del mundo.
José Martí, en su profundo pensamiento, ya nos advertía
que "ser culto es la única manera de ser libre" (Martí, 1891/1975).
Esta frase encapsula la esencia de lo que la educación debe ser: una
herramienta para la liberación del ser humano, no una cadena que lo sujeta a la
servidumbre económica.
La educación debe ir más allá de la capacitación para un
oficio, debe cultivar la mente y el espíritu, formar hombres y mujeres capaces
de comprender tanto el mundo exterior como su propio mundo interior.
Cuando la educación se desliga de esta dimensión humana,
el resultado es la formación de individuos que, si bien pueden ser técnicamente
competentes, carecen de la brújula moral necesaria para construir una sociedad
sana. Es un enfoque que, al priorizar la profesionalización, ha descuidado la
formación de buenos ciudadanos, un aspecto que ahora estamos pagando con
creces.
2. EL FRACASO DE LA
PEDAGOGÍA NEOLIBERAL Y LA LÓGICA DE LA PRODUCCIÓN
Históricamente, las reformas educativas en muchos países
en desarrollo han estado impregnadas de una ideología neoliberal, la cual
concibe la educación como una mercancía y a los estudiantes como futuros
productores y consumidores.
Esta visión pragmática y utilitaria justifica la
inversión en educación técnica como la única vía para que los países puedan
competir en el mercado global. Sin embargo, esta lógica ha demostrado ser
deficiente.
El afán por imitar a los países desarrollados y alcanzar
sus tasas de crecimiento económico ha llevado a una obsesión por la
productividad que desvirtúa el propósito real de la educación. Lo que se ha
pasado por alto es que el verdadero éxito de las naciones desarrolladas no
reside únicamente en su tecnología o su capacidad productiva, sino en la
solidez de sus sistemas educativos, que han invertido en la formación integral
de sus ciudadanos. Un pueblo educado en valores, ética, ciencia y cultura es un
pueblo que rinde frutos a largo plazo, que eleva el arte, el conocimiento y el
respeto por la vida humana.
Como lo sentenció José Martí: "el pueblo más feliz
será el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento
y en la dirección de los sentimientos" (Martí, citado en Cházaro, 1975, p.
121).
3. LA EDUCACIÓN
COMO HERRAMIENTA DE LIBERACIÓN Y TRANSFORMACIÓN
Contrario a la visión neoliberal, pensadores como Paulo
Freire y Ernesto "Che" Guevara nos proponen una pedagogía liberadora,
donde la educación se convierte en un acto de emancipación. Para Freire, la
educación debe ser un espacio de reflexión crítica, un proceso dialéctico que
parta del análisis de la realidad circundante para comprenderla y
transformarla. La Pedagogía del Oprimido (Freire, 1970/2005) no concibe la
educación como un simple depósito de conocimientos, sino como una herramienta
para que los oprimidos tomen conciencia de su situación y se conviertan en agentes
de su propia liberación.
Ernesto "Che" Guevara, por su parte, afirmaba
que la primera tarea para educar a un pueblo es hacerlo entrar en revolución
(Guevara, citado en Anderson, 2010). Su pensamiento nos invita a reflexionar
sobre la importancia de la conciencia política y social en el proceso
educativo. Un pueblo que ha conquistado sus derechos es un pueblo que está dispuesto
a aprender, a ser su propio maestro y a construir su destino. Esta visión
desafía la noción de que la educación es un proceso neutral, apolítico o
desideologizado.
4. EL ROL DEL DOCENTE Y LA DESCOLONIZACIÓN DE LA
EDUCACIÓN
El docente es una figura central en el proceso educativo.
Sin embargo, su papel va más allá de la mera transmisión de contenidos. El
docente debe ser un mediador, un facilitador del conocimiento, pero también un
agente de cambio. La pretendida "neutralidad" política e ideológica
del profesor es, en realidad, una falacia. Como lo plantea Noam Chomsky en La
(des)educación, el análisis de la realidad siempre se realiza desde una
determinada concepción del mundo, y esa concepción puede servir para educar o
para deseducar (Chomsky, 2000).
Un docente preparado no solo descifra las grafías, sino
que interpreta el mundo, comprende su entorno social y es capaz de conectar con
el universo de sus estudiantes. Su labor es vital para desterrar el mecanicismo
y la repetición memorística que atrofian la creatividad y vuelven al ser humano
incapaz de razonar. La educación no es memorizar, es comprender, interpretar y
transformar.
Asimismo, es imperativo descolonizar la educación
latinoamericana. Hemos pasado demasiado tiempo mirando a los pedagogos europeos
como los únicos referentes, ignorando la riqueza de pensamiento de nuestros
propios educadores. José Martí, Paulo Freire, Simón Rodríguez, José
Vasconcelos, Melida Anaya Montes y Fabio Castillo, entre otros, han
desarrollado una pedagogía arraigada en nuestra propia realidad. Como bien lo
expresó Martí: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco
ha de ser el de nuestras repúblicas" (Martí, 1891/1975, p. 16-17). La
educación no puede ser una simple réplica de modelos extranjeros; debe ser una
creación propia, ajustada a nuestras necesidades y realidades.
5. EL CAMINO HACIA UNA NUEVA EDUCACIÓN
La construcción de un nuevo sistema educativo requiere
una planificación cuidadosa y meticulosa. Los planes de estudio deben ser
diseñados en función de los intereses de la sociedad y del país, no de las
clases dominantes o de la lógica de la ganancia. Esto implica revisar los
currículos, las metodologías y, fundamentalmente, las condiciones de vida de los
estudiantes y los docentes.
No podemos juzgar el sistema educativo solo por el número
de matriculados. Es crucial examinar la puerta de salida, es decir, el número
de estudiantes que desertan debido a causas socioeconómicas. Una buena
educación también implica salarios dignos para los profesores, equipamiento
adecuado para las escuelas y una capacitación constante que los incentive a
seguir creciendo.
Una educación de calidad se trata con ternura, como a un
recién nacido. Cualquier desvío de sus objetivos fundamentales puede tener consecuencias
graves. Es la única vía para aspirar a una convivencia social armónica, basada
en la solidaridad, la tolerancia y el respeto.
CONCLUSIÓN
La educación es el pilar fundamental para la
transformación de cualquier sociedad. El enfoque utilitario y pragmático que ha
dominado las políticas educativas en las últimas décadas ha fracasado en su
intento de generar un desarrollo integral. Al centrarse en la producción y la
competitividad, se ha descuidado la formación de ciudadanos con valores, ética
y una visión crítica del mundo.
Para construir una nueva sociedad, necesitamos una
educación que trascienda los límites de la técnica y abrace su dimensión
humanista. Esto implica descolonizar nuestra pedagogía, valorando a los grandes
pensadores latinoamericanos que nos han legado un modelo educativo arraigado en
nuestra propia realidad. La educación debe ser un espacio de reflexión crítica,
un acto de liberación y un motor para la construcción de una comunidad basada
en la solidaridad y el bien común. Solo así podremos aspirar a un futuro donde
la convivencia social sea armónica y el ser humano pueda alcanzar su máximo
esplendor.
REFLEXIÓN FINAL
La educación no es un lujo, es una necesidad vital. Es el
único camino que tenemos para revertir el deterioro social que nos aqueja y
construir un futuro más justo para las próximas generaciones.
La tarea es ardua y requiere un compromiso inquebrantable
de todos los actores sociales: gobiernos, docentes, estudiantes, padres de
familia y la sociedad en su conjunto. Es hora de dejar de ver la educación como
un gasto y comenzar a considerarla como la inversión más valiosa que podemos
hacer por nuestra sociedad. El destino de nuestro pueblo no está escrito en las
estrellas, sino en las aulas de nuestras escuelas y en la conciencia de cada
uno de nosotros.
REFERENCIASBIBLIOGRAFICAS.
1.
Chomsky, N.
(2000). La (des)educación. Buenos Aires: Ediciones Paidós.
2.
Freire, P.
(2005). Pedagogía del oprimido. México D.F.: Siglo XXI Editores. (Obra original
publicada en 1970).
3.
Martí, J.
(1975). Nuestra América. En E. Fidel de Cházaro, El pensamiento político de
Fidel Castro (pp. 16-17, 121). La Habana: Instituto Cubano del Libro. (Obra
original publicada en 1891).
4.
Anderson, J.
L. (2010). Che Guevara: una vida revolucionaria. Barcelona: Anagrama.
SAN SALVADOR, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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