domingo, 7 de septiembre de 2025

 

EL DILEMA EDUCATIVO: ¿FORMACIÓN HUMANA O CAPACITACIÓN TÉCNICA?

MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En un mundo marcado por la inmediatez, la crisis social y la confusión de valores, el debate sobre la educación parece haber ganado una relevancia sin precedentes. Sin embargo, este diálogo a menudo se reduce a una visión pragmática y utilitarista, donde la educación es percibida meramente como un medio para adquirir habilidades técnicas que satisfagan las demandas del mercado laboral. Esta perspectiva, si bien no carece de valor, omite por completo la dimensión más profunda y transformadora de la educación como fenómeno social y humano.

 La educación, en su sentido más pleno, no es solo la transmisión de conocimientos o el desarrollo de destrezas, sino un proceso integral que busca la formación de ciudadanos críticos, éticos y conscientes de su papel en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y humana.

El presente ensayo profundiza en esta visión de la educación, argumentando que una sociedad en crisis solo puede ser renovada a través de un sistema educativo que priorice la formación humana por encima de la mera capacitación técnica. Analizaremos cómo las reformas educativas, históricamente ancladas en lógicas de producción y competencia, han fracasado en su propósito de generar verdadero desarrollo social y humano.

Para ello, nos apoyaremos en las ideas de pensadores y pedagogos clave como José Martí, Paulo Freire, Ernesto "Che" Guevara y Noam Chomsky, quienes nos ofrecen una perspectiva crítica y liberadora de la educación. Se explorará la necesidad de descolonizar la pedagogía, valorando el conocimiento local y latinoamericano como un pilar fundamental para la transformación social. Finalmente, se planteará una reflexión sobre el rol de la educación como herramienta para la construcción de una nueva sociedad, fundamentada en la solidaridad, la tolerancia y el respeto por la vida.

1. LA EDUCACIÓN COMO FENÓMENO SOCIAL Y SU TRASCENDENCIA

La educación es mucho más que la simple asimilación de datos. Es un complejo fenómeno social que moldea a los individuos y, por ende, a la colectividad. Reducirla a la lógica de la producción, como se ha hecho en las últimas décadas, es un grave error que nos ha llevado a un punto de quiebre. En esta visión utilitaria, el éxito de un sistema educativo se mide por su capacidad para generar técnicos que impulsen la economía, ignorando la formación de ciudadanos con valores, ética y una visión integral del mundo.

José Martí, en su profundo pensamiento, ya nos advertía que "ser culto es la única manera de ser libre" (Martí, 1891/1975). Esta frase encapsula la esencia de lo que la educación debe ser: una herramienta para la liberación del ser humano, no una cadena que lo sujeta a la servidumbre económica.

La educación debe ir más allá de la capacitación para un oficio, debe cultivar la mente y el espíritu, formar hombres y mujeres capaces de comprender tanto el mundo exterior como su propio mundo interior.

Cuando la educación se desliga de esta dimensión humana, el resultado es la formación de individuos que, si bien pueden ser técnicamente competentes, carecen de la brújula moral necesaria para construir una sociedad sana. Es un enfoque que, al priorizar la profesionalización, ha descuidado la formación de buenos ciudadanos, un aspecto que ahora estamos pagando con creces.

2. EL FRACASO DE LA PEDAGOGÍA NEOLIBERAL Y LA LÓGICA DE LA PRODUCCIÓN

Históricamente, las reformas educativas en muchos países en desarrollo han estado impregnadas de una ideología neoliberal, la cual concibe la educación como una mercancía y a los estudiantes como futuros productores y consumidores.

Esta visión pragmática y utilitaria justifica la inversión en educación técnica como la única vía para que los países puedan competir en el mercado global. Sin embargo, esta lógica ha demostrado ser deficiente.

El afán por imitar a los países desarrollados y alcanzar sus tasas de crecimiento económico ha llevado a una obsesión por la productividad que desvirtúa el propósito real de la educación. Lo que se ha pasado por alto es que el verdadero éxito de las naciones desarrolladas no reside únicamente en su tecnología o su capacidad productiva, sino en la solidez de sus sistemas educativos, que han invertido en la formación integral de sus ciudadanos. Un pueblo educado en valores, ética, ciencia y cultura es un pueblo que rinde frutos a largo plazo, que eleva el arte, el conocimiento y el respeto por la vida humana.

Como lo sentenció José Martí: "el pueblo más feliz será el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos" (Martí, citado en Cházaro, 1975, p. 121).

3. LA EDUCACIÓN COMO HERRAMIENTA DE LIBERACIÓN Y TRANSFORMACIÓN

Contrario a la visión neoliberal, pensadores como Paulo Freire y Ernesto "Che" Guevara nos proponen una pedagogía liberadora, donde la educación se convierte en un acto de emancipación. Para Freire, la educación debe ser un espacio de reflexión crítica, un proceso dialéctico que parta del análisis de la realidad circundante para comprenderla y transformarla. La Pedagogía del Oprimido (Freire, 1970/2005) no concibe la educación como un simple depósito de conocimientos, sino como una herramienta para que los oprimidos tomen conciencia de su situación y se conviertan en agentes de su propia liberación.

Ernesto "Che" Guevara, por su parte, afirmaba que la primera tarea para educar a un pueblo es hacerlo entrar en revolución (Guevara, citado en Anderson, 2010). Su pensamiento nos invita a reflexionar sobre la importancia de la conciencia política y social en el proceso educativo. Un pueblo que ha conquistado sus derechos es un pueblo que está dispuesto a aprender, a ser su propio maestro y a construir su destino. Esta visión desafía la noción de que la educación es un proceso neutral, apolítico o desideologizado.

4. EL ROL DEL DOCENTE Y LA DESCOLONIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN

El docente es una figura central en el proceso educativo. Sin embargo, su papel va más allá de la mera transmisión de contenidos. El docente debe ser un mediador, un facilitador del conocimiento, pero también un agente de cambio. La pretendida "neutralidad" política e ideológica del profesor es, en realidad, una falacia. Como lo plantea Noam Chomsky en La (des)educación, el análisis de la realidad siempre se realiza desde una determinada concepción del mundo, y esa concepción puede servir para educar o para deseducar (Chomsky, 2000).

Un docente preparado no solo descifra las grafías, sino que interpreta el mundo, comprende su entorno social y es capaz de conectar con el universo de sus estudiantes. Su labor es vital para desterrar el mecanicismo y la repetición memorística que atrofian la creatividad y vuelven al ser humano incapaz de razonar. La educación no es memorizar, es comprender, interpretar y transformar.

Asimismo, es imperativo descolonizar la educación latinoamericana. Hemos pasado demasiado tiempo mirando a los pedagogos europeos como los únicos referentes, ignorando la riqueza de pensamiento de nuestros propios educadores. José Martí, Paulo Freire, Simón Rodríguez, José Vasconcelos, Melida Anaya Montes y Fabio Castillo, entre otros, han desarrollado una pedagogía arraigada en nuestra propia realidad. Como bien lo expresó Martí: "Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas" (Martí, 1891/1975, p. 16-17). La educación no puede ser una simple réplica de modelos extranjeros; debe ser una creación propia, ajustada a nuestras necesidades y realidades.

5. EL CAMINO HACIA UNA NUEVA EDUCACIÓN

La construcción de un nuevo sistema educativo requiere una planificación cuidadosa y meticulosa. Los planes de estudio deben ser diseñados en función de los intereses de la sociedad y del país, no de las clases dominantes o de la lógica de la ganancia. Esto implica revisar los currículos, las metodologías y, fundamentalmente, las condiciones de vida de los estudiantes y los docentes.

No podemos juzgar el sistema educativo solo por el número de matriculados. Es crucial examinar la puerta de salida, es decir, el número de estudiantes que desertan debido a causas socioeconómicas. Una buena educación también implica salarios dignos para los profesores, equipamiento adecuado para las escuelas y una capacitación constante que los incentive a seguir creciendo.

Una educación de calidad se trata con ternura, como a un recién nacido. Cualquier desvío de sus objetivos fundamentales puede tener consecuencias graves. Es la única vía para aspirar a una convivencia social armónica, basada en la solidaridad, la tolerancia y el respeto.

CONCLUSIÓN

La educación es el pilar fundamental para la transformación de cualquier sociedad. El enfoque utilitario y pragmático que ha dominado las políticas educativas en las últimas décadas ha fracasado en su intento de generar un desarrollo integral. Al centrarse en la producción y la competitividad, se ha descuidado la formación de ciudadanos con valores, ética y una visión crítica del mundo.

Para construir una nueva sociedad, necesitamos una educación que trascienda los límites de la técnica y abrace su dimensión humanista. Esto implica descolonizar nuestra pedagogía, valorando a los grandes pensadores latinoamericanos que nos han legado un modelo educativo arraigado en nuestra propia realidad. La educación debe ser un espacio de reflexión crítica, un acto de liberación y un motor para la construcción de una comunidad basada en la solidaridad y el bien común. Solo así podremos aspirar a un futuro donde la convivencia social sea armónica y el ser humano pueda alcanzar su máximo esplendor.

REFLEXIÓN FINAL

La educación no es un lujo, es una necesidad vital. Es el único camino que tenemos para revertir el deterioro social que nos aqueja y construir un futuro más justo para las próximas generaciones.

La tarea es ardua y requiere un compromiso inquebrantable de todos los actores sociales: gobiernos, docentes, estudiantes, padres de familia y la sociedad en su conjunto. Es hora de dejar de ver la educación como un gasto y comenzar a considerarla como la inversión más valiosa que podemos hacer por nuestra sociedad. El destino de nuestro pueblo no está escrito en las estrellas, sino en las aulas de nuestras escuelas y en la conciencia de cada uno de nosotros.

REFERENCIASBIBLIOGRAFICAS.

1.      Chomsky, N. (2000). La (des)educación. Buenos Aires: Ediciones Paidós.

2.      Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. México D.F.: Siglo XXI Editores. (Obra original publicada en 1970).

3.      Martí, J. (1975). Nuestra América. En E. Fidel de Cházaro, El pensamiento político de Fidel Castro (pp. 16-17, 121). La Habana: Instituto Cubano del Libro. (Obra original publicada en 1891).

4.      Anderson, J. L. (2010). Che Guevara: una vida revolucionaria. Barcelona: Anagrama.

 

 

SAN SALVADOR, 7 DE SEPTIEMBRE DE 2025

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