COMENTARIO SOBRE LA LEY DE EXTRANJEROS Y EL CIERRE DE
ONGS EN EL SALVADOR
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En la historia reciente de El Salvador, las
organizaciones no gubernamentales (ONGs) han jugado un papel ambiguo: mientras
algunas han aportado en proyectos sociales puntuales, otras se han convertido
en instrumentos de agendas extranjeras que poco o nada tienen que ver con las
necesidades reales del pueblo salvadoreño. La reciente aprobación de la Ley de
Extranjeros por parte de la Asamblea Legislativa marca un punto de inflexión en
esta dinámica, ya que establece un marco regulatorio más estricto y transparente
sobre la operación de instituciones que reciben financiamiento internacional.
La noticia de que FESPAD y Revista Factum anunciaran su
cierre de operaciones en el país ha despertado fuertes reacciones. Para algunos
sectores, este hecho representa una “pérdida” en términos de libertades
democráticas y de crítica social; sin embargo, para otros, se trata de una
noticia alentadora, pues evidencia que el país comienza a liberarse de
entidades que, bajo el disfraz de benefactoras, han promovido agendas de
desestabilización, dependencia y sometimiento a intereses foráneos.
El objetivo de este comentario crítico es analizar las implicaciones políticas, sociales y éticas de este fenómeno. Para ello, se desarrollarán apartados que aborden la relación histórica de las ONGs con el subdesarrollo salvadoreño, la naturaleza de la Ley de Extranjeros, la instrumentalización de agendas globalistas como la Agenda 2030 y las verdaderas repercusiones que la salida de estas organizaciones puede significar para el futuro del país.
1. LAS ONGS: ¿BENEFACTORAS O ACTORES DE MANIPULACIÓN?
Desde finales de la guerra civil, múltiples ONGs
ingresaron al país con el argumento de “reconstrucción democrática” y
“fortalecimiento institucional” (López, 2019). Sin embargo, su permanencia
durante décadas no logró resolver los problemas estructurales de pobreza,
desigualdad y violencia. Más aún, muchas de ellas vivieron del asistencialismo
eterno, reproduciendo la dependencia y justificando su existencia a partir del
fracaso de los mismos problemas que decían combatir.
En lugar de generar desarrollo sostenible, estas
organizaciones priorizaron informes, estadísticas y proyectos financiados por
organismos internacionales, lo que en muchos casos sirvió más para alimentar la
burocracia de las ONGs que para transformar la vida de las comunidades. Como
señala Pérez (2020), “el modelo ONGista en América Latina ha servido más a los
donantes que a los pueblos que pretendía asistir”.
2. LA LEY DE EXTRANJEROS: SOBERANÍA Y REGULACIÓN
La aprobación de la Ley de Extranjeros constituye un paso
fundamental hacia la recuperación de la soberanía nacional. El establecimiento
de requisitos como el pago del 30 % para aquellas entidades extranjeras que
pretendan operar en El Salvador no debería ser interpretado como una
persecución, sino como una medida de equidad fiscal y control democrático.
En la práctica, cualquier organización genuinamente comprometida con el bienestar del país no tendría inconveniente en cumplir con esta normativa. El rechazo o la decisión de cerrar operaciones evidencia que su interés principal no era el desarrollo de El Salvador, sino mantener un estatus privilegiado e intocable. Como señala Ramírez (2021), “la transparencia financiera es un filtro que desnuda las verdaderas intenciones de las instituciones”.
3. EL CASO FESPAD Y FACTUM: ENTRE EL DISCURSO Y LA
REALIDAD
La Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho
(FESPAD) y la Revista Factum se han presentado como defensoras de derechos
humanos y de la libertad de expresión. No obstante, gran parte de sus discursos
han estado cargados de sesgo político y de una abierta confrontación con los
cambios impulsados en el país en los últimos años.
La pregunta que surge es: ¿Qué tan legítimo es un
“activismo” que depende casi exclusivamente de financiamiento extranjero y que
responde a intereses ajenos a la realidad salvadoreña? Su salida, lejos de ser
un golpe a la democracia, puede ser entendida como un respiro para un país que
busca construir una institucionalidad sin tutelajes externos.
4. LA AGENDA 2030 Y LA INFLUENCIA DE GEORGE SOROS
Uno de los aspectos más polémicos es la afirmación de que
estas ONGs eran ejecutoras de la Agenda 2030, impulsada por organismos
internacionales y figuras como George Soros. Si bien la Agenda 2030 plantea
objetivos en apariencia nobles como la erradicación de la pobreza y la
sostenibilidad ambiental, su aplicación en muchos países ha servido como una
forma de colonialismo moderno, donde las prioridades nacionales se subordinaron
a intereses globalistas.
Como advierte Escobar (2018), “la globalización
neoliberal se viste de solidaridad para imponer políticas que benefician a unos
pocos actores económicos y políticos a nivel mundial”. En este contexto, las
ONGs se convierten en canales de penetración ideológica y económica, más que en
verdaderos agentes de desarrollo.
5. EL FIN DE UNA ERA: DE LA DEPENDENCIA A LA AUTONOMÍA
La salida de estas organizaciones debe interpretarse como
un parteaguas histórico. El Salvador ya no puede seguir siendo un país tutelado,
ni depender de ONGs que viven de administrar la miseria y el conflicto social.
La nueva etapa exige fortalecer las instituciones estatales, invertir en
políticas públicas nacionales y consolidar un modelo de desarrollo desde
adentro.
Este proceso no estará exento de dificultades. Habrá
intentos de desacreditar las decisiones soberanas del país desde medios
internacionales y desde sectores opositores internos. Pero como señala Flores
(2022), “todo proceso de emancipación genera resistencias, pues toca los
intereses de quienes lucraban del viejo sistema”.
CONCLUSIÓN
La Ley de Extranjeros y el consecuente cierre de ciertas
ONGs en El Salvador marcan un giro decisivo en la historia reciente del país.
Lejos de ser una señal de retroceso democrático, representa una afirmación de
soberanía y un rechazo a décadas de manipulación bajo el disfraz de
cooperación.
Si estas organizaciones realmente hubieran trabajado por
el bienestar de los salvadoreños, el nuevo marco regulatorio no sería un
obstáculo, sino una oportunidad para demostrar transparencia y compromiso
genuino. Su retirada confirma lo contrario: su misión principal era servir como
engranajes de agendas externas.
REFLEXIÓN FINAL
El Salvador tiene ante sí la oportunidad histórica de
romper cadenas de dependencia y de iniciar un camino de verdadero desarrollo
nacional. La salida de ONGs como FESPAD y Factum no debe interpretarse como una
pérdida, sino como una liberación.
La construcción de un país justo, equitativo y soberano
no depende de financiamientos externos ni de agendas impuestas, sino de la
capacidad de su pueblo para organizarse, trabajar y soñar con un futuro propio.
Como advertía Martí, “los pueblos que no se fundan sobre sí mismos corren el
riesgo de ser juguetes de otros” (citado en González, 2017).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Escobar, M.
(2018). Globalización y resistencias en América Latina. México: Siglo XXI.
2.
Flores, J.
(2022). Procesos de emancipación en Centroamérica. San
Salvador: UCA Editores.
3.
González, R.
(2017). José Martí: pensamiento y política en Nuestra América. La Habana: Casa
de las Américas.
4.
López, A.
(2019). ONGs y democracia: ¿ayuda o manipulación? Buenos Aires: CLACSO.
5.
Pérez, M.
(2020). El negocio de la cooperación internacional. Madrid: Akal.
6.
Ramírez, F.
(2021). Transparencia y soberanía en contextos latinoamericanos. Tegucigalpa:
UNAH.
SAN SALVADOR, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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