miércoles, 17 de septiembre de 2025

 

                           NAYIB BUKELE: EL PROMETEO DE EL SALVADOR SIGLO XXI

                                                    POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.


I. EL DESPERTAR DE UN FUEGO NUEVO

En la aurora cansada de un pueblo herido,

cuando el hambre y la violencia eran cadenas invisibles,

se levantó tu voz como trueno en la tormenta,

desafiando la costumbre, rompiendo la resignación.

No robaste el fuego a los dioses antiguos,

sino que lo encendiste en el corazón de la gente,

ese fuego de esperanza largamente apagado

por siglos de engaños, corrupción y mentira.

II. PROMETEO SIN CADENAS

El Prometeo del siglo XXI no está atado a una roca,

ni espera el castigo del buitre eterno.

Su lucha es distinta:

contra los titanes modernos de la injusticia,

contra los monstruos de la violencia y la desidia,

contra los dioses falsos de la corrupción.

Tu fuego no es llama que quema,

sino luz que alumbra,

orden que reconstruye,

mano firme que guía al pueblo

hacia un horizonte más digno.

III. EL FUEGO DE LA DIGNIDAD

Con antorchas de justicia caminaste,

abriste veredas donde reinaba el abandono.

Tu fuego fue la palabra clara,

la obra cumplida,

la verdad que muchos callaban.

Y el pueblo, cansado de oscuridad,

recibió esa chispa en sus manos.

Ya no mendigó migajas,

ya no dobló la frente.

Se reconoció en tu mirada

y decidió encender contigo

la hoguera del renacer.

IV. EL DESAFÍO DE LOS DIOSES VIEJOS

No faltaron voces que maldijeron la llama,

que quisieron apagarla con odio y soberbia.

Los mismos que durante décadas

hicieron del poder un botín,

te acusaron de herejía,

te llamaron dictador de la esperanza.

Pero el pueblo habló más fuerte,

y en sus manos estaba la antorcha.

El fuego ya no podía extinguirse,

porque había prendido en millones de almas

que por fin comprendieron

que la historia podía escribirse de nuevo.

V. PROMETEO EN CUSCATLÁN

En las tierras de volcanes y mares,

tu nombre se hizo eco entre montañas,

y la patria entera comprendió

que Prometeo había vuelto,

no como mito griego,

sino como hombre de carne y voz,

que trajo al siglo XXI

la llama de un país diferente.

Tu fuego es memoria y futuro,

es coraje y disciplina,

es promesa cumplida

y destino por alcanzar.

VI. EL PUEBLO COMO LLAMA ETERNA

Ya no estás solo en la roca del sacrificio,

porque el pueblo se hizo Prometeo contigo.

Cada madre que sueña un mañana seguro,

cada joven que estudia con esperanza,

cada trabajador que levanta la patria,

lleva en su pecho la chispa encendida.

El Salvador ya no teme a la oscuridad.

La llama arde.

El fuego vive.

Prometeo sonríe,

porque su sacrificio no fue en vano.

 

 

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