martes, 12 de agosto de 2025



 "ENTRE LA VERDAD Y LA MENTIRA: CÓMO IDENTIFICAR A LOS FALSOS LÍDERES"

                                         POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA


INTRODUCCIÓN

En la historia política de El Salvador —y del mundo— abundan los personajes que, bajo el disfraz de “servidores públicos”, han usado un lenguaje meloso, una sonrisa ensayada y promesas grandilocuentes para ocultar su verdadero rostro: el de depredadores del bien común. Son los “políticos corruptos con piel de oveja”, una versión contemporánea del lobo disfrazado de cordero que Esopo inmortalizó hace más de dos mil años.

Estos falsos líderes se infiltran en los procesos democráticos aparentando honestidad y compromiso social, pero en realidad son operadores de agendas privadas o de élites económicas que los financian. Su objetivo nunca ha sido servir al pueblo, sino enriquecerse, perpetuar privilegios y blindarse contra cualquier intento de rendición de cuentas.

En El Salvador, estas figuras han sido responsables directas del atraso estructural, de la perpetuación de la pobreza, de la corrupción institucionalizada y de la pérdida de confianza ciudadana. Durante décadas, manipularon la opinión pública a través de una dictadura mediática, sostenida por medios de comunicación que fungían como voceros de las élites y cómplices de la impunidad.

Sin embargo, aunque en la última década el pueblo ha comenzado a despertar y a desmontar parte de esa estructura de poder, la amenaza persiste. Los lobos no han desaparecido; simplemente han perfeccionado sus disfraces y estrategias. Hoy se visten de modernidad, de “nuevas ideas”, de discursos inclusivos y causas sociales, pero siguen persiguiendo el mismo objetivo: vivir del pueblo, no para el pueblo.

El reto es identificar, denunciar y neutralizar a estos falsos líderes antes de que continúen saqueando las esperanzas de la nación. Como ciudadanos, debemos aprender a distinguir el compromiso auténtico de la demagogia, la coherencia de la hipocresía y la verdad del relato fabricado.

DESARROLLO

La fábula de Esopo cuenta que un lobo, deseoso de cazar sin ser detectado, se disfrazó con una piel de oveja. Así logró mezclarse con el rebaño y pasar inadvertido ante el pastor. Pero el destino le jugó en contra: el pastor, buscando carne para la cena, lo sacrificó creyendo que era un cordero. La moraleja es clara: el disfraz protege por un tiempo, pero la mentira tiene patas cortas.

En política, la historia se repite. Los corruptos con piel de oveja prometen transparencia, democracia, bienestar y combate a la corrupción, pero una vez en el poder se pliegan a los intereses de quienes financiaron sus campañas. Los discursos de “cambio” y “renovación” no son más que herramientas para engañar a un electorado cansado de abusos, pero aún vulnerable a la manipulación.

Estos políticos utilizan tres estrategias recurrentes:

Lenguaje emocional: Apelan al sufrimiento del pueblo para ganar simpatía.

Promesas vacías: ofrecen soluciones rápidas e irreales para problemas complejos.

Blindaje mediático: Controlan o manipulan la narrativa pública para ocultar sus fallos.

Pero la historia enseña que tarde o temprano, el pueblo identifica la traición. Y cuando eso ocurre, el costo es alto: descrédito, cárcel, exilio o el repudio masivo que borra cualquier legado positivo.

Eduardo Galeano, con su mirada lúcida, decía que vivimos en un “mundo al revés”, donde la mentira se viste de verdad y la injusticia se presenta como justicia. En política, este fenómeno alcanza niveles alarmantes cuando los corruptos se presentan como redentores.

La defensa ante estos lobos disfrazados no es el cinismo ni la apatía, sino la educación política crítica. Un pueblo informado no se conforma con palabras bonitas: exige hechos, verifica promesas, analiza trayectorias y evalúa coherencia entre discurso y acción.

CONCLUSIÓN

Los “políticos corruptos con piel de oveja” son, en esencia, el enemigo interno de cualquier democracia. No importa su partido o bandera: su lealtad no está con la nación, sino con sus propios intereses. El Salvador ha pagado demasiado caro por no reconocerlos a tiempo: décadas de atraso, pobreza y corrupción institucional.

Combatirlos requiere una ciudadanía despierta, con capacidad de discernir entre un verdadero líder y un impostor. Esto implica exigir transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana en todas las etapas de la política nacional.

REFLEXIÓN FINAL

En la historia política de El Salvador, los “lobos con piel de oveja” no han llegado al poder por casualidad, sino porque un pueblo adormecido, desinformado o manipulado les abrió la puerta. La responsabilidad, por tanto, no es solo de quienes traicionan, sino también de quienes permiten ser engañados una y otra vez.

La democracia no se defiende sola; requiere de ciudadanos valientes que cuestionen, investiguen y exijan coherencia a sus gobernantes. No basta con votar cada cierto tiempo: hay que vigilar permanentemente el ejercicio del poder, porque la corrupción siempre busca nuevos disfraces para sobrevivir.


Hoy, más que nunca, es necesario entender que un político que se presenta como salvador, pero vive de privilegios, miente en sus cifras, manipula el discurso o se rodea de corruptos, no es un líder: es un peligro para la nación. El pueblo salvadoreño debe aprender a reconocer estas señales y actuar antes de que sea demasiado tarde.

Como enseñó Esopo, el disfraz no dura para siempre, pero la astucia del lobo es persistente. La única defensa real es una ciudadanía consciente, crítica y organizada, capaz de arrancar la piel de oveja y mostrar los colmillos que se ocultan debajo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Esopo. Fábulas completas. Ed. Alianza Editorial, 2012.

2. Galeano, Eduardo. Patas arriba: La escuela del mundo al revés. Siglo XXI Editores, 1998.

3. Levitsky, Steven y Ziblatt, Daniel. Cómo mueren las democracias. Ariel, 2018.

4. López Pintor, Rafael. Corrupción política y democracia. Alianza Editorial, 2000.

5. Transparency International. Corruption Perceptions Index 2023. Berlín, 2023.




                                SALVADOR, 12 DE AGOSTO DE 2025





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