sábado, 9 de agosto de 2025

 

FMLN, ENTRE EL DISCURSO DE LOS 80 Y LA INCOHERENCIA DEL PRESENTE

POR: MSc. JOSÉ ISAREL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En la política, las palabras pueden ser herramientas de inspiración o armas de manipulación. Todo depende de quién las pronuncie, con qué intención y, sobre todo, con qué coherencia se respalden en los hechos. La semana pasada, en una entrevista pública, Manuel —mejor conocido como el “Chino” Flores— lanzó al aire una afirmación que, de entrada, podría sonar noble y hasta inspiradora: “Nuestro partido es revolucionario, socialista y se guía por principios éticos”.

En teoría, nada tendría de malo declararse así; al contrario, hablar de revolución, socialismo y ética remite a luchas históricas por la justicia, la igualdad y la transformación de las sociedades. Sin embargo, cuando esas palabras provienen de un partido como el FMLN, cuya trayectoria reciente está marcada por escándalos de corrupción, pactos oscuros y una defensa férrea del statu quo que alguna vez juraron combatir, el discurso deja de ser inspirador y se convierte en una grotesca parodia.

El problema no es solamente la contradicción entre el discurso y la realidad, sino el descaro con el que se pretende vestir de “revolución” y “ética” lo que no es más que oportunismo político, acomodamiento ideológico y resistencia al cambio. El FMLN, en su momento, fue símbolo de lucha popular y esperanza de transformación, pero hoy se aferra a viejas banderas como si fueran credenciales eternas, ignorando que sus actos recientes han demolido la confianza que el pueblo les tuvo. Y lo más grave: lo hacen apelando a un lenguaje que ya no les pertenece, porque han vaciado de contenido las palabras que dicen defender.

Por eso, ante la declaración de Flores, vale la pena preguntarse: ¿es realmente el FMLN un partido revolucionario? ¿Se guía por principios éticos? ¿Comprende y aplica la dialéctica o solo la invoca cuando le conviene? Y más aún: ¿qué clase de ética y revolución es aquella que se opone a las reformas que el pueblo demanda y necesita?

LA ÉTICA SELECTIVA Y LA MEMORIA INCÓMODA

En su discurso, Flores habló de principios éticos como si el FMLN fuera ejemplo de integridad y transparencia. Sin embargo, la historia reciente se encarga de contradecirlo: gobiernos del FMLN implicados en actos de corrupción millonaria, pactos secretos con estructuras criminales, uso clientelar de recursos públicos y una defensa corporativa de sus líderes, incluso ante pruebas evidentes de mal manejo del poder.

La ética no es un traje que uno se pone para dar entrevistas; es una práctica diaria, un compromiso que se refleja en cada decisión política. Un partido que tolera, justifica o encubre actos contrarios a la moral pública no puede proclamarse “ético” sin insultar la inteligencia de la ciudadanía.

 

En este sentido, su ética parece más bien selectiva: se activa para criticar a otros, pero se silencia cuando el dedo acusador apunta hacia dentro. Es la ética de la conveniencia, la que se ajusta a la coyuntura política y se apaga frente a la autocrítica. Y esa no es ética: es cálculo.

¿REVOLUCIONARIOS…? ¿O CONSERVADORES DISFRAZADOS?

Si hay algo que define a un verdadero partido revolucionario es su disposición a impulsar transformaciones profundas, aunque estas resulten incómodas para las élites políticas y económicas. Un revolucionario no teme cambiar las estructuras, no pacta con el enemigo histórico ni se acomoda al orden que antes combatía.

Pero, en el caso del FMLN, las últimas décadas muestran una metamorfosis preocupante: de fuerza insurgente a maquinaria electoral burocratizada, de la lucha en las calles a la defensa del sistema que decían combatir. La oposición férrea a las reformas constitucionales impulsadas en la actualidad es un claro ejemplo: lejos de analizar el contenido con rigor y proponer mejoras, se han limitado a rechazar todo, como si cualquier cambio fuera, por definición, una amenaza.

Esto revela que su concepto de “revolución” no es más que un recurso retórico vacío. No se trata de transformar la realidad, sino de conservar privilegios políticos, evitar que otros ocupen el espacio que ellos perdieron y, de paso, proteger las estructuras que les fueron funcionales.

Paradójicamente, se comportan más como un partido conservador que como una fuerza de vanguardia.

LA DIALÉCTICA QUE SOLO SIRVE CUANDO CONVIENE

Flores mencionó que su partido entiende y aplica la dialéctica. Pero, si así fuera, sabrían que toda sociedad cambia y que la contradicción es el motor del progreso. La dialéctica implica reconocer que lo viejo debe dar paso a lo nuevo, que la historia es un proceso de superación de conflictos, no de congelamiento de ideas.

Si fueran dialécticos de verdad, no se aferrarían a una Constitución intocable, sino que participarían activamente en su revisión para adaptarla a las necesidades actuales. No se trata de aprobar ciegamente cualquier reforma, sino de analizarlas con visión histórica y reconocer que el inmovilismo es la muerte de cualquier proceso político.

En cambio, el FMLN actual parece practicar una “dialéctica invertida”: en lugar de impulsar el cambio, se opone sistemáticamente a cualquier iniciativa que provenga de fuera de su control. Es la dialéctica del ego político, no la del interés colectivo.

CONCLUSIÓN

La declaración del Chino Flores sobre un FMLN “revolucionario, socialista y ético” se derrumba ante el peso de los hechos. No basta con invocar palabras cargadas de historia y lucha; hay que vivirlas, sostenerlas y demostrar coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

Un partido que miente, que manipula, que se opone al cambio y que ha traicionado a su base histórica no puede proclamarse heredero legítimo de la ética revolucionaria.

En realidad, el FMLN actual es la sombra de lo que alguna vez fue: un cascarón retórico que sobrevive más por inercia y nostalgia que por convicción y principios.

REFLEXIÓN FINAL

En política, como en la vida, no se trata de lo que uno dice ser, sino de lo que uno demuestra ser. Las palabras “ética”, “revolución” y “socialismo” tienen un peso histórico demasiado grande como para usarlas como eslogan de campaña.

 Si el FMLN quiere recuperar credibilidad, tendría que empezar por mirarse al espejo, reconocer sus errores, abandonar el inmovilismo y comprometerse con cambios reales.

Pero, mientras sus líderes sigan practicando una ética de conveniencia, una revolución de palabra y una dialéctica mutilada, seguirán siendo exactamente lo que son hoy: un partido atrapado en su pasado, desconectado de la realidad y condenado a ver cómo las verdaderas transformaciones se hacen sin ellos y, tal vez, a pesar de ellos.

 

SAN SALVADOR, 9 DE AGOSTO DE 2025

 

 

 

 

 

 


 

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