"FACTUM Y
COMPAÑÍA: "APRENDICES DE GOEBBELS Y SEPULTUREROS DE LA VERDAD"
POR: MSc. JOSÉ
ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN:
EL MANUAL DE GOEBBELS
AL SERVICIO DE LA OPOSICIÓN
En la historia de la
manipulación mediática y política, pocos personajes han dejado una huella tan
siniestra como Joseph Goebbels, el infame ministro de propaganda del régimen
nazi. Su frase célebre —"Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad"—
ha sido reciclada por los medios mercenarios, disfrazados de periodistas, que
hoy infestan el ecosistema mediático salvadoreño. Entre ellos, destaca Revista
Factum, ese medio que no informa, sino que adoctrina; que no investiga, sino
que fabrica relatos al gusto de la oposición derrotada.
Ahora, con la reforma
a varios artículos de la Constitución, vuelven a encender las alarmas del
apocalipsis democrático. Sin asomo de vergüenza ni memoria histórica, claman
que “se consolida la dictadura”. ¿De cuál dictadura hablan? ¿Será que se les ha
borrado del disco duro el recuerdo de los 30 años de ARENA y FMLN, cuando la
corrupción era institucionalizada y las reformas constitucionales se hacían al
antojo del poder sin que ellos alzaran la voz?
Lo que Factum y sus secuaces
intentan no es otra cosa que aplicar la receta goebbeliana: repetir una
narrativa vacía hasta que el pueblo se la trague. Pero el pueblo ya no es el
mismo. Ya no se informa únicamente por los canales oficiales del poder
mediático. Ya no se cree las lágrimas de cocodrilo de los seudoperiodistas que
posan como mártires de la libertad de prensa, mientras actúan como
francotiradores ideológicos al servicio de la agenda globalista, opositora y
decadente.
EL DOBLE RASERO Y LA
AMNESIA SELECTIVA DE LOS MEDIOS MERCENARIOS
Durante los oscuros 30
años de dictadura disfrazada de democracia, la Constitución fue manipulada,
adaptada y deformada por los intereses de la partidocracia corrupta. ARENA y
FMLN pactaban en lo oscurito, modificaban artículos, repartían magistraturas,
fiscales, jueces, presupuesto y hasta la Corte de Cuentas, sin el más mínimo
respeto al clamor popular. ¿Y dónde estaban los adalides de la libertad de
prensa en ese entonces? Callaban. O peor aún, aplaudían.
La Asamblea
Legislativa reformó la Constitución incontables veces. ¿Acaso hubo
pronunciamientos de Factum? ¿Hubo marchas, editoriales encendidos, reportajes
de investigación sobre la manipulación del orden constitucional? No. Porque los
beneficiarios eran sus patrocinadores ideológicos y económicos. Porque la
supuesta democracia que hoy defienden a gritos, era una mentira montada sobre
los cimientos de la exclusión, la represión encubierta, el cinismo político y
el saqueo institucionalizado.
Peor aún, esos
gobiernos apenas obtenían el 50% de los votos, y en el caso de Sánchez Cerén,
llegó a la presidencia con menos de 6 mil votos de ventaja y se fue con un país
sumido en el caos, gobernando apenas con un 40% de apoyo. Ni hablar del
narcopresidente Funes, convertido hoy en prófugo y burócrata del sandinismo
dictatorial nicaragüense. ¿Dónde estaban los gritos de dictadura entonces?
En contraste, el
presidente Nayib Bukele fue electo con un arrollador 85% de respaldo ciudadano.
Y no conforme con eso, ha sostenido niveles de aprobación superiores al 80%
incluso en encuestas realizadas por medios opositores. Ningún mandatario en la
historia democrática del país ha gozado de semejante apoyo popular. Pero para
los mercenarios de Factum, eso es lo que consolida una dictadura: que el pueblo
respalde masivamente a un presidente que sí trabaja, que sí transforma, que sí
tiene el coraje de romper con el pasado infame.
CONCLUSIÓN.
LA DICTADURA SON ELLOS,
NO NOSOTROS.
La narrativa de la
dictadura es una mentira gastada, construida por quienes perdieron el poder,
los privilegios y la impunidad. Es un relato impuesto por los derrotados,
desesperados por volver a los tiempos donde gobernaban sin gobernar, saqueaban
sin ser juzgados, y reformaban la Constitución sin escrutinio alguno.
Hoy, esos medios
chayoteros se desgarran las vestiduras porque se impulsa una reforma
constitucional bajo la luz del día, de cara al pueblo, con una asamblea
legítimamente electa. Ya no controlan la narrativa. Ya no definen la verdad.
Por eso chillan. Por eso mienten. Por eso repiten el mantra de Goebbels,
esperando que el eco de su mentira retumbe en los oídos de un pueblo que ya no
es ingenuo.
Y el colmo de su
cinismo es que quieren hacernos creer que una reforma realizada con el respaldo
de una mayoría absoluta, y con el aval popular, es una amenaza a la democracia.
¿Pero qué democracia defienden ellos? ¿La de los sobresueldos, los pactos con
pandillas, el nepotismo descarado, y las ONG lavadoras de dólares disfrazadas
de “sociedad civil”? ¡Por favor!
REFLEXIÓN FINAL: EL PUEBLO
YA NO COME CUENTO
A los mercenarios de
Factum y sus aliados en la industria de la desinformación hay que decirles con
claridad: el pueblo salvadoreño ya despertó. Ya no se traga sus cuentos de
dictadura. Ya no les cree sus reportajes de ficción. Ya no los ve como
periodistas, sino como lo que realmente son: operadores políticos, servidores
de intereses extranjeros y defensores de un régimen de corrupción que el pueblo
enterró en 2019.
Sigan repitiendo su
mentira. Sigan usando el manual de Goebbels. Sigan llorando por las esquinas de
la historia que ustedes mismos traicionaron. Mientras tanto, el pueblo seguirá
construyendo un nuevo El Salvador, libre de sus cadenas, libre de sus farsas, y,
sobre todo, libre de sus mentiras.
Porque el verdadero
poder hoy lo tiene la gente. Y a diferencia de ustedes, el pueblo no miente, no
manipula, y no olvida.
SAN SALVADOR,
8 DE AGOSTO DE 2025
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