ENSAYO: SIN
VALORES NO HAY FUTURO DESAFÍOS ÉTICOS DE LA SOCIEDAD ACTUAL
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
Hablar de valores es adentrarse en uno de los temas más
trascendentes de la filosofía, la ética y la pedagogía. Los valores son la base
de la convivencia, el motor de la conducta y el sentido de la vida humana. No
son una idea abstracta ni un simple recurso retórico, sino una realidad que se
manifiesta en la práctica diaria, en las decisiones que tomamos, en las
prioridades que establecemos y en la manera en que construimos nuestras
relaciones personales y sociales.
El documento “¿Qué son los valores?” expone de forma
clara que el ser humano no solo posee la capacidad de conocer el mundo y emitir
juicios racionales sobre él, sino también la facultad de emitir juicios de
valor. Esto implica que, más allá de lo que las cosas son, también nos
preguntamos qué significan, cuánto valen y por qué merecen nuestra atención
(Autor anónimo, s. f.).
El presente ensayo pretende ampliar, analizar y reflexionar
sobre el papel de los valores en la vida humana y social. Para ello, se
desarrollarán cinco apartados principales: (1) la definición de los valores y
su relación con el bien; (2) la interiorización de los valores como escala
moral que orienta la conducta; (3) la funcionalidad de los valores en la vida
cotidiana; (4) la pedagogía de los valores en la educación; y (5) el papel de
los valores como fundamento de la vida social. Finalmente, se presentarán la
conclusión y una reflexión final sobre la vigencia de los valores en la
sociedad actual.
Con ello, se busca ofrecer un texto accesible a todo público, pero con el rigor académico necesario para su análisis en espacios educativos, culturales y sociales.
1. ¿QUÉ SON LOS VALORES?
El ser humano no solo describe el mundo, también lo
valora. Al hablar de valores, no nos referimos a entes abstractos separados de
la realidad, sino a la valoración que el ser humano hace de las cosas. Como
afirma el documento, “los valores no son ni meramente objetivos ni meramente subjetivos,
sino ambas cosas a la vez: el sujeto valora las cosas, y el objeto ofrece un
fundamento para ser valorado” (Autor anónimo, s. f., p. 2).
Esto significa que los valores existen en la interacción
entre el hombre y las realidades que lo rodean. No son independientes de las
cosas, sino que forman parte de ellas en cuanto son reconocidas como buenas,
útiles, nobles o dignas. Así, todo ser, en la medida en que aporta un sentido,
“vale”. Y lo que vale, se convierte en un bien.
En palabras de Scheler (2001), uno de los grandes
filósofos de la axiología, los valores son cualidades que no dependen de las
circunstancias particulares ni del interés individual, sino que poseen una
objetividad que trasciende al sujeto. Sin embargo, esta objetividad cobra sentido
en cuanto es reconocida por la persona.
2. LA INTERIORIZACIÓN DE LOS VALORES
Los valores adquieren relevancia cuando son
interiorizados en la conciencia. El ser humano organiza los valores en una
escala que orienta sus decisiones. Esta jerarquía no es arbitraria: exige
renunciar a valores menores en beneficio de valores más altos. Por ejemplo, el
dinero tiene un valor instrumental, pero nunca puede estar por encima de la
dignidad humana; el placer puede ser legítimo, pero no puede convertirse en fin
último de la vida.
El documento señala que “la distinta jerarquización de
los valores es lo que otorga la talla moral a cada individuo” (Autor anónimo, s. f., p. 3). En esta línea, Frankl (2004) afirma que el sentido de la vida solo
se alcanza cuando el hombre es capaz de orientar sus actos hacia valores
superiores, incluso sacrificando su comodidad personal.
Por ello, la educación ética debe ayudar a que los
jóvenes construyan una escala de valores coherente y vinculada a un proyecto de
vida. Sin esa interiorización, el ser humano queda a merced de intereses
inmediatos, perdiendo la capacidad de orientar su existencia hacia fines más
trascendentes.
3. FUNCIONALIDAD DE LOS VALORES EN LA VIDA COTIDIANA
Los valores no son meros conceptos teóricos: se viven y
se manifiestan en situaciones concretas. Un ejemplo claro lo encontramos en el
valor del alimento o el agua: para una persona saciada, un mendrugo de pan
puede carecer de importancia; para alguien hambriento, ese mismo pedazo
adquiere un valor incalculable. Como señala el documento, no es que el pan
pierda o adquiera su valor en función de las circunstancias, sino que su
reconocimiento depende de las necesidades y motivaciones del sujeto (Autor
anónimo, s. f.).
Esto muestra que los valores tienen una dimensión objetiva,
pero también se concretan en la experiencia subjetiva. De igual manera, los
valores nos conectan con la trascendencia. Cuando contemplamos una obra de
arte, lo que sentimos no puede reducirse a su valor monetario. Los girasoles de
Van Gogh poseen un valor artístico que trasciende cualquier precio, y aunque en
vida el pintor vivió en la pobreza, sus cuadros ya contenían un valor estético
inmenso (García, 2019).
En este sentido, los valores son puertas hacia
dimensiones más profundas de la vida humana, que van más allá de lo material y
nos conectan con la belleza, la justicia, la verdad y la solidaridad.
4. La pedagogía de los valores. Educar en valores es
educar en lo esencial. Una educación reducida únicamente a transmitir
conocimientos técnicos corre el riesgo de producir individuos capacitados
profesionalmente, pero carentes de sentido moral. Por eso, la pedagogía de los
valores es fundamental.
El texto indica que instaurar una pedagogía de los
valores significa educar al hombre para que se oriente por el valor real de las
cosas, reconociendo la dignidad de todos los seres y el sentido profundo de la
vida (Autor anónimo, s. f.). Esta pedagogía implica enseñar a los jóvenes la
importancia del sacrificio, de la renuncia a valores menores por optar por valores
más altos.
Como señala Rogers (1997), la experiencia de los valores
debe ser personal e intransferible. El educador puede guiar, pero es el propio
individuo quien debe descubrir el aspecto de bien que acompaña a cada realidad.
De allí que educar en valores sea sinónimo de educar moralmente.
Además, los valores son la base de la convivencia
democrática. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (ONU, 1948)
reconoce principios universales como la igualdad, la libertad y la dignidad,
que deben orientar tanto la vida individual como la social.
5. LOS VALORES COMO FUNDAMENTO DE LA VIDA SOCIAL
Los valores no se limitan al ámbito personal, sino que
son también la base de toda convivencia social. Una sociedad que ignora los
valores degenera en corrupción, violencia y egoísmo. En cambio, una comunidad
que vive la justicia, la solidaridad y el respeto a la dignidad humana puede
construir un verdadero proyecto de paz.
El documento lo afirma con claridad: “La carencia de un
sistema de valores bien definido, sentido y aceptado, instalará al sujeto en la
indefinición y en el vacío existencial, dejándole a merced de criterios y
pautas ajenas” (Autor anónimo, s. f., p. 7). Esta observación no solo aplica a
las personas, sino también a las naciones.
Como explica Cortina (2003), sin un horizonte ético
compartido, las sociedades se convierten en meros conglomerados de intereses
particulares. Los valores, en cambio, nos permiten responder a las grandes
preguntas de la existencia y avanzar hacia el objetivo común de la felicidad.
CONCLUSIÓN
Los valores constituyen la médula de la vida humana y
social. No son entes abstractos ni meras convenciones, sino realidades vivas
que guían nuestras decisiones, dan sentido a nuestras acciones y orientan
nuestro proyecto de vida.
Al interiorizarlos, los valores se convierten en
convicciones firmes que nos permiten jerarquizar lo que realmente importa,
sacrificando lo inmediato en beneficio de lo trascendente. En la vida
cotidiana, los valores nos enseñan a reconocer lo esencial y a trascender lo
material para descubrir la belleza, la justicia y el amor.
La pedagogía de los valores, por su parte, es
indispensable para la formación integral del ser humano. Solo educando en
valores podremos construir sociedades más justas, solidarias y democráticas.
En definitiva, los valores son la brújula que nos orienta
hacia la plenitud personal y la paz social.
REFLEXIÓN FINAL
En la actualidad, marcada por el consumismo, la
superficialidad y la búsqueda de gratificaciones inmediatas, los valores
parecen desdibujarse. Sin embargo, nunca como hoy hemos necesitado de ellos con
tanta urgencia. El futuro de nuestras familias, de nuestras comunidades y de
nuestras naciones depende de que logremos rescatar y vivir los valores
fundamentales: respeto, solidaridad, justicia, amor y dignidad.
Los valores no deben quedarse en palabras ni en
discursos: deben vivirse en la práctica diaria, en las decisiones pequeñas y
grandes de cada persona. De esta manera, no solo construiremos una vida con
sentido, sino que también aportaremos a la construcción de un mundo más humano.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Autor
anónimo. (s. f.). ¿Qué son los valores? Documento base proporcionado.
2.
Cortina, A.
(2003). Ética mínima. Madrid: Tecnos.
3.
Frankl, V.
(2004). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
4.
García, J.
(2019). La estética de Van Gogh: arte y valor. Revista de Arte y Cultura,
12(2), 45-59.
5.
ONU. (1948).
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Naciones Unidas.
6.
Rogers, C.
(1997). El proceso de convertirse en persona. Barcelona: Paidós.
7.
Scheler, M.
(2001). El formalismo en la ética y la ética material de los valores. Madrid:
Caparrós.
SAN SALVADOR, 27 DE AGOSTO DE 2025
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