miércoles, 20 de agosto de 2025

 

 (ENSAYO) “EL BURRO HABLANDO DE OREJAS”: CRÓNICA DE UNA OPOSICIÓN DESESPERADA

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

La política salvadoreña ha sido durante las últimas décadas un terreno marcado por la corrupción, los pactos oscuros y la incapacidad de los gobiernos tradicionales para resolver los problemas estructurales del país.

 En este escenario, resulta irónico —y hasta grotesco— escuchar a los mismos actores políticos que contribuyeron al hundimiento de El Salvador intentar hoy erigirse como jueces de la moralidad pública. Un ejemplo paradigmático es el caso reciente  del “chino” Flores, quien, en un espacio mediático de alcance limitado pero simbólico, acusó al actual gobierno de corrupción, afirmó que en los hospitales no hay ni siquiera acetaminofén porque “todo se lo roban” y calificó como “cortinas de humo” los recientes nombramientos, incluido él de la Ministra de Educación (Flores, 2025).

Lo paradójico es que esas acusaciones provienen de un dirigente de un partido político, el FMLN, que protagonizó algunos de los episodios de corrupción más graves de la historia reciente del país. Como ha documentado la prensa y la academia, el FMLN, al igual que ARENA, convirtió al Estado en un botín de intereses partidarios, mantuvo alianzas con estructuras criminales y dejó a las instituciones públicas en una crisis prolongada (Martínez, 2016; Cruz, 2020).

El refrán popular “el burro hablando de orejas” se ajusta con exactitud a este episodio. No existe mayor contradicción que escuchar a un representante de la vieja política acusar a otros de los mismos males que lo caracterizaron durante décadas. Tal contradicción revela una estrategia conocida: la proyección política, donde el político acusa a su adversario de aquello mismo que lo define a él (Levitsky & Ziblatt, 2018).

Este ensayo académico se propone analizar este fenómeno en cuatro apartados: primero, la lógica de la proyección política en el discurso del “chino” Flores; segundo, el uso de la narrativa de la corrupción como cortina de humo; tercero, la disputa por la consigna “devuelvan lo robado” como símbolo de memoria histórica; y cuarto, la desesperación de los partidos tradicionales ante su posible desaparición en 2027. El análisis busca evidenciar la doble moral de la oposición salvadoreña, así como su progresivo ocaso frente a un pueblo que ya no se deja manipular por discursos desgastados.

1. LA PROYECCIÓN POLÍTICA: ACUSAR AL OTRO DE LOS PROPIOS VICIOS

La proyección política es una estrategia discursiva mediante la cual los actores intentan desviar la atención de sus propios vicios atribuyéndoselos al adversario (Levitsky & Ziblatt, 2018). El “chino” Flores recurre a esta práctica cuando señala al gobierno actual de corrupción, pese a que su propio partido fue responsable de desvíos millonarios, enriquecimiento ilícito y pactos ilegales con pandillas (Labrador & Martínez, 2014).

Durante las administraciones del FMLN (2009–2019), informes de la Corte de Cuentas y la Fiscalía General de la República documentaron graves irregularidades. Entre ellas destacan los sobresueldos pagados a funcionarios, los contratos inflados en instituciones como ANDA y CEL, así como el desvío de fondos provenientes de préstamos internacionales (Fiscalía General de la República, 2018). Asimismo, investigaciones periodísticas confirmaron negociaciones con pandillas para asegurar votos a cambio de beneficios en cárceles y comunidades (Martínez, 2016; Cruz, 2020).

Acusar al adversario de corrupción sin reconocer estos antecedentes constituye un ejemplo claro de cinismo político. Tal como señala Rojas (2019), “la oposición en El Salvador ha intentado redefinir la corrupción como un fenómeno ajeno a su propia historia, ocultando deliberadamente su responsabilidad en la crisis institucional” (p. 58).

2. EL TEATRO DE LA “CORRUPCIÓN” COMO CORTINA DE HUMO

El discurso de Flores sobre hospitales sin medicinas repite una narrativa utilizada sistemáticamente por los partidos tradicionales. Consiste en exagerar o manipular deficiencias reales para presentar al gobierno en turno como incapaz. Sin embargo, los datos históricos muestran que los gobiernos del FMLN y ARENA dejaron al sistema de salud pública en condiciones de abandono.

Un estudio de Mena (2017) concluyó que, durante los años 2009–2019, el sistema hospitalario salvadoreño enfrentó un desabastecimiento crónico de medicamentos que rondaba entre el 40 % y 60 % en promedio anual. Además, la infraestructura hospitalaria se mantuvo obsoleta, con quirófanos sin equipo adecuado y con una mora de inversión que superaba los 500 millones de dólares. En ese contexto, resulta contradictorio que quienes gobernaron durante esa etapa pretendan ahora colocarse como defensores de un sistema que nunca lograron transformar.

El señalamiento de Flores sobre “cortinas de humo” también es parte de un libreto predecible. Como advierte Pérez (2024), “los partidos tradicionales, al no tener proyectos viables, recurren al descrédito del adversario, presentando cada acción de gobierno como un distractor” (p. 31). Este patrón evidencia no solo falta de propuestas, sino también vacío de liderazgo y creatividad política.

3. EL PESO DE LA CONSIGNA: “DEVUELVAN LO ROBADO”

Entre todas las frases del debate político salvadoreño, pocas han tenido tanta fuerza simbólica como “devuelvan lo robado”. Esta consigna nació de la indignación popular frente al saqueo cometido por los gobiernos de ARENA y FMLN. Presidentes como Francisco Flores, Antonio Saca y Mauricio Funes enfrentaron procesos judiciales por desvío de fondos públicos, enriquecimiento ilícito y lavado de dinero (Labrador & Martínez, 2014).

En este sentido, la frase sintetiza una memoria histórica de corrupción que marca a los partidos tradicionales como responsables de la pobreza y desigualdad acumulada. Que un dirigente como el “chino” Flores intente apropiarse de ella para acusar al gobierno actual es un acto de manipulación discursiva.

 El pueblo sabe que los principales destinatarios de ese reclamo son precisamente los dirigentes de ARENA y FMLN, quienes dejaron un país sumido en la deuda, la violencia y la precariedad institucional (Rojas, 2019).

Como señala Cruz (2020), “la demanda ciudadana de devolver lo robado no es solamente una exigencia económica, sino un reclamo ético de justicia y reparación” (p. 76). Por ello, cada vez que opositores como Flores la repiten, el efecto no es de credibilidad, sino de rechazo, pues el pueblo los identifica como los principales responsables de ese saqueo.

4. LA DESESPERACIÓN ANTE EL 2027

Las elecciones de 2027 representan un punto de inflexión para los partidos tradicionales. Los resultados de 2021 y 2024 confirmaron su pérdida progresiva de poder político, tanto en la Asamblea Legislativa como en los municipios (Pérez, 2024). Frente a esa realidad, figuras como Flores recurren al discurso apocalíptico, asegurando que el país está en ruinas, con el único propósito de mantener viva a su militancia.

Sin embargo, las encuestas y los análisis de opinión pública muestran que la población percibe a ARENA y FMLN como partidos del pasado, sin credibilidad ni propuestas (Pérez, 2024). Esto explica la angustia y tono desesperado de sus voceros: son actores políticos en fase terminal, cuya desaparición parece inminente si la tendencia se mantiene hasta 2027.

Como advierte Rojas (2019), “los partidos tradicionales se enfrentan a un dilema existencial: reinventarse o desaparecer. Sin embargo, su desgaste histórico y su incapacidad de renovación los condena más hacia lo segundo que a lo primero” (p. 63).

CONCLUSIÓN

Las declaraciones del “chino” Flores constituyen un ejemplo evidente de la crisis moral de la oposición salvadoreña. Son, al mismo tiempo, reflejo de la hipocresía política y del vacío de propuestas de quienes gobernaron sin resolver los problemas estructurales del país.

 El refrán popular “el burro hablando de orejas” sintetiza esta contradicción: los corruptos de ayer acusan de corrupción a los que hoy gobiernan, sin tener autoridad moral alguna.

La evidencia histórica, académica y judicial confirma que los principales responsables del saqueo del Estado fueron ARENA y FMLN. Sus intentos por apropiarse de consignas populares como “devuelvan lo robado” no hacen más que recordar al pueblo sus propios crímenes. Frente a ello, sus discursos pierden fuerza y se convierten en testimonios de desesperación política.

REFLEXIÓN FINAL

La política salvadoreña se encuentra en una etapa de transición histórica. El pueblo, que durante años fue víctima del engaño y la manipulación, hoy posee memoria y conciencia. La vieja clase política —representada en personajes como el “chino” Flores— ya no logra engañar ni movilizar con los mismos discursos. Lo que le espera a esa oposición es el ocaso definitivo en 2027, salvo que logren una renovación que hasta ahora parece imposible.

El mandato popular sigue siendo el mismo: justicia, transparencia y reparación. Y esa demanda tiene un nombre claro, una exigencia que se repetirá hasta que la historia se cumpla: “Devuelvan lo robado”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.       Cruz, J. (2020). La política de las pandillas en El Salvador. San Salvador: UCA Editores.

2.       Fiscalía General de la República. (2018). Informe anual de gestión 2017-2018. San Salvador.

3.       Flores, O. (2025, agosto). Declaraciones en medio digital local.

4.       Labrador, G., & Martínez, C. (2014). El pacto oscuro: políticos y pandillas en El Salvador. Revista Factum.

5.       Levitsky, S., & Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Barcelona: Ariel.

6.       Mena, R. (2017). Crisis del sistema de salud en El Salvador. Revista de Ciencias Sociales, 28(2), 45-62.

7.       Pérez, L. (2024). El ocaso de los partidos tradicionales en El Salvador. Estudios Centroamericanos (ECA), 79(842), 23-39.

8.       Rojas, M. (2019). La corrupción como narrativa política en El Salvador. UES: Facultad de Ciencias Sociales.

9.       Martínez, C. (2016). El saqueo de los partidos. Revista El Faro.

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 20 DE AGOSTO DE 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario