(ENSAYO)
“EL BURRO HABLANDO DE OREJAS”: CRÓNICA DE UNA OPOSICIÓN DESESPERADA
POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
La política salvadoreña ha sido durante las últimas
décadas un terreno marcado por la corrupción, los pactos oscuros y la
incapacidad de los gobiernos tradicionales para resolver los problemas
estructurales del país.
En este escenario,
resulta irónico —y hasta grotesco— escuchar a los mismos actores políticos que
contribuyeron al hundimiento de El Salvador intentar hoy erigirse como jueces
de la moralidad pública. Un ejemplo paradigmático es el caso reciente del “chino” Flores, quien, en un espacio
mediático de alcance limitado pero simbólico, acusó al actual gobierno de
corrupción, afirmó que en los hospitales no hay ni siquiera acetaminofén porque
“todo se lo roban” y calificó como “cortinas de humo” los recientes nombramientos,
incluido él de la Ministra de Educación (Flores, 2025).
Lo paradójico es que esas acusaciones provienen de un
dirigente de un partido político, el FMLN, que protagonizó algunos de los
episodios de corrupción más graves de la historia reciente del país. Como ha
documentado la prensa y la academia, el FMLN, al igual que ARENA, convirtió al
Estado en un botín de intereses partidarios, mantuvo alianzas con estructuras
criminales y dejó a las instituciones públicas en una crisis prolongada
(Martínez, 2016; Cruz, 2020).
El refrán popular “el burro hablando de orejas” se ajusta
con exactitud a este episodio. No existe mayor contradicción que escuchar a un
representante de la vieja política acusar a otros de los mismos males que lo
caracterizaron durante décadas. Tal contradicción revela una estrategia
conocida: la proyección política, donde el político acusa a su adversario de
aquello mismo que lo define a él (Levitsky & Ziblatt, 2018).
Este ensayo académico se propone analizar este fenómeno en cuatro apartados: primero, la lógica de la proyección política en el discurso del “chino” Flores; segundo, el uso de la narrativa de la corrupción como cortina de humo; tercero, la disputa por la consigna “devuelvan lo robado” como símbolo de memoria histórica; y cuarto, la desesperación de los partidos tradicionales ante su posible desaparición en 2027. El análisis busca evidenciar la doble moral de la oposición salvadoreña, así como su progresivo ocaso frente a un pueblo que ya no se deja manipular por discursos desgastados.
1. LA PROYECCIÓN POLÍTICA: ACUSAR AL OTRO DE LOS PROPIOS
VICIOS
La proyección política es una estrategia discursiva
mediante la cual los actores intentan desviar la atención de sus propios vicios
atribuyéndoselos al adversario (Levitsky & Ziblatt, 2018). El “chino”
Flores recurre a esta práctica cuando señala al gobierno actual de corrupción,
pese a que su propio partido fue responsable de desvíos millonarios,
enriquecimiento ilícito y pactos ilegales con pandillas (Labrador &
Martínez, 2014).
Durante las administraciones del FMLN (2009–2019),
informes de la Corte de Cuentas y la Fiscalía General de la República
documentaron graves irregularidades. Entre ellas destacan los sobresueldos
pagados a funcionarios, los contratos inflados en instituciones como ANDA y
CEL, así como el desvío de fondos provenientes de préstamos internacionales
(Fiscalía General de la República, 2018). Asimismo, investigaciones
periodísticas confirmaron negociaciones con pandillas para asegurar votos a
cambio de beneficios en cárceles y comunidades (Martínez, 2016; Cruz, 2020).
Acusar al adversario de corrupción sin reconocer estos
antecedentes constituye un ejemplo claro de cinismo político. Tal como señala
Rojas (2019), “la oposición en El Salvador ha intentado redefinir la corrupción
como un fenómeno ajeno a su propia historia, ocultando deliberadamente su
responsabilidad en la crisis institucional” (p. 58).
2. EL TEATRO DE LA “CORRUPCIÓN” COMO CORTINA DE HUMO
El discurso de Flores sobre hospitales sin medicinas
repite una narrativa utilizada sistemáticamente por los partidos tradicionales.
Consiste en exagerar o manipular deficiencias reales para presentar al gobierno
en turno como incapaz. Sin embargo, los datos históricos muestran que los
gobiernos del FMLN y ARENA dejaron al sistema de salud pública en condiciones
de abandono.
Un estudio de Mena (2017) concluyó que, durante los años
2009–2019, el sistema hospitalario salvadoreño enfrentó un desabastecimiento
crónico de medicamentos que rondaba entre el 40 % y 60 % en promedio anual.
Además, la infraestructura hospitalaria se mantuvo obsoleta, con quirófanos sin
equipo adecuado y con una mora de inversión que superaba los 500 millones de
dólares. En ese contexto, resulta contradictorio que quienes gobernaron durante
esa etapa pretendan ahora colocarse como defensores de un sistema que nunca
lograron transformar.
El señalamiento de Flores sobre “cortinas de humo”
también es parte de un libreto predecible. Como advierte Pérez (2024), “los
partidos tradicionales, al no tener proyectos viables, recurren al descrédito
del adversario, presentando cada acción de gobierno como un distractor” (p.
31). Este patrón evidencia no solo falta de propuestas, sino también vacío de
liderazgo y creatividad política.
3. EL PESO DE LA CONSIGNA: “DEVUELVAN LO ROBADO”
Entre todas las frases del debate político salvadoreño,
pocas han tenido tanta fuerza simbólica como “devuelvan lo robado”. Esta
consigna nació de la indignación popular frente al saqueo cometido por los
gobiernos de ARENA y FMLN. Presidentes como Francisco Flores, Antonio Saca y
Mauricio Funes enfrentaron procesos judiciales por desvío de fondos públicos,
enriquecimiento ilícito y lavado de dinero (Labrador & Martínez, 2014).
En este sentido, la frase sintetiza una memoria histórica
de corrupción que marca a los partidos tradicionales como responsables de la
pobreza y desigualdad acumulada. Que un dirigente como el “chino” Flores
intente apropiarse de ella para acusar al gobierno actual es un acto de
manipulación discursiva.
El pueblo sabe que
los principales destinatarios de ese reclamo son precisamente los dirigentes de
ARENA y FMLN, quienes dejaron un país sumido en la deuda, la violencia y la
precariedad institucional (Rojas, 2019).
Como señala Cruz (2020), “la demanda ciudadana de
devolver lo robado no es solamente una exigencia económica, sino un reclamo
ético de justicia y reparación” (p. 76). Por ello, cada vez que opositores como
Flores la repiten, el efecto no es de credibilidad, sino de rechazo, pues el
pueblo los identifica como los principales responsables de ese saqueo.
4. LA DESESPERACIÓN ANTE EL 2027
Las elecciones de 2027 representan un punto de inflexión
para los partidos tradicionales. Los resultados de 2021 y 2024 confirmaron su
pérdida progresiva de poder político, tanto en la Asamblea Legislativa como en
los municipios (Pérez, 2024). Frente a esa realidad, figuras como Flores
recurren al discurso apocalíptico, asegurando que el país está en ruinas, con
el único propósito de mantener viva a su militancia.
Sin embargo, las encuestas y los análisis de opinión
pública muestran que la población percibe a ARENA y FMLN como partidos del
pasado, sin credibilidad ni propuestas (Pérez, 2024). Esto explica la angustia
y tono desesperado de sus voceros: son actores políticos en fase terminal, cuya
desaparición parece inminente si la tendencia se mantiene hasta 2027.
Como advierte Rojas (2019), “los partidos tradicionales
se enfrentan a un dilema existencial: reinventarse o desaparecer. Sin embargo,
su desgaste histórico y su incapacidad de renovación los condena más hacia lo
segundo que a lo primero” (p. 63).
CONCLUSIÓN
Las declaraciones del “chino” Flores constituyen un
ejemplo evidente de la crisis moral de la oposición salvadoreña. Son, al mismo
tiempo, reflejo de la hipocresía política y del vacío de propuestas de quienes
gobernaron sin resolver los problemas estructurales del país.
El refrán popular “el burro hablando de
orejas” sintetiza esta contradicción: los corruptos de ayer acusan de
corrupción a los que hoy gobiernan, sin tener autoridad moral alguna.
La evidencia histórica, académica y judicial confirma que
los principales responsables del saqueo del Estado fueron ARENA y FMLN. Sus
intentos por apropiarse de consignas populares como “devuelvan lo robado” no
hacen más que recordar al pueblo sus propios crímenes. Frente a ello, sus
discursos pierden fuerza y se convierten en testimonios de desesperación
política.
REFLEXIÓN FINAL
La política salvadoreña se encuentra en una etapa de
transición histórica. El pueblo, que durante años fue víctima del engaño y la
manipulación, hoy posee memoria y conciencia. La vieja clase política
—representada en personajes como el “chino” Flores— ya no logra engañar ni
movilizar con los mismos discursos. Lo que le espera a esa oposición es el
ocaso definitivo en 2027, salvo que logren una renovación que hasta ahora
parece imposible.
El mandato popular sigue siendo el mismo: justicia,
transparencia y reparación. Y esa demanda tiene un nombre claro, una exigencia
que se repetirá hasta que la historia se cumpla: “Devuelvan lo robado”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1.
Cruz, J.
(2020). La política de las pandillas en El Salvador. San Salvador: UCA
Editores.
2.
Fiscalía
General de la República. (2018). Informe anual de gestión 2017-2018. San
Salvador.
3.
Flores, O.
(2025, agosto). Declaraciones en medio digital local.
4.
Labrador,
G., & Martínez, C. (2014). El pacto oscuro: políticos y pandillas en El
Salvador. Revista Factum.
5.
Levitsky,
S., & Ziblatt, D. (2018). Cómo mueren las democracias. Barcelona: Ariel.
6.
Mena, R.
(2017). Crisis del sistema de salud en El Salvador. Revista de Ciencias
Sociales, 28(2), 45-62.
7.
Pérez, L.
(2024). El ocaso de los partidos tradicionales en El Salvador. Estudios
Centroamericanos (ECA), 79(842), 23-39.
8.
Rojas, M.
(2019). La corrupción como narrativa política en El Salvador. UES: Facultad de
Ciencias Sociales.
9.
Martínez, C.
(2016). El saqueo de los partidos. Revista El Faro.
SAN SALVADOR, 20 DE AGOSTO DE 2025
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