miércoles, 20 de agosto de 2025

 

EL VERDADERO PROBLEMA ES LA INDISCIPLINA, NO EL UNIFORME DE LA MINISTRA”

MSc.  JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En El Salvador, hablar de educación no es un asunto menor. La educación es la columna vertebral del futuro de cualquier nación, el cimiento sobre el que se edifica la cultura, la ciencia, la ética y la convivencia de los pueblos. Por eso, cuando se nombró a Karla Trigueros como ministra de Educación, el tema debió generar un debate profundo, serio y constructivo.

 Lo lógico hubiera sido que la oposición, en vez de lanzarse al ataque visceral, hiciera un análisis responsable de los retos reales de la educación salvadoreña: el rezago académico, la falta de disciplina, el deterioro de valores, el atraso tecnológico y la desconexión entre escuela y sociedad. Pero no, nada de eso ocurrió.

Lo que presenciamos fue una feria de ataques viscerales, superficiales y ridículos, donde el verdadero problema —la disciplina escolar como herramienta de formación— fue enterrado bajo una montaña de sarcasmos baratos y comentarios irrelevantes.

 Ninguno de los opositores ha tenido la capacidad de argumentar con seriedad. La abogada Lucrecia Landaverde es el ejemplo perfecto de esta bajeza discursiva: su "crítica" se limitó a burlarse del uniforme de la ministra, de sus botas y hasta de su fusil simbólico, como si la educación se redujera a un desfile de modas y no a la construcción de ciudadanos disciplinados y responsables.

¿Qué nos revela esta actitud? Que estamos frente a una oposición sin criterio, sin respeto, sin visión de país. Una oposición más preocupada por la indumentaria que por la inteligencia, más atenta al maquillaje político que al fondo de la realidad. Y eso, más que un error, es una tragedia nacional, porque desnuda la miseria intelectual de quienes se autoproclaman como voces críticas.

LA BANALIZACIÓN DEL DEBATE EDUCATIVO

Lo primero que debe señalarse es la manera en que la oposición ha reducido el debate educativo a un simple espectáculo mediático. En vez de discutir sobre los bajos niveles de comprensión lectora en los estudiantes, la pérdida del sentido de autoridad en las aulas o el problema del ausentismo docente, se enfocan en burlarse del uniforme de la ministra. ¿Ese es el nivel de discusión que El Salvador merece?

Mientras países como Japón y Corea del Sur atribuyen su desarrollo al respeto por la disciplina y la autoridad escolar, en El Salvador todavía tenemos opositores que se escandalizan porque una ministra exige disciplina y convivencia armónica en las aulas.

El colmo es que, en lugar de aprovechar la oportunidad para plantear propuestas serias, se refugian en el ridículo, en el sarcasmo y en la burla personal. Landaverde propone tacones en vez de botas, vestidos en vez de uniforme, libros en vez de fusil; como si eso resolviera el bullying, la indisciplina y la pérdida de respeto hacia el maestro.

LA IGNORANCIA HISTÓRICA DE LA OPOSICIÓN

Queda claro que la oposición ignora, o finge ignorar, que la disciplina no es sinónimo de represión, sino de orden social. Los japoneses sostienen que "la disciplina tarde o temprano supera a la inteligencia", y la historia lo demuestra. En El Salvador, por décadas, el sistema educativo fue usado como botín político por ARENA y el FMLN, pero nunca como motor de transformación real. Los resultados fueron mediocres: jóvenes sin aspiraciones, aulas convertidas en campos de batalla ideológica y un país condenado al atraso.

Hoy que una ministra se atreve a tocar el tema de la disciplina, la oposición entra en pánico. ¿Por qué? Porque saben que una juventud disciplinada, con valores firmes, no será nunca más carne de cañón para marchas manipuladas, sindicatos corruptos o partidos que ya murieron políticamente. En el fondo, lo que la oposición teme no es la "militarización de la educación", sino la emancipación de las nuevas generaciones a través de una educación ordenada, con reglas claras y respeto a la autoridad.

LA OPOSICIÓN VISCERAL: POLÍTICA CON EL HÍGADO

El problema es que toda la crítica opositora nace del hígado, no del cerebro. No hay un solo argumento pedagógico, filosófico ni científico en sus planteamientos. Son ataques ad hominem, dirigidos a ridiculizar la imagen de la ministra, pero jamás a discutir sus propuestas. Landaverde y otros opositores confunden ironía con inteligencia, sarcasmo con análisis, insulto con crítica. Y esa es la radiografía de una oposición en decadencia: carente de ideas, sin solvencia moral, atrapada en el pasado y desconectada de la realidad.

Es patético ver cómo intentan desacreditar memorándums que buscan reforzar la convivencia y la disciplina en los centros escolares. ¿Acaso no es eso lo que necesitamos como país? ¿Acaso no es la indisciplina, la violencia escolar y la falta de respeto a la autoridad lo que está destruyendo a la juventud? Pero claro, para ellos resulta más rentable burlarse de las botas de la ministra que reconocer un esfuerzo serio por ordenar las aulas.

EL TRASFONDO POLÍTICO DE LA CRÍTICA

Aquí no hay que engañarse: lo que mueve a la oposición no es la preocupación por la educación, sino la desesperación política. ARENA y el FMLN saben que ya no tienen banderas serias que enarbolar. Por eso se aferran a cualquier excusa para criticar, aunque sea absurda. Hoy el uniforme de la ministra, mañana el color de las paredes de un aula, pasado mañana el peinado de un director. Todo les sirve para montar circo, porque no tienen propuestas, no tienen proyectos y no tienen futuro.

Pero el pueblo no es tonto. La gente está cansada de esa oposición superficial que se preocupa más por la moda que por la formación de ciudadanos responsables. La juventud salvadoreña necesita disciplina, valores y respeto. Y si la ministra Trigueros está dispuesta a trabajar en esa dirección, lo coherente sería sumarse al esfuerzo, no boicotearlo con ridiculeces.

CONCLUSIÓN

La oposición ha demostrado que carece de criterio, seriedad y respeto hacia el tema educativo. Sus críticas, lejos de ser constructivas, son viscerales, superficiales y ridículas. Lucrecia Landaverde encarna la mediocridad de un sector político que no tiene nada que aportar al debate nacional. Al atacar la indumentaria de la ministra en vez de discutir la importancia de la disciplina en la formación de los estudiantes, se desenmascara a sí misma como parte de una oposición estéril, hueca y decadente.

La disciplina no es un lujo, es una necesidad. Un pueblo sin disciplina es un pueblo condenado al fracaso. Y si hay algo que necesita El Salvador hoy, es rescatar la autoridad en las aulas, el respeto al maestro y la convivencia ordenada. Los que se burlan de esto no hacen más que retratarse como enemigos del progreso.

REFLEXIÓN FINAL

La historia es implacable con los mediocres. La oposición salvadoreña ha elegido ser bufón en vez de estadista, payaso en vez de crítico, destructor en vez de constructor. Mientras el país demanda disciplina, respeto y educación de calidad, ellos ofrecen sarcasmos, burlas y ridiculeces. La ministra Trigueros, con su uniforme y sus botas, representa mucho más que una simple imagen: simboliza la firmeza, la autoridad y el orden que tanto necesitamos.

 

Quizá la oposición aún no lo entiende, pero llegará el día en que la disciplina de nuestros jóvenes será la tumba política definitiva de todos aquellos que hoy prefieren el escándalo barato al análisis serio. Y cuando ese día llegue, recordaremos que, mientras algunos se burlaban del uniforme, otros estaban construyendo el futuro de El Salvador.

 

SAN SALVADOR, 19 DE AGOSTO DE 2025

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