EL VERDADERO PROBLEMA ES LA INDISCIPLINA, NO EL UNIFORME
DE LA MINISTRA”
MSc. JOSÉ ISRAEL
VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En El Salvador, hablar de educación no es un asunto
menor. La educación es la columna vertebral del futuro de cualquier nación, el
cimiento sobre el que se edifica la cultura, la ciencia, la ética y la
convivencia de los pueblos. Por eso, cuando se nombró a Karla Trigueros como
ministra de Educación, el tema debió generar un debate profundo, serio y
constructivo.
Lo lógico hubiera
sido que la oposición, en vez de lanzarse al ataque visceral, hiciera un
análisis responsable de los retos reales de la educación salvadoreña: el rezago
académico, la falta de disciplina, el deterioro de valores, el atraso
tecnológico y la desconexión entre escuela y sociedad. Pero no, nada de eso
ocurrió.
Lo que presenciamos fue una feria de ataques viscerales,
superficiales y ridículos, donde el verdadero problema —la disciplina escolar
como herramienta de formación— fue enterrado bajo una montaña de sarcasmos
baratos y comentarios irrelevantes.
Ninguno de los
opositores ha tenido la capacidad de argumentar con seriedad. La abogada
Lucrecia Landaverde es el ejemplo perfecto de esta bajeza discursiva: su
"crítica" se limitó a burlarse del uniforme de la ministra, de sus
botas y hasta de su fusil simbólico, como si la educación se redujera a un
desfile de modas y no a la construcción de ciudadanos disciplinados y
responsables.
¿Qué nos revela esta actitud? Que estamos frente a una
oposición sin criterio, sin respeto, sin visión de país. Una oposición más
preocupada por la indumentaria que por la inteligencia, más atenta al
maquillaje político que al fondo de la realidad. Y eso, más que un error, es
una tragedia nacional, porque desnuda la miseria intelectual de quienes se
autoproclaman como voces críticas.
LA BANALIZACIÓN DEL DEBATE EDUCATIVO
Lo primero que debe señalarse es la manera en que la
oposición ha reducido el debate educativo a un simple espectáculo mediático. En
vez de discutir sobre los bajos niveles de comprensión lectora en los
estudiantes, la pérdida del sentido de autoridad en las aulas o el problema
del ausentismo docente, se enfocan en burlarse del uniforme de la ministra.
¿Ese es el nivel de discusión que El Salvador merece?
Mientras países como Japón y Corea del Sur atribuyen su
desarrollo al respeto por la disciplina y la autoridad escolar, en El Salvador
todavía tenemos opositores que se escandalizan porque una ministra exige
disciplina y convivencia armónica en las aulas.
El colmo es que, en lugar de aprovechar la oportunidad
para plantear propuestas serias, se refugian en el ridículo, en el sarcasmo y
en la burla personal. Landaverde propone tacones en vez de botas, vestidos en
vez de uniforme, libros en vez de fusil; como si eso resolviera el bullying, la
indisciplina y la pérdida de respeto hacia el maestro.
LA IGNORANCIA HISTÓRICA DE LA OPOSICIÓN
Queda claro que la oposición ignora, o finge ignorar, que
la disciplina no es sinónimo de represión, sino de orden social. Los japoneses
sostienen que "la disciplina tarde o temprano supera a la
inteligencia", y la historia lo demuestra. En El Salvador, por décadas, el
sistema educativo fue usado como botín político por ARENA y el FMLN, pero nunca
como motor de transformación real. Los resultados fueron mediocres: jóvenes sin
aspiraciones, aulas convertidas en campos de batalla ideológica y un país
condenado al atraso.
Hoy que una ministra se atreve a tocar el tema de la
disciplina, la oposición entra en pánico. ¿Por qué? Porque saben que una
juventud disciplinada, con valores firmes, no será nunca más carne de cañón
para marchas manipuladas, sindicatos corruptos o partidos que ya murieron
políticamente. En el fondo, lo que la oposición teme no es la
"militarización de la educación", sino la emancipación de las nuevas
generaciones a través de una educación ordenada, con reglas claras y respeto a
la autoridad.
LA OPOSICIÓN VISCERAL: POLÍTICA CON EL HÍGADO
El problema es que toda la crítica opositora nace del
hígado, no del cerebro. No hay un solo argumento pedagógico, filosófico ni
científico en sus planteamientos. Son ataques ad hominem, dirigidos a
ridiculizar la imagen de la ministra, pero jamás a discutir sus propuestas.
Landaverde y otros opositores confunden ironía con inteligencia, sarcasmo con
análisis, insulto con crítica. Y esa es la radiografía de una oposición en
decadencia: carente de ideas, sin solvencia moral, atrapada en el pasado y
desconectada de la realidad.
Es patético ver cómo intentan desacreditar memorándums
que buscan reforzar la convivencia y la disciplina en los centros escolares.
¿Acaso no es eso lo que necesitamos como país? ¿Acaso no es la indisciplina, la
violencia escolar y la falta de respeto a la autoridad lo que está destruyendo
a la juventud? Pero claro, para ellos resulta más rentable burlarse de las
botas de la ministra que reconocer un esfuerzo serio por ordenar las aulas.
EL TRASFONDO POLÍTICO DE LA CRÍTICA
Aquí no hay que engañarse: lo que mueve a la oposición no
es la preocupación por la educación, sino la desesperación política. ARENA y el
FMLN saben que ya no tienen banderas serias que enarbolar. Por eso se aferran a
cualquier excusa para criticar, aunque sea absurda. Hoy el uniforme de la
ministra, mañana el color de las paredes de un aula, pasado mañana el peinado
de un director. Todo les sirve para montar circo, porque no tienen propuestas,
no tienen proyectos y no tienen futuro.
Pero el pueblo no es tonto. La gente está cansada de esa
oposición superficial que se preocupa más por la moda que por la formación de
ciudadanos responsables. La juventud salvadoreña necesita disciplina, valores y
respeto. Y si la ministra Trigueros está dispuesta a trabajar en esa dirección,
lo coherente sería sumarse al esfuerzo, no boicotearlo con ridiculeces.
CONCLUSIÓN
La oposición ha demostrado que carece de criterio,
seriedad y respeto hacia el tema educativo. Sus críticas, lejos de ser
constructivas, son viscerales, superficiales y ridículas. Lucrecia Landaverde
encarna la mediocridad de un sector político que no tiene nada que aportar al
debate nacional. Al atacar la indumentaria de la ministra en vez de discutir la
importancia de la disciplina en la formación de los estudiantes, se
desenmascara a sí misma como parte de una oposición estéril, hueca y decadente.
La disciplina no es un lujo, es una necesidad. Un pueblo
sin disciplina es un pueblo condenado al fracaso. Y si hay algo que necesita El
Salvador hoy, es rescatar la autoridad en las aulas, el respeto al maestro y la
convivencia ordenada. Los que se burlan de esto no hacen más que retratarse
como enemigos del progreso.
REFLEXIÓN FINAL
La historia es implacable con los mediocres. La oposición
salvadoreña ha elegido ser bufón en vez de estadista, payaso en vez de crítico,
destructor en vez de constructor. Mientras el país demanda disciplina, respeto
y educación de calidad, ellos ofrecen sarcasmos, burlas y ridiculeces. La
ministra Trigueros, con su uniforme y sus botas, representa mucho más que una
simple imagen: simboliza la firmeza, la autoridad y el orden que tanto
necesitamos.
Quizá la oposición aún no lo entiende, pero llegará el
día en que la disciplina de nuestros jóvenes será la tumba política definitiva
de todos aquellos que hoy prefieren el escándalo barato al análisis serio. Y
cuando ese día llegue, recordaremos que, mientras algunos se burlaban del
uniforme, otros estaban construyendo el futuro de El Salvador.
SAN SALVADOR, 19 DE AGOSTO DE 2025
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