DIALÉCTICA DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA: “LO QUE MUERE, LO QUE NACE Y LO QUE
PERMANECE”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
La
historia de los pueblos no se mueve en saltos arbitrarios ni en rupturas
absolutas, sino en procesos complejos donde lo viejo resiste a desaparecer y lo
nuevo lucha por abrirse camino. Esa tensión dialéctica define el presente
salvadoreño, donde lo tradicional se aferra al poder perdido, mientras fuerzas
emergentes empujan por consolidar un nuevo orden político.
La
dialéctica enseña que lo nuevo no destruye absolutamente todo lo viejo, sino
que niega y supera lo que ya no sirve, rescatando lo que ha sido valioso para
el desarrollo social. En palabras de Kosík (1967), la historia no se reinicia
en cada etapa, sino que se construye como una “negación superadora”, un proceso
que elimina lo caducado pero conserva lo esencial.
En este ensayo, se analiza la coyuntura salvadoreña como un parto histórico doloroso,
en el que lo viejo no se resigna a morir, lo nuevo enfrenta resistencias y el
pueblo juega el papel de partera de la historia.
I. LO
VIEJO QUE SE NIEGA A MORIR
El
Salvador arrastra décadas de control político ejercido por partidos
tradicionales —ARENA y FMLN— que dominaron el escenario nacional a través de
prácticas clientelares, corrupción y pactos oscuros (Martínez, 2019). La
resistencia de estas estructuras no es casual. Al perder el poder, buscan
sobrevivir mediante:
· Manipulación mediática
(Lemus, 2020).
· Discursos hipócritas,
acusando de lo que ellos mismos hicieron.
·
Apelaciones a organismos
internacionales que antes callaron frente a sus abusos.
· Como explica Gramsci (1971),
en los momentos de crisis “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina
de nacer”, generando una etapa de transición donde se multiplican fenómenos de
resistencia.
II.
LO NUEVO QUE BUSCA ABRIRSE CAMINO
Lo
nuevo en El Salvador no es perfecto ni acabado, pero se sostiene en una fuente
distinta: la voluntad popular. El liderazgo emergente expresa una ruptura con
la política tradicional y conecta directamente con el pueblo (Dada, 2021).
Entre
sus características destacan:
· Un liderazgo fuerte y
legitimado en las urnas.
· Un discurso de ruptura
histórica frente a la corrupción.
· Amplio respaldo ciudadano,
como demuestran las encuestas y elecciones recientes (CID-Gallup, 2023).
Sin embargo, el reto de lo nuevo no es menor: consolidar cambios, evitar reproducir viejos vicios y resistir las presiones internas y externas.
III.
EL HARTO DOLOROSO
La
transición política salvadoreña puede comprenderse como un parto histórico: lo
viejo grita y se resiste, mientras lo nuevo empuja con fuerza. Este proceso se
traduce en tensiones políticas, polarización y confrontaciones mediáticas.
Hobsbawm
(1997) señala que los momentos de transición son siempre convulsos, pues “los
guardianes del orden viejo no ceden su poder sin lucha”. El dolor no es señal
de fracaso, sino de transformación.
IV.
LA DIALÉCTICA DE LO VIEJO Y LO NUEVO: NEGACIÓN Y CONTINUIDAD
Lo
central de este análisis es comprender que lo nuevo no borra por completo lo
viejo. Según Hegel (1966), la negación dialéctica no implica destrucción
absoluta, sino una “negación conservadora” que elimina lo inservible y preserva
lo valioso.
En el
caso salvadoreño, lo nuevo debe rescatar elementos del pasado:
· Conquistas sociales, como
derechos laborales y sindicales.
· Memoria histórica, en honor a
quienes lucharon por justicia y dignidad.
· Instituciones útiles, que
pueden reformarse en lugar de desaparecer.
Negar
todo lo viejo sería condenarse a empezar de cero. La madurez política consiste
en saber discernir entre lo que debe ser enterrado y lo que debe rescatarse
(Kosík, 1967).
V. EL
PUEBLO COMO PARTERA DE LA HISTORIA
El
protagonista del cambio no es únicamente un líder o un partido, sino el pueblo.
Solo el pueblo puede garantizar que lo nuevo se consolide, evitando que repita
errores del pasado.
Como
afirma Zibechi (2010), los pueblos son los verdaderos sujetos históricos,
capaces de sostener procesos de transformación cuando los actores políticos
vacilan. En El Salvador, la ciudadanía ha demostrado madurez histórica al
rechazar la corrupción, pero deberá mantener la memoria crítica para que lo
nuevo no se corrompa.
CONCLUSIÓN
El
Salvador vive un parto doloroso: lo viejo se niega a morir y lo nuevo busca
consolidarse. La resistencia de los partidos tradicionales es feroz, pero su
legitimidad está agotada. Lo nuevo, con respaldo popular, avanza en medio de
tensiones.
La
clave del proceso está en la dialéctica histórica: lo nuevo debe enterrar lo
corrupto, pero rescatar lo valioso del pasado. Así, la historia avanza en
espiral, no en círculos vacíos ni en saltos al vacío.
REFLEXIÓN
FINAL
El
desafío de este tiempo es claro:
· No conservar lo podrido.
· No destruir lo valioso.
Aprender
del pasado para construir un futuro más sólido.
La
historia no empieza de cero, pero tampoco se queda atrapada en lo mismo. La
verdadera transformación se logra cuando los pueblos entienden que lo nuevo
debe ser continuidad superadora del pasado, no negación absoluta.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS.
1. CID-Gallup. (2023). Encuesta
de opinión pública en El Salvador. San José: CID-Gallup.
2.
Dada, C. (2021). El fin del
bipartidismo en El Salvador. San Salvador: Revista Factum.
3.
Gramsci, A. (1971). Cuadernos
de la cárcel. México: Era.
4.
Hegel, G. W. F. (1966).
Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica.
5.
Hobsbawm, E. (1997). Historia
del siglo XX. Barcelona: Crítica.
6.
Kosík, K. (1967). Dialéctica
de lo concreto. México: Grijalbo.
7.
Lemus, E. (2020). El
Salvador: corrupción y poder político. San Salvador: UCA Editores.
8.
Martínez, O. (2019). El Estado
que no funciona. San Salvador: El Faro Ediciones.
9.
Zibechi, R. (2010).
Autonomías y emancipaciones: América Latina en movimiento. Bogotá: Desde abajo.
SAN SALVADOR, 20 DE AGOSTO DE 2025
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