miércoles, 20 de agosto de 2025

 

DIALÉCTICA DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA: “LO QUE MUERE, LO QUE NACE Y LO QUE PERMANECE”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

La historia de los pueblos no se mueve en saltos arbitrarios ni en rupturas absolutas, sino en procesos complejos donde lo viejo resiste a desaparecer y lo nuevo lucha por abrirse camino. Esa tensión dialéctica define el presente salvadoreño, donde lo tradicional se aferra al poder perdido, mientras fuerzas emergentes empujan por consolidar un nuevo orden político.

La dialéctica enseña que lo nuevo no destruye absolutamente todo lo viejo, sino que niega y supera lo que ya no sirve, rescatando lo que ha sido valioso para el desarrollo social. En palabras de Kosík (1967), la historia no se reinicia en cada etapa, sino que se construye como una “negación superadora”, un proceso que elimina lo caducado pero conserva lo esencial.

En este ensayo, se analiza la coyuntura salvadoreña como un parto histórico doloroso, en el que lo viejo no se resigna a morir, lo nuevo enfrenta resistencias y el pueblo juega el papel de partera de la historia.

I. LO VIEJO QUE SE NIEGA A MORIR

El Salvador arrastra décadas de control político ejercido por partidos tradicionales —ARENA y FMLN— que dominaron el escenario nacional a través de prácticas clientelares, corrupción y pactos oscuros (Martínez, 2019). La resistencia de estas estructuras no es casual. Al perder el poder, buscan sobrevivir mediante:

· Manipulación mediática (Lemus, 2020).

· Discursos hipócritas, acusando de lo que ellos mismos hicieron.

·         Apelaciones a organismos internacionales que antes callaron frente a sus abusos.

· Como explica Gramsci (1971), en los momentos de crisis “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer”, generando una etapa de transición donde se multiplican fenómenos de resistencia.

II. LO NUEVO QUE BUSCA ABRIRSE CAMINO

Lo nuevo en El Salvador no es perfecto ni acabado, pero se sostiene en una fuente distinta: la voluntad popular. El liderazgo emergente expresa una ruptura con la política tradicional y conecta directamente con el pueblo (Dada, 2021).

Entre sus características destacan:

· Un liderazgo fuerte y legitimado en las urnas.

· Un discurso de ruptura histórica frente a la corrupción.

· Amplio respaldo ciudadano, como demuestran las encuestas y elecciones recientes (CID-Gallup, 2023).

Sin embargo, el reto de lo nuevo no es menor: consolidar cambios, evitar reproducir viejos vicios y resistir las presiones internas y externas.

III. EL HARTO DOLOROSO

La transición política salvadoreña puede comprenderse como un parto histórico: lo viejo grita y se resiste, mientras lo nuevo empuja con fuerza. Este proceso se traduce en tensiones políticas, polarización y confrontaciones mediáticas.

Hobsbawm (1997) señala que los momentos de transición son siempre convulsos, pues “los guardianes del orden viejo no ceden su poder sin lucha”. El dolor no es señal de fracaso, sino de transformación.

IV. LA DIALÉCTICA DE LO VIEJO Y LO NUEVO: NEGACIÓN Y CONTINUIDAD

Lo central de este análisis es comprender que lo nuevo no borra por completo lo viejo. Según Hegel (1966), la negación dialéctica no implica destrucción absoluta, sino una “negación conservadora” que elimina lo inservible y preserva lo valioso.

En el caso salvadoreño, lo nuevo debe rescatar elementos del pasado:

· Conquistas sociales, como derechos laborales y sindicales.

· Memoria histórica, en honor a quienes lucharon por justicia y dignidad.

· Instituciones útiles, que pueden reformarse en lugar de desaparecer.

Negar todo lo viejo sería condenarse a empezar de cero. La madurez política consiste en saber discernir entre lo que debe ser enterrado y lo que debe rescatarse (Kosík, 1967).

V. EL PUEBLO COMO PARTERA DE LA HISTORIA

El protagonista del cambio no es únicamente un líder o un partido, sino el pueblo. Solo el pueblo puede garantizar que lo nuevo se consolide, evitando que repita errores del pasado.

Como afirma Zibechi (2010), los pueblos son los verdaderos sujetos históricos, capaces de sostener procesos de transformación cuando los actores políticos vacilan. En El Salvador, la ciudadanía ha demostrado madurez histórica al rechazar la corrupción, pero deberá mantener la memoria crítica para que lo nuevo no se corrompa.

CONCLUSIÓN

El Salvador vive un parto doloroso: lo viejo se niega a morir y lo nuevo busca consolidarse. La resistencia de los partidos tradicionales es feroz, pero su legitimidad está agotada. Lo nuevo, con respaldo popular, avanza en medio de tensiones.

La clave del proceso está en la dialéctica histórica: lo nuevo debe enterrar lo corrupto, pero rescatar lo valioso del pasado. Así, la historia avanza en espiral, no en círculos vacíos ni en saltos al vacío.

REFLEXIÓN FINAL

El desafío de este tiempo es claro:

· No conservar lo podrido.

· No destruir lo valioso.

Aprender del pasado para construir un futuro más sólido.

La historia no empieza de cero, pero tampoco se queda atrapada en lo mismo. La verdadera transformación se logra cuando los pueblos entienden que lo nuevo debe ser continuidad superadora del pasado, no negación absoluta.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.              CID-Gallup. (2023). Encuesta de opinión pública en El Salvador. San José: CID-Gallup.

2.       Dada, C. (2021). El fin del bipartidismo en El Salvador. San Salvador: Revista Factum.

3.       Gramsci, A. (1971). Cuadernos de la cárcel. México: Era.

4.       Hegel, G. W. F. (1966). Fenomenología del espíritu. México: Fondo de Cultura Económica.

5.       Hobsbawm, E. (1997). Historia del siglo XX. Barcelona: Crítica.

6.       Kosík, K. (1967). Dialéctica de lo concreto. México: Grijalbo.

7.       Lemus, E. (2020). El Salvador: corrupción y poder político. San Salvador: UCA Editores.

8.       Martínez, O. (2019). El Estado que no funciona. San Salvador: El Faro Ediciones.

9.       Zibechi, R. (2010). Autonomías y emancipaciones: América Latina en movimiento. Bogotá: Desde abajo.

 

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 20 DE AGOSTO DE 2025

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