DIÁLOGO CON MINERVA
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
Hola, Minerva, madre sabia, protectora de la razón y la
cultura,
¿Cómo estás? Te siento herida, pero no derrotada;
golpeada, pero no de rodillas. Te han querido callar, silenciar tu voz firme
que durante años formó generaciones con hambre de justicia, de dignidad, de
libertad. Tus paredes han sido testigo de traiciones, de discursos vacíos, de
ambiciones desmedidas, de hijos que se vendieron al mejor postor y que hoy te
miran con desprecio desde sus cómodos privilegios.
Pero no todo está perdido. Hoy más que nunca, El Salvador
despierta. El pueblo ha abierto los ojos y está harto de los farsantes que con
trajes elegantes y palabras rebuscadas solo perpetuaban la miseria. ¡Ya no más!
Hoy muchos de tus hijos y tus hijas nos hemos levantado, con dignidad y sin
miedo, para decir que contigo aprendimos a servir, no a servirnos; a luchar, no
a claudicar.
Sí, Minerva, estamos contigo. No somos mayoría todavía,
pero somos valientes, honestos, decididos. Y vamos creciendo. Hemos entendido
que el conocimiento sin ética es puro adorno, y que el saber sin compromiso con
el pueblo es traición. Venimos a rescatar tu grandeza, a limpiar tu nombre, a
devolverle el brillo al lema que tanto nos dio identidad: “¡Hacia la libertad
por la cultura!”
Sabemos que los tiempos han cambiado, que hay nuevas
tecnologías, nuevos lenguajes, nuevos desafíos. Pero hay valores que son
eternos: la verdad, la honradez, el respeto al pueblo, el amor por el bien
común. Por eso te pedimos, Minerva, que no nos dejes solos. Inspíranos.
Llénanos de esa fuerza que una vez hiciste brotar en miles de jóvenes con
hambre de justicia. Ayúdanos a rescatar tu casa de las garras de los corruptos,
los cínicos y los hipócritas.
Diles a los nuevos estudiantes que no se vendan por una
nota fácil, por un viaje, por un puesto vacío. Que no se dejen convertir en
marionetas del sistema, que piensen con cabeza propia y corazón despierto. Que
elijan el camino más difícil: el de la honestidad radical, el pensamiento
crítico y el amor al pueblo.
No he olvidado, Minerva, cómo me recibiste en mi
juventud, cuando era solo un joven lleno de sueños y necesidades. No me diste
riquezas, me diste algo más valioso: dignidad, conocimiento, identidad. Por eso
estoy aquí, viejo ya, pero de pie, con la frente en alto, sin dejarme doblegar
ni callar. Porque te debo tanto, y porque aún te necesito viva y fuerte, como madre
de la sabiduría que eres.
Me duele verte contaminada por intereses mezquinos, por
pactos de silencio, por componendas internas, por el miedo disfrazado de
diplomacia. Pero también me alienta ver a los nuevos rostros que llegan con
preguntas, con sed de justicia, con ganas de cambiar el país de verdad.
Minerva, El Salvador está despertando. Las caretas han
caído, los bufones del pasado ya no engañan a nadie. Hoy tu casa debe volver a
ser refugio de ideas libres, no de cobardes calculadores. Hoy es el momento de
tu renacimiento.
Ayúdanos a reconstruirte. Que la mentira ya no tenga
cabida. Que la verdad, la ciencia, el servicio y la razón vuelvan a ser tus
pilares. Que el compromiso con la patria esté presente en cada clase, en cada
pasillo, en cada palabra dicha dentro de tus muros.
Minerva, madre eterna: no estás sola. Aquí estamos tus
hijos verdaderos, dispuestos a luchar por ti, contigo y desde ti.
¡No más sumisión!
¡No más silencio!
¡Hacia la verdad, con cultura y con coraje!
¡Viva Minerva! ¡Viva el pueblo que despierta!
No hay comentarios:
Publicar un comentario