“EL
SILENCIO DE LOS CULPABLES: ¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS DESAPARECIDOS POR LA GUERRA?”
MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
La guerra civil en El Salvador (1980-1992) dejó una
huella imborrable en la memoria colectiva. Fue un conflicto marcado por la
violencia, la represión, la polarización ideológica y el desgarro social. En
medio de esa vorágine, los más indefensos —los niños y adolescentes— fueron
arrastrados hacia el campo de batalla bajo un brutal reclutamiento forzoso,
tanto por parte del ejército gubernamental como por las fuerzas insurgentes del
FMLN. Se trató de un crimen silencioso que destruyó miles de vidas, arrancando
de raíz la inocencia de una generación que debió haber tenido libros en las
manos y no fusiles.
El discurso oficial de ambos bandos justificaba estas
prácticas como “necesarias” para la causa, pero en realidad escondían una
lógica perversa: los niños eran carne de cañón, piezas desechables de una
maquinaria bélica. Hoy, a más de treinta años de la firma de los Acuerdos de
Paz, la pregunta del pueblo sigue resonando: ¿dónde están esos niños que fueron
adoctrinados, asesinados o mutilados en nombre de ideologías y de partidos que
luego se enriquecieron con la política?
Lo más indignante es la hipocresía de quienes en aquel
entonces secuestraban infancias y las lanzaban a la guerra, y que hoy acusan de
“adoctrinamiento” a quienes buscan educar con valores, disciplina y
conocimiento a las nuevas generaciones. Se trata de un doble discurso inmoral
que pretende encubrir los crímenes de ayer con falsas banderas de democracia en
el presente.
EL RECLUTAMIENTO FORZOSO: UNA ESTRATEGIA CRIMINAL
Durante el conflicto armado, miles de niños fueron
arrancados de sus hogares y obligados a empuñar armas. En el caso del ejército,
los reclutamientos se llevaban a cabo de manera abierta, con redadas en
comunidades rurales y urbanas, arrebatando a jóvenes de apenas 12 o 13 años.
Estos niños, sin preparación ni madurez, eran lanzados a enfrentamientos
sangrientos contra guerrilleros experimentados. Muchos murieron en su primer
combate; otros quedaron mutilados de por vida.
Por otro lado, el FMLN, bajo el argumento de “liberación
del pueblo”, replicó la misma práctica. Reclutaron a menores en los cantones y
caseríos, aprovechando la pobreza, la falta de oportunidades y la
vulnerabilidad emocional.
Les ofrecían un
supuesto sentido de pertenencia, pero en realidad los convertían en soldados
improvisados. La película Voces inocentes refleja de manera desgarradora esa
realidad: niños de 10 a 12 años con un fusil más grande que sus cuerpos,
sometidos al terror de matar o ser asesinados.
El resultado fue devastador: una niñez interrumpida, un
futuro cancelado. Esos niños que debieron haber sido médicos, ingenieros,
maestros o artistas, fueron sepultados en trincheras o quedaron marcados con
cicatrices físicas y psicológicas imposibles de borrar.
El adoctrinamiento: Sembrar ideología en lugar de
conocimiento
La guerra no solo se libraba con fusiles, sino también en
las mentes. Tanto el ejército como la guerrilla implementaron estrategias de
adoctrinamiento para moldear a los menores en función de sus intereses. Los
militares los obligaban a cantar himnos patrióticos, a jurar fidelidad a la
bandera y a repetir consignas vacías; mientras tanto, la guerrilla los
adoctrinaba con discursos de lucha revolucionaria, odio de clases y promesas de
un paraíso socialista.
En ambos casos, la niñez fue vista como un terreno fértil
para sembrar ideología, no valores ni principios éticos. Los niños eran
despojados de su inocencia para ser convertidos en instrumentos de guerra. Esa
manipulación emocional fue tan cruel como las balas que los atravesaban.
Por eso, resulta insultante que hoy los mismos partidos
—ARENA y FMLN— se atrevan a señalar de “adoctrinamiento” los programas
educativos que buscan disciplina, respeto, civismo y preparación académica para
las nuevas generaciones. Lo que se persigue hoy no es sembrar odio ni dividir
al pueblo, sino formar ciudadanos capaces de construir un país distinto, lejos
de la violencia que ellos alimentaron.
EL SILENCIO CÓMPLICE DESPUÉS DE LA GUERRA
Pasaron 33 años desde los Acuerdos de Paz y aún no hay
una rendición de cuentas clara sobre el destino de esos niños. Ni ARENA ni el
FMLN han pedido perdón sincero al pueblo salvadoreño.
Ambos partidos prefirieron repartirse cuotas de poder,
enriquecerse en la política y lavarse las manos frente a sus crímenes históricos.
El discurso actual de sus dirigentes es una muestra de
cinismo: se presentan como defensores de la democracia, cuando durante años
negaron la niñez y arrojaron generaciones enteras al abismo de la violencia. La
pregunta sigue siendo inevitable: ¿dónde están los niños que ustedes
adoctrinaron, asesinaron y lanzaron como carne de cañón? El silencio de estas
cúpulas es tan ensordecedor como ofensivo.
CONCLUSIÓN
La historia del reclutamiento forzoso en El Salvador es
una herida abierta que no puede olvidarse. Los niños que fueron arrebatados de
sus hogares y convertidos en soldados representan la prueba más dolorosa de la
hipocresía de ARENA y FMLN. Estos partidos, responsables de haber destruido
miles de vidas, hoy no tienen autoridad moral para señalar de adoctrinamiento a
quienes buscan educar para la vida y la paz.
La verdadera diferencia es clara: ellos, en el pasado,
robaron infancias para alimentar la guerra; mientras que hoy, la educación
busca devolverle a la juventud el derecho a soñar, a prepararse y a vivir con
dignidad.
REFLEXIÓN FINAL
La niñez es el mayor tesoro de un pueblo, y aquel que se
atreve a mancillarla comete uno de los crímenes más imperdonables. En El
Salvador, tanto el ejército como la guerrilla lo hicieron, y ARENA y FMLN
fueron cómplices de esa barbarie. Por eso, es deber histórico recordarlo, no
para alimentar rencores, sino para que jamás se repita.
Hoy la sociedad salvadoreña tiene el desafío de no
dejarse engañar por discursos de quienes solo buscan regresar al poder. Es hora
de educar, no de adoctrinar; de liberar con conocimiento, no con consignas; de
sembrar paz y justicia en lugar de odio y violencia. El pueblo tiene memoria, y
aunque quieran disfrazar su pasado, ARENA y FMLN jamás podrán borrar que
reclutaron niños, los lanzaron al fuego cruzado y les robaron el futuro.
SAN SALVADOR, 25 DE AGOSTO DE 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario