DISCIPLINA VERSUS MEDIOCRIDAD: EL VERDADERO DEBATE EN LA
EDUCACIÓN SALVADOREÑA
POR: MSc. JOSE ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
Uno de los grandes dilemas de las sociedades
latinoamericanas ha sido la ausencia de disciplina como eje rector de la vida
social. Mientras algunos países asiáticos y europeos construyeron su desarrollo
en base a la organización, el orden y la disciplina, en América Latina hemos
confundido la “libertad” con la “permisividad” y hemos tolerado la indisciplina
como si se tratara de un derecho adquirido.
En este contexto, resulta paradójico que quienes en algún
momento impusieron férreas normas de disciplina en sus estructuras internas
—los exguerrilleros del FMLN— hoy levanten la voz en protesta contra el anuncio
de la nueva Ministra de Educación de rescatar la disciplina en los centros
escolares.
Durante la guerra civil, las organizaciones guerrilleras
no funcionaban con base en “debates democráticos” o “participación horizontal”.
Todo lo contrario: se fundamentaban en la obediencia, el cumplimiento de
órdenes, la subordinación a la estructura y el sacrificio individual en
beneficio del colectivo.
Esa fue, sin duda, una de las razones por las cuales
lograron sostenerse durante más de una década frente a un ejército regular. Sin
disciplina, su maquinaria de guerra jamás hubiera funcionado. Por eso sorprende
—y hasta resulta cínico— que figuras como Lorena Peña salgan hoy a rasgarse las
vestiduras porque una capitana del ejército ha sido nombrada Ministra de
Educación y ha manifestado que rescatará la disciplina en los colegios.
La contradicción es clara: ayer exigían disciplina a sus
bases con castigos severos para quienes se atrevían a desobedecer, y hoy
rechazan la disciplina escolar alegando que es autoritarismo.
El problema, evidentemente, no es la disciplina, sino que los opositores pretendían que el cargo recayera en alguien de su círculo de mediocres, serviles y domesticados que durante décadas ocuparon ministerios sin producir ningún cambio significativo.
DISCIPLINA COMO MOTOR DEL DESARROLLO
El ejemplo internacional es contundente. El japonés Yokoi
Kenji ha repetido en múltiples conferencias una verdad innegable: la disciplina
tarde o temprano superará a la inteligencia. Según él, los latinoamericanos
somos creativos, brillantes y espontáneos, pero carecemos de la constancia y el
orden necesarios para convertir la inteligencia en desarrollo sostenido. En cambio,
el japonés, que no necesariamente es más inteligente, logra mayores resultados
porque actúa con disciplina, perseverancia y respeto a las normas.
La historia de Japón después de la Segunda Guerra Mundial
es el ejemplo perfecto. Un país destruido por dos bombas atómicas, reducido a
cenizas, que en menos de treinta años logró convertirse en una potencia
tecnológica y económica. ¿Cuál fue la clave? La disciplina laboral, la
responsabilidad en el trabajo y la educación con valores de respeto, orden y compromiso.
Ninguno de esos logros se alcanzó en un ambiente de indisciplina, relajamiento
y apatía, que es precisamente lo que hoy defienden algunos sectores de
oposición en El Salvador cuando rechazan la disciplina escolar.
EL DOBLE DISCURSO DE LA OPOSICIÓN
El rechazo a la disciplina por parte de figuras del FMLN
y de ciertos analistas de la oposición es un claro reflejo de su oportunismo
político. Mientras ellos gobernaron, no solo fueron incapaces de instaurar
disciplina en las escuelas, sino que fomentaron un sistema educativo
desordenado, marcado por la mediocridad y la falta de visión.
Hoy, en lugar de
reconocer que esa deficiencia fue uno de los motivos por los cuales la juventud
quedó a merced de las pandillas, se atreven a criticar a quien propone rescatar
la disciplina como pilar de la formación.
La contradicción se vuelve más evidente cuando recordamos
cómo ellos mismos aplicaban la disciplina en sus estructuras internas. No era
opcional, no era negociable. Quien desobedecía era sancionado, castigado o
incluso eliminado.
Sin disciplina, el
FMLN no hubiera sobrevivido como organización clandestina. ¿Qué cambió
entonces? Cambió el hecho de que ahora no son ellos quienes administran el
poder y, por lo tanto, buscan oponerse a cualquier propuesta, aunque sea
razonable y necesaria. Su rechazo a la disciplina no es pedagógico, sino
político; no es ideológico, sino estratégico.
Lo que les molesta no es la disciplina en sí, sino que
sea un gobierno ajeno a sus intereses el que la impulse.
DISCIPLINA Y EDUCACIÓN EN EL SALVADOR
La crisis educativa que heredó El Salvador no puede
resolverse con discursos tibios ni con pedagogías permisivas que terminan
generando más desorden que aprendizaje. Nuestros estudiantes necesitan
recuperar el respeto al aula, la puntualidad, el compromiso con el estudio y la
obediencia a las normas básicas de convivencia. Ningún país puede aspirar a un
verdadero desarrollo sin estas condiciones mínimas.
El rescate de la disciplina en las escuelas no significa
militarización de la educación ni represión contra los estudiantes, como
intentan vender los opositores. Significa recuperar el orden perdido, formar
jóvenes responsables y preparar a la niñez para enfrentar los retos de la vida
con perseverancia y compromiso. Lo contrario —seguir fomentando la
indisciplina, la relajación y el desorden— solo perpetúa la mediocridad y
condena a las futuras generaciones al fracaso.
CONCLUSIONES
La disciplina ha sido históricamente uno de los motores
del desarrollo de las sociedades modernas. Allí donde hay orden, respeto a las
normas y constancia, florecen la productividad, la innovación y la estabilidad
social. En cambio, donde prevalece la indisciplina, reina el caos, la
improvisación y el atraso.
El FMLN y sus voceros muestran un cinismo evidente al
rechazar la disciplina escolar, cuando ellos mismos la aplicaron con mano de
hierro en sus estructuras militares. La diferencia es que antes la disciplina
era funcional a sus intereses políticos y hoy, al no ser ellos los gestores, la
combaten con discursos vacíos y contradictorios.
El nombramiento de una ministra proveniente del ejército
no debería ser motivo de escándalo. Lo verdaderamente escandaloso sería seguir
repitiendo la fórmula de ministros mediocres, incapaces de cambiar la realidad
educativa del país.
REFLEXIÓN FINAL
El Salvador necesita un cambio cultural profundo, y ese
cambio empieza por rescatar valores como la disciplina. No se trata de imponer
un régimen de miedo, sino de reconstruir el tejido social a partir del respeto,
la responsabilidad y el orden. Si seguimos rechazando la disciplina bajo el
pretexto de que es autoritaria, seguiremos atrapados en el círculo vicioso de
la mediocridad.
Quizás el mayor temor de la oposición no sea la
disciplina en sí misma, sino que esta logre transformar realmente a las nuevas
generaciones, creando ciudadanos críticos, responsables y comprometidos con su
país. Y eso sí sería una verdadera amenaza para quienes han vivido del caos, la
corrupción y la indisciplina política durante más de treinta años.
SAN SALVADOR, 16 DE AGOSTO DE 2025
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