sábado, 9 de agosto de 2025

 

DEMOCRACIA PARA EL PUEBLO, DICTADURA PARA LA OLIGARQUÍA

POR MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

En El Salvador, la palabra “dictadura” se ha convertido en un comodín político que la oposición repite como un mantra, con la esperanza de que la repetición convierta su afirmación en verdad. Sin embargo, antes de aceptar o rechazar este calificativo, es necesario detenernos y preguntarnos: ¿qué entendemos por dictadura?, ¿para quién ha existido en nuestra historia?, ¿y qué intereses se ocultan detrás de quienes hoy gritan “dictadura” a todo pulmón?

A lo largo de los siglos, la humanidad ha conocido regímenes autoritarios de todos los matices: desde los que disfrazaban su dominio con ropajes de legalidad hasta los que gobernaban a punta de bayoneta y sangre. Nuestro país no ha sido ajeno a esas experiencias. De hecho, durante más de dos siglos hemos vivido bajo un mismo patrón: el dominio de una élite que, bajo la fachada de la democracia, imponía su voluntad a la mayoría.

Hoy, en pleno 2025, el panorama es distinto. Por primera vez en mucho tiempo, el poder político se ejerce de forma que rompe con el esquema tradicional de subordinación al puñado de familias que han controlado el Estado desde la Independencia. Y eso, precisamente, es lo que ha desatado la furia de la oposición tradicional y de sus socios ideológicos.

BREVE REPASO HISTÓRICO

La historia mundial está llena de ejemplos claros de dictaduras: Hitler en Alemania, Mussolini en Italia, Franco en España, Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay, Somoza en Nicaragua, Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador… Aunque distintas en su forma, todas compartieron rasgos comunes: concentración absoluta del poder, anulación de la participación popular real, represión y sumisión de las mayorías.

En El Salvador, la oligarquía cafetalera consolidó su poder político y económico durante el siglo XX, utilizando tanto gobiernos militares como civiles a su conveniencia. Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, se vendió la idea de que la “democracia” había llegado para quedarse. Sin embargo, lo que en realidad se instauró fue una democracia vigilada, diseñada para que nada alterara el control de los mismos grupos económicos de siempre.

DEMOCRACIA Y DICTADURA: CONCEPTOS QUE SE ENTRELAZAN

La democracia no es solo ir a votar cada cinco años. Si el pueblo no decide realmente el rumbo de su país, lo que tenemos es una dictadura disfrazada. Así funcionó la llamada “democracia” salvadoreña durante más de dos siglos: un sistema electoral amañado para legitimar a quienes gobernaban para beneficio de una minoría.

Históricamente, cuando estos grupos veían peligrar su dominio, recurrían sin pudor al fraude electoral, a los golpes de Estado o a la manipulación jurídica. Lo hicieron antes de 1931, lo hicieron después de 1944, y también en la posguerra, cuando ARENA y luego el FMLN actuaron como administradores del mismo modelo.

EL CAMBIO DE 2019 Y LA REACCIÓN DE LA ÉLITE

La llegada de Nayib Bukele a la presidencia en 2019 significó, para esas élites, un terremoto político. Por primera vez, el presidente no recibía órdenes de la oligarquía; al contrario, era él quien marcaba la agenda y exigía cuentas a los poderosos.

 Como bien dijo el analista Dagoberto Gutiérrez: “Antes, la oligarquía llamaba al presidente para decirle qué hacer; ahora, es el presidente quien llama a la oligarquía para decirles qué deben hacer”.

Este cambio provocó una reacción feroz: campañas mediáticas internacionales, denuncias ante organismos extranjeros, manipulación de ONG y un discurso repetitivo sobre una supuesta “dictadura” que, paradójicamente, solo ha servido para evidenciar su pérdida de control sobre el Estado.

¿DICTADURA O EMPODERAMIENTO POPULAR?

Lo que hoy vivimos no es una dictadura, sino un fenómeno inédito: un gobierno que, con sus aciertos y errores, ha roto el pacto histórico que mantenía al pueblo como simple espectador.

Esto explica por qué la oposición tradicional se ha quedado sin discurso convincente; ya no logra movilizar a las masas con los viejos argumentos porque la gente ha probado, quizá por primera vez, lo que es decidir su destino.

En términos políticos, estamos presenciando el ocaso de la “dictadura de la minoría” y el surgimiento de una democracia que, aunque imperfecta, responde más a las mayorías que a los salones privados de la oligarquía.

CONCLUSIÓN

En resumen, la acusación de “dictadura” lanzada contra el actual gobierno no es más que una proyección de quienes sí ejercieron, durante décadas, una verdadera dictadura económica, política y cultural. Hoy se resisten a aceptar que su tiempo pasó y que la ciudadanía no quiere volver a un modelo que la excluía de las decisiones importantes.

Las elecciones de 2019, 2021 y 2024 son prueba de que el pueblo salvadoreño ha optado por un camino distinto, con la expectativa de construir una democracia real, no una caricatura como la que nos vendieron por más de dos siglos.

REFLEXIÓN FINAL

La pregunta no es si existe dictadura en El Salvador, sino para quién sería hoy una dictadura. La respuesta es clara: para la élite que antes decidía todo y que hoy debe acatar la voluntad popular. Para la gran mayoría, este momento representa una oportunidad histórica de romper las cadenas de un sistema injusto y avanzar hacia un modelo donde el poder sea un instrumento de servicio y no de dominio.

El reto es no permitir que las viejas prácticas regresen camufladas y seguir defendiendo el principio de que la soberanía reside, efectivamente, en el pueblo.

 

 

SAN SALVADOR, 9 DE AGOSTO DE 2025

 

 

 

 

 

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