CUANDO EL
ZORRO RECOMIENDA A OTRO ZORRO PARA CUIDAR EL GALLINERO
POR: MSc. JOSE ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
El
amanecer de hoy no trajo noticias nuevas para el pueblo salvadoreño, sino una
repetición del mismo guion viejo y rancio que ciertos personajes de la política
y la opinión pública recitan como si fuera sabiduría revelada. En la entrevista
matutina, Ronald Umaña —ese espécimen político que lleva décadas dando vueltas
como trompo mareado en el escenario mediático— nos regaló una de esas frases
que merecen ser archivadas en el Libro de Oro del Cinismo Nacional. Con su tono
de “voz autorizada”, proclamó que “la sociedad civil ve con buenos ojos la
candidatura presidencial de José Miguel Fortín Magaña, ya que es una persona
honrada, inteligente y valiente”.
El
problema no es solo la declaración en sí, sino la tragicomedia detrás de ella:
un político con historial cuestionable, elogiando a otro personaje que, si bien
se vende como defensor de la moral y la ética, ha sido parte activa de ese club
exclusivo de opinadores y “salvadores de la patria” que jamás han dado una
solución real a los problemas que dicen combatir. Es el equivalente a ver a un
zorro recomendando a otro zorro para cuidar el gallinero, con el descaro de
añadir que es “el más confiable” del reino animal.
Y para
rematar, Umaña se atreve a afirmar que no se puede comparar a Fortín Magaña con
Nayib Bukele. En eso, curiosamente, tiene razón: no se pueden comparar, porque
mientras uno ha transformado el tablero político y cuenta con respaldo popular
abrumador, los otros apenas son piezas olvidadas en el cajón de la vieja
política, soñando con volver a jugar. La frase entera suena más a un intento
desesperado de fabricar relevancia que a un juicio político serio. El pueblo
salvadoreño, curtido por décadas de promesas incumplidas, se hace la pregunta
que resume todo: ¿Este señor habla en serio, perdió la noción de la realidad o
simplemente busca vistas y clics con su show?
CUERPO
DEL COMENTARIO
El
discurso de Umaña es un insulto a la inteligencia colectiva. Pretender que
Fortín Magaña es la encarnación de la honradez, la inteligencia y la valentía
es tan creíble como un anuncio de “refrescos saludables” patrocinado por una
empresa de bebidas azucaradas. Para empezar, la “sociedad civil” que él
menciona no es más que un grupo reducido de personajes de siempre:
exfuncionarios frustrados, opinadores de escritorio, ONG con financiamiento
opaco y un par de académicos que viven en una nube de teorías, muy lejos de la
realidad del pueblo.
Fortín
Magaña se ha labrado una imagen de “crítico feroz” de los gobiernos que no se
ajustan a su molde, pero detrás de ese barniz de moralista hay un historial de
declaraciones que parecen diseñadas más para ganar espacio mediático que para
construir propuestas concretas. No lo hemos visto resolviendo un problema de
salud en un hospital público, enfrentando la inseguridad en una comunidad
olvidada o luchando hombro a hombro con los más pobres. Sus batallas se libran
en sets de televisión, programas de opinión y redes sociales, donde la valentía
se mide en “likes” y “retuits”, no en resultados tangibles.
Pero lo
verdaderamente risible es que la recomendación venga de Ronald Umaña, un hombre
cuya carrera política ha sido un zigzag constante, saltando de una posición a
otra con la misma facilidad con la que se cambia de camisa. Si su palabra es la
carta de presentación de Fortín Magaña, entonces el mensaje es claro: estamos
ante otro intento de la vieja guardia de colar a uno de los suyos en el nuevo
ciclo político. Y cuando la vieja política respalda a alguien, no es porque sea
“honrado”, sino porque es funcional a sus intereses.
La
estrategia es predecible: vestir de “independencia” a un candidato que, en el
fondo, representa las mismas prácticas y discursos que hundieron al país en la
corrupción, la desigualdad y el estancamiento. Es el mismo libreto de siempre:
atacar al actual gobierno con moral de escaparate, mientras se blinda a los
amigos y aliados de cualquier escrutinio serio.
Además,
la frase de Umaña encierra un desprecio tácito por la memoria del pueblo. ¿De
verdad cree que la gente olvidó lo que la “sociedad civil” de sus tiempos
significaba? Era esa misma élite que asistía a cócteles, escribía cartas
públicas y hacía “denuncias” mediáticas, pero nunca movió un dedo para cambiar
la realidad de las calles. El país ya tuvo suficiente de esos salvadores de
papel, que se autoproclaman inteligentes y valientes, pero que, cuando llega la
hora de actuar, desaparecen como humo en el viento.
CONCLUSIÓN
La escena
de hoy no fue un debate serio sobre liderazgo o futuro presidencial; fue un
acto de autopromoción disfrazado de análisis político. Ronald Umaña no habló en
nombre del pueblo, habló en nombre de un pequeño gremio que se resiste a perder
su cuota de protagonismo. Al elogiar a Fortín Magaña con adjetivos que no
resisten un examen objetivo, no hizo más que confirmar lo desconectados que
están estos personajes de la realidad que vive la mayoría.
La
diferencia con Bukele no es de matices, sino de naturaleza. Mientras el
presidente actual ha redefinido la política salvadoreña y demostrado que es
posible romper con las estructuras tradicionales, Umaña y Fortín representan
justamente esas estructuras: discursos huecos, gestos mediáticos y promesas que
se diluyen en el aire. Es como comparar a alguien que construye una casa con
sus propias manos con dos tipos que solo saben dibujarla en una servilleta.
REFLEXIÓN
FINAL
El pueblo
salvadoreño ya no vive de ilusiones prefabricadas. Las palabras bonitas, los
títulos académicos y las poses de moralidad no alcanzan para convencer a una
ciudadanía que ha aprendido a distinguir entre el compromiso real y el show
mediático. Que Ronald Umaña elogie a Fortín Magaña no es un mérito, es una
advertencia. Es la señal de que las viejas alianzas y las viejas trampas siguen
intentando colarse en la política nacional bajo el disfraz de “alternativa honesta”.
La
verdadera pregunta no es si Umaña cree lo que dijo, sino por qué lo dijo. ¿Es
lealtad política? ¿Es oportunismo? ¿O es simplemente la necesidad de seguir
apareciendo en titulares a cualquier costo? Lo que sí está claro es que, en la
mente del pueblo salvadoreño, este tipo de avales equivalen a un certificado de
garantía… pero de que todo será más de lo mismo.
En
tiempos en que la gente exige resultados, no relatos, es ingenuo pensar que un
sello de aprobación de la vieja política pueda abrirle las puertas del poder a
nadie. Y es que, como dice el refrán popular adaptado a la ocasión: cuando un
corrupto te llama honrado, revisa tu billetera.
SAN
SALVADOR, 14 DE AGOSTO DE 2025
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