jueves, 14 de agosto de 2025

 

CUANDO EL ZORRO RECOMIENDA A OTRO ZORRO PARA CUIDAR EL GALLINERO

POR: MSc. JOSE ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

El amanecer de hoy no trajo noticias nuevas para el pueblo salvadoreño, sino una repetición del mismo guion viejo y rancio que ciertos personajes de la política y la opinión pública recitan como si fuera sabiduría revelada. En la entrevista matutina, Ronald Umaña —ese espécimen político que lleva décadas dando vueltas como trompo mareado en el escenario mediático— nos regaló una de esas frases que merecen ser archivadas en el Libro de Oro del Cinismo Nacional. Con su tono de “voz autorizada”, proclamó que “la sociedad civil ve con buenos ojos la candidatura presidencial de José Miguel Fortín Magaña, ya que es una persona honrada, inteligente y valiente”.

El problema no es solo la declaración en sí, sino la tragicomedia detrás de ella: un político con historial cuestionable, elogiando a otro personaje que, si bien se vende como defensor de la moral y la ética, ha sido parte activa de ese club exclusivo de opinadores y “salvadores de la patria” que jamás han dado una solución real a los problemas que dicen combatir. Es el equivalente a ver a un zorro recomendando a otro zorro para cuidar el gallinero, con el descaro de añadir que es “el más confiable” del reino animal.

Y para rematar, Umaña se atreve a afirmar que no se puede comparar a Fortín Magaña con Nayib Bukele. En eso, curiosamente, tiene razón: no se pueden comparar, porque mientras uno ha transformado el tablero político y cuenta con respaldo popular abrumador, los otros apenas son piezas olvidadas en el cajón de la vieja política, soñando con volver a jugar. La frase entera suena más a un intento desesperado de fabricar relevancia que a un juicio político serio. El pueblo salvadoreño, curtido por décadas de promesas incumplidas, se hace la pregunta que resume todo: ¿Este señor habla en serio, perdió la noción de la realidad o simplemente busca vistas y clics con su show?

CUERPO DEL COMENTARIO

El discurso de Umaña es un insulto a la inteligencia colectiva. Pretender que Fortín Magaña es la encarnación de la honradez, la inteligencia y la valentía es tan creíble como un anuncio de “refrescos saludables” patrocinado por una empresa de bebidas azucaradas. Para empezar, la “sociedad civil” que él menciona no es más que un grupo reducido de personajes de siempre: exfuncionarios frustrados, opinadores de escritorio, ONG con financiamiento opaco y un par de académicos que viven en una nube de teorías, muy lejos de la realidad del pueblo.

Fortín Magaña se ha labrado una imagen de “crítico feroz” de los gobiernos que no se ajustan a su molde, pero detrás de ese barniz de moralista hay un historial de declaraciones que parecen diseñadas más para ganar espacio mediático que para construir propuestas concretas. No lo hemos visto resolviendo un problema de salud en un hospital público, enfrentando la inseguridad en una comunidad olvidada o luchando hombro a hombro con los más pobres. Sus batallas se libran en sets de televisión, programas de opinión y redes sociales, donde la valentía se mide en “likes” y “retuits”, no en resultados tangibles.

Pero lo verdaderamente risible es que la recomendación venga de Ronald Umaña, un hombre cuya carrera política ha sido un zigzag constante, saltando de una posición a otra con la misma facilidad con la que se cambia de camisa. Si su palabra es la carta de presentación de Fortín Magaña, entonces el mensaje es claro: estamos ante otro intento de la vieja guardia de colar a uno de los suyos en el nuevo ciclo político. Y cuando la vieja política respalda a alguien, no es porque sea “honrado”, sino porque es funcional a sus intereses.

La estrategia es predecible: vestir de “independencia” a un candidato que, en el fondo, representa las mismas prácticas y discursos que hundieron al país en la corrupción, la desigualdad y el estancamiento. Es el mismo libreto de siempre: atacar al actual gobierno con moral de escaparate, mientras se blinda a los amigos y aliados de cualquier escrutinio serio.

Además, la frase de Umaña encierra un desprecio tácito por la memoria del pueblo. ¿De verdad cree que la gente olvidó lo que la “sociedad civil” de sus tiempos significaba? Era esa misma élite que asistía a cócteles, escribía cartas públicas y hacía “denuncias” mediáticas, pero nunca movió un dedo para cambiar la realidad de las calles. El país ya tuvo suficiente de esos salvadores de papel, que se autoproclaman inteligentes y valientes, pero que, cuando llega la hora de actuar, desaparecen como humo en el viento.

CONCLUSIÓN

La escena de hoy no fue un debate serio sobre liderazgo o futuro presidencial; fue un acto de autopromoción disfrazado de análisis político. Ronald Umaña no habló en nombre del pueblo, habló en nombre de un pequeño gremio que se resiste a perder su cuota de protagonismo. Al elogiar a Fortín Magaña con adjetivos que no resisten un examen objetivo, no hizo más que confirmar lo desconectados que están estos personajes de la realidad que vive la mayoría.

La diferencia con Bukele no es de matices, sino de naturaleza. Mientras el presidente actual ha redefinido la política salvadoreña y demostrado que es posible romper con las estructuras tradicionales, Umaña y Fortín representan justamente esas estructuras: discursos huecos, gestos mediáticos y promesas que se diluyen en el aire. Es como comparar a alguien que construye una casa con sus propias manos con dos tipos que solo saben dibujarla en una servilleta.

REFLEXIÓN FINAL

El pueblo salvadoreño ya no vive de ilusiones prefabricadas. Las palabras bonitas, los títulos académicos y las poses de moralidad no alcanzan para convencer a una ciudadanía que ha aprendido a distinguir entre el compromiso real y el show mediático. Que Ronald Umaña elogie a Fortín Magaña no es un mérito, es una advertencia. Es la señal de que las viejas alianzas y las viejas trampas siguen intentando colarse en la política nacional bajo el disfraz de “alternativa honesta”.

La verdadera pregunta no es si Umaña cree lo que dijo, sino por qué lo dijo. ¿Es lealtad política? ¿Es oportunismo? ¿O es simplemente la necesidad de seguir apareciendo en titulares a cualquier costo? Lo que sí está claro es que, en la mente del pueblo salvadoreño, este tipo de avales equivalen a un certificado de garantía… pero de que todo será más de lo mismo.

En tiempos en que la gente exige resultados, no relatos, es ingenuo pensar que un sello de aprobación de la vieja política pueda abrirle las puertas del poder a nadie. Y es que, como dice el refrán popular adaptado a la ocasión: cuando un corrupto te llama honrado, revisa tu billetera.

 

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 14 DE AGOSTO DE 2025

 

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