¿QUÉ CLASE DE MARXISMO CONOCE EL CHINO FLORES?
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA,
INTRODUCCIÓN
En una reciente entrevista, Manuel "el
Chino" Flores, exfuncionario del FMLN y autoproclamado dirigente
revolucionario, dejó entrever una vez más su tono arrogante y autoritario al
reprocharle a uno de los panelistas con quienes compartía espacio la siguiente
frase: “Es que ustedes no leen marxismo para comprender la realidad”. Una
afirmación tan prepotente como errada, que más allá de su contenido, revela una
profunda ignorancia disfrazada de erudición.
Porque el marxismo no es una consigna, no
es un panfleto ni una fórmula mágica que resuelve la complejidad del mundo. Es
una corriente filosófica, económica y política que ha contribuido a la crítica
del sistema capitalista, sí, pero también es una teoría en constante debate,
revisión y evolución. Quien lo reduce a un arma de desprecio para callar al
otro, lo ha entendido mal. Y si ese alguien es el Chino Flores, entonces la
pregunta es legítima: ¿qué sabe realmente de marxismo este personaje?
No basta con nombrar a Marx o recitar
eslóganes con tono doctoral para erigirse como autoridad moral o política. El
marxismo serio no es memorístico, es analítico; no es excluyente, es
dialéctico. Requiere humildad intelectual, conocimiento crítico y, sobre todo,
coherencia práctica. Tres cualidades ausentes en la mayoría de las
intervenciones públicas del Chino Flores.
I. MARXISMO NO ES DOGMA NI PANFLETO
SOVIÉTICO
El marxismo auténtico es una teoría crítica
de la sociedad. Nació como una herramienta para analizar los mecanismos de
explotación capitalista y proponer caminos hacia la transformación
revolucionaria. Sin embargo, con el tiempo, especialmente durante la Guerra
Fría, fue secuestrado por regímenes totalitarios que lo convirtieron en
catecismo oficial, ahogando su esencia crítica y dialéctica.
Es precisamente este “marxismo de manual”,
reducido a citas descontextualizadas y dogmas autoritarios, el que parece
manejar el Chino Flores. Lo repite como si fuera una verdad revelada, inmutable
y superior a cualquier otro enfoque. Pero quien solo ha leído ediciones soviéticas
de panfletos partidarios no ha conocido el verdadero marxismo. Ni siquiera ha
rascado la superficie del pensamiento de Marx, Engels, Gramsci, Rosa Luxemburgo
o Mariátegui.
Reducir el marxismo a una herramienta de desprecio, de descalificación del otro, como lo hizo Flores, demuestra una falta de comprensión total de su esencia. Porque si algo enseñó Marx fue que la realidad concreta es siempre más compleja que las categorías abstractas, y que el análisis debe partir de esa realidad para transformarla, no para imponerle esquemas cerrados.
II. ARROGANCIA DISFRAZADA DE SABIDURÍA
La actitud del Chino Flores no es solo
ignorancia, es también soberbia. Habla desde una supuesta autoridad moral que
nadie le ha concedido, y pretende dictar qué se debe leer y cómo se debe
interpretar la realidad. Esa postura es profundamente antidemocrática,
intelectualmente pobre y políticamente desgastada.
¿Acaso no ha sido su propio partido —el
FMLN— el que, en nombre de las causas populares, terminó siendo cómplice del saqueo
del Estado, de pactos oscuros con pandillas y de un desencanto masivo del
pueblo que alguna vez les creyó? ¿Qué marxismo puede justificar tales
traiciones?
Un verdadero revolucionario escucha,
debate, aprende. No impone. Un verdadero marxista se interroga constantemente
sobre el mundo, no lo reduce a fórmulas repetidas. El Chino, en cambio,
prefiere acusar de ignorancia a todo aquel que no piensa como él, como si el
único criterio válido para opinar fuera pasar por su filtro ideológico. Eso,
más que marxismo, es autoritarismo disfrazado de pensamiento crítico.
III. EL MARXISMO COMO UNA TEORÍA ENTRE
MUCHAS
El marxismo ha sido una de las grandes
corrientes del pensamiento moderno, sin duda. Ha generado herramientas
poderosas para entender la historia, la economía y las relaciones de poder.
Pero no es la única. Existen múltiples enfoques desde los cuales se puede
interpretar la realidad: el estructuralismo, el anarquismo, el feminismo
crítico, la ecología política, la fenomenología, la teoría crítica, entre
muchas otras.
Pretender que solo leyendo a Marx se puede
comprender el mundo es tan absurdo como afirmar que solo leyendo la Biblia se
puede entender la moral. Una cosa es reconocer el valor del marxismo, y otra
muy distinta es convertirlo en religión. Y eso es precisamente lo que hacen
personajes como Flores: sustituyen el pensamiento crítico por la fe ciega en un
conjunto de ideas que ni siquiera han comprendido en profundidad.
Descalificar al otro por no pensar desde el
marxismo es tan obtuso como descalificar al marxismo por ser marxismo. Lo que
importa es la calidad del argumento, la profundidad del análisis, la honestidad
intelectual. Y en ese terreno, el Chino Flores hace agua. Porque su discurso no
es reflexivo, sino reactivo; no es dialéctico, sino panfletario.
CONCLUSIÓN
La arrogancia del Chino Flores al erigirse
como juez de quién comprende o no la realidad a través del lente marxista es un
síntoma claro de la decadencia de ciertos sectores de la vieja izquierda. Su
discurso, lejos de inspirar pensamiento crítico, genera rechazo, porque se basa
en la imposición, no en la convicción.
Saber de marxismo no es repetir frases, es
entender procesos. No es leer panfletos soviéticos, es dialogar con los
clásicos y con la realidad viva de los pueblos. Y, sobre todo, es actuar con coherencia
entre el discurso y la práctica. Algo que ni Flores ni muchos de sus
correligionarios han sabido hacer.
REFLEXIÓN FINAL
El pensamiento crítico, en cualquier
sociedad, requiere libertad, humildad y diversidad. Cuando un dirigente
político utiliza una teoría para silenciar al otro, ha perdido el rumbo. Cuando
esa teoría se vuelve un instrumento de superioridad moral, ha dejado de ser una
herramienta de emancipación para convertirse en una cadena más.
El Salvador no necesita más iluminados de
izquierda con ego inflado y retórica reciclada. Necesita pensadores honestos,
humildes, críticos, capaces de escuchar y de aprender. Necesita menos
“marxistas de cartón” y más ciudadanos conscientes que sepan que ninguna
teoría, por sí sola, basta para transformar la realidad.
Porque la revolución comienza cuando
dejamos de repetir consignas y empezamos a pensar por nosotros mismos. Y en ese
camino, el verdadero enemigo no es quien no ha leído a Marx, sino quien lo ha
leído mal… y se cree superior por hacerlo.
SAN SALVADOR. 30 DE JULIO DE 2025
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