miércoles, 9 de julio de 2025

 

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

CONTENTARIO SOBRE EL EDITORIAL DE LA UCA.

 

INTRODUCCIÓN

El editorial de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) del 7 de julio de 2025 tristemente continúa con la misma narrativa que de toda la población es bien conocida. Con la misma y desacreditada narrativa que los demás sectores de la oposición siguen como si fuera el catecismo. Con su estilo academiscista y ética, pretenden maquillar una postura abiertamente ideológica y desconectada de la realidad que vive el pueblo salvadoreño.

Con un tono alarmista, acusa sin matices y omite deliberadamente los profundos avances en seguridad y justicia alcanzados bajo el régimen de excepción. No es un llamado a la reflexión jurídica ni un análisis técnico; es un manifiesto político disfrazado de opinión universitaria, que defiende más los derechos de los victimarios que la dignidad de las víctimas.

 Pretender erigirse como faro moral sin haber condenado con igual energía las décadas de impunidad, corrupción y violencia pandilleril es una contradicción que no puede pasar inadvertida. La UCA, en lugar de aportar al debate nacional desde la honestidad intelectual, ha optado por convertirse en altavoz de una oposición debilitada, que teme más al cambio que a la injusticia que durante años toleró en silencio.

DESARROLLO.

El editorial de la UCA titulado "Los 40 meses de vigencia del régimen de excepción..." no solo refleja una lectura sesgada y políticamente malintencionada de la realidad salvadoreña, sino que incurre en una narrativa profundamente irresponsable que ignora —de forma deliberada— los avances innegables en seguridad, justicia social y restauración del orden que el pueblo ha vivido en carne propia.

Hablar de "incapacidad del sistema de justicia" sin contextualizar el colapso institucional heredado por décadas de corrupción, impunidad y componendas entre políticos, jueces y criminales, es una afrenta al sentido común de los ciudadanos que por años clamaron por justicia y fueron ignorados.

 La UCA, desde su pedestal académico, prefiere omitir el hecho de que el régimen de excepción ha logrado lo que ningún otro gobierno ni sistema judicial previo se atrevió a enfrentar: desmantelar estructuras mafiosas que secuestraron comunidades enteras bajo el terror y la extorsión.

Mencionar el “irrespeto a la Constitución” o la “falta de apego al derecho convencional” sin reconocer el respaldo legislativo, el control constitucional y el apoyo mayoritario del pueblo, es pretender que las normas escritas valen más que la vida de miles de salvadoreños que por años vivieron bajo amenaza constante. ¿Dónde estaba la voz enérgica de la UCA cuando las pandillas controlaban barrios, cuando el sistema judicial liberaba delincuentes por tecnicismos legales, y cuando la impunidad era la norma?

Se acusa al Estado de “detenciones ilegales” y “despreocupación por los derechos humanos” como si los derechos de los criminales estuvieran por encima de los derechos de las víctimas. Esta postura elitista y desconectada del sentir popular perpetúa la idea de una justicia selectiva que protege al victimario y abandona al pueblo. La supuesta defensa de derechos humanos pierde toda legitimidad cuando se convierte en el escudo de los victimarios, mientras calla ante décadas de injusticia estructural que condenó a la pobreza, al miedo y a la muerte a miles de ciudadanos inocentes.

El editorial de la UCA no es más que una reafirmación del papel que ciertos sectores han decidido jugar: el de la oposición disfrazada de academia, el de la crítica sin autocrítica, y el de la moral selectiva. La justicia no puede ser vista únicamente desde el escritorio ni desde el aula universitaria. La verdadera justicia, la que clama el pueblo, es la que devuelve la paz, la que defiende al inocente, y la que se atreve a corregir un sistema podrido desde sus raíces.

El pueblo salvadoreño ya decidió: está cansado de teorías sin acción, de retóricas sin resultados y de académicos que se resisten a ver el cambio porque ese cambio no se dio bajo sus reglas. La historia juzgará, y lo hará desde la experiencia vivida de quienes, por primera vez en décadas, pueden caminar libres por sus comunidades. Y esa justicia —la real— no se construye desde un editorial, sino desde la acción valiente y firme de quienes pusieron al pueblo en el centro.

 

 

 

SAN SALVADOR, DE JULIO DE

 

 

 

 

 

 

 

 

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