MEMORIA HISTÓRICA,
POLÍTICA Y CORRUPCIÓN: LA HERIDA ABIERTA DE EL SALVADOR
POR: MSc. JOSÉ
ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
La historia de un
pueblo no se construye solamente con fechas y eventos, sino con la conciencia
crítica de su pasado. La memoria histórica no es un archivo polvoriento ni un
simple acto de nostalgia; es una herramienta de resistencia y liberación.
Recordar es un deber ético, un acto político y una defensa de la verdad frente
a las manipulaciones de los poderosos.
En El Salvador, hablar de memoria histórica es
hablar de las cicatrices que la represión, la impunidad y la corrupción han
dejado en millones de hombres y mujeres. Este ensayo busca no solo recordar,
sino denunciar con firmeza las prácticas de saqueo, sometimiento y manipulación
ejercidas durante décadas por una clase política corrupta, representada en gran
medida por los gobiernos del partido ARENA y FMLN0000002. También se advierte
sobre los peligros del olvido y se propone una toma de conciencia que permita al
pueblo no repetir el pasado.
I. LA MEMORIA
HISTÓRICA COMO INSTRUMENTO DE LUCHA
Tener memoria
histórica es comprender que nuestra identidad está hecha de luchas, sangre,
resistencia y dignidad. Es reconocer que la justicia social, la libertad y la
democracia no han sido regalos de ninguna cúpula, sino conquistas populares que
han costado la vida de miles de mártires. Recordar no es vivir en el pasado, es
construir el futuro con lucidez, aprendiendo de los errores y honrando a
quienes dieron su vida por un país más justo.
Quien olvida su
historia corre el riesgo de ser esclavizado por ella. Como advertía Simón
Bolívar, “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia
destrucción”. Los pueblos sin memoria son fácilmente manipulables, objeto de
campañas de miedo, de mitologías políticas, de mentiras maquilladas de
modernidad y progreso.
II. EL HOMBRE SIN
MEMORIA: METÁFORA DE UN PUEBLO DESPOJADO
Imaginemos a Gregorio
Samsa, el personaje de Kafka, no convertido en insecto, sino privado de su
memoria. En esa condición, Gregorio sería incapaz de ubicarse en su realidad,
sin referencias, sin identidad, sin pasado. Es una criatura indefensa,
fácilmente manipulable, explotable, vulnerable a la alienación total.
Esa imagen kafkiana es
un espejo de lo que sucede a un pueblo cuando se le arrebata su memoria: se
convierte en un ente sin rumbo, sin conciencia de clase, sin defensa frente a
los poderes hegemónicos. Es el caso de El Salvador, donde la historia oficial
ha sido silenciada o reescrita por los vencedores, y donde las generaciones
jóvenes muchas veces desconocen los horrores vividos por sus abuelos.
III. EL SECUESTRO DE
LA SOBERANÍA Y LA MANIPULACIÓN DEL MIEDO
El Salvador perdió su
soberanía en múltiples dimensiones. La imposición del dólar, sin consulta ni
consenso, fue un acto de traición a la independencia económica del país,
ejecutado por los gobiernos de ARENA. Lo mismo ocurrió con la entrega de empresas
públicas, los tratados comerciales desiguales, la subordinación total a los
intereses de Estados Unidos. Todo ello amparado en el discurso del progreso y
la estabilidad.
Pero, además, ARENA
utilizó el miedo como su principal arma política. Campañas diseñadas para
paralizar al pueblo, sembrando el terror ante cualquier intento de cambio. Hoy
ese mismo libreto se reactiva con nuevos rostros, pero con la misma intención:
mantener intactos los privilegios de una élite acostumbrada a gobernar con
cinismo y violencia simbólica.
IV. VEINTE AÑOS DE
CORRUPCIÓN Y SAQUEO INSTITUCIONALIZADO
El documento histórico
ampliado, es contundente: durante veinte años, los gobiernos de ARENA saquearon
al país con total impunidad. Casos emblemáticos de malversación, fraude y
lavado de dinero inundan las páginas de la historia reciente, muchos aún sin
justicia. La cifra es escalofriante: más de 37,112,000 mil millones de dólares
robados al pueblo salvadoreño, según datos del Dr. Salvador Arias.
El sistema judicial,
los medios de comunicación tradicionales y buena parte de la empresa privada
fueron cómplices silenciosos o activos de ese saqueo. Mientras se empobrecía a
la mayoría, se enriquecía obscenamente a una minoría blindada por leyes, medios
y aparatos de represión. Lo más doloroso es que los crímenes de lesa humanidad
–como las masacres del Mozote o del Sumpul, el asesinato de Monseñor Romero o
de los jesuitas de la UCA– siguen impunes, mientras sus responsables se
presentan como demócratas.
V. EL INTENTO POR
BORRAR LA HISTORIA Y FABRICAR UNA VERDAD A LA MEDIDA
Hoy, cuando el pueblo
exige cambios reales y exige justicia, los mismos grupos que antes callaron y
robaron, ahora pretenden dar lecciones de ética y democracia. Controlan medios,
financian analistas y promueven discursos que banalizan la memoria,
caricaturizan la historia y distorsionan los hechos.
No es casual que nunca
se hable de los escándalos de corrupción de ARENA en los medios tradicionales.
Prefieren hablar de Venezuela o Nicaragua, pero callan sobre los crímenes de
los suyos. Quieren borrar el pasado porque saben que su única posibilidad de
retorno es un pueblo amnésico, manipulado y dividido. Para muestra un botón, ni
ARENA ni el FMLN, en sus diferentes discursos o entrevistas en los diferentes medios,
les agrada hablar del saqueo que llevaron a cabo durante sus gobiernos. Al contrario,
se molestan cuando alguien les recuerda su historia. Para ello utilizan un
mecanismo bastante común: “Ya van con lo mismo” seis años de seguir hablando de
lo mismo. ¿por qué se molestan? Porque su
pasado los delata y los pone al descubierto quienes realmente son. Por lo tanto, intentar borrar la historia es
una estrategia política para presentarse ante el pueblo como personas pulcras,
inmaculadas, limpias y de esa manera seguir engañando al pueblo.
CONCLUSIÓN
No podemos construir
un futuro diferente sobre las ruinas del olvido. La memoria histórica no es
venganza, es justicia. Recordar no es vivir en el pasado, es impedir que los
mismos actores del desastre se reciclen y vuelvan a repetir la tragedia. El
Salvador necesita sanar sus heridas, pero no puede hacerlo si quienes las
causaron siguen impunes, dando cátedra desde sus trincheras mediáticas y
empresariales.
Hoy más que nunca, es
urgente educar con la verdad, con los hechos, con los nombres. Enseñar a las nuevas
generaciones que un país digno se construye desde la memoria, desde el coraje y
desde el compromiso con los más vulnerables.
REFLEXIÓN FINAL
No es una opción
volver al pasado, es una tragedia. Votar nuevamente por los partidos que
saquearon, reprimieron y empobrecieron al país sería como invitar al verdugo a
terminar el trabajo. La historia nos llama a la coherencia y al compromiso. No
podemos permitir que el miedo vuelva a invadirnos ni que la desmemoria nos
arrebate el futuro. Como sociedad, tenemos el deber de construir una nación
soberana, justa y solidaria. Y para eso, la memoria es nuestra mayor arma.
La oposición formada
por el matrimonio ARENA y FMLN, en cualquier oportunidad que esgrimen, es que nos
quieren meter miedo de que las pandillas salgan, pero eso es imposible. Pero
nosotros, que los conocemos muy bien, sabemos de lo que son capaces. Si no
tuvieron ningún sentido de humanidad al prestar los polígonos de tiro para que practicaran
los pandilleros para luego salir a matar policías y soldados; no tuvieron
ninguna piedad negociar con las pandillas dinero por votos, preguntémoslo: ¿De qué no son capaces? Es necesario que los salvadoreños estemos
despiertos y no nos vayamos a dejar manipular por discursos vacíos que lo único
que buscan es regresar al poder para continuar con su negocio. Saquear más al país.
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