lunes, 28 de julio de 2025

 

“MEMORIA, DIGNIDAD Y MANIPULACIÓN: UNA FECHA HISTÓRICA QUE NO DEBE PROSTITUIRSE”

POR:  MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN:

Se avecina una fecha significativa para la Universidad de El Salvador (UES) y para el pueblo salvadoreño: el 30 de julio, conmemoración del asesinato de estudiantes universitarios bajo la brutal represión del entonces presidente general Carlos Humberto Romero, en 1975. Esta efeméride no solo representa una jornada de duelo, sino también un acto de memoria colectiva, una exigencia de justicia histórica y una reafirmación del papel que ha jugado la UES en la resistencia social y política del país.

No cabe duda de que esta fecha merece ser recordada con profundo respeto, con la solemnidad que exigen los mártires estudiantiles que ofrendaron su vida en defensa de los derechos humanos, de la democracia y de una educación pública liberadora. El pueblo salvadoreño y la comunidad universitaria tienen la responsabilidad de honrar esta memoria con dignidad, reflexión y compromiso crítico.

Sin embargo, resulta lamentable que una fecha tan cargada de significado histórico se esté deformando bajo intereses mezquinos, manipulaciones políticas y conductas irresponsables.

 La instrumentalización de los estudiantes para provocar disturbios, los fondos públicos utilizados sin transparencia y las actividades que derivan en actos de desorden o consumo de alcohol dentro del campus, no solo son una falta de respeto a los mártires, sino una bofetada al prestigio académico e histórico de la UES.

EL PELIGRO DE LA INSTRUMENTALIZACIÓN POLÍTICA ESTUDIANTIL

Una de las prácticas más nocivas que se han perpetuado en el tiempo dentro de ciertos sectores universitarios es la manipulación de la conciencia estudiantil. Bajo el manto de la protesta legítima y del ejercicio de la memoria histórica, algunos líderes o grupos de poder —muchas veces con afiliaciones partidarias— se han dedicado a infiltrar sus intereses políticos en los actos conmemorativos. Esta práctica no es nueva, pero sí profundamente dañina.

Convertir a los estudiantes en carne de cañón para generar desórdenes en la vía pública, paralizar el tráfico, intimidar a ciudadanos o vandalizar bienes, no es un acto revolucionario ni de conciencia crítica, sino un retroceso hacia la barbarie. Esa no es la lucha por la justicia, sino una farsa disfrazada de “protesta”. Es usar la memoria de los mártires como excusa para fomentar la confrontación, el caos y el descontrol.

Ningún mártir del 30 de julio ofrendó su vida para que hoy su memoria se utilice como pretexto para actos bochornosos o de violencia callejera. Ellos murieron pidiendo justicia, no permitiendo ser usados como símbolos vacíos por dirigentes estudiantiles oportunistas o movimientos de fachada.

EL DERROCHE INSTITUCIONAL DISFRAZADO DE HOMENAJE

Aún más indignante resulta el despilfarro económico que, año con año, se realiza en nombre de esta conmemoración. La Universidad de El Salvador, a pesar de sus múltiples carencias en infraestructura, recursos didácticos y mejoras salariales para su personal docente y administrativo, destina importantes sumas de dinero para la realización de eventos donde predomina el show, la propaganda y la fanfarria.

¿Es digno rendir homenaje a los mártires del 30 de julio con conciertos descontextualizados, bebidas alcohólicas, pancartas vacías y aglomeraciones descontroladas? ¿Acaso los homenajes verdaderos no deberían canalizarse hacia la formación crítica, la investigación histórica, el debate político sano y la construcción de ciudadanía?

Lo que podría ser una jornada de reflexión y conciencia termina siendo muchas veces una actividad vulgar, superficial y desconectada del verdadero sentir de la conmemoración.  El dinero público invertido debería estar orientado a la generación de conocimiento, al fortalecimiento de la memoria histórica crítica y al impulso de verdaderos espacios académicos.  Pero, lamentablemente, termina en los bolsillos de unos pocos, o diluido en bebidas alcohólicas y espectáculos sin sentido.

UNA UNIVERSIDAD DEBE SER CONCIENCIA, NO CIRCO

La Universidad de El Salvador tiene un compromiso moral con la historia del país. Ha sido un bastión de pensamiento crítico, de lucha social y de formación de generaciones comprometidas con la transformación nacional. Pero este legado se encuentra hoy en una encrucijada: o se revaloriza desde la ética y el compromiso académico, o se pierde bajo la banalización de sus gestas históricas.

Permitir que las conmemoraciones históricas se conviertan en celebraciones sin sentido, en borracheras estudiantiles y en plataformas para el protagonismo político, es traicionar la razón misma por la que existen estas fechas. Una universidad que se respeta a sí misma educa en la memoria, en la dignidad y en la razón crítica. No puede permitir que su imagen sea manchada por actos que rayan en el irrespeto y la vulgaridad.

CONCLUSIÓN:

La conmemoración del 30 de julio representa una de las fechas más sensibles y emblemáticas de la historia reciente salvadoreña. Honrar a los mártires universitarios exige una altura moral y ética que trascienda el formalismo y los actos superficiales. La Universidad de El Salvador, como institución que custodia esa memoria, debe asumir su papel con responsabilidad histórica y con una visión transformadora.

Resulta preocupante que actos destinados a recordar un crimen de Estado contra jóvenes estudiantes estén siendo desvirtuados por intereses ajenos al espíritu original de lucha y dignidad. La instrumentalización política de los estudiantes, el derroche de recursos institucionales y la permisividad hacia el consumo de alcohol y el desorden dentro del campus solo contribuyen a empañar el legado de quienes cayeron por ideales auténticos de justicia social.

No es con pancartas vacías ni con actividades festivas disfrazadas de homenaje como se honra a los mártires. Es mediante la formación crítica, el estudio riguroso de la historia, el compromiso con la verdad y la defensa de una educación pública de calidad, que se rinde verdadero tributo a quienes entregaron sus vidas.

La UES debe corregir el rumbo: abandonar las prácticas populistas que degradan su imagen y retomar su lugar como referente moral, intelectual y ético de la nación. Porque la historia no se celebra con ruido ni licor: se honra con coherencia, lucha y pensamiento crítico. Solo así podrá evitar que esa fecha histórica se convierta en una caricatura de sí misma.

REFLEXIÓN FINAL:

Es momento de que la Universidad de El Salvador haga una profunda autocrítica. Honrar a sus mártires no es solo cuestión de recordarlos una vez al año, sino de vivir y actuar bajo los principios que ellos defendieron: justicia, dignidad, conciencia crítica y transformación social. Las fechas históricas no son excusas para el desorden, ni para el derroche, ni para la vanagloria de unos pocos.

Urge un nuevo enfoque: una pedagogía de la memoria que parta desde las aulas, que involucre a estudiantes y docentes en un ejercicio profundo de investigación, diálogo y compromiso social.

Que los fondos institucionales se inviertan en publicaciones, foros, documentales, investigaciones y acciones que enaltezcan el legado de los caídos, no en farándula ni consumo irresponsable.

Solo así podremos decir, con honestidad, que la sangre de los estudiantes del 30 de julio no fue derramada en vano.  Que su memoria siga viva, no como bandera vacía, sino como luz que guíe a nuevas generaciones en la construcción de un país más justo, consciente y digno.  La historia no debe prostituirse.  Debe vivirse con la altura ética que exige la sangre derramada.

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 28 DE JULIO DE 2025

 

 

 

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