lunes, 28 de julio de 2025

 

“CARRETAS VACÍAS CON TÍTULOS RUIDOSOS: LA FARSA DEL LIDERAZGO OPOSITOR”

 

POR:  MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN:

En el escenario político salvadoreño actual, emerge una figura recurrente y cada vez más cuestionada: la del "líder" opositor que se pavonea en redes sociales, foros, programas de entrevistas o columnas de opinión, haciendo alarde de su supuesto conocimiento, luciendo títulos académicos, citando autores clásicos y modernos, hablando de economía, derechos humanos, geopolítica, historia, justicia social, y hasta de ética y moral.

Sin embargo, tras el barniz intelectual, se descubre una profunda incoherencia entre el decir y el hacer. Estos supuestos doctos, más que guías del pueblo, se han convertido en “carretas vacías” que hacen ruido, pero no aportan contenido transformador.

Una carreta vacía hace más ruido que una llena. Esta metáfora describe con precisión a muchos de estos personajes que integran o simpatizan con los partidos tradicionales, que durante décadas sumieron a El Salvador en la corrupción, la impunidad, el abandono institucional y la desigualdad.

 Hoy, pretendiendo reinventarse como portadores de una conciencia superior, hablan de todo con soberbia, pero carecen de una propuesta real, de una autocrítica sincera, de un compromiso verdadero con el pueblo. Esta reflexión se propone desenmascarar esa falsa intelectualidad que tanto daño ha hecho y que, lamentablemente, aún busca manipular la opinión pública desde un supuesto pedestal de sapiencia.

1. INTELECTUALISMO HUECO: PALABRAS SIN COHERENCIA

Resulta evidente que muchos de los actuales voceros de la oposición salvadoreña han sustituido la praxis por el discurso. Disertan con soltura sobre democracia, pero guardaron silencio cómplice cuando sus partidos pactaban con grupos criminales o saqueaban fondos públicos. Se llenan la boca con conceptos como "institucionalidad", "transparencia", o "libertad de prensa", pero no condenaron los abusos ni los fraudes cometidos bajo sus regímenes.

Lo más grave es que muchos de estos "líderes ilustrados" tienen una formación académica respetable. Algunos han sido catedráticos, columnistas, investigadores o funcionarios, pero su conocimiento ha estado desconectado de la ética y del servicio al pueblo. ¿De qué sirve un doctorado si se usa para encubrir la corrupción? ¿De qué sirve hablar de democracia si se desprecian los resultados cuando no favorecen sus intereses? La intelectualidad divorciada del pueblo no es más que otro instrumento de dominación.

2. EL SHOW DE LA OPOSICIÓN: UNA CARRERA DE VANIDADES

La política opositora en El Salvador se ha convertido en un espectáculo donde los autoproclamados sabios compiten por ver quién usa el lenguaje más sofisticado o quién denuncia con más elegancia al gobierno actual, sin asumir ninguna responsabilidad por los desastres del pasado. Viven atrapados en el narcisismo ideológico. No hay humildad ni voluntad de aprender del pueblo; hay soberbia, cinismo y una alarmante desconexión con la realidad.

Utilizan su "intelecto" para maquillar su fracaso. Intentan posicionarse como los herederos de una sabiduría supuestamente civilizatoria, pero son incapaces de proponer una ruta viable de transformación nacional. Se aferran al pasado, a ideologías fracasadas, a estructuras partidarias oxidadas. Y lo peor: creen que el pueblo no se da cuenta.

Hoy más que nunca, la ciudadanía salvadoreña está cansada de discursos adornados y promesas recicladas. Ya no se conmueve ante frases rebuscadas ni ante doctos que nunca defendieron al pueblo cuando más los necesitaba. El juicio de la historia ya les pasó factura, pero se resisten a reconocerlo.

3. ¿DÓNDE ESTABAN CUANDO MÁS SE LES NECESITÓ?

Estos líderes opositores, que ahora se presentan como paladines de la razón, fueron cómplices del sistema que permitió el saqueo de hospitales, la destrucción de la educación pública, la privatización de lo esencial y el abandono de los más vulnerables. Cuando tenían el poder, callaron. Cuando debieron renunciar, se aferraron. Y cuando el pueblo despertó, lo llamaron ignorante.

Hoy se atreven a dar lecciones, sin haberse sometido al escrutinio de una autocrítica real. No se puede hablar con autoridad moral sin haber limpiado la propia casa. No se puede hablar de verdad sin haber enfrentado las mentiras del pasado. No se puede hablar de pueblo si solo se ha vivido en torres de marfil. Por eso sus discursos suenan vacíos, carentes de alma, como ecos en una catedral abandonada.

CONCLUSIÓN:

La sabiduría no está en el ruido

La verdadera sabiduría no se demuestra por lo que se dice, sino por lo que se hace. No se mide por la cantidad de libros citados ni por los títulos obtenidos, sino por el compromiso con la justicia, la coherencia ética y la cercanía con el pueblo. Aquellos que hoy se presentan como oráculos de la oposición, no pueden ocultar el vacío de sus acciones pasadas. Son carretas vacías que solo hacen ruido, pero no mueven ni construyen nada.

La ciudadanía salvadoreña ya ha comenzado a distinguir entre quienes hablan por el pueblo y quienes solo se sirven de él. La dignidad del pueblo no se recuperará con retórica intelectual ni con discursos vacíos, sino con acciones concretas, con humildad y con un liderazgo que se construya desde abajo, no desde los cómodos estrados de siempre.

REFLEXIÓN FINAL Y ENÉRGICA: MENOS PALABRERÍA, MÁS VERDAD

Ha llegado el tiempo de decirlo con claridad: el pueblo salvadoreño no necesita más falsos sabios, más opinólogos de escritorio ni más doctores en cinismo. Necesita líderes honestos, comprometidos, que no se oculten tras palabras bonitas ni se amparen en glorias académicas huecas. La historia no recordará a los que más hablaron, sino a los que más hicieron.

A esos líderes opositores que hoy se visten de sapiencia, pero no han aprendido nada del sufrimiento de su pueblo, se les debe recordar: el conocimiento sin compromiso ético no transforma; solo adorna la mentira. No es el tiempo de teorías inútiles ni de “expertos” que jamás supieron ensuciarse las manos por el pueblo. Es tiempo de verdad, de coherencia, de justicia… y de hacer silencio si no hay nada digno que decir.

 

 

SAN SALVADOR, 28 DE JULIO DE 2025

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