martes, 22 de julio de 2025

 

" LA PSEUDOIZQUIERDA: DOGMA, TRAICIÓN Y CINISMO DISFRAZADOS DE CIENCIA"

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En El Salvador y buena parte de América Latina, ciertos personajes autoproclamados como “intelectuales de izquierda” han establecido un discurso repetitivo, arrogante y cerrado que se escuda tras tres frases desgastadas pero aún peligrosas: “eso es lo científico”, “sos un traidor” y “te compró el régimen”. Esta tríada discursiva funciona como un escudo para blindarse de cualquier crítica, deslegitimar a quienes piensan diferente y pretender una autoridad moral que no han demostrado con hechos ni coherencia. Se han apropiado del término "intelectual" como si fuera un título vitalicio y no una responsabilidad ética frente al pensamiento crítico, al conocimiento real y al pueblo que dicen defender. Me parece oportuno recordar algunas ideas del pensamiento de Victor Hugo: “Cambia tu opinión, pero mantén tus principios”. "Cambia tus hojas, pero mantén tus raíces". ¿Qué quiso decir? Que evolucionar no es traicionarse. Que pensar diferente no es rendirse. Que crecer no es desarraigarse, sino fortalecerse.

Sin embargo, vivimos en una sociedad que sospecha del cambio. Que señala al que ya no piensa igual, al que cuestiona, al que se atreve a dejar atrás ideas muertas o teorías oxidadas. Como si ser coherente fuera sinónimo de ser estático. Como si la identidad personal se definiera por repetir dogmas, y no por confrontarlos. ¿No es esa, acaso, la esencia misma del pensamiento dialéctico? Contradicción, negación, superación. El cambio es vida. Lo inmóvil, muerte.

Pero, ¿son realmente intelectuales? ¿Están comprometidos con la verdad, el pueblo y la transformación social, o son apenas sobrevivientes de una izquierda envejecida y corrupta, convertida en secta? Este comentario pretende desenmascarar el discurso hipócrita y autoritario de estos “dizque” intelectuales de la pseudoizquierda, que no razonan: repiten consignas; no piensan: adoctrinan; no crean futuro: defienden privilegios pasados.

EL DISFRAZ DE LO “CIENTÍFICO”: DOGMA Y NO PENSAMIENTO

Uno de los recursos más cínicos que utilizan es proclamar que solo lo que ellos afirman es “científico”. No importa cuán obsoletas, ideológicas o dogmáticas sean sus ideas: si ellos lo dicen, es “verdad científica”, y quien lo cuestione es un ignorante o un “vendido al sistema”. Así pretenden matar el debate, paralizar el pensamiento y callar a toda disidencia. Lo que debería ser propio de una iglesia medieval, ahora lo vemos en nombre de una supuesta revolución.

La ciencia no es un dogma, ni un libro sagrado, ni un conjunto de verdades inmutables. La ciencia es duda, verificación, debate, contraste de ideas, actualización constante. Estos personajes, sin embargo, actúan como sacerdotes de un evangelio ideológico: citan autores muertos como si fueran oráculos, pero nunca se someten al análisis riguroso ni admiten que sus categorías puedan haber caducado frente a la complejidad del presente. Peor aún, confunden “marxismo” con “catecismo”, repitiendo frases hechas sin siquiera leer a Marx con seriedad ni adaptarlo al siglo XXI.

EL CHANTAJE EMOCIONAL: “SOS UN TRAIDOR”

El segundo recurso de estos falsos intelectuales es el chantaje emocional. Si alguien critica a los partidos tradicionales de izquierda, si se atreve a señalar su corrupción, incoherencia, pactos oscuros o fracasos históricos, entonces inmediatamente es etiquetado como “traidor”, “agente del imperialismo” o “enemigo del pueblo”. En otras palabras, solo hay dos caminos: la sumisión o el exilio moral.

Este tipo de discurso no es nuevo: lo usaron los regímenes estalinistas para ejecutar disidentes, lo usaron las guerrillas para justificar purgas internas, y ahora lo utilizan estos opinólogos de la vieja escuela para conservar sus cuotas de poder simbólico. Quieren que el pueblo olvide que ellos defendieron a presidentes ladrones, pactaron con la oligarquía y traicionaron las causas por las que muchos dieron la vida. Acusan de traición a quienes se atreven a pensar por sí mismos, cuando los verdaderos traidores son ellos: traidores al pensamiento, a la ética, a la historia.

EL CINISMO DESCARADO: “TE COMPRÓ EL RÉGIMEN”

Y si todo lo anterior falla, recurren a la tercera frase mágica: “te compró el régimen”. Así, cualquier persona que intente interpretar el presente con otras claves, cualquier ciudadano que respalde alguna medida positiva del gobierno actual, aunque sea de forma crítica o parcial, es descalificado automáticamente como “comprado”, “pagado” o “manipulado”.

Este argumento no solo es ridículo, sino profundamente ofensivo para la inteligencia del pueblo. Supone que los únicos que pueden pensar con autonomía son ellos, los autoelegidos  portadores de la “verdad revolucionaria”. Pero lo que no dicen es que muchos de ellos vivieron y lucraron durante décadas de gobiernos corruptos del FMLN, se beneficiaron con cargos, privilegios, plazas, viajes, cátedras, y jamás denunciaron los abusos que ahora critican... solo porque ya no los incluyen en el festín.

CONCLUSIÓN

La pseudoizquierda salvadoreña está plagada de estos falsos intelectuales que no tienen ni el valor de la autocrítica ni la honestidad para reconocer sus fracasos. Se refugian en discursos dogmáticos, atacan toda diferencia como traición y acusan de “vendido” a cualquiera que escape de su guion preestablecido. Le han hecho un daño profundo al pensamiento crítico, han prostituido el lenguaje revolucionario y han contribuido a la descomposición ideológica de la izquierda histórica.

No se puede hablar de transformación si no se transforma primero la manera de pensar. Y estos sujetos no piensan: repiten. No guían: manipulan. No construyen: destruyen.

REFLEXIÓN FINAL

Hoy más que nunca, El Salvador necesita verdaderos intelectuales: hombres y mujeres que piensen con libertad, que asuman riesgos, que lean la realidad sin prejuicios, que dialoguen con el pueblo y no lo usen como escudo retórico. La izquierda necesita reinventarse, despojarse de estos burócratas del pensamiento, de estos parásitos ideológicos que siguen viviendo de una revolución que nunca hicieron y que hoy deshonran.

Ser intelectual no es repetir lo que dijo Marx, sino atreverse a pensar lo que aún no se ha dicho. No es acusar al que piensa diferente, sino debatir con respeto. No es llorar por el pasado, sino construir el futuro. Los “dizque” intelectuales de la pseudoizquierda deben ser desenmascarados, no por venganza, sino por higiene política e intelectual. Porque si queremos avanzar, debemos dejar de seguir a quienes solo saben retroceder.

 

 

 

 

SAN SALVADOR, 22 DE JULIO DE 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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