" LA
PSEUDOIZQUIERDA: DOGMA, TRAICIÓN Y CINISMO DISFRAZADOS DE CIENCIA"
POR: MSc. JOSÈ
ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En El Salvador y buena
parte de América Latina, ciertos personajes autoproclamados como “intelectuales
de izquierda” han establecido un discurso repetitivo, arrogante y cerrado que
se escuda tras tres frases desgastadas pero aún peligrosas: “eso es lo científico”,
“sos un traidor” y “te compró el régimen”. Esta tríada discursiva funciona como
un escudo para blindarse de cualquier crítica, deslegitimar a quienes piensan
diferente y pretender una autoridad moral que no han demostrado con hechos ni
coherencia. Se han apropiado del término "intelectual" como si fuera
un título vitalicio y no una responsabilidad ética frente al pensamiento
crítico, al conocimiento real y al pueblo que dicen defender. Me parece oportuno recordar algunas ideas del pensamiento de Victor Hugo: “Cambia tu opinión, pero mantén tus principios”. "Cambia tus
hojas, pero mantén tus raíces". ¿Qué quiso decir? Que evolucionar no es
traicionarse. Que pensar diferente no es rendirse. Que crecer no es
desarraigarse, sino fortalecerse.
Sin embargo, vivimos
en una sociedad que sospecha del cambio. Que señala al que ya no piensa igual,
al que cuestiona, al que se atreve a dejar atrás ideas muertas o teorías
oxidadas. Como si ser coherente fuera sinónimo de ser estático. Como si la
identidad personal se definiera por repetir dogmas, y no por confrontarlos. ¿No
es esa, acaso, la esencia misma del pensamiento dialéctico? Contradicción,
negación, superación. El cambio es vida. Lo inmóvil, muerte.
Pero, ¿son realmente
intelectuales? ¿Están comprometidos con la verdad, el pueblo y la
transformación social, o son apenas sobrevivientes de una izquierda envejecida
y corrupta, convertida en secta? Este comentario pretende desenmascarar el
discurso hipócrita y autoritario de estos “dizque” intelectuales de la pseudoizquierda,
que no razonan: repiten consignas; no piensan: adoctrinan; no crean futuro:
defienden privilegios pasados.
EL DISFRAZ DE LO
“CIENTÍFICO”: DOGMA Y NO PENSAMIENTO
Uno de los recursos
más cínicos que utilizan es proclamar que solo lo que ellos afirman es
“científico”. No importa cuán obsoletas, ideológicas o dogmáticas sean sus
ideas: si ellos lo dicen, es “verdad científica”, y quien lo cuestione es un
ignorante o un “vendido al sistema”. Así pretenden matar el debate, paralizar
el pensamiento y callar a toda disidencia. Lo que debería ser propio de una
iglesia medieval, ahora lo vemos en nombre de una supuesta revolución.
La ciencia no es un
dogma, ni un libro sagrado, ni un conjunto de verdades inmutables. La ciencia
es duda, verificación, debate, contraste de ideas, actualización constante.
Estos personajes, sin embargo, actúan como sacerdotes de un evangelio
ideológico: citan autores muertos como si fueran oráculos, pero nunca se
someten al análisis riguroso ni admiten que sus categorías puedan haber
caducado frente a la complejidad del presente. Peor aún, confunden “marxismo”
con “catecismo”, repitiendo frases hechas sin siquiera leer a Marx con seriedad
ni adaptarlo al siglo XXI.
EL CHANTAJE EMOCIONAL:
“SOS UN TRAIDOR”
El segundo recurso de
estos falsos intelectuales es el chantaje emocional. Si alguien critica a los
partidos tradicionales de izquierda, si se atreve a señalar su corrupción,
incoherencia, pactos oscuros o fracasos históricos, entonces inmediatamente es
etiquetado como “traidor”, “agente del imperialismo” o “enemigo del pueblo”. En
otras palabras, solo hay dos caminos: la sumisión o el exilio moral.
Este tipo de discurso
no es nuevo: lo usaron los regímenes estalinistas para ejecutar disidentes, lo
usaron las guerrillas para justificar purgas internas, y ahora lo utilizan
estos opinólogos de la vieja escuela para conservar sus cuotas de poder
simbólico. Quieren que el pueblo olvide que ellos defendieron a presidentes
ladrones, pactaron con la oligarquía y traicionaron las causas por las que
muchos dieron la vida. Acusan de traición a quienes se atreven a pensar por sí
mismos, cuando los verdaderos traidores son ellos: traidores al pensamiento, a
la ética, a la historia.
EL CINISMO DESCARADO:
“TE COMPRÓ EL RÉGIMEN”
Y si todo lo anterior
falla, recurren a la tercera frase mágica: “te compró el régimen”. Así,
cualquier persona que intente interpretar el presente con otras claves,
cualquier ciudadano que respalde alguna medida positiva del gobierno actual,
aunque sea de forma crítica o parcial, es descalificado automáticamente como
“comprado”, “pagado” o “manipulado”.
Este argumento no solo
es ridículo, sino profundamente ofensivo para la inteligencia del pueblo.
Supone que los únicos que pueden pensar con autonomía son ellos, los autoelegidos
portadores de la “verdad
revolucionaria”. Pero lo que no dicen es que muchos de ellos vivieron y
lucraron durante décadas de gobiernos corruptos del FMLN, se beneficiaron con
cargos, privilegios, plazas, viajes, cátedras, y jamás denunciaron los abusos
que ahora critican... solo porque ya no los incluyen en el festín.
CONCLUSIÓN
La pseudoizquierda
salvadoreña está plagada de estos falsos intelectuales que no tienen ni el
valor de la autocrítica ni la honestidad para reconocer sus fracasos. Se refugian
en discursos dogmáticos, atacan toda diferencia como traición y acusan de
“vendido” a cualquiera que escape de su guion preestablecido. Le han hecho un
daño profundo al pensamiento crítico, han prostituido el lenguaje
revolucionario y han contribuido a la descomposición ideológica de la izquierda
histórica.
No se puede hablar de
transformación si no se transforma primero la manera de pensar. Y estos sujetos
no piensan: repiten. No guían: manipulan. No construyen: destruyen.
REFLEXIÓN FINAL
Hoy más que nunca, El
Salvador necesita verdaderos intelectuales: hombres y mujeres que piensen con
libertad, que asuman riesgos, que lean la realidad sin prejuicios, que
dialoguen con el pueblo y no lo usen como escudo retórico. La izquierda
necesita reinventarse, despojarse de estos burócratas del pensamiento, de estos
parásitos ideológicos que siguen viviendo de una revolución que nunca hicieron
y que hoy deshonran.
Ser intelectual no es
repetir lo que dijo Marx, sino atreverse a pensar lo que aún no se ha dicho. No
es acusar al que piensa diferente, sino debatir con respeto. No es llorar por
el pasado, sino construir el futuro. Los “dizque” intelectuales de la pseudoizquierda
deben ser desenmascarados, no por venganza, sino por higiene política e
intelectual. Porque si queremos avanzar, debemos dejar de seguir a quienes solo
saben retroceder.
SAN SALVADOR,
22 DE JULIO DE 2025
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