domingo, 20 de julio de 2025

 

EL SALVADOR: 30 AÑOS DE ESTADO DE EXCEPCIÓN POR LAS MARAS

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN.

Durante más de tres décadas, El Salvador vivió una pesadilla constante, una guerra no declarada, pero real, encarnada en cada colonia, cada pasaje y cada rincón olvidado por el Estado. Mientras los salvadoreños se desangraban bajo las balas, extorsiones y control territorial de las pandillas —las maras—, los supuestos “defensores de la democracia”, los “guardianes de los derechos humanos” y los “analistas progresistas” guardaban silencio cómplice o distraían a la opinión pública con discursos vacíos.

Entre 1992 y 2022, el país estuvo atrapado en un Estado de excepción de facto: no era legal, pero era evidente. No había garantías ni seguridad para los ciudadanos comunes. Se vivía bajo la tiranía de las maras, que decidían quién podía entrar o salir de una colonia, quién debía pagar renta, quién podía vender o trabajar. Más de 126,000 salvadoreños fueron asesinados en este periodo —muchos de ellos jóvenes, niños y mujeres inocentes— mientras la clase política se lucraba, las ONGs callaban y los medios jugaban al equilibrista moral. Pero hubo muchos otros que corrieron una suerte diferente y fueron desaparecidos y terminaron en cementerios clandestinos que poco a poco se han ido descubriendo.

¿Qué dijeron entonces ARENA y el FMLN? Nada. O peor aún: pactaron con las mismas estructuras que llenaban de sangre las calles. ¿Qué dijeron El Faro, Factum, ¿Foco, Gato Encerrado, La Prensa Gráfica, la UCA y las ONGs satélite? Silencio sepulcral. Un silencio ensordecedor. ¿Dónde estaban sus editoriales, sus titulares de indignación, sus campañas internacionales por las víctimas de las maras? Brillaban por su ausencia. Callaban porque estaban ocupados protegiendo a sus financistas, a sus políticos aliados, a sus negociantes de la desgracia ajena.

1. EL SILENCIO CÓMPLICE DE ARENA Y FMLN

Durante las administraciones de ARENA (1989-2009) y FMLN (2009-2019), las maras se convirtieron en una estructura paralela al Estado.

Lo sabían, lo toleraban y en muchos casos, lo negociaban. Los datos son claros: bajo sus gobiernos se llegaron a registrar 25, y  30 o incluso más homicidios diarios.

Y, sin embargo, nunca activaron un Estado de Excepción para proteger a la población, porque el verdadero “estado de excepción” era el de los barrios sometidos por las pandillas.

Ambos partidos pactaron. El FMLN en particular, con su "tregua" —una farsa que fortaleció a las maras— mostró su rostro real: no revolucionario, sino mafioso. ARENA, por su parte, prefirió la estrategia del olvido, de la indiferencia estructural. Se limitaron a discursos vacíos mientras se lucraban con contratos y corrupción. Y cuando ya fuera del poder, se enfrentaron a un gobierno que sí enfrentó a las pandillas con decisión, comenzaron a rasgarse las vestiduras en nombre de los derechos humanos. ¡Hipócritas!

2. MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y ONGs: LOS GUARDIANES SELECTIVOS

Muchos medios autodenominados "independientes", como El Faro, Factum, Foco o Gato Encerrado, fueron entusiastas guardianes de la moral política... pero muy selectiva. Mientras las maras secuestraban comunidades enteras, estos medios investigaban hasta la saciedad los movimientos del gobierno actual, pero jamás se indignaron por los crímenes diarios cometidos por las pandillas durante tres décadas. ¿Por qué? Porque muchos de sus periodistas, editores y directores tienen vínculos ideológicos o económicos con las mismas élites políticas que permitieron el auge de las maras. Y cuando alguien los cuestiona, se escudan en la libertad de prensa, aunque su cobertura ha sido cualquier cosa menos equilibrada. Cuando morían 30 personas por día, su narrativa era que el problema era “estructural”, que “no se resolvía con represión”. Hoy, que el gobierno actúa con firmeza y resultados palpables, gritan “dictadura”.

Las ONGs, por su parte, financiadas por organismos internacionales pero controladas localmente por exfuncionarios o militantes de ARENA y FMLN, fueron durante décadas fachadas de negocios políticos y activismo selectivo.

 Nunca denunciaron a las maras como violadores sistemáticos de derechos humanos. Nunca defendieron a las víctimas de la renta, del desplazamiento forzado, del asesinato diario. Hoy, sin embargo, levantan la voz con desesperación... no por las víctimas, sino porque sus redes de poder están siendo desmanteladas.

3. ¿Y LOS “INTELECTUALES”? ¿Y LA UCA?

La Universidad Centroamericana (UCA), con su prestigio histórico, se convirtió en los últimos años en un bastión del análisis sesgado y la crítica automática al único gobierno que ha tenido el coraje de enfrentar frontalmente a las pandillas. ¿Dónde estaban sus editoriales cuando las maras cometían crímenes de lesa humanidad? ¿Dónde estaban sus estudios sobre la descomposición ética de los partidos tradicionales? ¿Dónde sus condenas a los pactos? Señor Josè Maria Tojeira, Rodolfo Cardenal, Padre Oliva.

Cuando 30 salvadoreños eran asesinados diariamente, la UCA hablaba de causas estructurales, de inclusión, de violencia simbólica. Ahora que hay días con cero homicidios, exigen el respeto absoluto de normas jurídicas que nunca defendieron con igual intensidad cuando las maras destruían familias enteras. La UCA no solo calló: se volvió parte de la complicidad intelectual del colapso ético nacional.

REFLEXIÓN FINAL: ¿DE QUÉ LADO ESTUVIERON?

Hoy, cuando se vive un cambio real, cuando se han recuperado territorios completos, cuando las familias caminan sin miedo y los niños ya no sueñan con ser “homeboys” sino profesionales, los que callaron durante 30 años han salido en masa a condenar el método, no porque les interese la justicia, sino porque les duele haber perdido el control del relato.

El Salvador vivió un estado de excepción no declarado durante tres décadas. Las maras fueron el poder real en las sombras, y los que hoy critican a viva voz fueron sus cómplices por omisión o por conveniencia. ARENA, FMLN, medios "independientes", ONGs “defensoras”, la academia y sus supuestos intelectuales no tienen autoridad moral. Guardaron silencio ante la barbarie y hoy gritan ante la justicia.

El pueblo ya despertó. No volverá a entregar su confianza a los mismos que durante años lucraron con su miedo, su sangre y su sufrimiento. Porque El Salvador merecía la paz desde hace mucho. Y porque ya es tiempo de dejar atrás a los sepultureros disfrazados de salvadores.

 

SAN SALVADOR, 20 DE JULIO DE 2025

 

 

 

 

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