DIÁLOGO CON MINERVA
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
Hola, Minerva, madre sabia, protectora de la razón, de la
cultura y de los pueblos que luchan,
¿Cómo estás? Te siento herida, golpeada por dentro y por
fuera, pero todavía erguida. En tu seno han crecido generaciones enteras,
muchas de ellas nobles y comprometidas, pero también has cobijado a farsantes,
a traidores, a los que te ven como trampolín para escalar, pero no como madre a
quien honrar.
¡Cuánto has sufrido! Dentro de ti misma se han enquistado
grupos que se dicen revolucionarios, que se autodenominan marxistas, que
recitan consignas como loros amaestrados, pero en el fondo no son más que oportunistas,
farsantes y mentirosos. Usan el discurso de la justicia para acumular poder,
manipulan a los jóvenes con retórica vacía, y se alían con los corruptos de
siempre mientras atacan a los que verdaderamente luchan por la transformación.
Son los nuevos fariseos, vestidos de "izquierda", pero con alma de
burócrata ambicioso.
Pero no todo está perdido. Hoy más que nunca, El Salvador
despierta. El pueblo está abriendo los ojos y desenmascarando a esos falsos
profetas que usan tus espacios para esconder sus intereses personales. Hoy, tus
verdaderos hijos e hijas nos levantamos con dignidad, sin miedo y con la frente
en alto para decirte que seguimos creyendo en ti, en lo que representas, en lo
que puedes volver a ser.
Sí, Minerva, aquí estamos. No somos mayoría todavía, pero
sí somos conscientes, honestos, decididos. Y cada día somos más. Porque
entendimos que el conocimiento sin ética es traición, que la formación sin
compromiso con el pueblo es mentira disfrazada de título.
Ayúdanos a rescatar tu esencia, Minerva. El lema “¡Hacia
la libertad por la cultura!” no puede seguir siendo una frase hueca para
adornar discursos mediocres. Debe volver a ser un grito de guerra, una promesa
de lucha, una dirección clara.
Sabemos que los tiempos han cambiado, que vivimos en la
era digital, de la inteligencia artificial, de las redes sociales y de la
manipulación masiva. Pero también sabemos que hay principios que no cambian: la
honradez, la verdad, la justicia, la pasión por aprender y la lucha por el bien
común.
Diles, Minerva, a los jóvenes que ingresan hoy a tus
aulas, que no se dejen seducir por los cantos de sirena, por las notas fáciles,
los premios fraudulentos, los viajes con fines ocultos, las becas que compran
lealtades, los discursos que encubren trampas. Que no se dejen adoctrinar por
quienes usan el nombre de Marx o de la revolución solo para ocultar sus propias
miserias. Diles que piensen, que pregunten, que se rebelen, que denuncien, que
estudien y que amen profundamente a su pueblo, no solo con palabras, sino con
acciones concretas.
Yo no olvido, Minerva, cómo me acogiste siendo un
muchacho lleno de sueños pero vacío de recursos. Me diste tu abrigo, tu
ternura, tu sabiduría. Me ayudaron tus hijos verdaderos, los que todavía hoy
luchan en silencio. Y te prometí que no vendría a servirme de ti, sino a
formarme para servir al pueblo. Aquí me tienes: de pie, firme, incorruptible,
testigo de tu grandeza y de tus heridas.
¡Qué tristeza da verte invadida por la mentira, por el
chantaje, por el cinismo académico, por el cálculo político disfrazado de
compromiso social! ¡Qué asco ver cómo los farsantes se apoderan de tu voz y
expulsan a los que sí luchan con el alma!
Pero también veo esperanza. Veo estudiantes que llegan
con sed de justicia, con hambre de verdad, con deseo de transformar. Ellos son
tu futuro, Minerva. Y tú debes renacer con ellos.
Ayúdanos a reconstruirte. Que la mentira ya no tenga
cabida. Que la verdad, la ciencia, el conocimiento, el servicio, la razón y el
amor al pueblo sean de nuevo tus pilares. Que seas faro para El Salvador, para
Centroamérica y para el mundo.
Minerva, madre sabia:
Aquí estamos.
No nos rendimos.
No nos vendemos.
¡Hacia la verdad, con cultura y con coraje!
¡Viva Minerva! ¡Viva el pueblo que despierta!
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