LA CRISIS ORGÁNICA
DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES EN EL SALVADOR. DESDE LA MIRADA DE ANTONIO GRAMSCI.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
Los resultados de las elecciones del 3 de febrero del presente año en el país, la campaña adelantada de los partidos tradicionales,
el boicot realizado por la Sala de lo constitucional, la expulsión de Nayib
Bukele del FMLN, la estrategia de la Fiscalía
general de la República, la estrategia del TSE para eliminar a un partido
político legalmente constituido, (CD) para detener la candidatura de Nayib
Bukele, son algunos de los acontecimientos expresan de alguna manera, la crisis
orgánica a los partidos políticos tradicionales
y del Estado.
Para analizar este fenómeno voy apoyarme
en los conocimientos teóricos de una de las más grandes teóricos de la historia intelectual y revolucionaria de
todos los tiempos. Antonio Gramsci.
Antonio Gramsci en uno de los cuadernos de la cárcel
(cuaderno 13), visualizó la situación que hoy se vive como una “crisis
orgánica” planteaba que se trata de
momentos históricos en el que las fuerzas dominantes es decir, el poder hegemónico sufre una fracturación de
sus fuerzas y las relaciones entre la
sociedad y El Estado, entre la
economía y la política lo que les
imposibilita continuar con la direccionalidad hegemónica que
históricamente habían venido ejerciendo.
Como se puede
observar, la crisis no es de exclusividad de los partidos políticos, la crisis
es estructural que tiene su expresión en la crisis económica, política,
jurídica, social e ideológica.
A cuatro meses de haberse celebrado la elecciones, los
partidos políticos no logran recomponer su estructura ni mucho menos ponerse de
acuerdo con sus bases, porque aunque en el discurso digan que se van renovar,
conservan las mismas estructuras “corporativas” de las que Gramsci hablaba y le
recriminaba al proletariado en su época.
Por otra parte, el aparato jurídico es decir, las instituciones como la
CSJ, la Fiscalía, Asamblea legislativa,
poder ejecutivo, poder judicial etc., siguen dando muestras claras que ya no
responden mínimamente a las
necesidades ni mucho menos los intereses
de las clases explotadas, asalariadas.
De igual manera, el poder ideológico ya no tiene la
misma contundencia para penetrar en las conciencias de los ciudadanos y ciudadanas. Sin
embargo, el poder hegemónico sigue
trabajando de manera constante para
recobrar ese poder perdido.
Empero estamos ante la presencia de la caducidad las
viejas instituciones en que se ha sostenido históricamente el poder político tradicional,
además, no estamos ante una crisis temporal
sino una crisis estructural en la que son todas las instituciones viejas
las que han entrado en crisis.
Por ejemplo,
CSJ, Fiscalía, Asamblea Legislativa, Poder
Ejecutivo y el Tribunal de ética Gubernamental entre otros. Por otro lado,
están también los sindicatos, las asociaciones, las Universidades, es decir, el
sistema educativo en general etc., Pero en este contexto no son objeto de
crisis sólo los elementos de la
superestructura política, sino la empresa privada, los organismos financieros
Internacionales que promueven el saqueo a través de las privatizaciones y la corrupción en los países en donde se instalan.
Las viejas y
caducas instituciones que históricamente han sostenido y mantenido
funcionando al sistema capitalista ya no resisten la prueba de fuego que
plantean los nuevos hechos sociales y son rebasados por el pueblo que ya no
confía en las organizaciones que hasta
hoy habían asumido la conducción y liderazgo.
A esto es lo que se refiere Antonio Gramsci cuando dice:
En cierto momento de su vida histórica, los grupos
sociales se separan de sus partidos tradicionales. Esto significa que los partidos
tradicionales, con la forma de organización que presentan, con aquellos
determinados hombres que los constituyen, representan y dirigen; ya no son
reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de ella.
Justamente Gramsci se refería a los momentos como el
que vivimos diciendo: La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin
que pueda nacer lo nuevo". Son circunstancias en que el bloque ideológico
dominante tiende a disgregarse y a perder su capacidad de impulsar el
capitalismo hacia adelante, pero cuenta aún con fuerzas que pueden moderar la
crisis e impedir un desenlace revolucionario.
Esta cuestión planteada por Gramsci me recuerda la
definición que en una ocasión dio Bertolt Brecht él definía las crisis de la
siguiente manera: “las crisis se dan cuando lo viejo no termina de morir y lo
nuevo no termina de nacer” Pero es necesario
aclarar y no caer en falsas
afirmaciones en el sentido de decir que el
capitalismo está en estado de coma, lo cual no es cierto, ya que con toda la crisis que puede estar
pasando tiene mucha capacidad para recomponer y en causar nuevamente su poder hegemónico.
Conviene
destacar en este momento que los sujetos que durante muchos años se sometieron al
liderazgo de los partidos políticos
tradicionales hoy se ha
transformado en una fuerza dinámica que comienza
a pensar y pensarse y al mismo tiempo deja de aceptar la
dirección de los partidos que hasta ayer los representaban políticamente.
En el cuaderno de la cárcel (13) Gramsci, exhortaba al
proletariado a salir del corporativismo y representar toda lucha contra la
opresión de manera que pueda construir
efectivamente una nueva hegemonía. Esto implica una relación indispensable
entre ciencia y acción”.
Sin lugar a dudas lo que hoy el pueblo
salvadoreño y muchos pueblos
Latinoamericanos estamos presenciando es la crisis orgánica de la burocracia
dirigente; la cual ha terminado separándose de las masas populares esto debido
a la forma como están estructurados, es decir, como están organizados. Esos
hombres y mujeres que un día los representaban
ya no son reconocidos como expresión de su propia clase ni de una
fracción de ella. En esta misma dirección Gramsci, plantea que” el partido
termina por convertirse en anacrónico y en los momentos de crisis aguda desaparece su contenido
social y queda en las nubes”
Cuando la crisis orgánica se profundiza, el sistema
refuerza la presencia de los factores del Estado que no buscan el consenso o en el ejercicio
cuidadoso de la hegemonía cultural, sino que emplea los instrumentos de la coerción, para someter a aquellos que no se ajustan
o no caben dentro de los
estrechos límites de la democracia burguesa creada por el poder hegemónico y dominante. Se
empieza un periodo de represión y la imposición de fuerzas militares externas.
“Cuando estas crisis se manifiestan, la situación
inmediata se torna delicada y peligrosa, porque el terreno es propicio para soluciones
de fuerza, para la actividad de potencias oscuras, representadas por hombres
providenciales o carismáticos” (Gramsci Cuaderno de la cárcel 13).
En estos periodos de
crisis orgánicas los sectores dominantes no se quedan de brazos cruzados
sino por el contrario tratan de aprovechar
dicha situación organizar movimientos con la fachada de progresistas y
buscar de inmediato la recomposición y
aplastamiento de las fuerzas de oposición para que regresen de inmediato a la pasividad política que tenían anteriormente.
La crisis que hoy estamos viviendo en el país no ha surgido
hace un años, dos años sino que es el resultado de un largo periodo de
dominación capitalista, desde 1821 y mucho antes quizás de la firma de la
independencia. Pasando por todos los
periodos de represión que ha vivido el pueblo Salvadoreños y los periodos de frustración del mismo.
SAN SALVADOR, 11 DE
MAYO DE 2019
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