sábado, 20 de abril de 2019




ELECCIONES EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR Y LOS INTERESES CREADOS.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
El gran escritor de origen español Jacinto Benavente (1866 – 1954) en su obra los “intereses creados” planteaba que “nadie da un paso hacia adelante si no van de por medio los intereses creados” Nos narra dicho escritor que a una próspera y pequeña ciudad llegan Leandro y Crispín, dos personajes que andan buscando la manera rápida y fácil de hacerse  ricos, sin importar los medios que tengan que utilizar para lograr su propósito. Aunque el símil no sea del todo exacto, sin embargo, refleja en alguna medida lo que está sucediendo en la Universidad de El Salvador. 
En la Universidad no existe un proyecto de que nos trace realmente el rumbo que debe seguir el máximo Centro de Educación Superior del país, y sí los hay sólo los conocen las principales autoridades. Pero, además, son proyectos con una escasa visión de futuro que no coadyuvan a pensar la Universidad que la sociedad necesita.
No obstante, hay al interior de la misma, una serie de intereses creados que tienen diversas formas de expresión como: el compadrazgo, el tráfico de influencias, amiguismo,  el oportunismo,  el arribismo,  el clientelismo político y el nepotismo que está muy arraigado en la institución y que son factores que frenan el desarrollo de Universidad. Pero además, de todos estos vicios hay una enfermedad que es un cáncer que está destruyendo el tejido, moral e intelectual de la Universidad. La envidia.
 La envidia tiene también diversas formas de manifestarse: El menosprecio a todo aquel o aquella  que difiere de la manera como  las autoridades piensan, o disiente del punto de vista ajeno. Está también, el denigrar al compañero o compañera solamente porque están bandos opuestos o proyectos diferentes y está la provocación para hacer caer en la trampa a su adversario.
 Además, se confunde a menudo lealtad con servilismo ciego e irracional en la que siempre hay que estar bien con la autoridad, adularla  pero nunca cuestionarla por los errores que pudiese estar cometiendo. Estos son algunos de los vicios que se pueden observar  hoy en la Universidad de El Salvador.
Por otro lado, las contradicciones entre las máximas autoridades (Rector, Vice-rectores) no ha permitido la unificación de criterios y caminar por un mismo rumbo, esa falencia se ha observado durante la presente gestión, el Rector, por un lado, el Vice-rector académico por otro y el administrativo por otro. Cada uno haciendo lo que a su juicio le parece y buscando traer agua para su propio molino. Esa es la triste realidad que se observa día con   día en la Universidad de El Salvador.
Además, se observa una comunidad universitaria, dispersa, dividida, apagada, indiferente, apática y cansada. Y como dice un dicho popular, en río revuelto ganancia de pescadores. Bajo estas circunstancias, los grupos oportunistas, arribistas, pseudo estudiantiles que han hecho dentro de la Universidad un modus vivendi, pero sus acciones representan únicamente intereses particulares que nada tienen que ver con los objetivos y fines de la universidad.
Por otra parte, estos grupos utilizan a los estudiantes que están en organismos de dirección de la institución para que respalden proyectos que sólo a ellos les interesa, dado que dichos estudiantes tienen mucha incidencia en la toma de decisiones. En este contexto, no se sabe hacia dónde se conduce la Universidad ni cuál es su plan de desarrollo para encarar los retos y desafíos del futuro, así como el   atraso académico y científico en el que actualmente se encuentra.
 La gestión está terminando y hasta el día de hoy los universitarios no conocemos el plan de desarrollo que están ejecutando; se camina por inercia, por rutina pero que nadie sabe hacia donde dirige sus esfuerzos.
Ya lo he mencionado en reiteradas ocasiones, la Universidad, así como está funcionando muy poco o en nada le sirve al pueblo, que reclama una Universidad que salga a su encuentro, que les plantee soluciones a sus problemas, que la orienten, pero utilizando sus instrumentos preferenciales: la ciencia, la investigación y la proyección social, pero, además, la Universidad debe de jugar un papel preponderante en la humanización de sus profesionales, en luchar contra una exacerbado pragmatismo utilitario y alienante en el que nos invita nada más a buscar la utilidad sin importar las consecuencias para la sociedad. Cómo una vez lo planteó el Dr. Guevara de la cerna (Che):
 “¿Qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo”
Por otro lado, en la Universidad, no hay espacio para discutir los graves problemas académicos, culturales y científicos; esa es una práctica que hace años desapareció, mucho menos para discutir los problemas económicos, políticos, sociales y culturales del país. Obviamente, se hacen algunos esfuerzos, pero que no tienen el impacto que deberían tener ya que son esfuerzos aislados y no son producto de una política institucional planificada.  No se debe olvidar que:
La Universidad es el espacio académico en donde se aprende ciencia, humanidades, arte, tecnología que habrán de ser útiles para que la sociedad encare de mejor forma la transformación de la realidad natural como social. Que promuevan el ejercicio del pensar crítico fundamentado en la ciencia, que investiga para que se actuar  con criterio y con certeza. 
A la Universidad se viene aprender a respetar, a discrepar ya que es parte del ejercicio democrático; aprender a disentir y aceptar el disentimiento de los demás con respecto a nuestras creencias u opiniones.  Esa es en realidad la naturaleza de la Universidad, el examen crítico  y la diferencia de criterios, esta es la energía vital que mueve a la ciencia. Eso es  lo que hace grande a la Universidad, lo que la ennoblece, lo que le da credibilidad pero además, es lo que la hace diferente a otras instituciones.
El oficio de ser Universitario exige como condición necesaria, el respeto a la libertad responsablemente, la discrepancia, el debate de las ideas, el dialogo y la búsqueda de consenso, exige convicción, rigor y defensa inclaudicable de nuestros principios y valores.
La Universidad no puede abandonar su naturaleza crítica, pues eso es lo que le da el Status de institución de la educación Superior, porque además, su crítica no  la realiza sobre la  base  de la especulación o en lo que dicen sino que ella la investiga y sobre esa base sienta una posición que no es la de un docente o de alguna autoridad en particular sino que es que es su posición seria como institución pensante.  No asumir esta posición es hacerle el juego a aquellos sectores que históricamente se han beneficiado del silencio de la Universidad.
En los organismos colegiados de la Universidad (AGU Y CSU) se pierde el tiempo en discutir asuntos de orden domésticos, abandonando la verdadera esencia de la Universidad. Muy poco o nada se discute sobre la problemática curricular, sobre las nuevas metodologías de la enseñanza, sobre una Reforma Universitaria y el comportamiento de muchos docentes, su ética y su moral.
Laboramos y estudiamos en una Universidad que no tiene rumbo, como un velero en el mar que no tiene un destino hacia donde llegar, un espacio en donde impera la ley de la selva, en donde cada quién hace lo que quiere; en donde la autoridad no se complica, pues ellos y ellas han llegado a pasar el agua para mientras se les llega el día de pensionarse o jubilarse.
Las máximas autoridades, le rehúyen a la crítica sana, son dados a buscar personas cercanas a ellos que los adulen pero que no les critiquen cuando se están equivocando; buscan personas que no les hagan sombra para de ese modo, tener el sarten por el mango. Pero lo más preocupante es que se arrogan el derecho a creer que lo saben todo y que nadie los puede cuestionar. Se vuelven infalibles.  En ellos impera la soberbia, la arrogancia y la falta de humildad; que es fundamental para conducir a una institución de educación como la Universidad. Se continúa con una administración vertical, en la que la   consulta al demos no tiene importancia alguna y las decisiones se imponen de arriba abajo.
Empero, estos grupos que pululan por toda la Universidad, dan catedra de cómo hacer política sin ética ni moral, se adoctrinan a los estudiantes, de cómo tienen que votar o que línea partidaria deben de seguir en un momento determinado.
Muchos de ellos son mercenario, que ni siquiera pertenecen a la institución, pero que tienen espacio para manipular a  determinados grupos de estudiantes que como ovejas los llevan a su redil.
En pocas palabras la Universidad reproduce exactamente los mismos  vicios y la descomposición ética  y moral de la sociedad y la de sus representantes en los organismos m de gobierno. Con muy pocas excepciones, entre estudiantes y docentes que tienen una visión más integral de futuro para transformar a nuestra alma mater y actúan apegados a la ética y la moral.
En consecuencia, la Universidad es un pequeño pastel en la que todos y todas  se la quieren comer, pero el pastel no llega  a todos por igual sino únicamente a las argollas  y los más cercanos a los que controlan el poder.
ELECCIONES EN LA UNIVERSIDAD: ¿PARA QUÉ SIRVEN?
Durante la campaña electoral el candidato a la presidencia por el FMLN, afirmó que la “Universidad es de las instituciones más democráticas del país”. Afirmación que tiene un alto contenido ideológico,  dado el momento de la campaña, pues quienes laboramos en la Universidad nos damos cuenta que tal democracia hasta el día de hoy es nada más un sueño, una Utopía.  Ahora bien, sí la democracia la entendemos como sinónimo de elecciones, me parece que es un juicio demasiado limitado y  superficial
Pues la democracia además, de constituir un estilo de vida,  implica, trato igual, justicia por igual, capacitaciones por igual, respeto por igual, participación por igual, aplicación de la ley por igual entre otros. Pero la democracia implica también disensión, respeto a las maneras diferentes de pensar sin que esto ocasione marginación, exclusión, revanchismo político, ostracismo político, es tomar decisiones consultadas al demo no imponerlas, es hacer que la ley funciones con equidad, es servirle a la Universidad  y no servirse de ella. Porque  digámoslo con mucha claridad  muchos viven de la Universidad pero no viven para la Universidad. Aunque sus discursos las adornen con frases elocuentes, como “nuestra querida Universidad” “nuestra alma mater”  “nuestra autonomía universitaria”  todas estas son frases vacías, huecas  que no las sienten ni las viven quienes las expresan. Son los oportunistas, los arribistas, los que se aprovechan de la Universidad,  los que hacen uso de dicho lenguaje para hacer creer que verdaderamente aman a la Universidad. 
Los procesos electorales de la UES al igual que la sociedad están prostituidos, carecen de legitimidad popular, pues son los pequeños grupúsculos que deciden los destinos de la Universidad debido a que están en juego muchos intereses: económicos, políticos y comerciales.
En las elecciones de la UES están presentes los intereses de las constructoras, dueños de laboratorios, productos alimenticios etc., que muchos de ellos financian campañas de los candidatos. Sin embargo, a nadie de ellos le importa la Universidad pues su único interés es vender sus mercancías.
Un proceso electoral prostituido, deformado por la presencia de muchos intereses económicos y políticos e ideológicos   de los diferentes sectores que apadrina a cada una de las fórmulas que participan.
Cada cuatro años la Universidad invierte muchos recursos para consultarle a la comunidad universitaria, para que exprese su voluntad de quién quiere que conduzca a la Universidad; sin embargo, tal consulta es nada más un circo bien montado para aparentar que somos una institución democrática, pero que en última instancia quién elige es el pleno de la Asamblea General Universitaria en la que se arreglan los procesos electorales. De ahí que gana no el que es más idóneo, ni el más inteligente,  sino el que tiene  más recursos financieros.
Entonces ¿Para qué sirven las elecciones en la UES? sirven únicamente para dividir más a la comunidad Universitaria y continuar con el mismo círculo vicioso, para seguir con la misma filosofía del no cambio es decir, “hacer algo para no hacer nada”  los seguidores de uno y otro bando siempre van pensando más en el puesto que le van a dar si gana su fórmula, adonde lo van a mandar a pasear, qué dádivas va a recibir etc.
El desarrollo académico y científico de la Universidad, sólo está presente en el discurso, en la retórica de los candidatos sobre todo en tiempos de elecciones. Pasando ese momento ya nadie se acuerda de ello.
 En esta miopía politiquera   los  candidatos y sus seguidores, ignoran  que están  atropellando la  máxima casa de estudios del país.  Pero lo más delicado de la cuestión es que muchos  de los que están en los diferentes bandos están convencidos que esta es la mejor forma de construir la democracia para la UES.  Incluyendo algunos  líderes profesionales y estudiantiles.
 La Universidad  cada día se ve más vulnerada y atropellada  por muchos de los que hoy vociferan libertad y  democracia pero que irónicamente  utilizan  tales conceptos para para esconder sus mezquinos  intereses  que en nada contribuyen al desarrollo  y a superar  el atraso académico y científico  por el que hoy atraviesa  la Universidad.
La mayoría se mueve no porque les importe la Universidad sino que su único objetivo  es conseguir alguna prebenda del candidato que resulte  ganador. Nada más dañino e inicuo para la Universidad de El Salvador que un comportamiento de académicos y de “líderes estudiantiles” que no logran ver el verdadero significado de Universidad y el papel que esta debe jugar en momentos tan críticos  y perversos  como los que vive la sociedad. 
Todo este tiempo que la Universidad está  invierte  en tratar de elegir autoridades lo debería de ocupar para estar dando respuesta a la infinidad de problemas que aquejan a la sociedad.
Sí realmente quisiéramos un verdadero cambio, la AGU, hace tiempo hubiese reformado el reglamento electoral  y evitar de esa manera invertir recursos  en un proceso superfluo, que sólo sirve para potenciar a unos  y excluir a otros. Por otro lado, la Universidad es vista por candidatos y seguidores como una oficina de empleo pero no como una institución de Educación Superior, productora de conocimientos científicos y  generadora de cultura.
Que me disculpen aquellos y aquellas  que se dicen que son Universitarias y universitarios pero la Universidad no se merece eso que ahora le están haciendo. Es necesario retomar el camino correcto para hacer de la Universidad un faro de luz en medio de las tinieblas que hoy vive nuestra sociedad. Hemos dejado de hacer uso de la razón   y la racionalidad propia del máximo Centro de Educación Superior  del país y nos hemos dejado llevar por inicuos intereses que sólo alimentan el egoísmo más vil  y la irracionalidad.

SAN SALVADOR, 20 DE ABRIL DE 2018

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