ELECCIONES EN LA
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR Y LOS INTERESES CREADOS.
POR: MSc. JOSÉ
ISRAEL VENTURA
El gran escritor
de origen español Jacinto Benavente (1866 – 1954) en su obra los “intereses creados”
planteaba que “nadie da un paso hacia adelante si no van de por medio los
intereses creados” Nos narra dicho escritor que a una próspera y pequeña ciudad
llegan Leandro y Crispín, dos personajes que andan buscando la manera rápida y
fácil de hacerse ricos, sin importar los
medios que tengan que utilizar para lograr su propósito. Aunque el símil no sea
del todo exacto, sin embargo, refleja en alguna medida lo que está sucediendo
en la Universidad de El Salvador.
En la Universidad
no existe un proyecto de que nos trace realmente el rumbo que debe seguir el
máximo Centro de Educación Superior del país, y sí los hay sólo los conocen las
principales autoridades. Pero, además, son proyectos con una escasa visión de
futuro que no coadyuvan a pensar la Universidad que la sociedad necesita.
No obstante, hay
al interior de la misma, una serie de intereses creados que tienen diversas
formas de expresión como: el compadrazgo, el tráfico de influencias, amiguismo, el oportunismo, el arribismo, el clientelismo político y el nepotismo que
está muy arraigado en la institución y que son factores que frenan el
desarrollo de Universidad. Pero además, de todos estos vicios hay una
enfermedad que es un cáncer que está destruyendo el tejido, moral e intelectual
de la Universidad. La envidia.
La envidia tiene también diversas formas de
manifestarse: El menosprecio a todo aquel o aquella que difiere de la manera como las autoridades piensan, o disiente del punto
de vista ajeno. Está también, el denigrar al compañero o compañera solamente
porque están bandos opuestos o proyectos diferentes y está la provocación para
hacer caer en la trampa a su adversario.
Además, se confunde a menudo lealtad con
servilismo ciego e irracional en la que siempre hay que estar bien con la
autoridad, adularla pero nunca
cuestionarla por los errores que pudiese estar cometiendo. Estos son algunos de
los vicios que se pueden observar hoy en
la Universidad de El Salvador.
Por otro lado,
las contradicciones entre las máximas autoridades (Rector, Vice-rectores) no ha
permitido la unificación de criterios y caminar por un mismo rumbo, esa
falencia se ha observado durante la presente gestión, el Rector, por un lado, el
Vice-rector académico por otro y el administrativo por otro. Cada uno haciendo
lo que a su juicio le parece y buscando traer agua para su propio molino. Esa
es la triste realidad que se observa día con
día en la Universidad de El Salvador.
Además, se observa
una comunidad universitaria, dispersa, dividida, apagada, indiferente, apática
y cansada. Y como dice un dicho popular, en río revuelto ganancia de
pescadores. Bajo estas circunstancias, los grupos oportunistas, arribistas,
pseudo estudiantiles que han hecho dentro de la Universidad un modus vivendi,
pero sus acciones representan únicamente intereses particulares que nada tienen
que ver con los objetivos y fines de la universidad.
Por otra parte,
estos grupos utilizan a los estudiantes que están en organismos de dirección de
la institución para que respalden proyectos que sólo a ellos les interesa, dado
que dichos estudiantes tienen mucha incidencia en la toma de decisiones. En
este contexto, no se sabe hacia dónde se conduce la Universidad ni cuál es su
plan de desarrollo para encarar los retos y desafíos del futuro, así como
el atraso académico y científico en el que
actualmente se encuentra.
La gestión está terminando y hasta el día de
hoy los universitarios no conocemos el plan de desarrollo que están ejecutando;
se camina por inercia, por rutina pero que nadie sabe hacia donde dirige sus
esfuerzos.
Ya lo he
mencionado en reiteradas ocasiones, la Universidad, así como está funcionando
muy poco o en nada le sirve al pueblo, que reclama una Universidad que salga a
su encuentro, que les plantee soluciones a sus problemas, que la orienten, pero
utilizando sus instrumentos preferenciales: la ciencia, la investigación y la
proyección social, pero, además, la Universidad debe de jugar un papel
preponderante en la humanización de sus profesionales, en luchar contra una
exacerbado pragmatismo utilitario y alienante en el que nos invita nada más a
buscar la utilidad sin importar las consecuencias para la sociedad. Cómo una
vez lo planteó el Dr. Guevara de la cerna (Che):
“¿Qué
tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial
de su vida? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato,
no sólo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de
obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el
patrimonio de nadie y pertenece al pueblo”
Por otro lado, en
la Universidad, no hay espacio para discutir los graves problemas académicos,
culturales y científicos; esa es una práctica que hace años desapareció, mucho
menos para discutir los problemas económicos, políticos, sociales y culturales
del país. Obviamente, se hacen algunos esfuerzos, pero que no tienen el impacto
que deberían tener ya que son esfuerzos aislados y no son producto de una
política institucional planificada. No
se debe olvidar que:
La Universidad es
el espacio académico en donde se aprende ciencia, humanidades, arte, tecnología
que habrán de ser útiles para que la sociedad encare de mejor forma la
transformación de la realidad natural como social. Que promuevan el ejercicio
del pensar crítico fundamentado en la ciencia, que investiga para que se
actuar con criterio y con certeza.
A la Universidad
se viene aprender a respetar, a discrepar ya que es parte del ejercicio
democrático; aprender a disentir y aceptar el disentimiento de los demás con
respecto a nuestras creencias u opiniones.
Esa es en realidad la naturaleza de la Universidad, el examen
crítico y la diferencia de criterios,
esta es la energía vital que mueve a la ciencia. Eso es lo que hace grande a la Universidad, lo que
la ennoblece, lo que le da credibilidad pero además, es lo que la hace
diferente a otras instituciones.
El oficio de ser
Universitario exige como condición necesaria, el respeto a la libertad
responsablemente, la discrepancia, el debate de las ideas, el dialogo y la
búsqueda de consenso, exige convicción, rigor y defensa inclaudicable de
nuestros principios y valores.
La Universidad no
puede abandonar su naturaleza crítica, pues eso es lo que le da el Status de
institución de la educación Superior, porque además, su crítica no la realiza sobre la base de
la especulación o en lo que dicen sino que ella la investiga y sobre esa base
sienta una posición que no es la de un docente o de alguna autoridad en
particular sino que es que es su posición seria como institución pensante. No asumir esta posición es hacerle el juego a
aquellos sectores que históricamente se han beneficiado del silencio de la
Universidad.
En los organismos
colegiados de la Universidad (AGU Y CSU) se pierde el tiempo en discutir
asuntos de orden domésticos, abandonando la verdadera esencia de la
Universidad. Muy poco o nada se discute sobre la problemática curricular, sobre
las nuevas metodologías de la enseñanza, sobre una Reforma Universitaria y el
comportamiento de muchos docentes, su ética y su moral.
Laboramos y
estudiamos en una Universidad que no tiene rumbo, como un velero en el mar que
no tiene un destino hacia donde llegar, un espacio en donde impera la ley de la
selva, en donde cada quién hace lo que quiere; en donde la autoridad no se
complica, pues ellos y ellas han llegado a pasar el agua para mientras se les
llega el día de pensionarse o jubilarse.
Las máximas
autoridades, le rehúyen a la crítica sana, son dados a buscar personas cercanas
a ellos que los adulen pero que no les critiquen cuando se están equivocando;
buscan personas que no les hagan sombra para de ese modo, tener el sarten por
el mango. Pero lo más preocupante es que se arrogan el derecho a creer que lo
saben todo y que nadie los puede cuestionar. Se vuelven infalibles. En ellos impera la soberbia, la arrogancia y
la falta de humildad; que es fundamental para conducir a una institución de
educación como la Universidad. Se continúa con una administración vertical, en
la que la consulta al demos no tiene
importancia alguna y las decisiones se imponen de arriba abajo.
Empero, estos grupos
que pululan por toda la Universidad, dan catedra de cómo hacer política sin
ética ni moral, se adoctrinan a los estudiantes, de cómo tienen que votar o que
línea partidaria deben de seguir en un momento determinado.
Muchos de ellos
son mercenario, que ni siquiera pertenecen a la institución, pero que tienen
espacio para manipular a determinados
grupos de estudiantes que como ovejas los llevan a su redil.
En pocas palabras
la Universidad reproduce exactamente los mismos vicios y la descomposición ética y moral de la sociedad y la de sus
representantes en los organismos m de gobierno. Con muy pocas excepciones,
entre estudiantes y docentes que tienen una visión más integral de futuro para
transformar a nuestra alma mater y actúan apegados a la ética y la moral.
En consecuencia,
la Universidad es un pequeño pastel en la que todos y todas se la quieren comer, pero el pastel no llega a todos por igual sino únicamente a las
argollas y los más cercanos a los que
controlan el poder.
ELECCIONES EN LA
UNIVERSIDAD: ¿PARA QUÉ SIRVEN?
Durante la
campaña electoral el candidato a la presidencia por el FMLN, afirmó que la “Universidad
es de las instituciones más democráticas del país”. Afirmación que tiene un
alto contenido ideológico, dado el
momento de la campaña, pues quienes laboramos en la Universidad nos damos
cuenta que tal democracia hasta el día de hoy es nada más un sueño, una Utopía.
Ahora bien, sí la democracia la
entendemos como sinónimo de elecciones, me parece que es un juicio demasiado
pueril, limitado y superficial
Pues la
democracia además, de constituir un estilo de vida, implica, trato igual, justicia por igual,
capacitaciones por igual, respeto por igual, participación por igual, aplicación
de la ley por igual entre otros. Pero la democracia implica también disensión,
respeto a las maneras diferentes de pensar sin que esto ocasione marginación,
exclusión, revanchismo político, ostracismo político, es tomar decisiones consultadas
al demo no imponerlas, es hacer que la ley funciones con equidad, es servirle a
la Universidad y no servirse de ella, es
actual con ética, es formar profesionales con criterio de justicia, es hacer
que la justicia no tenga inclinación partidaria y hacer lo que mejor la
convenga a la Universidad y la sociedad. En una palabra Democracia es servir,
no servirse.
Porque
digámoslo con diáfana claridad
muchos viven de la Universidad pero no viven para la Universidad. Aunque
sus discursos las adornen con frases elocuentes, como “nuestra querida
Universidad” “nuestra alma mater”
“nuestra autonomía universitaria”
todas estas son frases vacías, huecas que no las sienten ni las viven quienes las
expresan. Son los oportunistas, los arribistas, los que se aprovechan de la
Universidad, los que hacen uso de dicho
lenguaje para hacer creer que verdaderamente aman a la Universidad.
Los procesos electorales
de la UES al igual que la sociedad están prostituidos, carecen de legitimidad
popular, pues son los pequeños grupúsculos que deciden los destinos de la
Universidad debido a que están en juego muchos intereses: económicos, políticos
y comerciales.
En las elecciones
de la UES están presentes los intereses de las constructoras, dueños de
laboratorios, productos alimenticios etc., que muchos de ellos financian
campañas de los candidatos. Sin embargo, a nadie de ellos le importa la
Universidad pues su único interés es vender sus mercancías.
Un proceso
electoral prostituido, deformado por la presencia de muchos intereses
económicos y políticos e ideológicos de
los diferentes sectores que apadrina a cada una de las fórmulas que participan.
Cada cuatro años
la Universidad invierte muchos recursos para consultarle a la comunidad
universitaria, para que exprese su voluntad de quién quiere que conduzca a la
Universidad; sin embargo, tal consulta es nada más un circo bien montado para
aparentar que somos una institución democrática, pero que en última instancia
quién elige es el pleno de la Asamblea General Universitaria en la que se
arreglan los procesos electorales. De ahí que gana no el que es más idóneo, ni
el más inteligente, ni el que está mejor preparado, sino el que tiene más recursos financieros.
Entonces ¿Para qué sirven las elecciones en la UES?
sirven únicamente para dividir más a la comunidad Universitaria y continuar con
el mismo círculo vicioso, para seguir con la misma filosofía del no cambio es
decir, “hacer algo para no hacer nada”
los seguidores de uno y otro bando siempre van pensando más en el puesto
que le van a dar si gana su fórmula, adonde lo van a mandar a pasear, qué
dadivas va a recibir etc.
El desarrollo
académico y científico de la Universidad, sólo está presente en el discurso, en
la retórica de los candidatos sobre todo en tiempos de elecciones. Pasando ese
momento ya nadie se acuerda de ello.
En esta miopía politiquera los
candidatos y sus seguidores, ignoran
que están atropellando la máxima casa de estudios del país. Pero lo más delicado de la cuestión es que
muchos de los que están en los
diferentes bandos están convencidos que esta es la mejor forma de construir la
democracia para la UES. Incluyendo
algunos líderes profesionales y
estudiantiles.
La Universidad
cada día se ve más vulnerada y atropellada por muchos de los que hoy vociferan libertad y
democracia pero que irónicamente utilizan tales conceptos para para esconder sus
mezquinos intereses que en nada contribuyen al desarrollo y a superar
el atraso académico y científico por el que hoy atraviesa la Universidad.
La mayoría se
mueve no porque les importe la Universidad sino que su único objetivo es conseguir alguna prebenda del candidato
que resulte ganador. Nada más dañino e
inicuo para la Universidad de El Salvador que un comportamiento de académicos y
de “líderes estudiantiles” que no logran ver el verdadero significado de
Universidad y el papel que esta debe jugar en momentos tan críticos y perversos como los que vive la sociedad.
Todo este tiempo
que la Universidad está invierte en tratar de elegir autoridades lo debería de
ocupar para estar dando respuesta a la infinidad de problemas que aquejan a la
sociedad.
Sí realmente
quisiéramos un verdadero cambio, la AGU, hace tiempo hubiese reformado el reglamento
electoral y evitar de esa manera
invertir recursos en un proceso
superfluo, que sólo sirve para potenciar a unos
y excluir a otros. Por otro lado, la Universidad es vista por candidatos
y seguidores como una oficina de empleo pero no como una institución de
Educación Superior, productora de conocimientos científicos y generadora de cultura.
Que me disculpen
aquellos y aquellas que se dicen que son
Universitarias y universitarios pero la Universidad no se merece eso que ahora
le están haciendo. Es necesario retomar el camino correcto para hacer de la
Universidad un faro de luz en medio de las tinieblas que hoy vive nuestra
sociedad. Hemos dejado de hacer uso de la razón y la racionalidad propia del máximo Centro
de Educación Superior del país y nos
hemos dejado llevar por inicuos intereses que sólo alimentan el egoísmo más
vil y deleznable arrastrándonos a la irracionalidad, que es contraria a la naturaleza y esencia de la Universidad.
SAN SALVADOR, 20
DE ABRIL DE 2019
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