miércoles, 4 de abril de 2018



EL INADECUADO USO DE LA EVALUACIÓN  Y LAS CALIFICACIONES EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN.
El propósito de escribir este ensayo  es precisamente para cuestionar el  inadecuado uso  de la evaluación,  las notas  y el uso perverso que de ellas se hace por parte de algunos docentes de la Universidad de El Salvador. Además, demostrar que la evaluación bien utilizada puede ser un excelente recurso para mejorar la calidad de la educación.
No obstante, la manera  punitiva y errónea como se  emplea la evaluación y las calificaciones  hoy en día,  está conduciendo a la formación de un profesional mediocre, insensible, acrítico e inhumano. Al reducir la evaluación únicamente al aspecto meramente técnico soslayando el aspecto político, Filosofico,  sociológico, pedagógico, ideológico  y  humano, se está transformando al profesional en una simple pieza de la máquina que hoy domina al mundo entero. De ahí que la calidad de la educación mucho descansa en una fe ciega y desmedida en un sistema de evaluación  y de calificaciones que no reflejan en absoluto la capacidad de aprendizaje  de los alumnos y alumnas.
En el ensayo se cuestiona también el mal uso que algunos docentes hacen de la evaluación  y de las calificaciones, las cuales en muchos casos son utilizados para otros fines que nada tienen que ver con la formación del profesional Universitario. En el ensayo  se hace una breve valoración sobre las consecuencias del mal empleo de la evaluación y de las calificaciones para la Universidad como para la sociedad  en general.
Finalmente  se plantean algunas cuestiones en torno a  la adicción que muchos docentes tienen acerca de las calificaciones, quienes desde su concepción consideran que no puede haber aprendizaje si no se hacen exámenes  o si no se les asignan calificaciones a los estudiantes
Es importante aclarar que en el ensayo no se plantean verdades concluyentes, definitivas, sino más bien es una invitación al debate  y buscar otras alternativas  de evaluación y educación que nos permita acercarnos un poco al perfil de profesional  que realmente  necesita nuestro país.
LA SOCIEDAD INSTRUMENTAL
No cabe  duda de que vivimos en la sociedad del dato, del número, de la cuantificación del racionalismo instrumental, en donde impera el principio de la eficiencia y eficacia dos conceptos acuñados en la sociedad del neoliberalismo. En esta sociedad los seres humanos solo tienen   un valor numérico. Por ejemplo, en el hospital el médico reconoce a su paciente por el número de la cama. El político ve en  cada ciudadano un voto,  en los hospitales ven el número de pacientes que asisten  a pasar consulta, al médico lo valoran como bueno o malo si cumple con las metas impuestas por el hospital, al futbolista lo reconocen como excelente por el número de goles que hace.  El maestro y la maestra reconocen al buen alumno por la calificación que ha obtenido.
¿A caso los padres de familias también no se llenan de júbilo cuando su hijo o hija ha obtenido una excelente calificación ya sea en el Colegio o la Universidad? Pareciera que la nota reflejara el esfuerzo y la dedicación en el estudio.
¿Cuántas veces  no hemos escuchado decir a algunos profesores  que los alumnos  que obtienen  mejores calificaciones son los más inteligentes?  Veamos que nos dice Ken Bain “las mejores notas no definen a los estudiantes que han desarrollado un aprendizaje más profundo, tampoco los que ganan más dinero”. (Ken Bain. Lo que hacen los mejores profesores Universitarios)
Lo primero que hay que desterrar de nuestras mentes es que la inteligencia no se mide  por medio de una calificación, que las destrezas, las habilidades no se pueden explicar por una nota.  Sin embargo, nuestro sistema educativo  y en particular en la Universidad El Salvador  muchos  docentes siguen creyendo de manera concluyente que las notas son la base y el fundamento  de la excelencia académica, que la única manera de  formar  excelentes profesionales es haciendo exámenes. De lo anterior se deriva la tendencia  a realizar lo más que se pueda  exámenes y laboratorios. Desde esta concepción  enciclopedista  lo importante son los exámenes, las  notas (calificaciones); pero se pasa inadvertido la esencia de la Universidad.
 La investigación, la rigurosidad científica, el razonamiento lógico, en consecuencia no se educa se adiestra, se doméstica para que continúen reproduciendo el estado de dominación.
 Por ejemplo, afirmar, que un médico es  un excelente profesional de la medicina  porque durante su carrera obtuvo notas de diez, es muy limitado  ya que en su ejercicio profesional no sólo está en juego su habilidad o destreza sino su compromiso  ético, moral y humano. Además, la disciplina, los valores,   su amor y lealtad a su profesión.
Pero antes de seguir en este discurso hay que destacar que existen no sólo  un tipo de inteligencia sino múltiples inteligencias según uno de los más destacados científicos de la mente Howard Gardner, ha propuesto la teoría de las inteligencias múltiples según la cual las capacidades cognitivas humanas son ocho: lingüística, lógico, matemática,  la corporal-cinestésica, la musical, espacial, interpersonal, intrapersonal y naturalista.
De modo que, resulta  demasiado limitado decir que la calificación determina lo que el alumno o alumna sabe. Por otro lado, se debe de aclarar que no se  está  por la abolición de los exámenes o de la evaluación   y las pruebas objetivas  sino en contra del uso indiscriminado, perverso y abusivo  que hacen algunos docentes en su ejercicio profesional,  en el  que se han usado y siguen usado tradicionalmente. En  el sistema educativo actual la evaluación tiene un carácter punitivo y la calificación  es el precio que el alumno tiene que pagar, por su pereza  o por cuestionar o faltarle el respeto al docente.
 Por otra parte, en el sistema educativo actual se sigue utilizando la nota o calificación  sobre todo para fines perversos  que nada tiene que ver con el proceso de formación de los alumnos y alumnas, al contrario  coadyuvan a generar aversión al estudio de los educandos.
  Veamos lo que expresan algunos expertos en torno al examen:
·         El examen determina y pervierte el proceso de enseñanza – aprendizaje. Los profesores adaptan su método al tipo de examen y el alumnado dedica el tiempo a buscar las posibles respuestas. (Merchan, 2005,107).
·          El examen es un acto de violencia simbólica de dominación (BOURDIEU, 2003,89; Murillo, 2002,106). El punto álgido donde el poder se confunde con el saber (Foucault, 1992, 41),
·         El examen sólo sirve para clasificar, sólo en ocasiones para saber lo que el alumno sabe acerca de las preguntas que arbitrariamente el profesor inventa (Lerena, 1983);
·         El examen no motiva a los sujetos que proceden de clases populares con capital cultural bajo. Opera como componente de su hábitus ( Pierre Bourdieu, 1988, 84)
·         El examen pervierte el diálogo entre profesor-alumno y lo reduce a una cuantificación del saber-no saber. El diálogo se convierte en pura mecánica matemática (Mainer, 2001, 60 y ss)
·          El examen da argumentos al profesorado para matematizar, de forma contundente, simplificada y con apariencias de neutralidad, la compleja actividad del aprendizaje del alumnado (Álvarez Méndez, 2001, Hargreaves, 2003, 192).
·          El examen da pie para medir y de paso reforzar las teorías simplificantes y reductoras de la genética como explicación del rendimiento escolar. Ignorancia se identifica con incapacidad (Giroux, 2001, 106).
·         El filósofo argentino Mario Bunge, radicado en Canadá considera que el objetivo de la educación no es evaluar la capacidad de memorizar para rendir exámenes, sino aprender resolviendo problemas, investigando y buscando información.
Además, destaca que está convencido de que las pruebas deben concebirse como oportunidades para informarse, pensar y lucirse, su premisa es provocar en los alumnos un estímulo para el aprendizaje.

LOS EXAMENES COMO MEDIO PARA FORMAR PROFESIONALES MEDIOCRES.
Para   nadie es un secreto   que para  un alto porcentaje de estudiantes  universitarios la máxima finalidad  de sus estudios es conseguir pasar las materias y obtener un título. Las notas se han convertido en  la máxima aspiración para lograr su anhelada  meta propuesta.
En consecuencia, el motor que impulsa y que mueve al estudiante  universitario es su calificación; pues de alguna manera eso le permitirá  escalar otros niveles en su carrera.
 De ahí que la esencial misión de la educación Superior  Universitaria queda tirada al cesto de la basura pues aprender a pensar, investigar, formarse como buenos  profesionales  es nada más un sofisma en tanto sólo sirve para encumbrarlo en una posición más elevada en la sociedad.
 Pretender en la Universidad una formación profesional basada en la Ciencia, en desarrollar las capacidades racionales, mejorarse como persona es algo que no está en el primer plano de la Educación Superior Universitaria. Cómo se puede apreciar vivimos en una sociedad pragmática y utilitaria en la que sólo es importante aquello que deja alguna rentabilidad o ganancia. Decía Carlos el príncipe de Gales hace muchos años durante la celebración del aniversario de Shakespeare que:

Sí decidimos seguir las tendencias  de la moda  en la educación – hacia lo “relevante”, lo exclusivamente contemporáneo, lo inmediatamente disfrutable -, podemos enfrentar el terrible peligro  de producir  una generación  de jóvenes  desheredados culturales. Sin duda muchos padres “comunes” coincidirán  en que el objetivo de la educación  no es la ingeniería social, sino la preparación  de nuestros chicos  para enfrentar, del mejor modo  posible, los desafíos  que se le presentarán. Esto significa no sólo entrenarlos  para el trabajo a través de la adquisición  de conocimientos, sino, sobre todo, brindarles la posibilidad  de comprenderse a sí mismos y el significado  profundo de la vida. (Guillermo Jaim Echeverry. La tragedia Educativa. p.87)

Los especialistas que se han dedicado a investigar el efecto de las calificaciones han demostrado que estos falaces instrumentos no son los idóneos para evaluar realmente los aprendizajes, el ejercicio de las funciones mentales superiores y menos aún los cambios comportamentales de los estudiantes. ¿En esencia qué miden las notas?  En realidad que lo que más puede llegar a medir una calificación  es la capacidad que tiene el alumno o alumna para memorizar  una determinada cantidad de información.  El uso indiscriminado e irreflexivo de las calificaciones en la Universidad específicamente la Universidad de El Salvador, se ha convertido en un cáncer que urge extirparlo lo más pronto posible.
 No obstante,  no es un cáncer cualquiera sino un chip que se ha instalado en toda la cultura, desde hace muchos años por no decir siglos  y que está causando severos daños a la educación en todo el sistema educativo en general del país.
¿Cómo se puede superar estos sistemas de exámenes, calificaciones perversas y criminales que invitan a la mediocridad en la formación del profesional Universitario?
 Es habitual que tanto los estudiosos  de la educación como cualquier persona común piensan que el examen es un elemento inherente  a toda acción educativa. Esto es, natural pensar que después  de una clase  los estudiantes deben ser examinados para valorar  si adquirieron el conocimiento expuesto por el docente. Sin embargo, un estudio sobre la historia del examen en las prácticas pedagógicas demostrará lo falso que es tal afirmación.  Veamos:

            Primero porque el examen fue un instrumento  creado por la burocracia China para elegir miembros de las castas inferiores. Segundo porque existen innumerables evidencias  de que hasta antes de la Edad Media  no existía un sistema de exámenes ligado  a la práctica educativa. Tercero, porque la asignación  de notas (calificaciones)  al trabajo escolar  es una herencia  del siglo XX a la pedagogía, herencia que produjo  una infinidad  de problemas, los cuales hoy padecemos. (Ángel Díaz Barriga. El examen textos para su historia  y debate, p. 12)

Los investigadores en educación y en psicología educativa  han demostrado que   las calificaciones y los  instrumentos que se emplean para evaluar los aprendizajes impide el desarrollo de las funciones mentales  superiores y menos los cambios que se operan a nivel del comportamiento de los educandos. Por su parte, otros expertos en el área de la educación y evaluación  sostienen que la educación  sólo puede seguir funcionando en la medida en que utilice los exámenes y las calificaciones   como una amenaza  y  represión que ejercen los maestros en el proceso de enseñanza aprendizaje.
 Sin embargo, es tan absurdo que en la Universidad  se privilegie las calificaciones a secas en vez de desarrollar en los alumnos y alumnas la capacidad racional, la valoración científica  y el deseo por el conocimiento, la verdad  y el amor por el saber. No cabe la menor duda que los exámenes y las calificaciones esconden una realidad que está oculta para la mirada del sentido común ya que está inmersa en una madeja política e ideológica, que impide tener una precepción concreta del fenómeno.  
De ahí la necesidad de estudiar el fenómeno de los exámenes y las calificaciones dentro de una totalidad económica, política social y cultural. Pero más desde la política hegemónica y la filosofía   que direcciona   y orienta los procesos educativos. Sabemos además, que no es la pedagogía la que determina la orientación  de los procesos educativos y de evaluación sino la política imperante en esa sociedad. A sí por ejemplo, sí vivimos en una sociedad capitalista, sabemos que el único móvil  o su única lógica es la ganancia  por lo tanto, su sistema de evaluación adoptará el modelo que esté en correspondencia con esa misma lógica.
En esta misma dirección las notas  o calificaciones esconden muchas veces la incapacidad de sus docentes que ante su falta de idoneidad recurren a los exámenes, las calificaciones muchas veces para intimidar, amedrentar  y someter al estudiante a sus propios designios.
 En este devenir, el estudiante  como se verá está más preocupado por los exámenes, memorizar enormes cantidades de información que le proporciona el docente; sin embargo, cuando el alumno ya como profesional se incorpora a su ejercicio se da cuenta que  la mayor parte de lo que  le proporcionaron en la Universidad no le sirve de mucho. 
Los alumnos no son ningunos bobos, desde el inicio de la clase  detectan cuando el profesor tiene la idoneidad para impartir una materia determinada. Sin embargo,  se quedan callados, no reclaman pues saben que las calificaciones son la poderosa arma  que el  docente  tiene para callar cualquier rebelión en contra suya. Por lo tanto, prefieren mejor llevar la fiesta en paz y de ese modo no complicarse sabiendo que al final aprobarán la materia inscrita.
Si este fenómeno lo vemos de manera simplista, pareciera que no tiene mayores repercusiones para la institución  y para  la sociedad; pero un análisis más profundo nos demuestra que es todo lo contrario  ya que tarde o temprano esta masa de profesionales se insertarán en la vida económica, política y social, que posteriormente de verá reflejada  en su ineptitud y mediocridad, lastre que es el resultado de un proceso de formación basado en un sistema de calificaciones perverso e inútil.  Tenía razón el pensador de origen Hindú Krishnamurti cuando planteaba que:
“La inteligencia os viene cuando no estáis atemorizados, cuando en vosotros no hay miedo. ¿Sabéis que es el miedo? El miedo surge cuando pensáis en lo que la gente pueda decir de vosotros, o en lo que puedan decir vuestros padres; cuando se os critica, cuando se os castiga, cuando fracasáis en un examen, cuando vuestro maestro os reprende, cuando no tenéis popularidad en vuestra clase, en vuestra escuela, en vuestro medio” (  Krishnamurti.  Hacia la libertad total)  Esencia de la educación es  liberar  al estudiante del miedo, y hacer que él se dé cuenta de las causas del miedo para que pueda vivir libre de temor” 
Este mismo pensador plantea que: “estamos produciendo, como por medio de un molde, un tipo de ser humano cuyo interés principal es encontrar seguridad, llegar a ser alguien importante, o divertirse con la mínima reflexión posible. . . la educación sostiene este mismo autor, no consiste tan sólo en adquirir conocimientos, en reunir datos y correlacionarlos; es  ver el significado  de la vida  como una totalidad. Pero lo total no puede  ser abordado  a través de la parte, que es lo que intentan hacer los gobiernos, las religiones organizadas los partidos políticos autoritarios”  (Ibid).
CONSECUENCIAS DEL USO INDISCRIMINADO DE LAS CALIFICACIONES
Una de las consecuencias  nefastas para le educación, para la sociedad y la misma Universidad en nuestros días es el excesivo condicionamiento que los alumnos y alumnas tiene en relación con  las calificaciones. Este fenómeno sin lugar a dudas  impide el desarrollo de los procesos psicológicos básicos Superiores, pues lo único que logran explorar  con las calificaciones  es el primer nivel de conocimiento que es el que la gente común posee para conducirse en la vida.
Esto deviene porque se tiene un modelo educativo informativo, en la que el alumno y alumna  dada la tecnología pueden accesar a las distintas fuentes  o información que reciben a través de las redes sociales pero que en su mayor parte no es científica.
 Por otra parte,   a veces los alumnos no logran decodificar  esa información dado que está en un lenguaje científico complejo. No obstante, desde la lógica del docente  que imparte la clase, el alumno que obtenga diez es una estudiante brillante e  inteligente sin percatarse que lo único que ha medido con la calificación es memoria, olvidando que la esencia fundamental de la educación es desarrollar en las educandos sus capacidades analíticas, racionales  y comprensión científica de los fenómenos de la realidad.
Lo anterior nos demuestra porque en la actualidad hay un descenso de la calidad de la educación a todo nivel y la indiferencia de los jóvenes por  el hábito de la lectura comprensiva. No se quiere ser tan absoluto en esta afirmación,  queriendo decir que esta es la única causa de la baja calidad de la educación; pues en realidad hay muchos factores que condicionan el desarrolla de una educación de calidad. Pero  cuando las calificaciones se convierten en el único móvil,  que arrastra a los estudiantes a  estudiar un mínimo, sólo para pasar el examen no tienen más motivación que obtener una nota para aprobar la asignatura.
 Sería bueno que nos hiciéramos una pregunta ¿Es el alumno el responsable de la pérdida de motivación para el estudio o tienen que ver los agentes organizadores de la  curricula en este caso la Universidad de El Salvador? En nuestro sistema educativo y particularmente en la Universidad  siempre que hay cierta reprobación masiva en un curso el responsable  es el educando; pero jamás el docente,  se juzga  alumno  de  haragán,  inepto,  despreocupado, el que no pone atención etc., es la mejor manera para evadir la responsabilidad de la mala docencia que realizamos los docentes.
 Esta situación nos lleva a un fenómeno que ya es crónico en la Universidad, el enfrentamiento entre alumnos y docentes, la lucha por la calificaciones, se inicia desde el primer día de clase ya que sí el alumno le cayó mal al  docente  a partir de ahí empieza a padecer su calvario, luego sí el alumno es exigente puede llevar su caso a otros instancias de la universidad para que se le haga justicia.  El examen  y la calificación se convierten para el docente el escudo que le permite  hacer cualquier  trampa académica,  sobre todo  y desde luego aquellos docentes que  no tienen conciencia de lo que están haciendo  y utilizan las calificaciones para ajustar cuentas  o para buscar otras prebendas que nada tienen que ver con la formación del profesional.
 Las calificaciones denigran la personalidad  del estudiante, ya que en muchas ocasiones en su ambición por pasar algunos estudiantes   son capaces de vender su alma al Diablo.
Por otra parte, las calificaciones promueven el individualismo y la competencia pues en su afán de pasar hacen caso omiso de la solidaridad, el compañerismo, aquí se empieza  la ley de la selva, es en este proceso bajo esta concepción donde el hombre se convierte  como decía Tomás Hobbe, “el hombre  lobo del hombre”  en todo este proceso nos inculcan la filosofía del éxito haciéndonos creer que tenemos que competir en contra  de nuestros compañeros y compañeras. Y ¿todo este divisionismo a quien le conviene?  Desde luego al poder hegemónico, a los que controlan el poder económico, político que utilizan la educación como instrumento efectivo para reproducir el estado de opresión,  marginación  y  dominación de clase.
Por otro lado, estos exámenes y  calificaciones que parecen inofensivas  son instrumentos  de control social,  ya  que a través  de las notas el sistema clasifica a las personas dentro de una determinada categoría  o estrato social o como lo plantea Francisco Gutiérrez,  en su libro la educación como praxis política. Los exámenes --- en variedad incalculable --  no son sino instrumentos legalizados  de selectividad. “ A un grado no soñado, en la larga historia de la educación, los estudiantes son probados, medidos, analizado, clasificados y segregados” . . . he aquí el objetivo esencial de la prueba: segregar  y eliminar  afín  de que la pirámide social escolar  sea un calco  de la pirámide social” (Francisco Gutiérrez. Educación como praxis política. p. 36).  Los docentes y alumnos no nos debemos prestar al engaño, creyendo que los exámenes  y las calificaciones son instrumentos para garantizar la calidad de la educación o para formar excelentes profesionales, el sistema no busca eso sino perpetuar a través de la educación su poder hegemónico y dominio de clase.
DOCENTES ADICTOS A LAS CALIFICACIONES.
En la Universidad hay un alto porcentaje de docentes adictos a los exámenes   y a las calificaciones, consideran  de manera concluyente  que si no hacen exámenes no hay aprendizaje en los alumnos y alumnas.  Pero no logran comprender que los exámenes  y su resultado inmediato la calificación, no miden  para nada el verdadero aprendizaje de los educandos.
Según la  Licenciada en Pedagogía y educación personalizada  Olga Moreno De Gama  sostiene  que “En ningún ámbito de la vida es aceptable dar la apreciación de una persona con cifras numéricas” sin embargo, como se plantea al inicio de este ensayo, vivimos en una sociedad en donde impera un burdo racionalismo instrumental que todo, lo mide, la cuantifica y pretende hacernos creer que es científico.
No obstante, dicho planteamiento está lejos de  ser lo que pretende. La misma licenciada Moreno nos describe un interesante ejemplo,  de una consulta médica imaginemos la escena después del chequeo realizado por el Doctor:
Dígame Doctor, ¿qué tengo? 7 ¿? ¿Qué pensaríamos de una respuesta así?, o de otra un poco "más explícita Tiene usted, 6 en hígado y 7 en capacidad pulmonar. O  de un médico "muy actual": Señor, ¡lo felicito!, usted tiene MB en su aparato digestivo pero desgraciadamente sacó un NA en su sistema óseo. ¡Pero, cómo doctor si lo único que me duele es la rodilla izquierda y eso fue porque… Lo siento, lo siento, eso es lo que hoy se examinó y en definitiva lo que realmente es importante. Para eso usted está aquí, para que yo le dé mi evaluación. Todo eso que usted siente o lo que le haya pasado, no importa tanto, mire, échele ganas y vamos a ver si para la próxima cita alcanza un mejor resultado. Y, por si fuera poco, al llegar a su casa, ¡¡lo regañan y lo castigan por el diagnóstico del médico!!
Al recoger unos exámenes de laboratorio, determinados en valores numéricos, acudimos de inmediato al médico para que nos haga el diagnóstico con su apreciación clínica y nos dé toda la explicación referente a nuestro estado de salud. Pues los números inscritos en la hoja del laboratorio poco o nada nos dicen.
Esta es la realidad en la que vivimos, se tiene tanta confianza en los datos que pareciera que es la verdad definitiva; sin embargo, los datos a secas no nos dicen nada sino es que los interpretamos desde una concepción científica determinada. Los Datos sólo tienen sentido en la medida en que se analicen, se interpreten a la luz de una teoría científica.
 Los docentes no debemos de caer en la trampa de creer que las calificaciones son sinónimo de calidad de la educación  o del aprendizaje de los alumnos y alumnas. Pero lo más absurdo de toda esa falacia es que en algunas facultades  les dicen a los alumnos “la próxima semana se inician las evaluaciones de la segunda Unidad del programa tal”  y cuando uno se entera que lo que hacen los docentes es una simple y burda medición  y ¿Por qué hago esta afirmación?  Sencillamente porque en un examen, laboratorio o trabajo ex_ aula lo que se hace es medir, medir significa cuantificar, enumerar pero jamás se puede considerar evaluación, porque evaluar es emitir juicios sobre la base de datos que se han obtenido en un proceso riguroso y científico. Veamos este otro ejemplo de la Licenciada Moreno:
 Sucedió,  que en una ocasión cuando la maestra de 5°grado de una escuela primaria, le mandó hablar con cierta urgencia a una mamá:   la increpó diciéndole: Señora, ¡estamos en el mes de enero y desde hace más de tres meses usted no se ha presentado a las juntas de entrega de calificaciones del niño M P, número 36 de la lista, ¿está usted enterada de lo mal que va su hijo? Está reprobado en español y en Historia y aunque en las otras materias va más o menos, no le aseguro que pase el año escolar.
Maestra, el niño M P se llama Luis Manuel y no es mi hijo, es mi sobrino, él es huérfano de mamá. ¿No estaba usted enterada? y ¿no está usted enterada que desde el mes de noviembre Luis Manuel no ha asistido a la escuela ya que enfermó de Hepatitis Infecciosa de la que no ha podido recuperarse? Avisé en su oportunidad en la dirección y hablé con usted personalmente, ¿no lo recuerda? No entiendo maestra, ¿cómo le habrá hecho usted para que las notas del niño número treinta y seis de la lista sean aprobatorias en las áreas de: Matemáticas, Ciencias de la Naturaleza, Geografía y Civismo?... ¡El colmo de lo indigno, ni siquiera identificar a un alumno, no conocerlo ni por su nombre! ¡Hasta ahí hemos llegado! Hasta ahí "se nos han metido" las cifras. Y a esto ¿Cómo se le llama?  Acaso esto no es deshumanización del proceso educativo.
Para  reforzar este planteamiento voy a relatar una experiencia que yo viví cuando me iniciaba como docente Universitario. Resulta que cuando ingresé a la Universidad como docente  lo hice en el Centro Universitario de Oriente ( Hoy Facultad Multidisciplinaria Oriental) había, un compañero docente que impartía una determinada clase en el área de las Ciencias Sociales, había una joven que estaba estudiando la carrera de Ciencias de la Educación, por lo general siempre que ella asistía a clase la acompañaba su novio; pero al pasar la lista  de asistencia ambos firmaban, él joven era estudiante de ingeniería Agronómica, pero se llegó la finalización de ciclo cada docente inició el procesamiento de sus notas.
Todos los alumnos llegaron a retirar su nota, pero había un julano que nunca llegó a retirar la nota final de ciclo,  yo que era compañero del mencionado docente en un espacio que tuvimos conversábamos con él y me dijo mire licenciado hay un alumno que  no ha venido a retirar su nota  y tiene diez pero además, no aparece en el colector,  le dije  a lo mejor se retiró   y no va a continuar  con su carrera.  Un día hablando con la joven le  digo mira y tú conoces a  este alumno, sí me dijo, él es mi novio  y estudia ingeniería Agronómica. 
A partir de ahí reflexioné lo falso que resultan ser las calificaciones a las que muchos docentes le dan toda su credibilidad. Porque este joven nunca se examinaba, porque él iba solamente a acompañar a su novia sin embargo, aparecía con una nota de  diez ¿Qué significa esto? significa que las notas en muchas ocasiones son arbitrarias, subjetiva  y falsas  por lo que no se les puede otorgar una categoría de certeza científica porque no la tienen. Por otra parte, las notas se mueven en consonancia con los intereses de los docentes, el grado de empatía, amistad que tengan con los alumnos y alumnas.
Tampoco se está diciendo que no hay docentes que no sean honestos para calificar, que saben medir, cuantificar lo aprendido por el estudiante,  lo que aquí se pretende expresar es que aunque el proceso haya sido riguroso, exacto, transparente   y ético, la nota o calificación nunca va a expresar lo que el alumno a aprendido ya que  el aprendizaje es sumamente complejo para poder medirlo con una prueba, un laboratorio  o un trabajo de investigación.
FUENTES CONSULTADAS.
1.      Ángel Díaz Barriga. El examen textos para su historia  y debate. Editorial. Plaza y Valdez, México, 1993.
2.      Howard Gardner. Inteligencias Múltiples, Barcelona.
3.      Krishnamurti. Hacia la libertad total. Editorial Errepar. Buenos aíres Argentina.
4.      Guillermo Jaim Etcheverry. La tragedia Educativa. 1992.
5.      Francisco Gutiérrez. La educación como praxis Política. Editorial siglo XXI, 1983.


TEXTOS DE INTERNET.
7.      https://educritica.idoneos.com › Teoría crítica y evaluación


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