EL INADECUADO USO DE LA EVALUACIÓN
Y LAS CALIFICACIONES EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN.
El propósito
de escribir este ensayo es precisamente
para cuestionar el inadecuado uso de la evaluación, las notas y el uso perverso que de ellas se hace por
parte de algunos docentes de la Universidad de El Salvador. Además, demostrar
que la evaluación bien utilizada puede ser un excelente recurso para mejorar la
calidad de la educación.
No obstante,
la manera punitiva y errónea como
se emplea la evaluación y las
calificaciones hoy en día, está conduciendo a la formación de un
profesional mediocre, insensible, acrítico e inhumano. Al reducir la evaluación
únicamente al aspecto meramente técnico soslayando el aspecto político,
Filosofico, sociológico, pedagógico,
ideológico y humano, se está transformando al profesional
en una simple pieza de la máquina que hoy domina al mundo entero. De ahí que la
calidad de la educación mucho descansa en una fe ciega y desmedida en un
sistema de evaluación y de
calificaciones que no reflejan en absoluto la capacidad de aprendizaje de los alumnos y alumnas.
En el ensayo
se cuestiona también el mal uso que algunos docentes hacen de la
evaluación y de las calificaciones, las
cuales en muchos casos son utilizados para otros fines que nada tienen que ver
con la formación del profesional Universitario. En el ensayo se hace una breve valoración sobre las
consecuencias del mal empleo de la evaluación y de las calificaciones para la
Universidad como para la sociedad en
general.
Finalmente se plantean algunas cuestiones en torno a la adicción que muchos docentes tienen acerca
de las calificaciones, quienes desde su concepción consideran que no puede
haber aprendizaje si no se hacen exámenes
o si no se les asignan calificaciones a los estudiantes
Es
importante aclarar que en el ensayo no se plantean verdades concluyentes,
definitivas, sino más bien es una invitación al debate y buscar otras alternativas de evaluación y educación que nos permita
acercarnos un poco al perfil de profesional
que realmente necesita nuestro
país.
LA SOCIEDAD
INSTRUMENTAL
No cabe duda de que vivimos en la sociedad del dato,
del número, de la cuantificación del racionalismo instrumental, en donde impera
el principio de la eficiencia y eficacia dos conceptos acuñados en la sociedad
del neoliberalismo. En esta sociedad los seres humanos solo tienen un valor numérico. Por ejemplo, en el
hospital el médico reconoce a su paciente por el número de la cama. El político
ve en cada ciudadano un voto, en los hospitales ven el número de pacientes
que asisten a pasar consulta, al médico
lo valoran como bueno o malo si cumple con las metas impuestas por el hospital,
al futbolista lo reconocen como excelente por el número de goles que hace. El maestro y la maestra reconocen al buen
alumno por la calificación que ha obtenido.
¿A caso los
padres de familias también no se llenan de júbilo cuando su hijo o hija ha
obtenido una excelente calificación ya sea en el Colegio o la Universidad?
Pareciera que la nota reflejara el esfuerzo y la dedicación en el estudio.
¿Cuántas
veces no hemos escuchado decir a algunos
profesores que los alumnos que obtienen mejores calificaciones son los más
inteligentes? Veamos que nos dice Ken
Bain “las mejores notas no definen a los estudiantes que han desarrollado un
aprendizaje más profundo, tampoco los que ganan más dinero”. (Ken Bain. Lo que
hacen los mejores profesores Universitarios)
Lo primero
que hay que desterrar de nuestras mentes es que la inteligencia no se mide por medio de una calificación, que las
destrezas, las habilidades no se pueden explicar por una nota. Sin embargo, nuestro sistema educativo y en particular en la Universidad El Salvador muchos docentes siguen creyendo de manera concluyente
que las notas son la base y el fundamento de la excelencia académica, que la única
manera de formar excelentes profesionales es haciendo exámenes.
De lo anterior se deriva la tendencia a
realizar lo más que se pueda exámenes y
laboratorios. Desde esta concepción
enciclopedista lo importante son
los exámenes, las notas
(calificaciones); pero se pasa inadvertido la esencia de la Universidad.
La investigación, la rigurosidad científica,
el razonamiento lógico, en consecuencia no se educa se adiestra, se doméstica
para que continúen reproduciendo el estado de dominación.
Por ejemplo, afirmar, que un médico es un excelente profesional de la medicina porque durante su carrera obtuvo notas de
diez, es muy limitado ya que en su
ejercicio profesional no sólo está en juego su habilidad o destreza sino su
compromiso ético, moral y humano. Además,
la disciplina, los valores, su amor y lealtad a su profesión.
Pero antes
de seguir en este discurso hay que destacar que existen no sólo un tipo de inteligencia sino múltiples
inteligencias según uno de los más destacados científicos de la mente Howard
Gardner, ha propuesto la teoría de las inteligencias múltiples según la cual
las capacidades cognitivas humanas son ocho: lingüística, lógico, matemática, la corporal-cinestésica, la musical,
espacial, interpersonal, intrapersonal y naturalista.
De modo que,
resulta demasiado limitado decir que la
calificación determina lo que el alumno o alumna sabe. Por otro lado, se debe
de aclarar que no se está por la abolición de los exámenes o de la
evaluación y las pruebas objetivas sino en contra del uso indiscriminado, perverso
y abusivo que hacen algunos docentes en
su ejercicio profesional, en el que se han usado y siguen usado
tradicionalmente. En el sistema
educativo actual la evaluación tiene un carácter punitivo y la calificación es el precio que el alumno tiene que pagar,
por su pereza o por cuestionar o
faltarle el respeto al docente.
Por otra parte, en el sistema educativo actual
se sigue utilizando la nota o calificación
sobre todo para fines perversos
que nada tiene que ver con el proceso de formación de los alumnos y
alumnas, al contrario coadyuvan a
generar aversión al estudio de los educandos.
Veamos lo que expresan algunos expertos en
torno al examen:
·
El examen determina y pervierte el proceso de enseñanza –
aprendizaje. Los profesores adaptan su método al tipo de examen y el alumnado
dedica el tiempo a buscar las posibles respuestas. (Merchan, 2005,107).
·
El examen es un acto de
violencia simbólica de dominación (BOURDIEU, 2003,89; Murillo, 2002,106). El
punto álgido donde el poder se confunde con el saber (Foucault, 1992, 41),
·
El examen sólo sirve para clasificar, sólo en ocasiones para saber
lo que el alumno sabe acerca de las preguntas que arbitrariamente el profesor
inventa (Lerena, 1983);
·
El examen no motiva a los sujetos que proceden de clases populares
con capital cultural bajo. Opera como componente de su hábitus ( Pierre Bourdieu,
1988, 84)
·
El examen pervierte el diálogo entre profesor-alumno y lo reduce a
una cuantificación del saber-no saber. El diálogo se convierte en pura mecánica
matemática (Mainer, 2001, 60 y ss)
·
El examen da argumentos al
profesorado para matematizar, de forma contundente, simplificada y con
apariencias de neutralidad, la compleja actividad del aprendizaje del alumnado
(Álvarez Méndez, 2001, Hargreaves, 2003, 192).
·
El examen da pie para medir
y de paso reforzar las teorías simplificantes y reductoras de la genética como
explicación del rendimiento escolar. Ignorancia se identifica con incapacidad (Giroux,
2001, 106).
·
El filósofo argentino Mario Bunge, radicado en Canadá considera
que el objetivo de la educación no es evaluar la capacidad de memorizar para
rendir exámenes, sino aprender resolviendo problemas, investigando y buscando
información.
Además,
destaca que está convencido de que las pruebas deben concebirse como
oportunidades para informarse, pensar y lucirse, su premisa es provocar en los
alumnos un estímulo para el aprendizaje.
LOS EXAMENES
COMO MEDIO PARA FORMAR PROFESIONALES MEDIOCRES.
Para nadie es un secreto que para un alto porcentaje de estudiantes universitarios la máxima finalidad de sus estudios es conseguir pasar las
materias y obtener un título. Las notas se han convertido en la máxima aspiración para lograr su
anhelada meta propuesta.
En consecuencia,
el motor que impulsa y que mueve al estudiante
universitario es su calificación; pues de alguna manera eso le permitirá escalar otros niveles en su carrera.
De ahí que la esencial misión de la educación
Superior Universitaria queda tirada al
cesto de la basura pues aprender a pensar, investigar, formarse como
buenos profesionales es nada más un sofisma en tanto sólo sirve
para encumbrarlo en una posición más elevada en la sociedad.
Pretender en la Universidad una formación
profesional basada en la Ciencia, en desarrollar las capacidades racionales,
mejorarse como persona es algo que no está en el primer plano de la Educación
Superior Universitaria. Cómo se puede apreciar vivimos en una sociedad
pragmática y utilitaria en la que sólo es importante aquello que deja alguna
rentabilidad o ganancia. Decía Carlos el príncipe de Gales hace muchos años
durante la celebración del aniversario de Shakespeare que:
Sí decidimos
seguir las tendencias de la moda en la educación – hacia lo “relevante”, lo
exclusivamente contemporáneo, lo inmediatamente disfrutable -, podemos
enfrentar el terrible peligro de
producir una generación de jóvenes
desheredados culturales. Sin duda muchos padres “comunes”
coincidirán en que el objetivo de la
educación no es la ingeniería social,
sino la preparación de nuestros
chicos para enfrentar, del mejor
modo posible, los desafíos que se le presentarán. Esto significa no sólo
entrenarlos para el trabajo a través de
la adquisición de conocimientos, sino,
sobre todo, brindarles la posibilidad de
comprenderse a sí mismos y el significado
profundo de la vida. (Guillermo Jaim Echeverry. La tragedia Educativa.
p.87)
Los
especialistas que se han dedicado a investigar el efecto de las calificaciones
han demostrado que estos falaces instrumentos no son los idóneos para evaluar
realmente los aprendizajes, el ejercicio de las funciones mentales superiores y
menos aún los cambios comportamentales de los estudiantes. ¿En esencia qué
miden las notas? En realidad que lo que
más puede llegar a medir una calificación es la capacidad que tiene el alumno o alumna
para memorizar una determinada cantidad
de información. El uso indiscriminado e
irreflexivo de las calificaciones en la Universidad específicamente la
Universidad de El Salvador, se ha convertido en un cáncer que urge extirparlo
lo más pronto posible.
No obstante,
no es un cáncer cualquiera sino un chip que se ha instalado en toda la
cultura, desde hace muchos años por no decir siglos y que está causando severos daños a la
educación en todo el sistema educativo en general del país.
¿Cómo se
puede superar estos sistemas de exámenes, calificaciones perversas y criminales
que invitan a la mediocridad en la formación del profesional Universitario?
Es habitual que tanto los estudiosos de la educación como cualquier persona común
piensan que el examen es un elemento inherente
a toda acción educativa. Esto es, natural pensar que después de una clase
los estudiantes deben ser examinados para valorar si adquirieron el conocimiento expuesto por
el docente. Sin embargo, un estudio sobre la historia del examen en las
prácticas pedagógicas demostrará lo falso que es tal afirmación. Veamos:
Primero porque
el examen fue un instrumento creado por
la burocracia China para elegir miembros de las castas inferiores. Segundo
porque existen innumerables evidencias
de que hasta antes de la Edad Media
no existía un sistema de exámenes ligado
a la práctica educativa. Tercero, porque la asignación de notas (calificaciones) al trabajo escolar es una herencia del siglo XX a la pedagogía, herencia que
produjo una infinidad de problemas, los cuales hoy padecemos. (Ángel
Díaz Barriga. El examen textos para su historia
y debate, p. 12)
Los
investigadores en educación y en psicología educativa han demostrado que las calificaciones y los instrumentos que se emplean para evaluar los
aprendizajes impide el desarrollo de las funciones mentales superiores y menos los cambios que se operan
a nivel del comportamiento de los educandos. Por su parte, otros expertos en el
área de la educación y evaluación sostienen que la educación sólo puede seguir funcionando en la medida en
que utilice los exámenes y las calificaciones
como una amenaza y represión que ejercen los maestros en el
proceso de enseñanza aprendizaje.
Sin embargo, es tan absurdo que en la
Universidad se privilegie las
calificaciones a secas en vez de desarrollar en los alumnos y alumnas la
capacidad racional, la valoración científica
y el deseo por el conocimiento, la verdad y el amor por el saber. No cabe la menor duda
que los exámenes y las calificaciones esconden una realidad que está oculta
para la mirada del sentido común ya que está inmersa en una madeja política e
ideológica, que impide tener una precepción concreta del fenómeno.
De ahí la necesidad
de estudiar el fenómeno de los exámenes y las calificaciones dentro de una
totalidad económica, política social y cultural. Pero más desde la política
hegemónica y la filosofía que
direcciona y orienta los procesos educativos. Sabemos
además, que no es la pedagogía la que determina la orientación de los procesos educativos y de evaluación
sino la política imperante en esa sociedad. A sí por ejemplo, sí vivimos en una
sociedad capitalista, sabemos que el único móvil o su única lógica es la ganancia por lo tanto, su sistema de evaluación
adoptará el modelo que esté en correspondencia con esa misma lógica.
En esta
misma dirección las notas o
calificaciones esconden muchas veces la incapacidad de sus docentes que ante su
falta de idoneidad recurren a los exámenes, las calificaciones muchas veces
para intimidar, amedrentar y someter al
estudiante a sus propios designios.
En este devenir, el estudiante como se verá está más preocupado por los
exámenes, memorizar enormes cantidades de información que le proporciona el
docente; sin embargo, cuando el alumno ya como profesional se incorpora a su
ejercicio se da cuenta que la mayor
parte de lo que le proporcionaron en la
Universidad no le sirve de mucho.
Los alumnos
no son ningunos bobos, desde el inicio de la clase detectan cuando el profesor tiene la
idoneidad para impartir una materia determinada. Sin embargo, se quedan callados, no reclaman pues saben que
las calificaciones son la poderosa arma que el
docente tiene para callar
cualquier rebelión en contra suya. Por lo tanto, prefieren mejor llevar la
fiesta en paz y de ese modo no complicarse sabiendo que al final aprobarán la
materia inscrita.
Si este
fenómeno lo vemos de manera simplista, pareciera que no tiene mayores
repercusiones para la institución y
para la sociedad; pero un análisis más
profundo nos demuestra que es todo lo contrario
ya que tarde o temprano esta masa de profesionales se insertarán en la
vida económica, política y social, que posteriormente de verá reflejada en su ineptitud y mediocridad, lastre que es
el resultado de un proceso de formación basado en un sistema de calificaciones
perverso e inútil. Tenía razón el
pensador de origen Hindú Krishnamurti cuando planteaba que:
“La
inteligencia os viene cuando no estáis atemorizados, cuando en vosotros no hay
miedo. ¿Sabéis que es el miedo? El miedo surge cuando pensáis en lo que la
gente pueda decir de vosotros, o en lo que puedan decir vuestros padres; cuando
se os critica, cuando se os castiga, cuando fracasáis en un examen, cuando
vuestro maestro os reprende, cuando no tenéis popularidad en vuestra clase, en
vuestra escuela, en vuestro medio” ( Krishnamurti. Hacia la libertad total) Esencia de la educación es liberar al estudiante del miedo, y hacer que él se dé
cuenta de las causas del miedo para que pueda vivir libre de temor”
Este mismo
pensador plantea que: “estamos produciendo, como por medio de un molde, un tipo
de ser humano cuyo interés principal es encontrar seguridad, llegar a ser
alguien importante, o divertirse con la mínima reflexión posible. . . la
educación sostiene este mismo autor, no consiste tan sólo en adquirir
conocimientos, en reunir datos y correlacionarlos; es ver el significado de la vida
como una totalidad. Pero lo total no puede ser abordado
a través de la parte, que es lo que intentan hacer los gobiernos, las
religiones organizadas los partidos políticos autoritarios” (Ibid).
CONSECUENCIAS
DEL USO INDISCRIMINADO DE LAS CALIFICACIONES
Una de las
consecuencias nefastas para le
educación, para la sociedad y la misma Universidad en nuestros días es el excesivo
condicionamiento que los alumnos y alumnas tiene en relación con las calificaciones. Este fenómeno sin lugar a
dudas impide el desarrollo de los
procesos psicológicos básicos Superiores, pues lo único que logran
explorar con las calificaciones es el primer nivel de conocimiento que es el
que la gente común posee para conducirse en la vida.
Esto deviene
porque se tiene un modelo educativo informativo, en la que el alumno y
alumna dada la tecnología pueden accesar
a las distintas fuentes o información
que reciben a través de las redes sociales pero que en su mayor parte no es
científica.
Por otra parte, a veces los alumnos no logran
decodificar esa información dado que
está en un lenguaje científico complejo. No obstante, desde la lógica del docente que imparte la clase, el alumno que obtenga
diez es una estudiante brillante e inteligente sin percatarse que lo único que ha
medido con la calificación es memoria, olvidando que la esencia fundamental de
la educación es desarrollar en las educandos sus capacidades analíticas,
racionales y comprensión científica de
los fenómenos de la realidad.
Lo anterior
nos demuestra porque en la actualidad hay un descenso de la calidad de la
educación a todo nivel y la indiferencia de los jóvenes por el hábito de la lectura comprensiva. No se
quiere ser tan absoluto en esta afirmación, queriendo decir que esta es la única causa de
la baja calidad de la educación; pues en realidad hay muchos factores que
condicionan el desarrolla de una educación de calidad. Pero cuando las calificaciones se convierten en el
único móvil, que arrastra a los estudiantes
a estudiar un mínimo, sólo para pasar el
examen no tienen más motivación que obtener una nota para aprobar la
asignatura.
Sería bueno que nos hiciéramos una pregunta ¿Es
el alumno el responsable de la pérdida de motivación para el estudio o tienen
que ver los agentes organizadores de la curricula
en este caso la Universidad de El Salvador? En nuestro sistema educativo y
particularmente en la Universidad siempre que hay cierta reprobación masiva en
un curso el responsable es el educando;
pero jamás el docente, se juzga alumno de haragán,
inepto, despreocupado, el que no
pone atención etc., es la mejor manera para evadir la responsabilidad de la
mala docencia que realizamos los docentes.
Esta situación nos lleva a un fenómeno que ya
es crónico en la Universidad, el enfrentamiento entre alumnos y docentes, la
lucha por la calificaciones, se inicia desde el primer día de clase ya que sí
el alumno le cayó mal al docente a partir de ahí empieza a padecer su calvario,
luego sí el alumno es exigente puede llevar su caso a otros instancias de la
universidad para que se le haga justicia. El examen
y la calificación se convierten para el docente el escudo que le
permite hacer cualquier trampa académica, sobre todo y desde luego aquellos docentes que no tienen conciencia de lo que están
haciendo y utilizan las calificaciones
para ajustar cuentas o para buscar otras
prebendas que nada tienen que ver con la formación del profesional.
Las calificaciones denigran la
personalidad del estudiante, ya que en
muchas ocasiones en su ambición por pasar algunos estudiantes son capaces de vender su alma al Diablo.
Por otra
parte, las calificaciones promueven el individualismo y la competencia pues en
su afán de pasar hacen caso omiso de la solidaridad, el compañerismo, aquí se
empieza la ley de la selva, es en este
proceso bajo esta concepción donde el hombre se convierte como decía Tomás Hobbe, “el hombre lobo del hombre” en todo este proceso nos inculcan la
filosofía del éxito haciéndonos creer que tenemos que competir en contra de nuestros compañeros y compañeras. Y ¿todo
este divisionismo a quien le conviene?
Desde luego al poder hegemónico, a los que controlan el poder económico,
político que utilizan la educación como instrumento efectivo para reproducir el
estado de opresión, marginación y dominación de clase.
Por otro
lado, estos exámenes y calificaciones
que parecen inofensivas son
instrumentos de control social, ya que
a través de las notas el sistema
clasifica a las personas dentro de una determinada categoría o estrato social o como lo plantea Francisco
Gutiérrez, en su libro la educación como
praxis política. Los exámenes --- en variedad incalculable -- no son sino instrumentos legalizados de selectividad. “ A un grado no soñado, en
la larga historia de la educación, los estudiantes son probados, medidos,
analizado, clasificados y segregados” . . . he aquí el objetivo esencial de la
prueba: segregar y eliminar afín
de que la pirámide social escolar
sea un calco de la pirámide
social” (Francisco Gutiérrez. Educación como praxis política. p. 36). Los docentes y alumnos no nos debemos prestar
al engaño, creyendo que los exámenes y
las calificaciones son instrumentos para garantizar la calidad de la educación
o para formar excelentes profesionales, el sistema no busca eso sino perpetuar
a través de la educación su poder hegemónico y dominio de clase.
DOCENTES
ADICTOS A LAS CALIFICACIONES.
En la Universidad
hay un alto porcentaje de docentes adictos a los exámenes y a las calificaciones, consideran de manera concluyente que si no hacen exámenes no hay aprendizaje en
los alumnos y alumnas. Pero no logran
comprender que los exámenes y su resultado
inmediato la calificación, no miden para
nada el verdadero aprendizaje de los educandos.
Según la Licenciada en Pedagogía y educación personalizada Olga Moreno De Gama sostiene
que “En ningún ámbito de la vida es aceptable dar la apreciación de una
persona con cifras numéricas” sin embargo, como se plantea al inicio de este
ensayo, vivimos en una sociedad en donde impera un burdo racionalismo
instrumental que todo, lo mide, la cuantifica y pretende hacernos creer que es
científico.
No obstante,
dicho planteamiento está lejos de ser lo
que pretende. La misma licenciada Moreno nos describe un interesante ejemplo, de una consulta médica imaginemos la escena
después del chequeo realizado por el Doctor:
Dígame
Doctor, ¿qué tengo? 7 ¿? ¿Qué pensaríamos de una respuesta así?, o de otra un
poco "más explícita Tiene usted, 6 en hígado y 7 en capacidad pulmonar. O de un médico "muy actual": Señor, ¡lo
felicito!, usted tiene MB en su aparato digestivo pero desgraciadamente
sacó un NA en su sistema óseo. ¡Pero, cómo doctor si lo único que me duele es la rodilla
izquierda y eso fue porque… Lo siento, lo siento, eso es lo que hoy se examinó y en definitiva
lo que realmente es importante. Para eso usted está aquí, para que yo le dé
mi evaluación. Todo eso que usted siente o lo que le haya pasado, no importa
tanto, mire, échele ganas y vamos a ver si para la próxima cita alcanza un
mejor resultado. Y, por si fuera poco, al llegar a su casa, ¡¡lo regañan y lo
castigan por el diagnóstico del médico!!
Al recoger unos
exámenes de laboratorio, determinados en valores numéricos, acudimos de
inmediato al médico para que nos haga el diagnóstico con su apreciación clínica
y nos dé toda la explicación referente a nuestro estado de salud. Pues los
números inscritos en la hoja del laboratorio poco o nada nos dicen.
Esta es la
realidad en la que vivimos, se tiene tanta confianza en los datos que pareciera
que es la verdad definitiva; sin embargo, los datos a secas no nos dicen nada
sino es que los interpretamos desde una concepción científica determinada. Los
Datos sólo tienen sentido en la medida en que se analicen, se interpreten a la
luz de una teoría científica.
Los docentes no debemos de caer en la trampa
de creer que las calificaciones son sinónimo de calidad de la educación o del aprendizaje de los alumnos y alumnas.
Pero lo más absurdo de toda esa falacia es que en algunas facultades les dicen a los alumnos “la próxima semana se
inician las evaluaciones de la segunda Unidad del programa tal” y cuando uno se entera que lo que hacen los
docentes es una simple y burda medición
y ¿Por qué hago esta afirmación? Sencillamente
porque en un examen, laboratorio o trabajo ex_ aula lo que se hace es medir,
medir significa cuantificar, enumerar pero jamás se puede considerar
evaluación, porque evaluar es emitir juicios sobre la base de datos que se han
obtenido en un proceso riguroso y científico. Veamos este otro ejemplo de la
Licenciada Moreno:
Sucedió, que en una ocasión cuando la maestra de 5°grado
de una escuela primaria, le mandó hablar con cierta urgencia a una mamá: la increpó diciéndole: Señora, ¡estamos en
el mes de enero y desde hace más de tres meses usted no se ha presentado a las
juntas de entrega de calificaciones del niño M P, número 36 de la lista, ¿está
usted enterada de lo mal que va su hijo? Está reprobado en español y en
Historia y aunque en las otras materias va más o menos, no le aseguro que pase
el año escolar.
Maestra, el
niño M P se llama Luis Manuel y no es mi hijo, es mi sobrino, él es huérfano de
mamá. ¿No estaba usted enterada? y ¿no está usted enterada que desde el mes de
noviembre Luis Manuel no ha asistido a la escuela ya que enfermó de Hepatitis
Infecciosa de la que no ha podido recuperarse? Avisé en su oportunidad en la
dirección y hablé con usted personalmente, ¿no lo recuerda? No entiendo
maestra, ¿cómo le habrá hecho usted para que las notas del niño número treinta
y seis de la lista sean aprobatorias en las áreas de: Matemáticas, Ciencias de
la Naturaleza, Geografía y Civismo?... ¡El colmo de lo indigno, ni siquiera
identificar a un alumno, no conocerlo ni por su nombre! ¡Hasta ahí
hemos llegado! Hasta ahí "se nos han metido" las cifras. Y a esto
¿Cómo se le llama? Acaso esto no es
deshumanización del proceso educativo.
Para reforzar este planteamiento voy a relatar una
experiencia que yo viví cuando me iniciaba como docente Universitario. Resulta
que cuando ingresé a la Universidad como docente lo hice en el Centro Universitario de Oriente
( Hoy Facultad Multidisciplinaria Oriental) había, un compañero docente que
impartía una determinada clase en el área de las Ciencias Sociales, había una
joven que estaba estudiando la carrera de Ciencias de la Educación, por lo
general siempre que ella asistía a clase la acompañaba su novio; pero al pasar
la lista de asistencia ambos firmaban,
él joven era estudiante de ingeniería Agronómica, pero se llegó la finalización
de ciclo cada docente inició el procesamiento de sus notas.
Todos los
alumnos llegaron a retirar su nota, pero había un julano que nunca llegó a
retirar la nota final de ciclo, yo que
era compañero del mencionado docente en un espacio que tuvimos conversábamos
con él y me dijo mire licenciado hay un alumno que no ha venido a retirar su nota y tiene diez pero además, no aparece en el
colector, le dije a lo mejor se retiró y no va a continuar con su carrera. Un día hablando con la joven le digo mira y tú conoces a este alumno, sí me dijo, él es mi novio y estudia ingeniería Agronómica.
A partir de
ahí reflexioné lo falso que resultan ser las calificaciones a las que muchos
docentes le dan toda su credibilidad. Porque este joven nunca se examinaba,
porque él iba solamente a acompañar a su novia sin embargo, aparecía con una
nota de diez ¿Qué significa esto?
significa que las notas en muchas ocasiones son arbitrarias, subjetiva y falsas
por lo que no se les puede otorgar una categoría de certeza científica
porque no la tienen. Por otra parte, las notas se mueven en consonancia con los
intereses de los docentes, el grado de empatía, amistad que tengan con los
alumnos y alumnas.
Tampoco se
está diciendo que no hay docentes que no sean honestos para calificar, que
saben medir, cuantificar lo aprendido por el estudiante, lo que aquí se pretende expresar es que
aunque el proceso haya sido riguroso, exacto, transparente y ético, la nota o calificación nunca va a
expresar lo que el alumno a aprendido ya que
el aprendizaje es sumamente complejo para poder medirlo con una prueba,
un laboratorio o un trabajo de
investigación.
FUENTES
CONSULTADAS.
1. Ángel Díaz
Barriga. El examen textos para su historia
y debate. Editorial. Plaza y Valdez, México, 1993.
2. Howard
Gardner. Inteligencias Múltiples, Barcelona.
3. Krishnamurti.
Hacia la libertad total. Editorial Errepar. Buenos aíres Argentina.
4. Guillermo
Jaim Etcheverry. La tragedia Educativa. 1992.
5. Francisco
Gutiérrez. La educación como praxis Política. Editorial siglo XXI, 1983.
TEXTOS DE
INTERNET.
7. https://educritica.idoneos.com
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