jueves, 29 de marzo de 2018


                          
                        
                  EN TORNO AL PARTIDO DE LA CLASE TRABAJADORA EN EL SALVADOR.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
BREVE INTRODUCCIÓN.
Iniciar el debate sobre el futuro de la clase trabajadora  en El Salvador considero que es más provechoso que mantener una discusión estéril de quien ganó más y quien perdió más en las elecciones recién pasadas. Pues la clase obrera debe de estar clara que ningún partido político aunque se llamen de “IZQUIERDA” representan los verdaderos intereses de su clase.
  Para Marx y Engels, el partido comunista   “. Lo que les distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones”. Por otra parte, Lenin definía el partido de la clase obrera como: “aquellas personas fundidas por una comunidad  de ideas que se agrupan para dar vida a las concepciones marxistas, es decir, para llevar  a cabo la misión histórica  de la clase obrera” por lo que podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Existe algún partido político dentro del espectro burgués que represente los intereses genuinos de la clase trabajadora? en lo personal no lo creo. Pues su práctica diaria lo confirma.
DESARROLLO.
Siempre después de una derrota política (electoral) las fuerzas perdedoras intentan encontrar una explicación de su fracaso. No obstante, el partido que supuestamente en la década de los setenta y ochenta hasta la firma de los acuerdos de paz (FMLN) se erigió como la vanguardia   de los trabajadores,  es decir, la clase con más conciencia  de clase; la clase más avanzada políticamente,  que en alguna medida expresaba los genuinos intereses de las clases trabajadoras, con el devenir de los años perdió su rumbo, su programa de lucha  y se transformó en uno más de los que hoy se reparten el pastal del Estado.
Pero el tema que aquí me interesa abordar no es la derrota electoral del FMLN, sino más bien hacer algunas consideraciones en torno a la autenticidad que debe tener una partido que dicen representar los interese de la clase asalariada, es decir, trabajadora para ello me voy a valer de un  texto  de Otto V.  Kuusinen, que por cierto lo recomienda el Che Guevara, en un pequeño libro  titulado “ EL Partido de la clase obrera” Este autor citado por el Che es un documento en donde se  pone en práctica la teoría creada por Marx y Engels  y llevada a la práctica por Vladimir Lenin.  Para facilitar su estudio iré citando aquellos párrafos que a mi juicio considero que pueden ayudarnos a comprender el verdadero significado del partido de la clase trabajadora. Debo destacar que en su mayoría es una copia textual ya que lo que aquí me interesa es generar debate con los trabajadores  y todos aquellos que estén preocupados por la situación difícil por la que atraviesa nuestro país. Sin embargo, en algunos apartados hago mis comentarios para ir adaptando la teoría a nuestra realidad.
Marx y Engels,  dieron una explicación científica al papel histórico de la clase obrera, determinaron también que para la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista, el proletariado necesita disponer de un partido político propio. Y no se limitaron a escribir acerca de ello, desde el mismo Manifiesto del Partido Comunista, sino que trabajaron intensamente para crear un partido de ese tipo.
Marx y Engels extrajeron importantes conclusiones acerca del papel, organización y política del partido revolucionario de la clase obrera. En las nuevas condiciones históricas, Lenin amplió estas conclusiones de Marx y Engels, que se convierten así en una armónica doctrina acerca del Partido. Lenin fundamentó el papel dirigente del Partido en el movimiento obrero, formuló sus principios orgánicos, las normas de su vida interna y los principios de su política y su táctica.
 Esta doctrina significa una inestimable aportación de Lenin al marxismo. Es probable que habrán algunos que dirán pero eso fue en los tiempos de Marx, Engels y Lenin, claro pero sí revisamos las condiciones de opresión, alienación y esclavitud de la clase trabajadora hoy son aún más peores que en la época de estos líderes, es más las formas de explotación son todavía más crueles que las de hace 150 años.  Las relaciones de explotación se han profundizado, el pauperismo de la clase trabajadora se ha agudizado aún más.  De esas condiciones se deriva la necesidad de contar con  un verdadero instrumento que aglutines, organice  y planifique la lucha en contra del capitalismo explotador.  De ahí que:
Sólo  el partido político puede expresar correctamente los intereses fundamentales de la clase obrera y conducirla al triunfo completo. Los sindicatos, cajas de ayuda mutua y otras organizaciones semejantes jamás serán de por sí suficientes para que los obreros puedan poner fin al capitalismo y construir la sociedad socialista. Para ello se necesita una organización de tipo superior, que no se limite a la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, sino que se marque el fin de conducir a la clase trabajadora al poder para llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. (Otto kuusinen y et al. capitulo xiii. el partido marxista-leninista y su papel en la lucha de clase de los obreros).
“Para que la masa de una clase determinada pueda aprender a comprender sus intereses, su situación, aprender a mantener una política propia -escribe Lenin-, es necesaria una organización de los elementos avanzados de esa clase, inmediatamente y cueste lo que cueste, aunque en un principio dichos elementos sean una minoría insignificante de la clase. Mientras la clase obrera se limita a la lucha económica, la burguesía no se siente muy amenazada; más cuando los proletarios se organizan políticamente, es decir, cuando crean un partido político que es el portavoz de su voluntad como clase, comienza a temer en serio por su dominación    De ahí que la reacción descargue sus golpes principales sobre el partido político de la clase obrera. Simultáneamente, a fin de minar al Partido por dentro, la propaganda capitalista se esfuerza por hacer creer a los obreros que pueden prescindir perfectamente de él.      V. I. Lenin escribía así, denunciando la inconsistencia teórica y el peligro de tales concepciones: "... Sólo el partido político de la clase obrera, es decir, el Partido Comunista, está en condiciones de unir, educar y organizar a una vanguardia del proletariado y de todas las masas trabajadoras, que es la única que se encuentra en condiciones de oponerse a las inevitables fluctuaciones pequeñoburguesas de dicha masa, a las inevitables tradiciones y recidivas de la estrechez profesionalista, o de los prejuicios profesionalistas entre el proletariado, y de dirigir toda la actividad conjunta de éste, es decir, de dirigirlo políticamente y, a través de él, dirigir a todas las masas trabajadoras."   “(Ibíd.).
Sí nos detenemos un poco a observar el comportamiento de la mayoría de sindicatos de Izquierda, movimiento social, ONGS algunas progresistas antes y después del conflicto armado mantenía una lucha tenas combativas, no sólo exigía reivindicaciones económicas sino que su máxima expresión era la toma del poder, pues estaban conscientes de que la clase obrera, proletaria  y explotada sólo podrá acabar con su situación de penuria en la medida que tome el poder político. ¿Qué pasa hoy con los sindicatos que otrora fueron combativos y representantes genuinos de las trabajadores? hoy no se distinguen quienes son de derecha y quienes de izquierda en la mayoría de los casos,  aún que  hay sindicatos que conservan su firme convicción de que la lucha por la toma del poder es una necesidad histórica de la clase obrera.
CENTRALISMO Y DEMOCRACIA INTERNA DEL PARTIDO.
Del papel que el Partido Comunista está llamado a cumplir en el movimiento obrero, del carácter de sus fines y tareas, se desprenden los principios de su estructura orgánica.
Los intereses que los Partidos Comunistas representan no son la simple suma de los intereses privados de los distintos obreros o grupos de éstos; son los intereses de toda una clase, que sólo se pueden manifestar en una voluntad única, que reúne la infinidad de acciones individuales en una lucha común.
Agrupar todas las fuerzas, orientarlas hacia un mismo fin, dar unidad a las acciones dispersas de individuos y de grupos de obreros, únicamente puede hacerlo una dirección centralizada. ". La centralización incondicional y la más severa disciplina del proletariado son una de las condiciones fundamentales para el triunfo sobre la burguesía" (Lenin citado por Kuusinen).
Pero la voluntad común del Partido sólo puede formarse por la vía democrática, es decir, conjunta y colectivamente, comparando opiniones y propuestas y adoptando luego acuerdos que son obligatorios para todos.
 La voluntad común, así elaborada, tiene la superioridad de que refleja de la manera más completa, y por tanto acertada, las necesidades objetivas de la lucha de clase del proletariado. Por lo tanto, el centralismo de los Partidos Comunistas es un centralismo democrático, o sea que se apoya en la voluntad de las grandes masas del Partido.
 El centralismo democrático significa, en la práctica, que: todos los órganos dirigentes son elegidos, de abajo arriba; los órganos del Partido informan periódicamente de su labor ante sus organizaciones; hay una severa disciplina y subordinación de la minoría a la mayoría; los acuerdos de los órganos superiores son absolutamente obligatorios para los inferiores.
El principio del centralismo democrático es una de las bases de los estatutos de cada Partido Comunista, donde se determinan la estructura y la forma de su organización, las normas de su vida interna, los procedimientos a seguir en la labor práctica de sus secciones y los deberes y derechos de sus miembros.
El problema de los deberes del miembro del Partido es la piedra angular de toda la organización. El Partido Comunista está llamado a cumplir las ingentes tareas que se derivan de la transformación radical de la sociedad, y de ahí que no se considere suficiente la conformidad de sus miembros con el programa.
 Es comunista quien contribuye activamente a la aplicación del programa del Partido y trabaja obligatoriamente en una de sus organizaciones, bajo su dirección y control. Los oportunistas no piden esto a los miembros de sus partidos. Este problema precisamente es el que, en 1903, condujo a la escisión entre la tendencia revolucionaria y la oportunista en el Partido Socialdemócrata de Rusia.
El principio leninista rige ahora en todos los Partidos Comunistas. Al propio tiempo, las condiciones concretas de la admisión y los deberes impuestos a los comunistas se ajustan a las características de cada país y a las tradiciones de su movimiento obrero. Los Partidos se muestran activos y cautos a la vez en la admisión de nuevos miembros, a fin de que no entren en sus filas agentes provocadores enviados por la burguesía o se filtren accidentalmente gentes que nada tienen de comunistas.
Democracia interna y dirección. La vida interna del Partido se estructura de forma que los comunistas puedan participar al máximo en su labor práctica. Tal es la esencia de la democracia del Partido. A este fin se hace de manera que los miembros puedan examinar todos los asuntos, controlar el cumplimiento de los acuerdos adoptados, elegir a los dirigentes y comprobar su labor.
El Partido Comunista no reduce la democracia interna a la elección de los órganos dirigentes. Tal noción de la democracia, vigente en los partidos socialdemócratas, equivale a transportar a la vida del Partido las normas y procedimientos del parlamentarismo burgués. La democracia del Partido Comunista es la democracia de la acción única activa; con ella los afiliados no se limitan a elegir y a discutir las cuestiones, sino que prácticamente contribuyen a orientar el trabajo del Partido.
Los cuadros dirigentes no se encuentran sobre el Partido, sino que se hallan bajo el control de éste. En unas condiciones de democracia, decía Lenin, la actuación política del dirigente está siempre expuesta a la luz pública, como si se desarrollase en un escenario ante espectadores. “Por lo tanto, la democracia interna es una condición de las más importantes para la acertada formación, selección y educación de los cuadros dirigentes. A la vez, es garantía de que la dirección se apoyará en la experiencia colectiva, y no será únicamente reflejo del criterio personal de uno u otro dirigente. Libertad de discusión y unidad de acción.
Junto a los amplios derechos que el Partido concede a sus miembros, pide de ellos, como es lógico, fidelidad a su programa, fines e ideales. No acepta la propaganda de concepciones contrarias al Partido y la considera incompatible con la permanencia en sus filas. ¿Quebranta esto la democracia interna, la libertad de palabra de los afiliados? No; desde el punto de vista de los comunistas no la quebranta. "Cada uno puede escribir y decir cuánto desee sin limitación alguna -escribe Lenin-. Pero toda organización libre (sin excluir el Partido) puede también expulsar a aquellos de sus miembros que se valen de la etiqueta del Partido para mantener opiniones contrarias a éste.
 El Partido es una organización voluntaria que se desintegraría inevitablemente, primero ideológica y luego materialmente, si no se depurase de quienes propagan opiniones que le son contrarias. “Mientras no se ha tomado una decisión, en el Partido pueden existir opiniones diversas, chocar puntos de vista contrarios; pero una vez se ha adoptado un acuerdo, todos los comunistas obran a una. Tal es la esencia de la disciplina del Partido, que exige la subordinación de la minoría a la mayoría y la obligatoriedad incondicional de las decisiones adoptadas. La disciplina proporciona al Partido la organización debida y orienta todos sus actos hacia el fin que se ha propuesto. Ahora bien, esto no puede darlo una disciplina ciega. La fuerza de la disciplina del Partido reside en que es consciente, puesto que se basa en la cohesión ideológica de los comunistas, en la aprobación consciente de las decisiones del Partido, que fueron elaboradas con la activa participación de sus miembros.

LOS VÍNCULOS VIVOS DEL PARTIDO CON LAS GRANDES MASAS.
Los comunistas sólo pueden ser un partido en el sentido auténtico de la palabra cuando mantienen estrechas relaciones con las masas y gozan de su apoyo. Criticando en 1920 a algunos comunistas ingleses que no comprendían la necesidad de estas relaciones, Lenin decía con dureza: "Si la minoría no sabe dirigir a las masas, relacionarse estrechamente con ellas, no es un partido, aunque así se llame, ni vale absolutamente nada... “Por mucho que nos califiquemos de vanguardia, esto no significa aún que lo seamos. El Partido no puede obligar a las masas a que le sigan. Tampoco conquistará prestigio porque en sus llamamientos a las masas manifieste pretensiones a un papel dirigente. No basta con proclamar el papel dirigente del Partido: hay que conquistarlo.
¿De qué manera llega el Partido a convertirse en verdadero dirigente? Para esto no hay más que un camino: convencer a las masas de que el Partido recoge y defiende sus intereses, convencer no con palabras, sino con hechos, con su política, su iniciativa y su fidelidad a la causa.
El Partido ha de ganarse, con todo su trabajo, la confianza y el cariño de las grandes masas. "No basta con llamarse «vanguardia» y destacamento avanzado -dice Lenin-; hay que obrar de tal manera que todos los demás destacamentos vean y no puedan por menos de reconocer que marchamos delante." El Partido Comunista tiene su programa, que es una exposición científicamente fundamentada de los fines a que aspira y que responden a los intereses vitales de los trabajadores.
 Estos han de comprender los objetivos finales de la lucha, y sin ello el Partido jamás podrá conquistar el puesto dirigente. El Partido debe tener a la vez un programa de acción en el que figuren las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores. En este sentido ha de manifestar iniciativa en todos los órdenes de la vida del pueblo, conocer sus necesidades y luchar por las reivindicaciones de las diversas capas de la población.
 Los comunistas denuncian sin cesar al régimen capitalista, que ha agotado sus posibilidades, pero no creen que se hayan de lanzar únicamente consignas de crítica, que no den respuesta a lo que hay que hacer hoy. Lenin combatió siempre la tendencia a lanzar consignas que sirviesen sólo para "agudizar la conciencia del proletariado contra el imperialismo".
 "La consigna «negativa» que no va unida a determinada acción positiva no «agudiza», sino que embota la conciencia, pues es una frase vacía, un simple grito, una declamación sin contenido." Hay que trabajar en todos los lugares donde están las masas.
Los comunistas acuden a trabajar a todos los lugares donde hay trabajadores. Para ello se requiere la más íntima relación orgánica y diaria con las masas. "Para servir a la masa -dice Lenin- y expresar sus intereses acertadamente comprendidos, el destacamento de vanguardia, la organización, ha de mantener toda su labor entre la masa, recurriendo para ello a todos sus mejores elementos sin excepción, comprobando a cada paso, minuciosa y objetivamente, si se mantiene viva esta relación con las masas.
Así y sólo así educa e instruye el destacamento de vanguardia a la masa, expresando sus intereses, enseñándole a organizarse, dirigiendo toda la actividad de la masa por el camino de una política consciente de clase." Los comunistas prestan gran atención, como es lógico, a las organizaciones de masas: sindicatos, federaciones juveniles y de mujeres, cooperativas, etc. No es que los Partidos Comunistas quieran privarles de su independencia.
 Todo lo contrario, los comunistas creen que las organizaciones de masas sólo cumplen su papel cuando cada una de ellas cumple bien las tareas que le son propias. Los comunistas respetan los acuerdos y la disciplina de las organizaciones de masas a que pertenecen, observan sus estatutos y consideran que su deber consiste en ayudarles a defender mejor los intereses de las masas. En los sindicatos, los comunistas actúan como luchadores consecuentes en la defensa de los intereses económicos de los obreros, y tratan de conseguir la unidad de acción del proletariado. Cuando se llega a la huelga, en los comités que las dirigen son los organizadores más firmes y enérgicos. Los obreros no vacilan en elegir a esos comunistas para los cargos más responsables.
En las organizaciones juveniles, campesinas, de mujeres, etc., los comunistas procuran extender la influencia del Partido no por la imposición, sino con su energía y su superioridad espiritual, lo mismo si son simples afiliados que dirigentes dentro de esas organizaciones. A través de las organizaciones de
V. I. Lenin escribía así en los años de la primera revolución rusa, refiriéndose a la necesidad de trabajar entre todas las capas de la clase obrera: "Hay que saber acercarse a los hombres más atrasados e ignorantes, menos afectados por nuestra ciencia y por la ciencia de la vida, hablar con ellos, saberse ganar su confianza, elevarlos con discreción y paciencia hasta la conciencia socialdemócrata, sin convertir nuestra doctrina en un dogma seco, enseñarlo no según los libros, sino participando en la diaria lucha por la vida de estas capas, las más atrasadas e incultas del proletariado." El trabajo entre las masas se apoya en las organizaciones de base del Partido, las cuales actúan allí donde mejor pueden estrechar los vínculos con los trabajadores e influir sobre ellos.
 En el Partido Comunista de la Unión Soviética las organizaciones de base se atuvieron siempre, preferentemente, al principio del lugar de trabajo, concediéndose interés primordial a las organizaciones fabriles, que son las que más cerca se encuentran de la clase obrera. El principio territorial en la creación de las organizaciones de base se justifica en los casos en que permite llevar mejor la influencia del Partido a las masas, acercarse a capas de la población como los artesanos, campesinos, pequeños comerciantes, profesiones liberales, etc. En muchos países, la organización territorial responde a las tradiciones del movimiento de masas, circunstancia que es preciso tener en cuenta. El patrón único y la uniformidad son tan perjudiciales como en cualquier otra esfera, si bien hay que decir que el principio del lugar de trabajo corresponde mejor al carácter de clase del Partido. Los Partidos Comunistas de muchos países se atienen tanto a uno como a otro criterio.
Dirigir a las masas no significa pasarse todo el tiempo instruyéndolas. Hay que tomar parte en la resolución de los asuntos más ordinarios, enjuiciándolos con un espíritu marxista, tratar de "conquistar con su energía y con su influencia ideológica (y no con títulos y diplomas, se comprende) el papel dirigente... “(Lenin).
Incluso un asunto como es la labor parlamentaria, los comunistas lo relacionan siempre con el trabajo entre las masas. Los oportunistas no ven el parlamentarismo más que como un medio propicio para combinaciones en las altas esferas para resolver las cuestiones a espaldas del pueblo. Condenando semejante actitud, Lenin escribía que "los comunistas de Europa Occidental y América han de aprender a crear un parlamentarismo nuevo, no como el ordinario, no oportunista y que no sea un trampolín para hacer carrera..."
Únicamente es posible dirigir a las masas cuando se tiene presente su experiencia y el nivel de su conciencia de clase, sin apartarse de la realidad ni avanzar más de lo debido. De otro modo se corre el riesgo de quedarse en la penosa situación de la vanguardia que ha perdido el contacto con el grueso de las fuerzas.
Pero una cosa es tener presente el nivel de conciencia de las masas y otra muy distinta adaptarse a ese nivel y tomar como ejemplo el atraso. Tal comprensión de los vínculos con las masas es propia del oportunismo. Los marxistas revolucionarios lo interpretan de otro modo. No navegan a merced de las olas.
El Partido Comunista, que recoge la experiencia de su clase y de todo el pueblo, que la interpreta a la luz de las lecciones de la historia y de la teoría marxista, está en condiciones de captar las tendencias que aún no se revelaron por completo, pero a las cuales pertenece el futuro. El partido marxista no inventa nada, parte de la misma vida, pero va por delante del movimiento espontáneo y le muestra el camino, porque sabe proponer a tiempo la solución de los problemas que preocupan al pueblo. El Partido puede conducir a las masas e instruirlas sólo en el caso de que él mismo aprenda de las masas, es decir, de que estudie atentamente todo lo que se gesta en la labor práctica del pueblo y haga suya la sabiduría que en el pueblo se encierra. Aprender de las masas para enseñar a las masas: tal es el principio de la dirección marxista-leninista a que se atienen todos los Partidos Comunistas.
ES UN EXTRACTO DEL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA DEL CAPITULO II
Los autores dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se encuentran por encima de él. Lo que les distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones.​
Los autores describen la teoría del comunismo empezando por resumirla en la fórmula: "abolición de la propiedad privada", pero aclarando que no se refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad privada burguesa, que resulta de la explotación capitalista.
A continuación, en forma polémica, los autores responden a "los reproches de la burguesía contra el comunismo": abolición de la propiedad, del trabajo, de la familia, de la nacionalidad, de la individualidad, etc. La respuesta a cada objeción aclara que lo que se busca abolir es la forma burguesa que adoptan todas estas instituciones. En cada caso los autores demuestran cómo estas acusaciones tópicas contra el comunismo, cuando no son directamente calumnias, son una defensa más o menos velada de los intereses de clase de la burguesía haciéndolos pasar por intereses de toda la sociedad.
Más adelante los autores señalan la base de las ideas de cada época en "las condiciones de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre", desmintiendo la existencia de "verdades eternas", y concluyendo "Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante".
Como terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de la conquista del poder político por el proletariado como primer paso de la revolución obrera. Señalan como tarea del proletariado erigido en clase dominante el centralizar los medios de producción "en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante".
A continuación los autores esbozan un programa general de expropiaciones, políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y de la educación a ser aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Por último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se ve obligado a la conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad", la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser necesaria, "Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos."

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