EN TORNO AL PARTIDO DE LA CLASE TRABAJADORA EN EL SALVADOR.
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
BREVE
INTRODUCCIÓN.
Iniciar el
debate sobre el futuro de la clase trabajadora en El Salvador considero que es más provechoso
que mantener una discusión estéril de quien ganó más y quien perdió más en las
elecciones recién pasadas. Pues la clase obrera debe de estar clara que ningún
partido político aunque se llamen de “IZQUIERDA” representan los verdaderos
intereses de su clase.
Para
Marx y Engels, el partido comunista “.
Lo que les distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada
acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones”.
Por otra parte, Lenin definía el partido de la clase obrera como: “aquellas
personas fundidas por una comunidad de
ideas que se agrupan para dar vida a las concepciones marxistas, es decir, para
llevar a cabo la misión histórica de la clase obrera” por lo que podríamos
hacernos la siguiente pregunta: ¿Existe algún partido político dentro del
espectro burgués que represente los intereses genuinos de la clase trabajadora?
en lo personal no lo creo. Pues su práctica diaria lo confirma.
DESARROLLO.
Siempre
después de una derrota política (electoral) las fuerzas perdedoras intentan
encontrar una explicación de su fracaso. No obstante, el partido que
supuestamente en la década de los setenta y ochenta hasta la firma de los
acuerdos de paz (FMLN) se erigió como la vanguardia de los trabajadores, es decir, la clase con más conciencia de clase; la clase más avanzada
políticamente, que en alguna medida
expresaba los genuinos intereses de las clases trabajadoras, con el devenir de
los años perdió su rumbo, su programa de lucha
y se transformó en uno más de los que hoy se reparten el pastal del Estado.
Pero el tema
que aquí me interesa abordar no es la derrota electoral del FMLN, sino más bien
hacer algunas consideraciones en torno a la autenticidad que debe tener una
partido que dicen representar los interese de la clase asalariada, es decir,
trabajadora para ello me voy a valer de un
texto de Otto V. Kuusinen, que por cierto lo recomienda el Che
Guevara, en un pequeño libro titulado “
EL Partido de la clase obrera” Este autor citado por el Che es un documento en
donde se pone en práctica la teoría
creada por Marx y Engels y llevada a la
práctica por Vladimir Lenin. Para
facilitar su estudio iré citando aquellos párrafos que a mi juicio considero
que pueden ayudarnos a comprender el verdadero significado del partido de la
clase trabajadora. Debo destacar que en su mayoría es una copia textual ya que
lo que aquí me interesa es generar debate con los trabajadores y todos aquellos que estén preocupados por la
situación difícil por la que atraviesa nuestro país. Sin embargo, en algunos
apartados hago mis comentarios para ir adaptando la teoría a nuestra realidad.
Marx y
Engels, dieron una explicación
científica al papel histórico de la clase obrera, determinaron también que para
la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en socialista, el
proletariado necesita disponer de un partido político propio. Y no se limitaron
a escribir acerca de ello, desde el mismo Manifiesto del Partido Comunista,
sino que trabajaron intensamente para crear un partido de ese tipo.
Marx y
Engels extrajeron importantes conclusiones acerca del papel, organización y
política del partido revolucionario de la clase obrera. En las nuevas
condiciones históricas, Lenin amplió estas conclusiones de Marx y Engels, que
se convierten así en una armónica doctrina acerca del Partido. Lenin fundamentó
el papel dirigente del Partido en el movimiento obrero, formuló sus principios
orgánicos, las normas de su vida interna y los principios de su política y su
táctica.
Esta doctrina significa una inestimable
aportación de Lenin al marxismo. Es probable que habrán algunos que dirán pero
eso fue en los tiempos de Marx, Engels y Lenin, claro pero sí revisamos las
condiciones de opresión, alienación y esclavitud de la clase trabajadora hoy
son aún más peores que en la época de estos líderes, es más las formas de
explotación son todavía más crueles que las de hace 150 años. Las relaciones de explotación se han
profundizado, el pauperismo de la clase trabajadora se ha agudizado aún
más. De esas condiciones se deriva la
necesidad de contar con un verdadero
instrumento que aglutines, organice y
planifique la lucha en contra del capitalismo explotador. De ahí que:
Sólo el partido político puede expresar
correctamente los intereses fundamentales de la clase obrera y conducirla al
triunfo completo. Los sindicatos, cajas de ayuda mutua y otras organizaciones
semejantes jamás serán de por sí suficientes para que los obreros puedan poner
fin al capitalismo y construir la sociedad socialista. Para ello se necesita una organización de tipo superior, que no se
limite a la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, sino
que se marque el fin de conducir a la clase trabajadora al poder para llevar a
cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. (Otto kuusinen y et al. capitulo xiii. el partido marxista-leninista y
su papel en la lucha de clase de los obreros).
“Para que la
masa de una clase determinada pueda aprender a comprender sus intereses, su
situación, aprender a mantener una política propia -escribe Lenin-, es
necesaria una organización de los elementos avanzados de esa clase,
inmediatamente y cueste lo que cueste, aunque en un principio dichos elementos
sean una minoría insignificante de la clase. Mientras la clase obrera se limita
a la lucha económica, la burguesía no se siente muy amenazada; más cuando los
proletarios se organizan políticamente, es decir, cuando crean un partido
político que es el portavoz de su voluntad como clase, comienza a temer en
serio por su dominación De ahí que la reacción descargue sus golpes
principales sobre el partido político de la clase obrera. Simultáneamente, a
fin de minar al Partido por dentro, la propaganda capitalista se esfuerza por
hacer creer a los obreros que pueden prescindir perfectamente de él. V. I. Lenin escribía así, denunciando la
inconsistencia teórica y el peligro de tales concepciones: "... Sólo el
partido político de la clase obrera, es decir, el Partido Comunista, está en
condiciones de unir, educar y organizar a una vanguardia del proletariado y de
todas las masas trabajadoras, que es la única que se encuentra en condiciones
de oponerse a las inevitables fluctuaciones pequeñoburguesas de dicha masa, a
las inevitables tradiciones y recidivas de la estrechez profesionalista, o de
los prejuicios profesionalistas entre el proletariado, y de dirigir toda la
actividad conjunta de éste, es decir, de dirigirlo políticamente y, a través de
él, dirigir a todas las masas trabajadoras." “(Ibíd.).
Sí nos
detenemos un poco a observar el comportamiento de la mayoría de sindicatos de
Izquierda, movimiento social, ONGS algunas progresistas antes y después del
conflicto armado mantenía una lucha tenas combativas, no sólo exigía
reivindicaciones económicas sino que su máxima expresión era la toma del poder,
pues estaban conscientes de que la clase obrera, proletaria y explotada sólo podrá acabar con su
situación de penuria en la medida que tome el poder político. ¿Qué pasa hoy con
los sindicatos que otrora fueron combativos y representantes genuinos de las
trabajadores? hoy no se distinguen quienes son de derecha y quienes de
izquierda en la mayoría de los casos, aún que hay sindicatos que conservan su firme
convicción de que la lucha por la toma del poder es una necesidad histórica de
la clase obrera.
CENTRALISMO
Y DEMOCRACIA INTERNA DEL PARTIDO.
Del papel
que el Partido Comunista está llamado a cumplir en el movimiento obrero, del
carácter de sus fines y tareas, se desprenden los principios de su estructura orgánica.
Los
intereses que los Partidos Comunistas representan no son la simple suma de los
intereses privados de los distintos obreros o grupos de éstos; son los
intereses de toda una clase, que sólo se pueden manifestar en una voluntad
única, que reúne la infinidad de acciones individuales en una lucha común.
Agrupar
todas las fuerzas, orientarlas hacia un mismo fin, dar unidad a las acciones
dispersas de individuos y de grupos de obreros, únicamente puede hacerlo una
dirección centralizada. ". La centralización incondicional y la más severa
disciplina del proletariado son una de las condiciones fundamentales para el
triunfo sobre la burguesía" (Lenin citado por Kuusinen).
Pero la
voluntad común del Partido sólo puede formarse por la vía democrática, es decir,
conjunta y colectivamente, comparando opiniones y propuestas y adoptando luego
acuerdos que son obligatorios para todos.
La voluntad común, así elaborada, tiene la
superioridad de que refleja de la manera más completa, y por tanto acertada,
las necesidades objetivas de la lucha de clase del proletariado. Por lo tanto,
el centralismo de los Partidos Comunistas es un centralismo democrático, o sea
que se apoya en la voluntad de las grandes masas del Partido.
El centralismo democrático
significa, en la práctica, que: todos los órganos dirigentes son elegidos, de
abajo arriba; los órganos del Partido informan periódicamente de su labor ante
sus organizaciones; hay una severa disciplina y subordinación de la minoría a
la mayoría; los acuerdos de los órganos superiores son absolutamente
obligatorios para los inferiores.
El principio
del centralismo democrático es una de las bases de los estatutos de cada
Partido Comunista, donde se determinan la estructura y la forma de su
organización, las normas de su vida interna, los procedimientos a seguir en la
labor práctica de sus secciones y los deberes y derechos de sus miembros.
El problema
de los deberes del miembro del Partido es la piedra angular de toda la
organización. El Partido Comunista está llamado a cumplir las ingentes tareas
que se derivan de la transformación radical de la sociedad, y de ahí que no se
considere suficiente la conformidad de sus miembros con el programa.
Es comunista quien contribuye activamente a la
aplicación del programa del Partido y trabaja obligatoriamente en una de sus
organizaciones, bajo su dirección y control. Los oportunistas no piden esto a
los miembros de sus partidos. Este problema precisamente es el que, en 1903,
condujo a la escisión entre la tendencia revolucionaria y la oportunista en el
Partido Socialdemócrata de Rusia.
El principio
leninista rige ahora en todos los Partidos Comunistas. Al propio tiempo, las
condiciones concretas de la admisión y los deberes impuestos a los comunistas
se ajustan a las características de cada país y a las tradiciones de su
movimiento obrero. Los Partidos se muestran activos y cautos a la vez en la
admisión de nuevos miembros, a fin de que no entren en sus filas agentes
provocadores enviados por la burguesía o se filtren accidentalmente gentes que
nada tienen de comunistas.
Democracia
interna y dirección. La vida interna del Partido se estructura de forma que los
comunistas puedan participar al máximo en su labor práctica. Tal es la esencia
de la democracia del Partido. A este fin se hace de manera que los miembros
puedan examinar todos los asuntos, controlar el cumplimiento de los acuerdos
adoptados, elegir a los dirigentes y comprobar su labor.
El Partido
Comunista no reduce la democracia interna a la elección de los órganos
dirigentes. Tal noción de la democracia, vigente en los partidos socialdemócratas,
equivale a transportar a la vida del Partido las normas y procedimientos del
parlamentarismo burgués. La democracia del Partido Comunista es la democracia
de la acción única activa; con ella los afiliados no se limitan a elegir y a
discutir las cuestiones, sino que prácticamente contribuyen a orientar el
trabajo del Partido.
Los cuadros dirigentes no se encuentran sobre el Partido, sino que
se hallan bajo el control de éste. En unas condiciones de democracia, decía
Lenin, la actuación política del dirigente está siempre expuesta a la luz
pública, como si se desarrollase en un escenario ante espectadores. “Por lo
tanto, la democracia interna es una condición de las más importantes para la
acertada formación, selección y educación de los cuadros dirigentes. A la vez,
es garantía de que la dirección se apoyará en la experiencia colectiva, y no
será únicamente reflejo del criterio personal de uno u otro dirigente. Libertad
de discusión y unidad de acción.
Junto a los
amplios derechos que el Partido concede a sus miembros, pide de ellos, como es
lógico, fidelidad a su programa, fines e ideales. No acepta la propaganda de
concepciones contrarias al Partido y la considera incompatible con la
permanencia en sus filas. ¿Quebranta esto la democracia interna, la libertad de
palabra de los afiliados? No; desde el punto de vista de los comunistas no la
quebranta. "Cada uno puede escribir y decir cuánto desee sin limitación
alguna -escribe Lenin-. Pero toda organización libre (sin excluir el Partido)
puede también expulsar a aquellos de sus miembros que se valen de la etiqueta
del Partido para mantener opiniones contrarias a éste.
El Partido es una organización voluntaria que
se desintegraría inevitablemente, primero ideológica y luego materialmente, si
no se depurase de quienes propagan opiniones que le son contrarias. “Mientras no se ha tomado una decisión,
en el Partido pueden existir opiniones diversas, chocar puntos de vista
contrarios; pero una vez se ha adoptado un acuerdo, todos los comunistas obran a
una. Tal es la esencia de la disciplina del Partido, que exige la subordinación
de la minoría a la mayoría y la obligatoriedad incondicional de las decisiones
adoptadas. La disciplina proporciona al Partido la organización debida y
orienta todos sus actos hacia el fin que se ha propuesto. Ahora bien, esto no
puede darlo una disciplina ciega. La fuerza de la disciplina del Partido reside
en que es consciente, puesto que se basa en la cohesión ideológica de los
comunistas, en la aprobación consciente de las decisiones del Partido, que
fueron elaboradas con la activa participación de sus miembros.
LOS VÍNCULOS VIVOS DEL PARTIDO CON LAS GRANDES MASAS.
Los
comunistas sólo pueden ser un partido en el sentido auténtico de la palabra
cuando mantienen estrechas relaciones con las masas y gozan de su apoyo.
Criticando en 1920 a algunos comunistas ingleses que no comprendían la
necesidad de estas relaciones, Lenin decía con dureza: "Si la minoría no sabe dirigir a las masas, relacionarse
estrechamente con ellas, no es un partido, aunque así se llame, ni vale
absolutamente nada... “Por mucho que nos califiquemos de vanguardia, esto no
significa aún que lo seamos. El Partido no puede obligar a las masas a que le
sigan. Tampoco conquistará prestigio porque en sus llamamientos a las masas
manifieste pretensiones a un papel dirigente. No basta con proclamar el papel dirigente del Partido: hay que
conquistarlo.
¿De qué
manera llega el Partido a convertirse en verdadero dirigente? Para esto no hay
más que un camino: convencer a las masas
de que el Partido recoge y defiende sus intereses, convencer no con palabras,
sino con hechos, con su política, su iniciativa y su fidelidad a la causa.
El Partido
ha de ganarse, con todo su trabajo, la confianza y el cariño de las grandes
masas. "No basta con llamarse «vanguardia» y destacamento avanzado -dice
Lenin-; hay que obrar de tal manera que todos los demás destacamentos vean y no
puedan por menos de reconocer que marchamos delante." El Partido Comunista
tiene su programa, que es una exposición científicamente fundamentada de los
fines a que aspira y que responden a los intereses vitales de los trabajadores.
Estos han de comprender los objetivos finales
de la lucha, y sin ello el Partido jamás podrá conquistar el puesto dirigente.
El Partido debe tener a la vez un programa de acción en el que figuren las
reivindicaciones inmediatas de los trabajadores. En este sentido ha de manifestar
iniciativa en todos los órdenes de la vida del pueblo, conocer sus necesidades
y luchar por las reivindicaciones de las diversas capas de la población.
Los comunistas denuncian sin cesar al régimen
capitalista, que ha agotado sus posibilidades, pero no creen que se hayan de
lanzar únicamente consignas de crítica, que no den respuesta a lo que hay que
hacer hoy. Lenin combatió siempre la tendencia a lanzar consignas que sirviesen
sólo para "agudizar la conciencia del proletariado contra el imperialismo".
"La consigna «negativa» que no va unida a
determinada acción positiva no «agudiza», sino que embota la conciencia, pues
es una frase vacía, un simple grito, una declamación sin contenido." Hay
que trabajar en todos los lugares donde están las masas.
Los
comunistas acuden a trabajar a todos los lugares donde hay trabajadores. Para
ello se requiere la más íntima relación orgánica y diaria con las masas.
"Para servir a la masa -dice Lenin- y expresar sus intereses acertadamente
comprendidos, el destacamento de vanguardia, la organización, ha de mantener
toda su labor entre la masa, recurriendo para ello a todos sus mejores
elementos sin excepción, comprobando a cada paso, minuciosa y objetivamente, si
se mantiene viva esta relación con las masas.
Así y sólo
así educa e instruye el destacamento de vanguardia a la masa, expresando sus
intereses, enseñándole a organizarse, dirigiendo toda la actividad de la masa
por el camino de una política consciente de clase." Los comunistas prestan
gran atención, como es lógico, a las organizaciones de masas: sindicatos,
federaciones juveniles y de mujeres, cooperativas, etc. No es que los Partidos
Comunistas quieran privarles de su independencia.
Todo lo contrario, los comunistas creen que
las organizaciones de masas sólo cumplen su papel cuando cada una de ellas
cumple bien las tareas que le son propias. Los comunistas respetan los acuerdos
y la disciplina de las organizaciones de masas a que pertenecen, observan sus
estatutos y consideran que su deber consiste en ayudarles a defender mejor los
intereses de las masas. En los sindicatos, los comunistas actúan como
luchadores consecuentes en la defensa de los intereses económicos de los
obreros, y tratan de conseguir la unidad de acción del proletariado. Cuando se
llega a la huelga, en los comités que las dirigen son los organizadores más
firmes y enérgicos. Los obreros no vacilan en elegir a esos comunistas para los
cargos más responsables.
En las
organizaciones juveniles, campesinas, de mujeres, etc., los comunistas procuran
extender la influencia del Partido no por la imposición, sino con su energía y
su superioridad espiritual, lo mismo si son simples afiliados que dirigentes
dentro de esas organizaciones. A través de las organizaciones de
V. I. Lenin
escribía así en los años de la primera revolución rusa, refiriéndose a la
necesidad de trabajar entre todas las capas de la clase obrera: "Hay que saber acercarse a los hombres
más atrasados e ignorantes, menos afectados por nuestra ciencia y por la
ciencia de la vida, hablar con ellos, saberse ganar su confianza, elevarlos con
discreción y paciencia hasta la conciencia socialdemócrata, sin convertir
nuestra doctrina en un dogma seco, enseñarlo no según los libros, sino
participando en la diaria lucha por la vida de estas capas, las más atrasadas e
incultas del proletariado." El trabajo entre las masas se apoya en las
organizaciones de base del Partido, las cuales actúan allí donde mejor pueden
estrechar los vínculos con los trabajadores e influir sobre ellos.
En el Partido Comunista de la Unión Soviética
las organizaciones de base se atuvieron siempre, preferentemente, al principio
del lugar de trabajo, concediéndose interés primordial a las organizaciones
fabriles, que son las que más cerca se encuentran de la clase obrera. El
principio territorial en la creación de las organizaciones de base se justifica
en los casos en que permite llevar mejor la influencia del Partido a las masas,
acercarse a capas de la población como los artesanos, campesinos, pequeños
comerciantes, profesiones liberales, etc. En muchos países, la organización
territorial responde a las tradiciones del movimiento de masas, circunstancia
que es preciso tener en cuenta. El patrón único y la uniformidad son tan
perjudiciales como en cualquier otra esfera, si bien hay que decir que el
principio del lugar de trabajo corresponde mejor al carácter de clase del
Partido. Los Partidos Comunistas de muchos países se atienen tanto a uno como a
otro criterio.
Dirigir a
las masas no significa pasarse todo el tiempo instruyéndolas. Hay que tomar
parte en la resolución de los asuntos más ordinarios, enjuiciándolos con un
espíritu marxista, tratar de "conquistar con su energía y con su
influencia ideológica (y no con títulos y diplomas, se comprende) el papel
dirigente... “(Lenin).
Incluso un
asunto como es la labor parlamentaria, los comunistas lo relacionan siempre con
el trabajo entre las masas. Los oportunistas no ven el parlamentarismo más que
como un medio propicio para combinaciones en las altas esferas para resolver
las cuestiones a espaldas del pueblo. Condenando semejante actitud, Lenin
escribía que "los comunistas de Europa Occidental y América han de
aprender a crear un parlamentarismo nuevo, no como el ordinario, no oportunista
y que no sea un trampolín para hacer carrera..."
Únicamente es posible dirigir a las masas cuando se tiene presente
su experiencia y el nivel de su conciencia de clase, sin apartarse de la
realidad ni avanzar más de lo debido. De otro modo se corre el riesgo de
quedarse en la penosa situación de la vanguardia que ha perdido el contacto con
el grueso de las fuerzas.
Pero una
cosa es tener presente el nivel de conciencia de las masas y otra muy distinta
adaptarse a ese nivel y tomar como ejemplo el atraso. Tal comprensión de los
vínculos con las masas es propia del oportunismo. Los marxistas revolucionarios
lo interpretan de otro modo. No navegan a merced de las olas.
El Partido
Comunista, que recoge la experiencia de su clase y de todo el pueblo, que la
interpreta a la luz de las lecciones de la historia y de la teoría marxista,
está en condiciones de captar las tendencias que aún no se revelaron por
completo, pero a las cuales pertenece el futuro. El partido marxista no inventa
nada, parte de la misma vida, pero va por delante del movimiento espontáneo y
le muestra el camino, porque sabe proponer a tiempo la solución de los
problemas que preocupan al pueblo. El Partido puede conducir a las masas e
instruirlas sólo en el caso de que él mismo aprenda de las masas, es decir, de
que estudie atentamente todo lo que se
gesta en la labor práctica del pueblo y haga suya la sabiduría que en el pueblo
se encierra. Aprender de las masas para enseñar a las masas: tal es el
principio de la dirección marxista-leninista a que se atienen todos los
Partidos Comunistas.
ES UN EXTRACTO DEL MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA DEL CAPITULO
II
Los autores
dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se
encuentran por encima de él. Lo que les
distingue del resto del movimiento proletario es destacar en cada acción los
intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones.
Los autores
describen la teoría del comunismo empezando por resumirla en la fórmula:
"abolición de la propiedad privada", pero aclarando que no se
refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad
privada burguesa, que resulta de la explotación capitalista.
A
continuación, en forma polémica, los autores responden a "los reproches de
la burguesía contra el comunismo": abolición de la propiedad, del trabajo,
de la familia, de la nacionalidad, de la individualidad, etc. La respuesta a
cada objeción aclara que lo que se busca abolir es la forma burguesa que adoptan todas estas
instituciones. En cada caso los autores demuestran cómo estas acusaciones
tópicas contra el comunismo, cuando no son directamente calumnias, son una
defensa más o menos velada de los intereses de clase de la burguesía
haciéndolos pasar por intereses de toda la sociedad.
Más adelante
los autores señalan la base de las ideas de cada época en "las condiciones
de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre",
desmintiendo la existencia de "verdades eternas", y concluyendo
"Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de
la clase imperante".
Como
terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de la conquista del poder político por el
proletariado como primer paso de la revolución obrera. Señalan como tarea del proletariado erigido en clase dominante el
centralizar los medios de producción "en manos del Estado, es decir, del
proletariado organizado como clase gobernante".
A
continuación los autores esbozan un programa general de expropiaciones,
políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y de la
educación a ser aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Por
último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se
ve obligado a la conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido
las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la
sociedad", la hegemonía política de clase del proletariado dejará de ser
necesaria, "Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de
cada uno condicione el libre desarrollo de todos."
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