viernes, 17 de noviembre de 2017

LOS CAFREDRATICOS UNIVERSITARIOS

 LOS CAFREDRATICOS  UNIVERSITARIOS
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
Este   pequeño artículo está dirigido única y exclusivamente a esos docentes universitarios que disfrutan, gozan y hacen alarde  de ser “yucas” con el estudiante, al momento de realizar las mediciones y digo mediciones porque evaluar es cosa muy distinta.
De igual manera, a esos cafredraticos que  les gusta humillar a los alumnos y alumnas porque se consideran depositarios de la verdad absoluta, a esos y esas docentes soberbios y soberbias que ignorando los principios básicos de la pedagogía, la didáctica y el humanismo   asumen la docencia Universitaria como un simple trabajo rutinario.
Por lo tanto, quedan eximidos de toda crítica a aquellos docentes que en su afán esmerado por formar buenos profesionales dedican mucho de su tiempo a la conducción correcta de los  futuros profesionales. Para ellos mi respeto, mi estima y aprecio.
DESARROLLO.
Una interrogante que siempre me he planteado es la siguiente ¿Cuál es la principal misión de un verdadero  profesional de la enseñanza a nivel de la educación superior?
 Sin lugar a dudas es educar, formar buenos ciudadanos y ciudadanas antes que formar a un profesional para que contribuyan con honestidad y ética profesional  en su desempeño  y ser agentes de transformación.
Sin embargo, existen muchos profesionales dedicados a la docencia universitaria que  consideran que su misión es reprobar, se jactan  de que ninguno de sus alumnos les puede sacar diez, pues eso no es posible ya que él es el único que sabe y  es el único que decide  quién aprueba o reprueba la asignatura.
Este tipo de cafredraticos es   el que al inicio del ciclo  utiliza una serie de tácticas  intimidatorias: “a mi no me pasa nadie” “el que me pasa es porque sabe” o “esta materia es para muy pocos” “yo se que ustedes vienen mal preparados” “sí usted no tiene los recursos económicos mejor no estudie esta carrera”  “Esta  carrera es para quien la puede pagar”.
Estas son  algunas de las frases que a menudo se escuchan en los salones de clase en las diferentes Facultades de las Universidades.
 Obviamente desde cualquier ángulo que se analice la cuestión estas  frases son funestas para el proceso de enseñanza- aprendizaje, que  desanima, desmotiva, inhibe al alumno u alumna.
Este tipo de expresiones son tan dañinas para el alumno y alumna ya que penetran  psicológicamente en un estado de ánimo negativo contra el docente que imparte el curso o asignatrtura.
Por otro lado, se produce un bloqueo en el estudiante que genera e  impide una adecuada relación con el docente al mismo tiempo la mente se cierra para la comprensión y todo lo ve difícil e imposible en el contexto de su carrera.
 El alumno y alumna se traumatiza y lo que en un momento lo vio como una oportunidad para superarse hoy lo ve como algo que no está a su alcance. Pues sólo los superdotados pueden tener la capacidad suficiente para lograr el éxito en la carrera que han escogido.
No hay dudas de que el alumno y alumna que vienen de  hogares desintegrados, con problemas económicos, conflictos sociales, con una constante alienación por parte de una sociedad que invita al joven más a consumir sus productos superfluos y que lo único que les brinda es “ pan y circo” , con un  sistema educativo estructurado para adormecer sus  conciencias y no para desarrollar sus capacidades está claro que a la Universidad no pueden llegar alumnos suficientemente preparados; por lo tanto, debería ser otra la forma de recibir a los alumnos por parte de los docentes y no la actitud de los cafredraticos que se precian de grandes genios pero que en la realidad no son  más que uno vanidosos, engreídos  y soberbios.
Entonces ¿Cuál debería ser el papel del docente de la educación Superior? No cabe duda que los verdaderos docentes se deben plantear una serie de preguntas?  ¿Qué es educar? ¿Para qué educar? ¿Cómo educar? ¿Cuál es mi compromiso como educador? ¿En beneficio de quien educo? Necesitamos romper  con esos paradigmas autoritarios, conque se nos formó  y asumir unos nuevos acordes con las circunstancias históricas de la sociedad.
 La Universidad y los universitarios no podemos ni queremos ser testigos mudos del drama de la sociedad actual. Debemos de luchar juntos   con humildad  en la construcción de una nueva sociedad,   pero ello pasa por educar bien a las nuevas generaciones de jóvenes. De ahí  un llamado a la responsabilidad, es decir a la urgencia de dar respuestas acordes con las expectativas de la sociedad sobre la educación superior.
 La educación Superior no puede ser complejo de superioridad de la academia sino vocación de servicio y de ejemplaridad de los que en ella laboran  y han hecho de la docencia una profesión.
No debemos de  convertir la universidad en una trinchera pera perseguir objetivos particulares sino para metas colectivas  y hacer de la Universidad el hogar por excelencia del dialogo  y la armonía.
Además, por su misma naturaleza la Universidad siempre debe de estar abierta al dialogo, la concordia  y el debate de las ideas.
 En este sentido Ser profesor universitario es ser constructor de sueños, aspiraciones  e inculcar en los jóvenes el  amor por la ciencia, la cultura, el conocimiento científico  y la libertad.









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