RESUMEN DEL ENSAYO “SERVIR AL PUEBLO, NO SERVIRSE DEL PUEBLO”: LA REVOLUCIÓN ÉTICA QUE SALVARÁ A EL SALVADOR”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN.
EL SENTIDO ÉTICO DEL SERVICIO PÚBLICO
El ensayo parte de una idea esencial: la verdadera
grandeza humana radica en servir a los demás, no en servirse de ellos.
Servir es un acto moral que busca el bien común; servirse, en cambio, es una
traición al pueblo. La política —en su sentido más noble— nació como una forma
de servicio a la comunidad, según Aristóteles, quien veía en ella el medio para
alcanzar la plenitud humana. Sin embargo, a lo largo del tiempo ese ideal fue
corrompido: el poder se convirtió en privilegio y los dirigentes dejaron de ser
servidores para transformarse en explotadores.
En el contexto salvadoreño, esta corrupción del poder ha
tenido consecuencias históricas devastadoras: tres décadas de gobiernos de
ARENA y FMLN dejaron una herencia de saqueo, desigualdad y desconfianza.
Ventura denuncia que estos dirigentes no sirvieron al pueblo, sino que se
sirvieron de él, convirtiendo la política en un negocio. Frente a esa
realidad, propone una revolución ética basada en la educación moral, la
conciencia ciudadana y la reconstrucción del sentido del poder como acto de amor
y justicia.
La frase de Monseñor Óscar Romero —“La política es un
deber de amor; quien no la vive como servicio, la convierte en instrumento de
opresión”— resume el espíritu del ensayo. Para el autor, el verdadero servidor
público no busca honores ni riquezas, sino el bien común; su éxito no se mide
por lo que acumula, sino por lo que entrega. Servir con humildad es el camino
hacia una república moralmente sana, capaz de superar la corrupción y el
egoísmo.
2. LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN DE SERVICIO Y LAS RAÍCES DE
LA CORRUPCIÓN
En el segundo y tercer capítulos, Ventura expone que la
política auténtica es una vocación de servicio, sustentada en tres virtudes
señaladas por Max Weber: pasión,
responsabilidad y mesura. Sin estos valores, el poder degenera en patología
moral. Cita también a Martí, Confucio, Savater y Kosík para sustentar que el
político verdadero debe transformar los ideales en acciones concretas y ejercer
el poder con ética, amor y justicia.
El autor critica duramente la historia reciente de El
Salvador, marcada por treinta años de pseudodemocracia en los que ARENA
y FMLN alternaron el poder para enriquecerse. Describe con tono testimonial una
anécdota simbólica: un aspirante a funcionario le pidió “poneme donde hay”,
frase que revela la mentalidad oportunista que dominó la política nacional. Esa
cultura del “servirse” —dice Ventura— convirtió el Estado en botín y el
servicio público en negocio.
Apoyándose en Karel Kosík, interpreta esa etapa como una
“pseudoconcreción”: una apariencia de democracia que escondía un sistema de
corrupción estructural. Bajo discursos de progreso, los políticos privatizaron
bienes públicos, saquearon el Estado y traicionaron al pueblo. Sin embargo, el
autor destaca que el pueblo ha despertado: la ciudadanía ahora exige
transparencia y valora los hechos más que las promesas. Los nuevos liderazgos,
afirma, han comenzado a ejercer el poder como servicio, priorizando obras
públicas, educación y salud sobre los privilegios personales. Este despertar
representa el inicio de una revolución moral.
3. ÉTICA PERSONAL, CONCIENCIA SOCIAL Y EL PAPEL DE LA
JUVENTUD
En los capítulos siguientes, el ensayo profundiza en la
dimensión educativa y moral del cambio. Ventura sostiene que ninguna
transformación política es posible sin una revolución interior, basada en
la ética personal y la conciencia social. Cada ciudadano debe elegir entre el
bien y el mal, entre servir o servirse. La corrupción —advierte— no nace solo en
los partidos, sino en la conciencia de las personas. Por ello, el maestro, el
intelectual y el profesional honesto deben ser faros morales de la sociedad.
El autor cita a Ayllón, Freire y Camus para insistir en
que la educación ética debe ser vivida y no solo enseñada. La ética pública
comienza en la familia y la escuela, y se fortalece con el ejemplo. Un maestro
íntegro siembra esperanza; un maestro corrupto reproduce corrupción. De ahí que
la educación, la docencia y la formación ciudadana sean claves para curar la
enfermedad moral de la nación.
En el quinto capítulo, Ventura resalta el papel de la
juventud salvadoreña como motor del cambio. Los jóvenes, armados con
pensamiento crítico y conciencia cívica, ya no se dejan manipular por la
propaganda ni por los “analistas reciclados” del viejo sistema. Son
protagonistas de una nueva cultura política que valora la ética, la
transparencia y el servicio. Inspirado en Martí y Dewey, el autor llama a
fortalecer la educación cívica y la participación juvenil para consolidar una
nueva república moral fundada en la solidaridad, la justicia y el amor.
4. EL PODER COMO ACTO DE AMOR Y JUSTICIA
En el capítulo sexto, Ventura reinterpreta el concepto de
poder desde una perspectiva humanista: el poder legítimo nace del amor al
pueblo. Retomando las enseñanzas de Monseñor Romero y Erich Fromm, sostiene
que gobernar con amor no es sentimentalismo, sino compromiso moral con la
dignidad humana. Cita ejemplos de líderes universales como Mandela y Gandhi,
quienes demostraron que el poder puede sanar y reconciliar, no dividir ni
oprimir.
El poder, afirma, debe ser pedagógico y transparente. La
justicia es “el amor hecho norma social”, como decía Savater. Un dirigente que
ama al pueblo no teme rendir cuentas; no busca perpetuarse, sino servir con
honor. El poder sin amor destruye; el poder con amor construye. Esa es la clave
de la nueva política salvadoreña, donde la ética se convierte en el
fundamento del desarrollo y la justicia social.
5. CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN FINAL: SERVIR ES VIVIR
En la conclusión y la reflexión final, el autor sintetiza
su pensamiento: “Servir al pueblo no es una consigna política, es una
filosofía de vida.”
La regeneración de El Salvador depende de una nueva
conciencia moral que reemplace la codicia por la solidaridad. Una patria
fundada en el servicio será aquella donde cada ciudadano —político, maestro,
médico o campesino— entienda que el poder no se disfruta, sino que se asume
como deber moral.
Ventura llama a reconstruir el país desde la ética, la
educación y la participación consciente. Solo una ciudadanía honesta puede
sostener una democracia auténtica. “Servir es vivir”, concluye, porque quien
sirve alcanza la plenitud moral, mientras que quien se sirve termina vacío. El
Salvador, dice, tiene futuro mientras existan salvadoreños dispuestos a servir
con el alma, la mente y el corazón.
Síntesis final
Este ensayo es, ante todo, un manifiesto
ético-político que reclama la dignificación del servicio público. Con un
lenguaje claro, filosófico y profundamente moral, José Israel Ventura convoca a
una transformación integral del país basada en tres ejes: ética personal,
conciencia social y poder con amor y justicia. Su mensaje central es
universal: solo los pueblos que aprenden a servir, en lugar de servirse,
alcanzan su verdadera libertad.
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