domingo, 9 de noviembre de 2025

 


RESUMEN DEL ENSAYO “SERVIR AL PUEBLO, NO SERVIRSE DEL PUEBLO”: LA REVOLUCIÓN ÉTICA QUE SALVARÁ A EL SALVADOR”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN.

EL SENTIDO ÉTICO DEL SERVICIO PÚBLICO

El ensayo parte de una idea esencial: la verdadera grandeza humana radica en servir a los demás, no en servirse de ellos. Servir es un acto moral que busca el bien común; servirse, en cambio, es una traición al pueblo. La política —en su sentido más noble— nació como una forma de servicio a la comunidad, según Aristóteles, quien veía en ella el medio para alcanzar la plenitud humana. Sin embargo, a lo largo del tiempo ese ideal fue corrompido: el poder se convirtió en privilegio y los dirigentes dejaron de ser servidores para transformarse en explotadores.

En el contexto salvadoreño, esta corrupción del poder ha tenido consecuencias históricas devastadoras: tres décadas de gobiernos de ARENA y FMLN dejaron una herencia de saqueo, desigualdad y desconfianza. Ventura denuncia que estos dirigentes no sirvieron al pueblo, sino que se sirvieron de él, convirtiendo la política en un negocio. Frente a esa realidad, propone una revolución ética basada en la educación moral, la conciencia ciudadana y la reconstrucción del sentido del poder como acto de amor y justicia.

La frase de Monseñor Óscar Romero —“La política es un deber de amor; quien no la vive como servicio, la convierte en instrumento de opresión”— resume el espíritu del ensayo. Para el autor, el verdadero servidor público no busca honores ni riquezas, sino el bien común; su éxito no se mide por lo que acumula, sino por lo que entrega. Servir con humildad es el camino hacia una república moralmente sana, capaz de superar la corrupción y el egoísmo.

2. LA POLÍTICA COMO VOCACIÓN DE SERVICIO Y LAS RAÍCES DE LA CORRUPCIÓN

En el segundo y tercer capítulos, Ventura expone que la política auténtica es una vocación de servicio, sustentada en tres virtudes señaladas por Max Weber: pasión, responsabilidad y mesura. Sin estos valores, el poder degenera en patología moral. Cita también a Martí, Confucio, Savater y Kosík para sustentar que el político verdadero debe transformar los ideales en acciones concretas y ejercer el poder con ética, amor y justicia.

El autor critica duramente la historia reciente de El Salvador, marcada por treinta años de pseudodemocracia en los que ARENA y FMLN alternaron el poder para enriquecerse. Describe con tono testimonial una anécdota simbólica: un aspirante a funcionario le pidió “poneme donde hay”, frase que revela la mentalidad oportunista que dominó la política nacional. Esa cultura del “servirse” —dice Ventura— convirtió el Estado en botín y el servicio público en negocio.

Apoyándose en Karel Kosík, interpreta esa etapa como una “pseudoconcreción”: una apariencia de democracia que escondía un sistema de corrupción estructural. Bajo discursos de progreso, los políticos privatizaron bienes públicos, saquearon el Estado y traicionaron al pueblo. Sin embargo, el autor destaca que el pueblo ha despertado: la ciudadanía ahora exige transparencia y valora los hechos más que las promesas. Los nuevos liderazgos, afirma, han comenzado a ejercer el poder como servicio, priorizando obras públicas, educación y salud sobre los privilegios personales. Este despertar representa el inicio de una revolución moral.

3. ÉTICA PERSONAL, CONCIENCIA SOCIAL Y EL PAPEL DE LA JUVENTUD

En los capítulos siguientes, el ensayo profundiza en la dimensión educativa y moral del cambio. Ventura sostiene que ninguna transformación política es posible sin una revolución interior, basada en la ética personal y la conciencia social. Cada ciudadano debe elegir entre el bien y el mal, entre servir o servirse. La corrupción —advierte— no nace solo en los partidos, sino en la conciencia de las personas. Por ello, el maestro, el intelectual y el profesional honesto deben ser faros morales de la sociedad.

El autor cita a Ayllón, Freire y Camus para insistir en que la educación ética debe ser vivida y no solo enseñada. La ética pública comienza en la familia y la escuela, y se fortalece con el ejemplo. Un maestro íntegro siembra esperanza; un maestro corrupto reproduce corrupción. De ahí que la educación, la docencia y la formación ciudadana sean claves para curar la enfermedad moral de la nación.

En el quinto capítulo, Ventura resalta el papel de la juventud salvadoreña como motor del cambio. Los jóvenes, armados con pensamiento crítico y conciencia cívica, ya no se dejan manipular por la propaganda ni por los “analistas reciclados” del viejo sistema. Son protagonistas de una nueva cultura política que valora la ética, la transparencia y el servicio. Inspirado en Martí y Dewey, el autor llama a fortalecer la educación cívica y la participación juvenil para consolidar una nueva república moral fundada en la solidaridad, la justicia y el amor.

4. EL PODER COMO ACTO DE AMOR Y JUSTICIA

En el capítulo sexto, Ventura reinterpreta el concepto de poder desde una perspectiva humanista: el poder legítimo nace del amor al pueblo. Retomando las enseñanzas de Monseñor Romero y Erich Fromm, sostiene que gobernar con amor no es sentimentalismo, sino compromiso moral con la dignidad humana. Cita ejemplos de líderes universales como Mandela y Gandhi, quienes demostraron que el poder puede sanar y reconciliar, no dividir ni oprimir.

El poder, afirma, debe ser pedagógico y transparente. La justicia es “el amor hecho norma social”, como decía Savater. Un dirigente que ama al pueblo no teme rendir cuentas; no busca perpetuarse, sino servir con honor. El poder sin amor destruye; el poder con amor construye. Esa es la clave de la nueva política salvadoreña, donde la ética se convierte en el fundamento del desarrollo y la justicia social.

5. CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN FINAL: SERVIR ES VIVIR

En la conclusión y la reflexión final, el autor sintetiza su pensamiento: “Servir al pueblo no es una consigna política, es una filosofía de vida.”

La regeneración de El Salvador depende de una nueva conciencia moral que reemplace la codicia por la solidaridad. Una patria fundada en el servicio será aquella donde cada ciudadano —político, maestro, médico o campesino— entienda que el poder no se disfruta, sino que se asume como deber moral.

Ventura llama a reconstruir el país desde la ética, la educación y la participación consciente. Solo una ciudadanía honesta puede sostener una democracia auténtica. “Servir es vivir”, concluye, porque quien sirve alcanza la plenitud moral, mientras que quien se sirve termina vacío. El Salvador, dice, tiene futuro mientras existan salvadoreños dispuestos a servir con el alma, la mente y el corazón.

Síntesis final

Este ensayo es, ante todo, un manifiesto ético-político que reclama la dignificación del servicio público. Con un lenguaje claro, filosófico y profundamente moral, José Israel Ventura convoca a una transformación integral del país basada en tres ejes: ética personal, conciencia social y poder con amor y justicia. Su mensaje central es universal: solo los pueblos que aprenden a servir, en lugar de servirse, alcanzan su verdadera libertad.

 

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