martes, 18 de noviembre de 2025



 “EL SALVADOR ANTE LA HISTORIA: LA MODERNIDAD QUE LA OPOSICIÓN NO PUEDE COMPRENDER”

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN.

La crisis intelectual como amenaza al progreso en El Salvador

El Salvador transita un momento histórico decisivo: la transición desde un modelo estatal obsoleto, caracterizado por la improvisación, el subdesarrollo institucional y la ausencia de visión estratégica, hacia un modelo de modernización acelerada guiado por tecnología, gestión eficiente y un entendimiento contemporáneo del desarrollo humano. Este punto de inflexión, lejos de ser exclusivamente administrativo o técnico, es ante todo un giro civilizatorio, que exige una nueva forma de pensar, liderar y comprender el país.

Históricamente, las sociedades han experimentado rupturas profundas cuando las élites políticas se han quedado atrapadas en viejas categorías, mientras el mundo avanza hacia nuevas formas de organización social, económica y tecnológica. Thomas Kuhn (1962), en su obra sobre los cambios de paradigma, explica que el conflicto no surge entre ideas nuevas y viejas, sino entre quienes pueden asimilar el cambio y quienes no pueden porque su marco mental está congelado en un tiempo que ya no existe. En este sentido, El Salvador está viviendo un choque frontal entre la cultura del atraso, sostenida por discursos políticos que parecen salidos de la década de 1970, y la cultura del futuro, que apuesta por la digitalización, la tecnología médica, la infraestructura digna y el desarrollo humano integral.

El documento base que sirve de punto de partida para este ensayo expresa con claridad esta tensión al señalar que, frente a innovaciones como el sistema DoctorSV, “se ha venido una ola de críticas sin fundamento de una oposición obtusa, miope, inepta y mediocre”  Estas palabras son más que una opinión: constituyen un diagnóstico sociológico de un fenómeno persistente en el país, donde parte de la oposición política actúa no desde el análisis racional, sino desde la resistencia al cambio y la manipulación emocional.

En este contexto, declaraciones como las del señor Manuel “chino” Flores —quien sostiene que construir mercados es “una mala inversión”, que la población “está acostumbrada a vender en la calle”, que una gran biblioteca “no sirve porque la gente no lee”, o que no tiene sentido invertir en bienestar animal o en sistemas digitalizados con Google e IA— revelan algo más grave que simple ignorancia o torpeza discursiva. Revelan la incapacidad estructural de un sector político para comprender el concepto de desarrollo y, por tanto, para pensar un país distinto, moderno y orientado al bienestar de las nuevas generaciones.

No se trata de debatir sobre preferencias políticas legítimas; se trata de poner en evidencia que cuando un dirigente niega la utilidad de bibliotecas modernas, mercados dignos o sistemas de salud digitalizados, lo que realmente está negando es el derecho del pueblo al progreso. Y, al negarlo, se ubica en una posición antagónica a las fuerzas transformadoras que han hecho avanzar a las sociedades a lo largo de la historia.

Más grave aún es la contradicción intelectual señalada en el documento base: el señor Flores suele citar libros de Marx, Engels o Lenin, aparentemente para dar una apariencia de autoridad teórica, pero lo hace sin comprender la esencia dialéctica del pensamiento que invoca. La dialéctica enseña que todo cambia, que lo nuevo supera lo viejo, que los procesos históricos avanzan hacia formas más desarrolladas y que las sociedades se transforman a partir de la superación de sus contradicciones. Justamente esta noción —el cambio como ley fundamental del desarrollo— es la que Flores niega cuando rechaza, desde su discurso, todo signo de modernidad, orden, dignificación urbana o innovación tecnológica.

Nos encontramos, entonces, ante un fenómeno que este ensayo analizará en profundidad: la crisis intelectual de la oposición salvadoreña, cuya resistencia al cambio no nace de principios ideológicos coherentes, sino de un profundo analfabetismo digital, científico, histórico y filosófico, que los incapacita para comprender los desafíos del siglo XXI.

La introducción aquí planteada cumple tres funciones esenciales:

  1. Situar históricamente el debate, demostrando que El Salvador vive un cambio estructural que exige nuevas capacidades intelectuales.
  2. Identificar el problema central, que no es político sino epistemológico: la oposición no entiende el mundo actual.
  3. Justificar la necesidad del análisis, pues un país no puede avanzar mientras parte de su liderazgo se mantenga mentalmente anclado en el pasado.

A partir de esta base conceptual, los capítulos siguientes profundizarán en cada dimensión del problema: desde la herencia de estancamiento del FMLN, pasando por la incoherencia discursiva de Flores, hasta el análisis de la dialéctica materialista, la tecnología médica, la modernización del Estado y el papel del pensamiento crítico en la construcción de una nación que aspire a ser parte del siglo XXI.

CAPÍTULO I

LA DÉCADA PERDIDA: INCAPACIDAD IDEOLÓGICA, FALTA DE VISIÓN Y RENUNCIA AL PENSAMIENTO CRÍTICO

El análisis de los diez años de gobierno del FMLN no puede limitarse a señalar errores administrativos o fallas operativas. El verdadero problema fue más profundo: un fracaso intelectual estructural. Lo que el documento base denomina “la escasa y torpe visión con que el FMLN gobernó el país durante 10 años” es, en realidad, la manifestación explícita de un proyecto político que carecía de comprensión del mundo contemporáneo.

La izquierda salvadoreña llegó al poder con enormes expectativas históricas. Muchos esperaban que su llegada significaría una revolución educativa, científica, cultural y tecnológica, siguiendo los ideales de transformación que alguna vez defendieron. Sin embargo, el resultado fue exactamente lo contrario: un gobierno que administró el país con mediocridad burocrática, sin reformas estructurales, sin innovación, sin inversión estratégica y, sobre todo, sin pensamiento crítico.

El FMLN nunca entendió la importancia de la digitalización del Estado, ni de la modernización institucional, ni de la infraestructura inteligente, ni del papel de la ciencia en el desarrollo. Mientras el mundo avanzaba hacia la inteligencia artificial, la automatización, el gobierno digital y la cuarta revolución industrial, en El Salvador los gobiernos del FMLN se quedaron anclados en discursos de los años 80, en consignas gastadas y en una visión de país incapaz de responder a las necesidades del siglo XXI.

Este capítulo analizará cómo esa década perdida generó las condiciones que hoy permiten a figuras como Manuel Flores sostener discursos precarios, conservadores y profundamente anticientíficos, poniendo en evidencia la quiebra intelectual de una izquierda que olvidó pensar.

CAPÍTULO II

EL DISCURSO DEL ATRASO: ANÁLISIS CRÍTICO DE LAS DECLARACIONES DE MANUEL “CHINO” FLORES

Las declaraciones del señor Manuel “chino” Flores no son simples opiniones aisladas ni lapsus retóricos propios de una entrevista improvisada. Constituyen un patrón discursivo, una forma de pensar y, sobre todo, una forma de no comprender el país que se está construyendo en el siglo XXI. Representan la manifestación más evidente de una visión política estancada, desconectada de los procesos globales y anclada en categorías mentales obsoletas.

El documento base lo expone con claridad: Flores cuestiona la construcción de mercados dignos, desestima la necesidad de una biblioteca moderna e incluso ridiculiza la existencia de un hospital para animales y de un sistema de salud digitalizado basado en Google e inteligencia artificial

Quiero que en base a este comen…

. Estas posturas no solo resultan preocupantes, sino que constituyen un peligro epistémico: transmiten a la ciudadanía la idea de que el progreso no es necesario, que la modernidad es un lujo inútil y que el pueblo debe permanecer en condiciones precarias porque “así está acostumbrado”.

1. El desprecio por la infraestructura digna

Afirmar que “la peor inversión es hacer mercados” refleja una comprensión profundamente distorsionada del desarrollo urbano y humano. Los mercados no son solo espacios de comercio; son centros de seguridad alimentaria, salud pública, ordenamiento territorial y convivencia comunitaria.
Rechazarlos implica:

  • normalizar la venta en condiciones insalubres,
  • exponer a la población a riesgos sanitarios,
  • perpetuar el desorden urbano,
  • legitimar décadas de abandono social.

Esta visión revela un patrón de pensamiento peligrosamente conservador disfrazado de discurso popular 

2. El ataque a la lectura y al conocimiento

Decir que “una gran biblioteca no sirve porque la gente no la visita” constituye una de las afirmaciones más devastadoras para un país que aspira a desarrollarse. Ninguna sociedad avanza si renuncia al conocimiento. La lectura es un acto civilizatorio. Una biblioteca moderna es un símbolo de progreso, un centro de cultura, innovación y pensamiento crítico.

Negar su importancia es negar el futuro.

3. La incomprensión del bienestar animal como valor de sociedades avanzadas

Descalificar un hospital veterinario refleja una visión antropocéntrica estrecha, incapaz de ver que el bienestar animal está ligado a:

  • la salud pública,
  • la ética social,
  • la prevención de zoonosis,
  • los estándares internacionales de civilización.

Las sociedades que protegen a los animales suelen ser también las que más protegen a las personas.

4. La negación del avance tecnológico: Google, IA y el miedo al futuro

La crítica al uso de Google y la inteligencia artificial en el sistema de salud se basa en una deformación conceptual. Ningún país que aspire a modernizar su salud prescinde de herramientas digitales. La OMS (2022) señala que la salud digital:

  • mejora diagnósticos,
  • reduce errores,
  • aumenta la eficiencia,
  • elimina barreras geográficas.

Rechazar la digitalización no es prudencia: es ignorancia activa.

5. Un patrón de anti-modernidad

Lo verdaderamente preocupante es que todas estas posturas comparten un denominador común:

la resistencia al cambio.
Y, como señala la dialéctica, todo lo que se opone al cambio se condena a sí mismo a la irrelevancia.

Manuel Flores no se opone a estas obras por análisis técnico o por una lectura crítica. Se opone porque su marco mental no puede comprenderlas. Es, en sentido estricto, una forma de analfabetismo estructural: político, tecnológico, urbano, cultural y científico.

Este capítulo evidencia que el discurso de Flores es la expresión visible de un fenómeno más amplio: el discurso del atraso. En los siguientes apartados analizaremos cómo esta estructura mental se sostiene en una comprensión defectuosa de la filosofía que él mismo menciona, especialmente la dialéctica materialista.

CAPÍTULO III

LA DIALÉCTICA MAL ENTENDIDA: CITAR A MARX NO ES COMPRENDER EL CAMBIO HISTÓRICO

La dialéctica, desde su formulación clásica en Hegel hasta su reformulación materialista en Marx y Engels, ha sido una herramienta conceptual fundamental para comprender los procesos históricos, sociales y científicos. Sin embargo, su uso retórico, superficial y distorsionado se ha vuelto frecuente en ciertos sectores políticos que la mencionan sin haberla estudiado, comprendido o aplicado. El caso del señor Manuel “Chino” Flores es emblemático: menciona autores clásicos del marxismo, pero su discurso y su práctica contradicen completamente los principios fundamentales de la dialéctica.

El documento base lo expresa con contundencia: “este señor repite como loro la dialéctica materialista (…) pero se le olvida que esa teoría nos dice que todo está cambiando, que nada queda donde está y nada permanece como es”

Quiero que en base a este comen…

. Esta frase sintetiza el núcleo del problema: no se trata simplemente de ignorancia, sino de una falsa apropiación ideológica, un uso mecánico de conceptos que no son comprendidos.

Este capítulo analiza esa contradicción desde una perspectiva filosófica y política, demostrando que no basta citar a Marx, Engels o Lenin para hablar de dialéctica; es necesario comprender su método, sus implicaciones y su relación con la realidad contemporánea.

1. La dialéctica como ciencia del cambio

Para Marx y Engels, la dialéctica materialista es el método que explica:

  • el movimiento,
  • la transformación,
  • el desarrollo,
  • la contradicción,
  • la superación de etapas históricas.

Como señala Engels en Dialéctica de la Naturaleza (1883), “la única constante del universo es el cambio”. Y Marx, en El Capital (1867), afirma que las sociedades se desarrollan a través de contradicciones internas que impulsan nuevas formas de organización productiva y política.

Negar el cambio es negar la dialéctica.

De ahí el absurdo de que un político que se presenta como conocedor del marxismo sea, al mismo tiempo, enemigo público de la modernización, de la infraestructura digna, de la tecnología, de la ciencia y de la inteligencia artificial. No hay nada más anti-dialéctico que pretender que las sociedades deben permanecer estáticas o que no necesitan avanzar.

2. La ley del paso de lo cuantitativo a lo cualitativo

En la dialéctica materialista, los procesos sociales acumulan cambios graduales que, al alcanzar cierto umbral, producen saltos cualitativos. La modernización del Estado salvadoreño —digitalización, IA en salud, infraestructura pública dignificada, bibliotecas modernas, mercados ordenados— no es un capricho, sino la manifestación de ese salto cualitativo histórico.

Quien se opone a estos avances demuestra no solo desconocimiento de la dialéctica, sino desconocimiento de la historia misma.

3. La negación de la negación: el motor de la modernización

La tercera ley de la dialéctica, según Engels, es la negación de la negación. Esto significa que cada etapa histórica supera a la anterior, conservando lo mejor y eliminando lo que ya no sirve. El documento base lo expresa así: “en el proceso de la negación de la negación siempre se conserva lo mejor de la fase anterior y se niega aquello que no le sirve o no funciona a la sociedad”

Quiero que en base a este comen…

La crítica de Flores, por tanto, es doblemente contradictoria:

  1. Ataca las obras nuevas, que representan la superación dialéctica de las viejas formas de organización social.
  2. Defiende lo viejo, lo obsoleto, lo que ya no funciona, lo que la sociedad dialécticamente supera.

Un político que habla de dialéctica pero se opone a la negación de la negación no es un dialéctico: es un conservador disfrazado.

4. La contradicción estructural: citar libros no es pensar

El documento base lo señala: “he oído en entrevistas al chino mencionando un montón de libros de Marx, Engels y Lenin… este señor cree que mencionando a grandes pensadores él se va a volver intelectual”

Quiero que en base a este comen…

Esta práctica se denomina fetichismo intelectual: creer que el prestigio de un autor se transfiere automáticamente a quien lo cita. Pero Marx nunca quiso seguidores que repitieran sus palabras; quiso pensadores que aplicaran el método dialéctico a la realidad, no que usaran su nombre como amuleto político.

Lenin lo expresó con claridad:
“No hay dogma, solo guía para la acción.”

Cuando Flores cita libros, pero rechaza la acción moderna —infraestructura digna, tecnología, digitalización— demuestra dos cosas:

  • Que no entiende la teoría.
  • Que usa los textos como adorno oratorio.

Y la dialéctica no es un adorno: es un método científico para comprender el mundo.

5. La dialéctica en el siglo XXI: tecnología, IA y transformación social

El marxismo, si quisiera mantenerse fiel a sus raíces, tendría hoy la obligación de analizar:

  • la revolución digital,
  • la inteligencia artificial,
  • la automatización,
  • la biotecnología,
  • la sociedad en red,
  • las nuevas formas de producción,
  • los cambios civilizatorios de la cuarta revolución industrial.

Quien se dice marxista pero rechaza o ridiculiza estos procesos está anclado en el pasado. No es heredero de Marx, sino prisionero de un marxismo petrificado que Marx jamás habría reconocido.

Un político del siglo XXI que insulta la tecnología o la teme no solo carece de formación moderna: carece de formación dialéctica.

6. El peligro político del anti-intelectualismo disfrazado de izquierda

Lo más grave no es la ignorancia individual, sino su efecto político. Cuando un líder público se declara abiertamente en contra del avance tecnológico, urbano, educativo y sanitario, transmite a la población un mensaje devastador:

“No necesitamos progresar.”

Ese mensaje legitima décadas de pobreza, atraso, informalidad y deterioro social. Es una renuncia a la historia, una negación del porvenir y una bofetada al pueblo que merece vivir en un país moderno.

Y lo irónico es que se hace invocando a Marx, uno de los pensadores que más celebró el avance tecnológico como motor de desarrollo.

7. Conclusión del capítulo

La dialéctica no es un discurso para repetir. Es un método para transformar.
Quien la cita sin comprenderla se convierte en un obstáculo para el progreso.
Y quien, además, la usa para atacar la modernización nacional, se coloca del lado contrario de la historia.

El Salvador no puede permitir que la ignorancia disfrazada de teoría trate de frenar un proceso histórico de transformación. Las sociedades avanzan cuando entienden sus contradicciones; retroceden cuando sus líderes las ignoran.

CAPÍTULO IV

LA OPOSICIÓN COMO OBSTÁCULO INTELECTUAL: EL ANALFABETISMO CIENTÍFICO Y TECNOLÓGICO COMO BANDERA POLÍTICA

La oposición salvadoreña contemporánea no enfrenta únicamente un problema de estrategia electoral o de falta de propuestas coherentes. Su dificultad principal es mucho más profunda y estructural: la ausencia de una alfabetización científica, tecnológica y conceptual mínima para comprender el mundo en el que vivimos. Este déficit intelectual ha llevado a un fenómeno sin precedentes: parte de la oposición ha convertido su ignorancia en bandera política, construyendo discursos basados en prejuicios, miedos, rumores y falacias que apelan a la emoción más que a la razón.

En lugar de adaptarse al siglo XXI, una fracción considerable de la oposición se refugia en una narrativa del pasado, caracterizada por una mezcla de nostalgia ideológica, dogmatismo primitivo y desprecio abierto a la innovación. Esta actitud no solo evidencia incapacidad, sino que representa un peligro para el país, pues obstaculiza la adopción de tecnologías que podrían salvar vidas, agilizar procesos administrativos y democratizar el acceso a la salud, la educación y la información.

El documento base lo resume con contundencia: frente a la presentación del sistema DoctorSV, ha surgido “una ola de críticas sin fundamento de una oposición obtusa, miope, inepta y mediocre”

Estas palabras describen una realidad sociopolítica que este capítulo analiza en detalle.

1. El analfabetismo científico: cuando la opinión reemplaza al conocimiento

El analfabetismo científico se manifiesta cuando individuos, especialmente líderes públicos, rechazan métodos, datos y evidencia, sustituyéndolos por intuiciones, rumores o creencias personales. En la oposición salvadoreña esto se observa de múltiples formas:

  • Confusión entre evidencia científica y opinión personal.
  • Rechazo a los avances médicos por desconocimiento.
  • Uso de falacias para desacreditar innovaciones.
  • Lectura superficial de fenómenos complejos.
  • Incapacidad para interpretar datos estadísticos.

Así surgen narrativas absurdas como:
“Google no cura el cáncer”,
“la IA va a reemplazar médicos”,
“la telemedicina solo sirve para gripes”.

Estas frases no describen la realidad: describen la incapacidad de comprenderla.

2. El analfabetismo digital: miedo a la tecnología, miedo al futuro

El analfabetismo digital es la incapacidad para entender cómo funciona la tecnología y su impacto en la sociedad. Se manifiesta en:

  • temor irracional al uso de IA,
  • rechazo a plataformas digitales,
  • desconocimiento de conceptos básicos como algoritmos, datos o sistemas integrados,
  • resistencia a la digitalización del Estado.

La oposición salvadoreña ha convertido este miedo en discurso político. Critican una plataforma de salud digital sin saber cómo funciona, atacan herramientas que no han usado y ridiculizan tecnologías que ni siquiera comprenden.

Mientras el mundo avanza hacia la automatización médica, la telemedicina, la IA diagnóstica y los sistemas integrados hospitalarios, ciertos actores opositores parecen estancados en una comprensión tecnológica equivalente a finales del siglo XX.

Lo que para el mundo es progreso, para ellos es amenaza.
Lo que para la OMS es avance, para ellos es “show”.
Lo que para la ciencia es herramienta, para ellos es “peligro”.

3. El anti-intelectualismo como identidad política

El anti-intelectualismo consiste en despreciar el conocimiento, la lectura, la ciencia y la reflexión crítica. La oposición ha normalizado este fenómeno al promover discursos que:

  • ridiculizan bibliotecas,
  • minimizan la lectura pública,
  • desprestigian la investigación,
  • atacan expertos,
  • se burlan de la innovación.

Esto no es casual: es una estrategia. Saben que el conocimiento empodera al pueblo, y un pueblo empoderado exige más. La ignorancia, en cambio, facilita la manipulación política.

4. Mediocridad política disfrazada de “contacto con el pueblo”

Una de las tácticas más peligrosas de la oposición es disfrazar su ignorancia como “sencillez” o “conexión con la gente”. Bajo esta lógica, defender el desorden urbano, rechazar la modernidad y ridiculizar la infraestructura se presenta como un acto “popular”, cuando en realidad representa una negación de derechos sociales fundamentales:

  • derecho a espacios dignos,
  • derecho a salud moderna,
  • derecho a educación de calidad,
  • derecho a movilidad ordenada,
  • derecho a tecnologías contemporáneas.

Presentar la precariedad como “cultura” o “costumbre del pueblo” es una forma de violencia simbólica.

Quienes promueven esta visión no están defendiendo al pueblo; están defendiendo el atraso.

5. La oposición como freno mental al progreso nacional

El verdadero peligro de este analfabetismo generalizado no es que los líderes opositores ignoren la ciencia; es que se conviertan en multiplicadores de ignorancia, utilizando plataformas públicas para desinformar a la población.

Esto tiene consecuencias graves:

  • frena la adopción de tecnología,
  • genera miedo injustificado,
  • impide el consenso social sobre el progreso,
  • siembra dudas sobre innovaciones necesarias,
  • convierte problemas técnicos en conflictos ideológicos.

Cuando se rechaza una herramienta por prejuicio, no se detiene la tecnología; se detiene la nación.

6. La paradoja de la crítica: quienes gobernaron mal ahora atacan lo que nunca hicieron

Paradójicamente, quienes hoy critican la modernización son los mismos que, cuando gobernaron, no tuvieron la capacidad ni la visión para transformar el país. En su década de gobierno:

  • no hicieron bibliotecas modernas,
  • no crearon mercados dignos,
  • no desarrollaron plataformas de salud digital,
  • no promovieron ciencia,
  • no apostaron por la innovación.

Y ahora, irónicamente, atacan las obras que jamás fueron capaces de concebir.
La crítica no nace del análisis: nace de la frustración histórica.

La oposición no critica porque entiende. Critica porque perdió la capacidad de proponer.

7. Conclusión del capítulo

La oposición salvadoreña no enfrenta una crisis electoral, sino una crisis epistemológica: carece del conocimiento mínimo para comprender la salud digital, la infraestructura moderna y el desarrollo nacional.

Su principal obstáculo no es político, sino intelectual.
Y mientras un sector de la población avance hacia el futuro, ellos seguirán defendiendo un país que ya no existe.

El próximo capítulo analizará cómo la modernización del sistema de salud, especialmente a través de la inteligencia artificial y plataformas como Google, representa un salto histórico que la oposición no ha podido comprender ni enunciar con coherencia.

CAPÍTULO V

LA MODERNIZACIÓN DEL SISTEMA DE SALUD: GOOGLE, IA Y EL SALTO HISTÓRICO QUE LA OPOSICIÓN NO COMPRENDE

La transformación del sistema de salud salvadoreño hacia un modelo digital, integrado y asistido por inteligencia artificial representa uno de los avances más significativos en la historia institucional del país. Este cambio no es cosmético ni superficial; es un salto estructural comparable con la transición del expediente en papel al expediente digital en los países más desarrollados del mundo. Sin embargo, este proceso, lejos de ser comprendido con amplitud, ha sido objeto de ataques, burlas y desinformación por parte de una oposición que revela, con cada crítica, su profunda incapacidad para entender las dinámicas actuales de la medicina global.

El rechazo opositor a Google y a la inteligencia artificial en el sistema de salud desnuda un problema mayor: la dificultad de ciertos actores políticos para comprender que el mundo ya no funciona como en el siglo XX. Hoy, el conocimiento se produce y se procesa de manera digital; los sistemas de salud se apoyan en big data, IA y plataformas que integran información en segundos; los diagnósticos se complementan con algoritmos de apoyo clínico; la telemedicina reduce brechas históricas entre zonas rurales y urbanas.

Pero mientras naciones enteras dan este salto, una parte de la oposición salvadoreña continúa atrapada en un paradigma pre-digital, donde las herramientas tecnológicas son vistas con sospecha, como si fueran amenazas en lugar de instrumentos indispensables.

1. La inteligencia artificial no reemplaza médicos: los potencia

Una de las falacias más repetidas por sectores opositores es la idea de que la IA puede reemplazar al médico. Este argumento es absurdo desde cualquier perspectiva científica. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) señala que la IA en salud:

  • es una herramienta de apoyo,
  • complementa el criterio clínico,
  • reduce errores diagnósticos,
  • agiliza la toma de decisiones,
  • democratiza el acceso a información médica,
  • fortalece el sistema de salud.

La IA no sustituye al médico.
La IA potencia al médico.
La IA reduce la carga administrativa para que el médico dedique más tiempo a la atención humana.

Decir que “Google no cura el cáncer” o que “la IA va a reemplazar médicos” no solo es ignorante; es una manifestación de analfabetismo científico extremo.

2. La salud digital es un estándar global, no un experimento local

Los países líderes en salud —Corea del Sur, Noruega, Japón, Canadá, Reino Unido y Singapur— utilizan plataformas digitales para:

  • teleconsultas,
  • historiales clínicos integrados,
  • monitoreo remoto de pacientes,
  • lectura de imágenes médicas,
  • predicción epidemiológica,
  • apoyo diagnóstico en tiempo real.

El Salvador, por primera vez en décadas, está caminando hacia ese estándar.

Rechazar este avance es equivalente a haber rechazado los rayos X en 1901 o los antibióticos en 1940. Es un acto de ceguera histórica.

3. Google como herramienta médica: información estructurada, no “curaciones mágicas”

Otra distorsión común promovida por opositores es la idea infantil de que “Google es para buscar recetas de cocina” o que “Google no cura enfermedades”. Este tipo de comentarios revela un nivel de ignorancia tecnológica alarmante.

Google no “cura” porque una plataforma digital no es un medicamento:
es un instrumento informativo, de referencia y de apoyo.

El uso médico de Google no implica buscar síntomas como un usuario común; implica acceder a:

  • bases de datos clínicas,
  • protocolos internacionales,
  • artículos indexados,
  • guías terapéuticas,
  • bibliografía especializada.

Google es la puerta a la información médica global más actualizada.

No se trata de “usar Google”, sino de integrarlo con sistemas IA que sintetizan, comparan y validan información para auxiliar al personal médico. Esa integración es la que la oposición no comprende, porque jamás se formó ni técnica ni científicamente para entender estos procesos.

4. La telemedicina: una herramienta de equidad social

La telemedicina no es un lujo tecnológico:
es una herramienta de justicia social.

Permite que comunidades históricamente excluidas reciban atención médica especializada sin viajar horas, sin gastar recursos y sin retrasar diagnósticos.
En zonas rurales, la telemedicina salva vidas.
En hospitales saturados, agiliza flujos.
En emergencia, acelera decisiones críticas.

Descalificar la telemedicina diciendo que “solo sirve para gripes” demuestra una desconexión total con la realidad médica mundial. De hecho, la telemedicina es utilizada hoy para:

  • monitorear enfermedades crónicas,
  • controlar diabetes, hipertensión, asma,
  • atender embarazos de alto riesgo,
  • evaluar imágenes dermatológicas,
  • controlar postoperatorios,
  • asistir emergencias a distancia.

El rechazo opositor no es técnico: es ignorancia pura.

5. El expediente clínico digital: columna vertebral de la salud moderna

Los países desarrollados basan todo su sistema sanitario en expedientes clínicos electrónicos. Estos permiten:

  • evitar pérdida de información,
  • ver historial completo del paciente,
  • prevenir errores,
  • coordinar especialidades,
  • mejorar eficiencia,
  • reducir duplicidad de exámenes.

El Salvador está entrando a este nivel de organización por primera vez.
La oposición lo llama “show”.
La ciencia lo llama “progreso”.

6. IA y ética: un debate que la oposición ni siquiera comprende

Uno de los argumentos recientes de ciertos opositores es que la IA “amenaza la ética médica”. Este argumento revela no solo ignorancia de la IA, sino también de la ética.

La bioética contemporánea —Beauchamp y Childress (2019)— sostiene que la IA:

  • mejora autonomía del paciente,
  • reduce riesgos,
  • facilita decisiones basadas en evidencia,
  • refuerza el principio de no maleficencia.

Pero para entender esto se necesita formación.
Y la oposición no tiene esa formación.

En lugar de estudiar, optan por repetir eslóganes susceptibles y alarmistas.

7. La resistencia al progreso como enfermedad política

La oposición teme a la IA no porque sea peligrosa, sino porque no la comprende.
Teme la digitalización no porque falle, sino porque no saben usarla.
Teme Google no porque sea ineficaz, sino porque nunca lo han estudiado científicamente.

El rechazo opositor no es técnico.
Es psicológico.
Es emocional.
Es ideológico.
Es, sobre todo, intelectual.

Cuando una dirigencia política ve el avance como amenaza, no estamos frente a una postura crítica: estamos frente a un síndrome de atraso estructural.

8. Conclusión del capítulo

La modernización del sistema de salud salvadoreño, a través de IA, Google y plataformas digitales, representa un salto histórico comparable con la llegada del internet en los años 90 o la introducción de vacunas en el siglo XX.
Es un avance civilizatorio.
Es un signo de país moderno.
Es una obligación histórica.

La oposición, incapaz de comprenderlo, se convierte en un freno mental para la sociedad.
Pero la dialéctica es contundente:
lo nuevo siempre supera a lo viejo.
El futuro no pide permiso a quienes no lo entienden(Lo desarrollaré en el siguiente mensaje.)

CAPÍTULO VI

MERCADOS, BIBLIOTECAS Y BIENESTAR ANIMAL: SÍMBOLOS DE UN PAÍS QUE DECIDE DEJAR ATRÁS LA PRECARIEDAD

La infraestructura pública no es solo cemento, arquitectura y ornamento urbano. Es, ante todo, una declaración política y civilizatoria. Lo que una nación construye habla de lo que una nación es y de lo que una nación quiere llegar a ser. Por eso, la modernización de mercados, la construcción de bibliotecas de alto nivel y la creación de centros de bienestar animal no deben verse como simples obras, sino como transformaciones profundas del imaginario social. Estas estructuras representan un país que decide no normalizar la precariedad, que se rehúsa a aceptar que el desorden y el abandono sean su destino y que apuesta por la dignidad como principio rector.

Sin embargo, estos proyectos han sido blanco de ataques por parte de una oposición que parece no comprender la dimensión simbólica y funcional de la infraestructura moderna. En su crítica, se evidencia no solo ignorancia técnica, sino una visión profundamente reducida de la sociedad y del desarrollo humano. Este capítulo examina la relevancia de estas obras en el contexto histórico salvadoreño, así como la incapacidad intelectual de la oposición para apreciarlas.

1. Mercados modernos: dignidad, salud pública y orden urbano

Los mercados son espacios donde convergen:

  • la economía popular,
  • la convivencia social,
  • la seguridad alimentaria,
  • la identidad cultural,
  • el trabajo cotidiano de miles de familias.

Descalificar su modernización equivale a defender el desorden, la insalubridad y la informalidad forzada. Cuando un dirigente político asegura que “la peor inversión es hacer mercados porque la gente está acostumbrada a vender en la calle”, como señala el documento base

Quiero que en base a este comen…

, no está describiendo una realidad: está normalizando una injusticia histórica.

La venta en la calle no es una “costumbre”:
es una consecuencia de décadas de abandono estatal.

Construir mercados dignos no es un lujo:
es restaurar un derecho negado por generaciones.

La visión opositoria es peligrosa porque transforma la precariedad en identidad cultural. Bajo ese pensamiento, la pobreza se convierte en “costumbre”, el desorden en “tradición” y la necesidad en “estilo de vida”. Es un discurso profundamente regresivo y, en esencia, autoritario, porque niega al pueblo la posibilidad del cambio.

2. Bibliotecas modernas: el corazón cultural de una nación que piensa

Una biblioteca moderna no es solo un edificio con libros; es un laboratorio de ciudadanía, un espacio donde se siembra el pensamiento crítico, la innovación, la cultura y la imaginación. En los países desarrollados, las bibliotecas son centros neurálgicos del desarrollo cognitivo de la población y motores de movilidad social.

Decir que una biblioteca de primer mundo “no sirve porque la gente no la visita” es una de las afirmaciones más antieducativas y anti-intelectuales que puede pronunciar un dirigente político. Con esta visión:

  • se desprecia la cultura,
  • se niega la lectura,
  • se boicotea el pensamiento crítico,
  • se promueve la ignorancia,
  • se renuncia explícitamente al futuro.

Una biblioteca moderna es un símbolo de civilización.
Atacarla es atacar la idea misma de un país que piensa.

El Salvador estuvo durante décadas sin una infraestructura cultural seria. La construcción de centros de lectura amplios, modernos y accesibles representa un avance estructural que combate directamente el analfabetismo, la desinformación y la pobreza intelectual. La oposición, al criticar estas obras, se posiciona contra la educación misma.

3. Bienestar animal: estándar ético de las sociedades avanzadas

El tratamiento que un país da a los animales revela su nivel de desarrollo ético. La creación de hospitales veterinarios y centros de atención animal no es un capricho ni una extravagancia: es un indicador de que la sociedad avanza hacia estándares globales de convivencia y civilización.

¿Por qué?

Porque el bienestar animal está directamente relacionado con:

  • la salud pública,
  • el control epidemiológico,
  • la prevención de enfermedades,
  • la educación cívica,
  • el desarrollo moral.

Cuando un dirigente político ridiculiza la creación de un hospital veterinario está demostrando que:

  • desconoce la conexión entre animales y salud pública,
  • desprecia los principios éticos modernos,
  • no entiende cómo funcionan las ciudades de primer mundo,
  • y se encuentra anclado en una visión primitiva del vínculo humano-animal.

Los países desarrollados integran estas políticas desde hace décadas.
El Salvador está alcanzando ese estándar.
La oposición lo ataca sin comprenderlo.

4. Infraestructura moderna como signo de ruptura histórica

La infraestructura pública moderna rompe con 40 años de un patrón estatal caracterizado por:

  • abandono de espacios públicos,
  • improvisación,
  • corrupción,
  • ausencia de planificación,
  • deterioro urbano,
  • y tolerancia al desorden estructural.

Al construir mercados, bibliotecas y centros de bienestar animal, el Estado declara simbólicamente que la precariedad ya no será aceptada como destino nacional. Esta ruptura es profundamente dialéctica: niega el abandono histórico y afirma el derecho a la dignidad.

Si la oposición no logra comprender esta transformación, no es porque las obras sean inútiles, sino porque su marco mental no les permite pensar más allá del pasado.

5. La estética del progreso: cuando la modernidad también educa

El urbanismo moderno no solo organiza una ciudad: la educa. La presencia de espacios estéticamente cuidados transmite mensajes de:

  • orden,
  • respeto mutuo,
  • orgullo colectivo,
  • identidad,
  • aspiración,
  • pertenencia.

Por eso, los países del primer mundo invierten millones en parques, mercados, bibliotecas y centros comunitarios. No es un gasto: es una pedagogía del desarrollo.

Cuando la oposición critica estas obras por “bonitas”, “lujosas” o “innecesarias”, demuestra que no comprende que la belleza también es política.
Un espacio digno educa a un pueblo para vivir con dignidad.

6. La contradicción moral de la oposición

Lo más irónico es que los mismos sectores que hoy critican la modernización jamás hubieran podido construir una sola de estas obras.
No tuvieron la visión.
No tuvieron la capacidad.
No tuvieron el valor.
No tuvieron el pensamiento.

Hoy las atacan no porque sean inútiles, sino porque los desnudan.
Les recuerdan su fracaso histórico.
Les evidencian su mediocridad.
Y exponen su incapacidad para pensar un país moderno.

Quien no puede construir el futuro, lo ataca.
Quien no puede comprender el progreso, lo ridiculiza.

7. Conclusión del capítulo

Los mercados modernos, las bibliotecas de primer nivel y los centros de bienestar animal no son simplemente infraestructura: son símbolos materiales del salto histórico que El Salvador está dando. Representan el rechazo permanente a la precariedad y la afirmación categórica de la dignidad.

Quien se opone a estas obras, se opone no al cemento ni al edificio: se opone a la dignificación del pueblo.

CAPÍTULO VII

DOGMATISMO POLÍTICO, POBREZA INTELECTUAL Y LA RENUNCIA AL PENSAMIENTO CRÍTICO

El desarrollo de una nación no depende únicamente de inversiones materiales, infraestructura o políticas públicas; depende, sobre todo, de la calidad del pensamiento de quienes la dirigen. Un país cuyos líderes piensan de forma limitada, superficial o dogmática queda atrapado en un atraso estructural. Esto explica por qué ciertas sociedades avanzan mientras otras permanecen estancadas: la diferencia no reside en la riqueza natural, sino en la capacidad intelectual de sus élites.

En El Salvador, parte de la oposición política se ha caracterizado por un dogmatismo arraigado que ha sustituido la reflexión por consignas, la autocrítica por arrogancia y el aprendizaje por repetición mecánica. Este fenómeno ha generado una pobreza intelectual que se traduce directamente en decisiones equivocadas, discursos precarios, incapacidad de análisis y resistencia al cambio. Este capítulo explora la naturaleza de ese dogmatismo y sus implicaciones para el futuro del país.

1. ¿Qué es el dogmatismo político?

El dogmatismo político es la creencia rígida en un conjunto de ideas que se consideran incuestionables. No importa si esas ideas son obsoletas, erróneas o contradicen la realidad: el dogmático se aferra a ellas como si fueran verdades eternas.

El dogmatismo se manifiesta en:

  • rechazo a nuevas ideas,
  • incapacidad para actualizarse,
  • alergia a la evidencia,
  • uso de consignas como sustituto del pensamiento,
  • defensa irracional de conceptos caducos.

Este fenómeno no es exclusivo de la derecha o la izquierda; aparece en cualquier sector político incapaz de evolucionar.

En el caso salvadoreño, parte de la oposición —sobre todo quienes vienen de la vieja izquierda— ha caído en una contradicción monumental: se presentan como revolucionarios, pero piensan como conservadores. Se autodefinen como defensores del cambio histórico, pero rechazan todo cambio concreto que está transformando al país.

2. El dogmatismo como forma de pobreza intelectual

La pobreza intelectual se expresa como:

  • incapacidad para comprender conceptos complejos,
  • rechazo a la tecnología por miedo,
  • interpretaciones simplistas de fenómenos modernos,
  • uso de argumentos falaces para opinar sobre temas que desconocen,
  • lectura superficial de obras que citan sin comprender.

El documento base lo resume con lucidez cuando afirma que ciertas figuras de la oposición “carecen de dotes intelectuales y de liderazgo”, y que sus declaraciones “expresan una supina ignorancia”

Quiero que en base a este comen…

El problema no es solo que estas personas ignoren; el verdadero problema es que no saben que ignoran. Y esa ignorancia inconsciente es la forma más peligrosa.

3. La arrogancia del ignorante: cuando se habla de lo que no se entiende

En política, la ignorancia arrogante es más dañina que la simple falta de conocimientos. El ignorante humilde reconoce que necesita aprender; el ignorante arrogante cree que ya lo sabe todo.

Cuando un dirigente político opina sobre tecnologías que no comprende, sobre sistemas de salud que jamás ha estudiado, o sobre obras públicas que no sabe para qué sirven, está ejercitando la forma más corrosiva de incompetencia: la incompetencia activa.

Manuel “Chino” Flores, por ejemplo, menciona libros de Marx, Engels y Lenin en entrevistas, pero sus opiniones lo contradicen abiertamente. Cita a los clásicos del pensamiento crítico mientras se opone a:

  • bibliotecas,
  • mercados dignos,
  • digitalización,
  • telemedicina,
  • modernización del Estado,
  • bienestar animal.

Es decir, cita teoría revolucionaria mientras defiende ideas regresivas.

4. La izquierda dogmática: un museo del pensamiento

La vieja izquierda salvadoreña cayó en un fenómeno similar al que ocurrió en la Unión Soviética durante la era estalinista: convirtió el marxismo en un ritual, en un dogma, en una religión secular donde los textos se veneran pero no se estudian, donde la dialéctica se repite pero no se aplica, donde la crítica se diluye y la reflexión desaparece.

Así, figuras como Flores no son herederos del pensamiento de Marx:
son caricaturas de un marxismo muerto.

Marx fue un crítico feroz del capitalismo, pero también un admirador del desarrollo productivo, de la tecnología, de la capacidad humana para innovar. Su pensamiento es dinámico, abierto, histórico.
La izquierda dogmática salvadoreña lo convirtió en estatua.

5. El rechazo a la innovación como síntoma de atraso mental

La modernización del país —con obras públicas ordenadas, tecnología médica, bibliotecas de primer nivel y centros de bienestar animal— representa una ruptura histórica. Esta transformación exige nuevas formas de pensar.

Pero el dogmatismo es, por definición, enemigo de la innovación.
El dogmático necesita que nada cambie, porque el cambio amenaza su identidad.
La innovación lo obliga a pensar, y pensar le exige esfuerzo.

Por eso rechaza:

  • Google,
  • IA,
  • telemedicina,
  • infraestructura moderna,
  • urbanismo ordenado,
  • cultura científica.

El rechazo no es racional: es emocional.
No nace de argumentos: nace del miedo.

6. La crítica vacía: cuando no se propone nada, solo se destruye

Una de las señales más claras del dogmatismo es la incapacidad para proponer. El dogmático ataca, critica, ridiculiza, pero no ofrece soluciones. Su discurso es negación pura:
“No sirve”,
“No funciona”,
“No es necesario”,
“No vale la pena”.

Pero jamás responde las preguntas fundamentales:

  • ¿Qué alternativa proponen?
  • ¿Cómo mejoran la salud?
  • ¿Cómo modernizan el país?
  • ¿Cómo dignifican el comercio?
  • ¿Cómo impulsan la educación?

La respuesta es siempre la misma: nada.

Quien no puede crear, destruye.
Quien no puede construir, critica.
Quien no puede avanzar, estorba.

7. Consecuencia social del dogmatismo: freno al desarrollo colectivo

Cuando el dogmatismo se instala en la mente de líderes políticos, el país entero sufre. Sus consecuencias son graves:

  • estancamiento,
  • falta de modernización,
  • rechazo a la ciencia,
  • retroceso cultural,
  • freno al pensamiento crítico,
  • perpetuación de la ignorancia.

Esto explica por qué el país no avanzó durante décadas bajo el pensamiento de estas élites. Eran incapaces de pensar el futuro. Estaban atrapadas en categorías viejas que ya no explicaban la realidad.

8. Conclusión del capítulo

El dogmatismo político y la pobreza intelectual han sido de los mayores obstáculos al progreso salvadoreño. Líderes incapaces de pensar se convierten en frenos del desarrollo, generando narrativas regresivas basadas en ignorancia disfrazada de ideología.
Este fenómeno, que hoy se expresa en la oposición, no solo es un problema político: es un problema civilizatorio.

Un país no avanza cuando su infraestructura cambia, sino cuando cambia su mentalidad.
Y parte de la oposición aún no entiende que el futuro llegó hace rato.

CAPÍTULO VIII

EL PENSAMIENTO CRÍTICO COMO HERRAMIENTA DE EMANCIPACIÓN FRENTE A LA IGNORANCIA POLÍTICA

El pensamiento crítico es la cualidad intelectual que permite a una sociedad liberarse de la manipulación, del dogmatismo y de la ignorancia estructural. Las naciones no avanzan únicamente por infraestructuras modernas o avances tecnológicos; avanzan cuando sus ciudadanos logran analizar, cuestionar y comprender la realidad desde una perspectiva racional, informada y autónoma. En otras palabras: el progreso inicia en la mente.

En El Salvador, la ausencia histórica de pensamiento crítico en amplios sectores de la población fue el terreno fértil para que surgieran liderazgos políticos mediocres, discursos manipuladores y sectores opositores que han basado su poder en la ignorancia de las masas. Este capítulo explora la importancia del pensamiento crítico como principal arma contra la desinformación y como vía de emancipación frente a la política de la mediocridad.

1. ¿Qué es el pensamiento crítico?

El pensamiento crítico no consiste en criticar por criticar, sino en pensar con criterio. Es una capacidad cognitiva que implica:

  • analizar información,
  • evaluar argumentos,
  • distinguir hechos de opiniones,
  • identificar falacias,
  • reconocer sesgos,
  • comprender contextos históricos,
  • tomar decisiones basadas en evidencia.

Según Paul y Elder (2009), el pensamiento crítico es la habilidad de “pensar acerca del pensamiento para mejorarlo”. Esta meta-habilidad es la base de todas las sociedades avanzadas.

Sin pensamiento crítico, la población se vuelve vulnerable a:

  • discursos populistas,
  • manipulaciones mediáticas,
  • falsas promesas políticas,
  • dogmas ideológicos,
  • teorías conspirativas,
  • ataques emocionales,
  • desinformación.

El pensamiento crítico es, por tanto, una herramienta de defensa ciudadana. 

2. La ignorancia política como mecanismo de control

Durante décadas, tanto la derecha tradicional como la vieja izquierda gobernaron El Salvador sin promover el pensamiento crítico. ¿Por qué? Porque una población que piensa es una población que exige, que cuestiona y que no se deja manipular.

La ignorancia política es útil para los líderes mediocres:
menos lectura = más manipulación.
menos ciencia = más fanatismo.
menos pensamiento = más obediencia.

El documento base señala que ciertos dirigentes opositores parecen carecer de “dotes intelectuales y de liderazgo”, cometiendo declaraciones que “expresan una supina ignorancia”

Quiero que en base a este comen…

. Esto no es casual; es consecuencia de un sistema que durante décadas no incentivó la educación crítica ni la formación ciudadana

3. El pensamiento crítico frente al dogmatismo político

El pensamiento crítico es la antítesis del dogmatismo.
Mientras el dogmático repite, el pensador crítico analiza.
Mientras el dogmático impone, el pensador crítico cuestiona.
Mientras el dogmático teme al cambio, el pensador crítico lo comprende.

La oposición dogmática salvadoreña repite libros que no entiende y opiniones que no razona. El pensamiento crítico desmonta estas narrativas porque obliga a:

  • verificar datos,
  • investigar fuentes,
  • evaluar lógica,
  • descartar falacias,
  • reconocer inconsistencias.

Por eso, quienes pretenden manipular rechazan el pensamiento crítico:
lo temen.

4. El papel de la educación como antídoto contra la ignorancia

El pensamiento crítico no surge espontáneamente; se construye mediante educación.
El Salvador estuvo décadas sin un sistema educativo que fomentara:

  • lectura profunda,
  • pensamiento lógico,
  • análisis argumentativo,
  • educación científica,
  • investigación.

La ausencia de pensamiento crítico fue terreno ideal para que surgieran líderes mediocres. Por ello, la construcción de bibliotecas modernas, centros educativos y plataformas digitales es más que una obra física: es un impulso civilizatorio que busca romper el ciclo histórico de ignorancia.

Cuando la oposición ridiculiza una biblioteca, no está atacando un edificio: está atacando la posibilidad de que el pueblo piense.

5. La alfabetización digital: pensamiento crítico para el siglo XXI

Hoy, el pensamiento crítico no solo implica leer bien o entender conceptos, sino también saber navegar el mundo digital. La alfabetización digital implica:

  • identificar información falsa,
  • evaluar credibilidad de fuentes,
  • comprender algoritmos,
  • analizar plataformas,
  • interpretar datos digitales,
  • usar tecnología de forma ética.

Mientras el mundo avanza hacia la cultura digital, parte de la oposición vive atrapada en categorías mentales analógicas. Esta desconexión impide que comprendan la lógica de la inteligencia artificial, la telemedicina o las plataformas integradas.

Sin alfabetización digital, no hay ciudadanía crítica en la era moderna.

6. El pensamiento crítico como emancipación política

El verdadero enemigo de la ignorancia no es la tecnología, sino la educación.
El verdadero enemigo del dogmatismo no es el debate, sino el pensamiento.
El verdadero enemigo del atraso no es la pobreza material, sino la pobreza mental

Un ciudadano con pensamiento crítico:

  • no se deja engañar,
  • no repite sin analizar,
  • no cree en rumores,
  • no se deja manipular,
  • identifica discursos mediocres,
  • exige propuestas reales.

La emancipación política inicia cuando una persona piensa por sí misma.

Por eso la modernización del Estado debe ir acompañada de una modernización intelectual.

7. La resistencia al pensamiento crítico

La oposición, al atacar bibliotecas, tecnología y modernización, en realidad está atacando las raíces del pensamiento crítico.

¿Por qué atacan lo que eleva al pueblo?
Porque un pueblo que piensa no vota por la mediocridad.
No sigue líderes torpes.
No tolera discursos estúpidos.
No se conforma con el atraso.

La oposición teme al pensamiento crítico porque le quita su principal arma: la ignorancia del pueblo.

8. Conclusión del capítulo

El pensamiento crítico no es solo una habilidad: es un acto de independencia intelectual.
Es el antídoto contra la ignorancia política y el motor del progreso nacional.
Un país que piensa es un país difícil de manipular, imposible de engañar y capaz de transformarse.

El Salvador está comenzando a sembrar esta conciencia.
La oposición, atrapada en su pobreza intelectual, aún no entiende que una población educada es el peor enemigo del atraso.

CAPÍTULO IX

LA DIALÉCTICA DEL PROGRESO: POR QUÉ LO NUEVO SUPERA SIEMPRE A LO VIEJO

La historia humana no avanza por capricho ni por accidente: avanza siguiendo leyes profundas del desarrollo social, económico y cultural. Una de estas leyes es la dialéctica, entendida no como un conjunto de frases para recitar, sino como un método científico para comprender la transformación del mundo. La dialéctica —mal utilizada por ciertos dirigentes opositores que la mencionan sin comprenderla— explica por qué todo proceso histórico tiende a evolucionar hacia formas más complejas, más eficientes y más dignas.

Este capítulo analiza cómo la modernización salvadoreña encarna esa dinámica dialéctica y por qué la oposición, al resistirse al cambio, se coloca en el lado incorrecto de la historia.

1. El progreso como necesidad histórica

La dialéctica sostiene que los sistemas se transforman por contradicciones internas, generando nuevas formas que superan a las anteriores.

 Marx lo explica con claridad: las sociedades avanzan cuando sus estructuras ya no pueden responder a las necesidades del momento histórico. Entonces surge una nueva etapa que resuelve esas contradicciones.

En El Salvador, las “formas viejas” fueron:

  • un Estado burocrático, lento y obsoleto,
  • un sistema de salud fragmentado,
  • mercados sin orden ni salubridad,
  • infraestructura educativa pobre,
  • ausencia de tecnología en servicios esenciales,
  • corrupción enquistada,
  • precariedad estructural como norma.

Estas estructuras ya no podían sostener al país.
Eran la “vieja piel” social.

La modernización en marcha responde a esas contradicciones.
Es la “nueva síntesis” histórica.

Quien se opone a ese proceso no está siendo crítico: está siendo anacrónico.

2. La ruptura dialéctica: negar lo viejo y afirmar lo nuevo

La dialéctica enseña que todo proceso humano atraviesa tres momentos:

  1. Afirmación (la etapa existente).
  2. Negación (la crítica y ruptura con lo viejo).
  3. Negación de la negación (la síntesis superadora).

El documento base lo señala explícitamente: la nueva etapa conserva lo mejor del pasado y niega lo que no sirve para la sociedad actual

Quiero que en base a este comen…

Esto se expresa claramente en el caso salvadoreño:

  • Se conserva lo bueno: la vocación de trabajo, la cultura solidaria, la identidad del pueblo.
  • Se niega lo inútil: el desorden, la precariedad, la improvisación, la mediocridad.
  • Se afirma lo nuevo: tecnología, infraestructura moderna, dignidad urbana, salud digitalizada.

Este proceso no es opcional: es necesario.
Y es precisamente lo que la oposición no entiende.

3. El miedo al cambio: base psicológica del atraso político

La oposición no rechaza la modernización por análisis técnico: la rechaza por temor.

Temor a perder relevancia.
Temor a ser superados.
Temor a que el pueblo aprenda, piense y se libere de las viejas narrativas.
Temor a que la evidencia destruya su discurso.
Temor a un país moderno donde ya no caben sus viejas prácticas.

La dialéctica demuestra que el cambio siempre nace del conflicto entre:

  • quienes desean avanzar,
  • y quienes desean que todo permanezca igual.

Flores y los sectores que lo acompañan representan la segunda categoría:
son sobrevivientes de un paradigma que el pueblo ya superó.

4. El progreso es inevitable: la historia no retrocede

La dialéctica enseña que los procesos históricos, una vez activados, son irreversibles.
Cuando un país entra en ruta de modernización:

  • no vuelve a aceptar la corrupción,
  • no tolera la mediocridad,
  • no se conforma con el abandono,
  • no regresa a la improvisación,
  • no renuncia a la dignidad conquistada.

Los mercados modernos no se desmontarán para volver a ventas improvisadas.
Las bibliotecas no desaparecerán para volver a la carencia cultural.
Los sistemas digitales no se eliminarán para regresar al papel amarillento del pasado.
La salud no se desmodernizará.

Quien intente revertir estos avances será aplastado por la fuerza histórica del progreso.

5. La oposición como resistencia pre-dialéctica

La oposición se encuentra en un estado pre-dialéctico:
no entiende el movimiento,
no entiende la contradicción,
no entiende la superación,
no entiende la síntesis.

Ellos piensan que el mundo es estático.
La dialéctica revela que el mundo es cambio permanente.

Por eso su discurso suena antiguo, repetitivo, circular y vacío.
Por eso no proponen nada.
Por eso no pueden imaginar el país del futuro.

El atraso no es político:
es cognitivo.

6. Lo viejo se resiste, pero siempre pierde

La historia está llena de ejemplos:

  • La nobleza feudal se opuso al capitalismo. Perdió.
  • La Iglesia medieval se opuso a la ciencia. Fracasó.
  • Los luditas se opusieron a la revolución industrial. Fueron superados.
  • Los conservadores del siglo XX se opusieron a la educación masiva. Fueron ignorados.
  • Los negacionistas digitales se oponen hoy a la inteligencia artificial. Serán irrelevantes.

La dialéctica no favorece a quienes gritan, sino a quienes comprenden.
El progreso no se detiene porque una minoría ruidosa lo critique.
El Salvador no retrocederá porque cuatro dirigentes políticos no entienden Google.

7. La dialéctica como motor del nuevo El Salvador

El Salvador está aplicando —consciente o inconscientemente— una lógica dialéctica:

  • Niega el abandono histórico.
  • Niega la precariedad normalizada.
  • Niega la corrupción institucionalizada.
  • Afirma un nuevo modelo estatal.
  • Afirma la dignidad como principio rector.
  • Afirma la tecnología como herramienta de justicia social.

La oposición niega la dialéctica mientras vive atrapada en la tesis vieja.

El país avanza hacia la síntesis.
Ellos se hunden en la antítesis.

8. Conclusión del capítulo

La dialéctica demuestra que el progreso no es un lujo, sino una ley histórica.
Las sociedades avanzan cuando se atreven a cambiar.
Retroceden cuando se aferran al pasado.

El Salvador eligió avanzar.
La oposición eligió estancarse.

Y como toda dinámica dialéctica establece:
lo nuevo supera siempre a lo viejo.
No por decreto, sino por necesidad histórica.

CAPÍTULO X

LA MEDIOCRIDAD COMO PROYECTO: CÓMO LA OPOSICIÓN CONVIRTIÓ EL ATRASO EN IDENTIDAD POLÍTICA

En política, la mediocridad puede ser un accidente, una consecuencia de la falta de formación o un error circunstancial. Pero cuando la mediocridad se convierte en un estilo, en un discurso y en una estrategia sistemática, deja de ser accidental para transformarse en un proyecto político deliberado, aunque sus promotores no siempre sean conscientes de ello. Parte de la oposición salvadoreña ha convertido la mediocridad en su principal herramienta de identidad, cohesión interna y comunicación pública.

Este capítulo analiza cómo ese deterioro intelectual se ha institucionalizado al grado de convertirse en un discurso que:

  • celebra la ignorancia,
  • romantiza la precariedad,
  • desprecia la modernidad,
  • ataca la infraestructura,
  • ridiculiza la tecnología,
  • y glorifica formas atrasadas de vida.

Se trata de un fenómeno político extremadamente peligroso porque apunta a un objetivo implícito: mantener al país en un estado mental de atraso, donde la gente no exija más que lo mínimo. Esta mediocridad convertida en proyecto es, quizá, uno de los obstáculos más grandes para el desarrollo salvadoreño.

1. Mediocridad como narrativa: “antes estábamos mejor”

Uno de los patrones más claros de la oposición actual es su nostalgia artificial por un país que jamás existió. Con frecuencia afirman que:

  • “antes se vivía mejor”,
  • “antes había más derechos”,
  • “antes había más seguridad”,
  • “antes se respetaba la democracia”.

Pero el pueblo salvadoreño sabe que eso no es cierto.

La violencia, la pobreza, el abandono, la corrupción y la precariedad eran la norma. Sin embargo, la oposición utiliza la nostalgia como arma emocional porque no tiene argumentos presentes ni propuestas futuras. La nostalgia se convierte así en refugio, en sustituto de ideas, en muleta retórica.

La mediocridad política apela al pasado porque teme al futuro.

2. Mediocridad como identidad: “somos pueblo porque somos precarios”

El discurso opositor ha intentado establecer una peligrosa equivalencia entre:

  • lo popular,
  • lo marginal,
  • lo informal,
  • lo desordenado,
  • lo precarizado.

Según su narrativa, el pueblo “verdadero” vive en la precariedad, y cualquier intento por dignificar su vida representa un proceso “elitista”, “innecesario” o “desconectado de la realidad”.

Por eso rechazan:

  • mercados modernos,
  • bibliotecas de clase mundial,
  • infraestructura de salud avanzada,
  • bienestar animal,
  • digitalización del Estado.

Su lógica es perversa:
si el pueblo mejora, la oposición pierde su discurso.

La precariedad es la materia prima de su identidad política.

3. Mediocridad como estrategia: atacar lo que no se comprende

La oposición ha descubierto una fórmula peligrosa: criticar lo que desconoce.
En lugar de estudiar, comprender o investigar, optan por ridiculizar.
Su lógica es simple:
si no lo entienden, lo atacan.
si lo atacan, generan ruido.
si generan ruido, obtienen atención.
si obtienen atención, sienten que “existen”.

Por eso atacan:

  • Google,
  • la IA,
  • la telemedicina,
  • las grandes bibliotecas,
  • los mercados ordenados,
  • las obras urbanas,
  • los centros de bienestar animal.

La mediocridad se convierte en estrategia de supervivencia

4. Mediocridad como refugio moral: “no tenemos la culpa, es el sistema”

Una de las características del político mediocre es su incapacidad para asumir responsabilidad. La oposición salvadoreña utiliza la mediocridad como refugio moral: culpa al sistema, al gobierno, al contexto, a la historia, pero jamás se mira al espejo.

Durante sus años de gobierno:

  • no hicieron hospitales de primer nivel,
  • no digitalizaron la salud,
  • no construyeron bibliotecas modernas,
  • no ordenaron los mercados,
  • no impulsaron la ciencia,
  • no modernizaron las ciudades.

Y hoy, en lugar de aceptar su fracaso histórico, atacan lo que nunca pudieron hacer.

La mediocridad se convierte en excusa.

5. Mediocridad como espectáculo: el show permanente de la torpeza

La oposición ha descubierto que la torpeza mediática genera atención. Declaraciones absurdas (“Google no cura el cáncer”, “la telemedicina solo sirve para gripes”, “las bibliotecas no sirven porque nadie lee”) se vuelven virales y generan conversación.
Es la política convertida en espectáculo de ignorancia.

Este modelo se basa en tres pilares:

Provocar

Decir algo ridículo para generar reacción.

Víctimizarse

Afirmar que “los atacan” cuando son desmentidos.

Repetir

Multiplicar comentarios mediocres para crear ruido constante.

La mediocridad como show es rentable para quienes no tienen ideas serias.

6. Mediocridad como oposición a la dignidad

La mediocridad política teme a la dignidad porque la dignidad exige:

  • educación,
  • pensamiento,
  • espacios modernos,
  • salud eficiente,
  • tecnología,
  • calidad de vida.

Cuando el pueblo tiene dignidad, deja de aceptar la precariedad.
Y cuando un pueblo deja de aceptar la precariedad, la oposición pierde su base narrativa.

Por eso atacan las obras que dignifican la vida.
No es coincidencia: es estrategia.

7. Mediocridad como renuncia al futuro

El rechazo opositor al progreso es, en el fondo, una renuncia al futuro.
No imaginan un país moderno.
No piensan a 20 años.
No conciben la innovación.
No entienden la ciencia.
No proyectan un país distinto.

Su horizonte mental es tan limitado que solo pueden hablar del pasado o de los errores de otros. Su visión del futuro es una página en blanco.

En política, eso se llama vacío programático.

8. Conclusión del capítulo

La mediocridad no es un accidente, sino un proyecto sostenido por parte de la oposición.
Han convertido el atraso en identidad, la precariedad en bandera y la ignorancia en herramienta.
Atacan la modernidad porque no pueden comprenderla.
Ridiculizan la dignidad porque no saben construirla.
Desprecian el futuro porque no tienen la capacidad de imaginarlo.

La mediocridad política no es solo un problema electoral:
es una amenaza al pensamiento, a la cultura, a la dignidad y al desarrollo.

CAPÍTULO XI

LA MODERNIZACIÓN DEL ESTADO COMO RUPTURA HISTÓRICA: EL NUEVO MODELO DE GOBERNANZA

Los Estados no se transforman únicamente mediante reformas legales o administrativas; se transforman cuando cambian su paradigma de funcionamiento, su relación con la ciudadanía, su infraestructura, su visión de futuro y sus criterios de eficiencia. Esto es exactamente lo que está ocurriendo en El Salvador: una ruptura histórica con un modelo estatal agotado, corrupto, lento, clientelar y tecnológicamente obsoleto, para dar paso a un nuevo modelo de gobernanza moderna, basado en datos, tecnología, participación ciudadana y eficiencia institucional.

La magnitud de este cambio no ha sido comprendida por parte de la oposición. En lugar de analizar el proceso, lo combaten desde la ignorancia, el prejuicio y el dogmatismo. No se trata de un desacuerdo político, sino de una incapacidad intelectual para entender que el país está mutando hacia un tipo de Estado que ellos jamás imaginaron ni fueron capaces de construir.

1. El viejo Estado: burocrático, lento y secuestrado por intereses partidarios

Durante décadas, El Salvador funcionó bajo un modelo estatal caracterizado por:

  • trámites inútiles,
  • lentitud estructural,
  • corrupción institucionalizada,
  • falta de control interno,
  • opacidad en la administración pública,
  • sistemas manuales obsoletos,
  • ausencia de digitalización,
  • improvisación permanente,
  • ineficiencia generalizada.

Este Estado no respondía a las necesidades de la población. Era una maquinaria diseñada para:

  • beneficiar a partidos políticos,
  • sostener redes clientelares,
  • ocultar corrupción,
  • impedir avances tecnológicos,
  • perpetuar desigualdades,
  • bloquear cualquier innovación.

Parte de la oposición actual proviene de esa tradición estatal. Por eso les cuesta tanto aceptar la modernización: su poder siempre dependió de la ineficiencia, no de la tecnología ni de la transparencia.

2. El nuevo Estado: digital, moderno, eficiente y orientado a resultados

El modelo que se está impulsando en El Salvador se basa en estándares internacionales modernos. Sus pilares son:

Digitalización

Trámites en línea, expedientes electrónicos, sistemas de datos, plataformas integradas.

Transparencia operacional

Monitoreo digital, auditorías automáticas, trazabilidad de procesos.

Tecnología para la eficiencia

IA, análisis predictivo, tableros estadísticos, automatización de procesos administrativos.

Gobernanza basada en evidencia

Decisiones sustentadas en datos, no en opiniones políticas.

Centrarse en el ciudadano

Servicios públicos más rápidos, más eficientes, más accesibles.

Profesionalización

Sustitución del clientelismo por meritocracia y formación técnica.

Este Estado no es una aspiración; es una realidad en construcción.
Es el primer salto cualitativo serio desde la firma de los Acuerdos de Paz.

3. La digitalización como revolución silenciosa

Uno de los cambios más profundos —y más incomprendidos por la oposición— es la digitalización del Estado. Este proceso reduce:

  • corrupción,
  • manipulación política,
  • favoritismo,
  • pérdidas económicas,
  • tiempos de espera,
  • burocracia improductiva.

La digitalización es la mayor amenaza para quienes vivían del desorden estatal.
Por eso la atacan.
La digitalización separa a los incompetentes de los capaces.
Por eso la temen.
La digitalización expone lo que antes se escondía.
Por eso la odian.

4. La oposición no comprende la gobernanza del siglo XXI

El rechazo opositor no se debe a diferencias ideológicas legítimas.
Se debe a:

  • analfabetismo digital,
  • incapacidad técnica,
  • visión pre-moderna del Estado,
  • temor psicológico al cambio,
  • nostalgia por el Estado lento que podían manipular.

Creen que gobernar es dar discursos y recitar frases ideológicas.
No entienden que gobernar hoy es:

  • manejar datos,
  • comprender sistemas,
  • proyectar escenarios,
  • utilizar IA y modelos predictivos,
  • construir plataformas tecnológicas,
  • administrar ciudades inteligentes.

La oposición piensa en el siglo XX.
El país se está moviendo hacia el siglo XXI.

No hablan el lenguaje del futuro.

5. Gobernanza moderna y ciudadanía empoderada

Un Estado moderno crea ciudadanos modernos.
Esto significa:

  • personas con acceso a información,
  • personas con menos dependencia del intermediario político,
  • usuarios de servicios eficientes,
  • ciudadanos más críticos,
  • población más exigente,
  • menos espacio para políticos incompetentes.

Este empoderamiento ciudadano es una amenaza directa para quienes han vivido de:

  • promesas vacías,
  • discursos populistas,
  • manipulación emocional,
  • estructuras partidarias desgastadas.

Por eso la oposición ataca el modelo de gobernanza moderna:
no porque sea malo, sino porque los vuelve irrelevantes.

6. La ruptura histórica: un Estado que por primera vez piensa en grande

El Salvador no había vivido un proyecto estatal de largo plazo debido a:

  • crisis económicas,
  • gobiernos débiles,
  • corrupción,
  • falta de visión,
  • falta de planeación,
  • miedo al cambio.

Por primera vez, el país está siendo pensado como:

  • un sistema integral,
  • una red interconectada,
  • un espacio de innovación,
  • una infraestructura planificada,
  • un proyecto de nación.

Esto explica la intensidad de la reacción opositora:
no saben cómo enfrentar un país que avanza sin ellos.

7. Progreso estructural vs. crítica superficial

La oposición critica obras sin comprender su función:

  • Critican mercados sin entender urbanismo.
  • Critican bibliotecas sin entender educación.
  • Critican telemedicina sin entender salud pública.
  • Critican IA sin entender tecnología.
  • Critican bienestar animal sin entender ética moderna.
  • Critican digitalización sin entender gobernanza.

Sus críticas son superficiales porque no tienen un marco conceptual para analizarlas.

La modernización del Estado los sobrepasa intelectualmente.

8. Conclusión del capítulo

La modernización del Estado salvadoreño no es un programa de gobierno:
es una ruptura histórica.

Es el paso definitivo:

  • del desorden a la planificación,
  • de la improvisación a la estrategia,
  • de la burocracia al servicio eficiente,
  • de la precariedad a la dignidad,
  • del siglo XX al siglo XXI.

La oposición no lo comprende porque pertenece al viejo Estado que está muriendo.
Este nuevo modelo de gobernanza no solo transforma la administración pública, sino la cultura política del país.

CAPÍTULO XII

EL SALTO CIVILIZATORIO: TRANSFORMACIÓN CULTURAL, ÉTICA Y SOCIAL DEL NUEVO EL SALVADOR

Cuando un país experimenta cambios aislados en infraestructura o tecnología, hablamos de progreso. Pero cuando esos cambios se acompañan de transformaciones en la cultura, la ética pública, la forma de pensar, el comportamiento ciudadano y la visión colectiva del futuro, hablamos de algo mucho más grande: un salto civilizatorio.

El Salvador está viviendo un proceso así. Las obras, la digitalización, la modernización del sistema de salud, la dignificación de los mercados, la creación de bibliotecas modernas, el bienestar animal y la transformación del Estado no pueden entenderse solamente como políticas públicas innovadoras: son manifestaciones visibles de una reconfiguración profunda de lo que significa ser salvadoreño en el siglo XXI.

Este capítulo examina esa transformación civilizatoria y explica por qué parte de la oposición es incapaz de comprenderla: están mental y culturalmente anclados en un paradigma que ya no existe.

1. ¿Qué es un salto civilizatorio?

Un salto civilizatorio ocurre cuando una sociedad:

  • cambia su visión del mundo,
  • redefine sus valores,
  • reordena sus prioridades colectivas,
  • transforma su conducta social,
  • desarrolla nuevas capacidades cognitivas,
  • adopta innovaciones como parte de su cultura,
  • se proyecta hacia el futuro con una identidad renovada.

No es solo el cambio de un gobierno.
Es la mutación estructural de la conciencia colectiva.

Países como Corea del Sur, Singapur o Estonia vivieron procesos similares, donde la modernización estatal fue acompañada de:

  • un cambio de mentalidad,
  • un salto educativo,
  • un énfasis en la disciplina y la innovación,
  • un rechazo cultural a la corrupción,
  • un compromiso social con el desarrollo.

El Salvador está iniciando un camino comparable, aunque adaptado a su realidad histórica.

2. La ruptura ética: del cinismo al sentido de propósito

Durante décadas, la ética pública estaba marcada por:

  • corrupción normalizada,
  • indiferencia institucional,
  • cinismo social,
  • baja aspiración colectiva,
  • precariedad normalizada.

Hoy existe un cambio evidente:

  • intolerancia al abuso,
  • rechazo a la mediocridad,
  • exigencia de eficiencia,
  • orgullo por obras de calidad,
  • defensa de la dignidad humana,
  • necesidad de modernidad.

Este salto ético es indispensable para cualquier nación que aspire a modernizarse. Sin ética pública, no hay infraestructura que dure, ni tecnología que funcione, ni reformas que trasciendan.

3. La transformación cultural: del atraso obligado a la dignidad como norma

Parte del salto civilizatorio consiste en cambiar la cultura del “así hemos vivido siempre” por la cultura del “así debe vivir un país digno”.

Antes:

  • la precariedad era vista como identidad,
  • la pobreza era vista como destino,
  • el desorden era visto como costumbre,
  • la informalidad era vista como tradición.

Hoy se reconoce que:

  • la dignidad no es un lujo,
  • el orden no es autoritarismo,
  • la modernidad no es exclusión,
  • el bienestar no es privilegio.

La dignidad se ha instalado como valor cultural.

4. El impacto de la infraestructura en la identidad colectiva

Cuando una nación construye infraestructura moderna de manera sistemática, cambia su autoimagen.
Los espacios públicos modernos enseñan a la gente a:

  • comportarse con más orden,
  • valorar lo colectivo,
  • cuidar lo público,
  • elevar sus expectativas,
  • aspirar a más,
  • exigir calidad.

Los mercados modernos no solo dignifican al vendedor: dignifican la cultura del comercio.
Las bibliotecas modernas no solo ofrecen libros: enseñan a pensar.
Los centros de bienestar animal no solo atienden animales: enseñan ética social.

Cada obra es una lección silenciosa de civilización.

5. La oposición y la incapacidad cultural: atrapados en un país que ya no existe

Parte de la oposición vive culturalmente en el siglo pasado.
Siguen pensando en un país:

  • desordenado,
  • sin visión,
  • sin modernidad,
  • sin tecnología,
  • sin proyectos ambiciosos,
  • sin ciudadanía crítica.

Su discurso está fabricado para ese país viejo.

Por eso reaccionan con hostilidad ante:

  • bibliotecas modernas (no entienden su valor cultural),
  • mercados dignos (no entienden el urbanismo moderno),
  • IA en salud (no entienden la tecnología),
  • bienestar animal (no entienden la ética del siglo XXI),
  • obras urbanas ordenadas (no entienden la planificación moderna).

La oposición no debate con el país real:
debate con el país mental que aún guardan en su imaginario.

6. La revolución de la autoestima colectiva

El salto civilizatorio implica también un cambio invisible pero poderoso:
la gente empieza a sentirse orgullosa de su país.

Un país con autoestima colectiva:

  • cuida sus espacios,
  • respeta la ley,
  • exige calidad,
  • rechaza la corrupción,
  • protege su patrimonio,
  • valora el conocimiento,
  • se proyecta hacia el futuro.

El Salvador está experimentando este despertar.
Y eso aterra a la oposición porque una población que se siente digna deja de votar por los mediocres.

7. El papel de la tecnología en la transformación civilizatoria

La tecnología no es solo una herramienta: es un catalizador cultural.
Al digitalizar la salud, los trámites, el transporte y la educación, se transforma la experiencia del ciudadano y, con ella, su mentalidad.

La IA en salud no solo mejora diagnósticos: instala una cultura de eficiencia.
Los expedientes digitales no solo ordenan la información: erradican la corrupción.
La modernización urbana no solo embellece: educa.

Tecnología y cultura avanzan tomadas de la mano.

8. Conclusión del capítulo

El Salvador está viviendo un salto civilizatorio:
una transformación profunda de lo que somos, de lo que valoramos y de lo que aspiramos a ser.

Este salto no puede ser comprendido por quienes están atrapados en una visión obsoleta de sociedad.
La oposición no critica obras: critica una nueva forma de ser salvadoreños.

Y ese proceso —social, ético, cultural, urbano y tecnológico— es irreversible.

CAPÍTULO XIII

LA RESISTENCIA DEL PASADO: POR QUÉ LA OPOSICIÓN ESTÁ CONDENADA A LA IRRELEVANCIA HISTÓRICA

La historia castiga con severidad a los actores políticos que no logran comprender su tiempo. No hay nada más cruel que el paso del tiempo sobre quienes se aferran al pasado y se niegan a evolucionar. Las figuras que rechazan el progreso no solo se equivocan teóricamente: terminan siendo superadas por los hechos, por la realidad, por la sociedad y por la propia lógica del desarrollo histórico.

En El Salvador, parte de la oposición actual —sobre todo la vinculada al viejo FMLN y algunos sectores tradicionales— está atrapada en esta dinámica. No están siendo derrotados por un adversario político: están siendo derrotados por la historia, por la modernidad, por la evidencia y por la inteligencia colectiva del pueblo salvadoreño.

Este capítulo analiza las causas de esa condena histórica.

1. Porque su visión pertenece al siglo pasado

La oposición opera con una mentalidad basada en:

  • categorías políticas de los años 80,
  • discursos ideológicos desfasados,
  • marcos conceptuales obsoletos,
  • liderazgos sin formación moderna,
  • análisis que ignoran la realidad digital,
  • comprensión limitada de la economía global.

Intentan interpretar el presente con herramientas del pasado.
Intentan describir el futuro con palabras del ayer.
Intentan analizar la tecnología con categorías pre-digitales.

En este desfase histórico, ya llevan al menos 30 años de atraso intelectual.

2. Porque no comprenden la modernidad tecnológica

El analfabetismo digital y científico de gran parte de la oposición hace que:

  • no entiendan la IA,
  • no comprendan la telemedicina,
  • no sepan cómo funciona un sistema digital de salud,
  • no diferencien datos de opiniones,
  • no distingan entre evidencia y propaganda,
  • no interpreten estadísticas,
  • no comprendan el impacto de la tecnología en la sociedad moderna.

Por eso hacen comentarios absurdos como “Google no cura el cáncer” o “la IA sustituirá al médico”, demostrando un nivel alarmante de desconocimiento técnico.

No se puede liderar un país moderno con una mente analógica.

3. Porque nunca tuvieron capacidad de gobernar con visión

Durante los diez años en que el FMLN gobernó, quedó claro que:

  • no tenían visión de futuro,
  • no comprendían la modernización,
  • no digitalizaron el Estado,
  • no transformaron la educación,
  • no tuvieron proyectos estructurales,
  • no planificaron a largo plazo,
  • no crearon infraestructura moderna,
  • no impulsaron ciencia ni tecnología.

Esa década perdida —como señala el documento base— evidencia la incapacidad intelectual de quienes ahora critican lo que jamás pudieron hacer

La oposición no está siendo superada por un nuevo gobierno: está siendo superada por su propio fracaso histórico.

4. Porque defienden la precariedad como si fuera identidad nacional

Un sector de la oposición ha hecho del atraso un valor político.
Defienden:

  • ventas en la calle,
  • mercados deteriorados,
  • desorden urbano,
  • carencias en salud,
  • ausencia de bibliotecas modernas,
  • falta de tecnología.

Creen que lo precario es “auténtico”.
Creen que lo moderno es “innecesario”.
Creen que lo digno es “lujo”.
Creen que lo ordenado es “autoritarismo”.

Dicen: “la gente está acostumbrada así”.
Pero la costumbre no es identidad: es abandono.

No se puede construir un proyecto político sobre la defensa de la precariedad.
Esa narrativa está condenada a morir.

5. Porque representan un pensamiento derrotado por la dialéctica

La ley de la dialéctica es clara:
lo nuevo supera a lo viejo,
lo avanzado supera a lo atrasado,
lo moderno supera a lo obsoleto.

El Salvador eligió:

  • modernidad,
  • tecnología,
  • infraestructura digna,
  • digitalización del Estado,
  • cultura de orden,
  • dignificación de la vida pública.

La oposición eligió:

  • el pasado,
  • el desorden,
  • la precariedad,
  • la ignorancia,
  • el miedo al cambio.

La dialéctica no favorece a quienes se aferran a estructuras caducas.
La dialéctica favorece a quienes se adaptan al cambio histórico.

6. Porque ya no conectan con el pueblo

Durante décadas, la oposición habló en nombre del pueblo.
Hoy, el pueblo ya no los escucha.
No los sigue.
No los respeta.
No los considera referentes.
No los identifica como líderes.

¿Por qué?

  • Porque no tienen propuestas.
  • Porque no entienden la realidad actual.
  • Porque no representan las aspiraciones de la gente.
  • Porque defienden lo viejo, mientras el pueblo quiere lo nuevo.
  • Porque su narrativa está desconectada del país real.
  • Porque el pueblo ya no quiere más mediocridad.

El pueblo salvadoreño está despertando.
Y ese despertar los está dejando atrás.

7. Porque no pueden competir con la evidencia

La oposición puede gritar, mentir, manipular, ridiculizar…
Pero no puede competir con la evidencia.

Las obras existen.
La tecnología funciona.
La dignidad se ve.
La modernización es real.
El cambio es tangible.

Las críticas opositoras son ruidos; la evidencia es contundente.

Quien se enfrenta a la evidencia con opiniones termina siendo irrelevante.

8. Porque el futuro no les pertenece

El futuro pertenece a quienes:

  • comprenden la tecnología,
  • dominan la ciencia,
  • piensan críticamente,
  • tienen visión,
  • proyectan,
  • planifican,
  • construyen,
  • innovan.

La oposición no posee ninguna de estas capacidades.
Por eso no puede pensar el futuro.
Por eso no puede construirlo.
Por eso no puede guiar al país.

Y un actor político que no piensa el futuro está condenado a desaparecer.

9. Conclusión del capítulo

La oposición salvadoreña —en su composición actual— está condenada a la irrelevancia histórica porque:

  • su pensamiento pertenece al pasado,
  • su visión es obsoleta,
  • su ignorancia es profunda,
  • su dogmatismo es rígido,
  • su discurso es mediocre,
  • su conexión social se ha roto,
  • su narrativa ya no tiene sentido en el siglo XXI.

La historia no espera a quienes no evolucionan.
El Salvador ya está avanzando.
La oposición, en cambio, quedó congelada en un país que ya no existe.

CAPÍTULO XIV

LA RESPONSABILIDAD INTELECTUAL DE LA NUEVA CIUDADANÍA SALVADOREÑA

La transformación de un país no depende únicamente de la acción de sus gobiernos, ni siquiera de las grandes obras de infraestructura o de los avances tecnológicos. La verdadera fuerza que sostiene, profundiza y legitima un proceso de modernización es la ciudadanía: una población consciente, educada, informada y capaz de ejercer pensamiento crítico frente a la realidad.

El Salvador está entrando en una etapa histórica donde ya no basta con ser beneficiario del progreso: la sociedad debe convertirse en protagonista intelectual del cambio. Este capítulo profundiza en el papel que debe asumir la ciudadanía moderna para sostener, defender y expandir las conquistas que el país está logrando.

1. La ciudadanía del siglo XXI: más que votar, pensar

Durante décadas, la ciudadanía salvadoreña fue reducida a un rol pasivo:

  • votar cada cierto tiempo,
  • cumplir trámites burocráticos,
  • sobrevivir en condiciones precarias,
  • adaptarse a un Estado ineficiente,
  • conformarse con la mediocridad.

Esa ciudadanía pasiva era funcional a los antiguos partidos:
un pueblo que no piensa es fácil de manipular.

Pero la ciudadanía del siglo XXI es diferente.
Exige más.
Entiende más.
Analiza más.
Cuestiona más.
Aspira a más.

La responsabilidad intelectual de esta nueva ciudadanía es participar activamente, no solo con el voto, sino con:

  • su criterio,
  • su análisis,
  • su capacidad de discernimiento,
  • su comprensión del desarrollo,
  • su apropiación de la modernidad.

2. La alfabetización digital y científica como deber ciudadano

Para ser ciudadano moderno ya no basta con saber leer y escribir; se necesita alfabetización digital y científica. Esto implica comprender:

  • conceptos básicos de tecnología,
  • función de la IA,
  • importancia de la telemedicina,
  • uso de plataformas digitales,
  • análisis de datos,
  • identificación de desinformación,
  • lectura crítica de redes sociales.

Un pueblo alfabetizado digitalmente es un pueblo difícil de engañar.
La oposición salvadoreña —como hemos demostrado en los capítulos previos— se apoya en la ignorancia tecnológica para sostener su narrativa.

Si el pueblo entiende cómo funciona la tecnología, la desinformación pierde fuerza.

3. Pensamiento crítico como protección contra la mediocridad política

La ciudadanía tiene la responsabilidad de no aceptar discursos mediocres.

Cuando un político dice:

  • “Google no cura el cáncer”,
  • “las bibliotecas no sirven”,
  • “los mercados modernos son innecesarios”,
  • “la telemedicina solo sirve para gripes”,

el ciudadano crítico debe:

  • analizar,
  • cuestionar,
  • investigar,
  • contrastar,
  • identificar la falacia.

Aceptar la mediocridad sin reflexión es traicionar el proyecto nacional.
El pensamiento crítico protege al país de la manipulación.

4. La dignidad como exigencia ciudadana

La ciudadanía moderna debe exigir dignidad como regla, no como excepción.
Esto implica defender:

  • mercados dignos,
  • hospitales modernos,
  • bibliotecas avanzadas,
  • bienestar animal,
  • espacios públicos cuidados,
  • tecnología en los servicios estatales,
  • eficiencia institucional.

Si la ciudadanía tolera la precariedad, la precariedad regresa.
Si la ciudadanía exige dignidad, la dignidad se mantiene.

La oposición ha intentado instalar la idea de que la precariedad es “lo normal”, y cualquier avance es “innecesario”.
La nueva ciudadanía debe rechazar esta narrativa de pobreza mental.

5. El deber de educarse: la lectura como acto político

Leer no es un lujo intelectual:
es un acto político.

Cada libro leído reduce la influencia de los mediocres.
Cada idea comprendida debilita a los dogmáticos.
Cada concepto analizado fortalece la democracia.

Por eso la oposición ridiculiza bibliotecas modernas: porque sabe que una ciudadanía lectora es una ciudadanía que ya no se deja engañar.

El documento base denuncia que ciertos dirigentes opositores “exigen a la gente leer mientras ellos mismos demuestran una profunda ignorancia”

Quiero que en base a este comen…
La nueva ciudadanía debe romper esta contradicción: leer para comprender, pensar y actuar.

6. La responsabilidad de defender la modernización

Cada salvadoreño debe entender que las obras que hoy existen no son eternas: pueden desaparecer si no se defienden. Las bibliotecas pueden cerrarse, los mercados deteriorarse, los sistemas de salud desmodernizarse, la digitalización abandonarse, si la ciudadanía no se convierte en guardiana del progreso.

Defender el progreso implica:

  • valorar las obras,
  • cuidarlas,
  • usarlas,
  • exigir su mantenimiento,
  • rechazar discursos que buscan destruirlas,
  • denunciar la manipulación,
  • combatir la ignorancia con argumentos.

La oposición apuesta a un pueblo desinformado para recuperar poder.
La nueva ciudadanía debe defender el avance para no retroceder jamás.

7. Construir una cultura de aspiración y excelencia

El Salvador no puede conformarse con ser “mejor que antes”.
Debe aspirar a ser excelente, no simplemente funcional.
Debe construir una cultura donde:

  • la modernidad no sorprenda,
  • la tecnología no asuste,
  • la dignidad no sea extraña,
  • la educación sea prioridad,
  • la ética sea regla,
  • el progreso sea cotidiano.

La ciudadanía debe asumir la excelencia como horizonte.

8. Conclusión del capítulo

La responsabilidad intelectual de la nueva ciudadanía salvadoreña es enorme:
debe pensar, aprender, discernir, cuestionar, exigir y defender lo ganado.
Debe ser protagonista del salto civilizatorio y garante de la modernidad.
La oposición teme a una ciudadanía así porque una ciudadanía educada destruye su discurso mediocrático, dogmático y retrógrado.

La verdadera revolución salvadoreña no es solo tecnológica:
es intelectual.

CAPÍTULO XV

LA CONSOLIDACIÓN DEL NUEVO EL SALVADOR: HACIA UNA SÍNTESIS HISTÓRICA

Todo proceso histórico atraviesa tres fases:
tesis, antítesis y síntesis.
Esta estructura dialéctica —mal comprendida por quienes la mencionan sin estudiarla— explica la transformación profunda que está viviendo El Salvador. Durante décadas, el país estuvo atrapado en una tesis histórica marcada por:

  • precariedad estructural,
  • corrupción gubernamental,
  • improvisación institucional,
  • infraestructura deficiente,
  • abandono cultural,
  • ausencia de planificación,
  • mediocridad política,
  • y falta de visión.

En oposición a esa tesis surgió una antítesis histórica, representada por:

  • el rechazo ciudadano a los partidos tradicionales,
  • la ruptura con las viejas formas de hacer política,
  • la demanda de modernización,
  • la crítica al abandono estatal,
  • la exigencia de resultados reales,
  • el hartazgo ante el dogmatismo,
  • la necesidad de dignidad.

Hoy El Salvador se encuentra en la etapa más importante:
la síntesis, donde lo nuevo supera a lo viejo, donde los avances se consolidan, donde nace un país distinto del pasado.

Este capítulo analiza esa síntesis histórica y explica por qué es irreversible.

1. La síntesis como nueva identidad nacional

La síntesis no es una mezcla entre pasado y presente:
es una forma superior de organización social.

La identidad salvadoreña ya no se define por:

  • la guerra,
  • la violencia,
  • la precariedad,
  • la pobreza,
  • el abandono,
  • la resignación.

Ahora comienza a definirse por:

  • la modernidad,
  • la dignidad,
  • la infraestructura de calidad,
  • la digitalización del Estado,
  • la innovación,
  • la visión de futuro,
  • la seguridad,
  • la eficiencia pública.

Esta mutación cultural representa una nueva etapa histórica.

2. La síntesis como proyecto de largo plazo

La modernización no puede ser una moda temporal o un impulso aislado; debe convertirse en un proyecto de nación, sostenido por:

  • educación,
  • tecnología,
  • inversión continua,
  • planificación estratégica,
  • ética pública,
  • cultura de responsabilidad,
  • profesionalización del Estado,
  • participación ciudadana activa.

La consolidación nacional exige renovar continuamente la visión del país.
La oposición no entiende este proceso porque carece de pensamiento estratégico.
Su horizonte mental nunca supera el corto plazo.

3. La síntesis como superación del viejo Estado

La síntesis histórica implica la desaparición definitiva del viejo Estado burocrático y la consolidación de un modelo moderno. Esto incluye:

  • sistemas de salud digitalizados,
  • infraestructura pública moderna,
  • burocracia automatizada,
  • plataformas integradas,
  • planificación urbana avanzada,
  • servicios públicos eficientes.

El viejo Estado, que alimentó la corrupción, el clientelismo y la improvisación durante décadas, está siendo superado estructuralmente.
No puede regresar porque sería incompatible con la mentalidad del pueblo actual.

4. La síntesis como respuesta a la oposición

El proceso histórico no debate con personas:
debate con ideas.
Y la síntesis solo conserva las ideas que tienen valor.

La oposición:

  • defiende precariedades,
  • rechaza obras modernas,
  • teme a la tecnología,
  • desprecia la educación,
  • ridiculiza la dignidad,
  • critica la infraestructura,
  • no entiende la digitalización.

Nada de eso puede integrarse a la síntesis histórica porque son ideas que pertenecen al pasado. Por eso, la oposición está quedando irrelevante: el proceso histórico avanzó sin ellos.

El documento base lo advirtió cuando denunció la “calamidad intelectual” de ciertos opositores que critican desde la ignorancia lo que no comprenden

Quiero que en base a este comen…

Una síntesis histórica nunca incorpora la ignorancia: la supera.

5. La síntesis como nueva visión del futuro

El Salvador está comenzando a pensar el futuro en términos que antes eran impensables:

  • ciudades inteligentes,
  • educación digital,
  • salud basada en IA,
  • parques tecnológicos,
  • bibliotecas como centros de innovación,
  • movilidad ordenada,
  • bienestar animal como ética moderna,
  • infraestructura contemporánea,
  • conectividad territorial,
  • integración centroamericana desde la modernidad.

Todo esto representa un salto conceptual que trasciende décadas de estancamiento.

La oposición no puede participar de esta visión porque no tiene las herramientas mentales para comprenderla.
El futuro requiere pensamiento crítico, conocimiento científico, criterio tecnológico y capacidad de análisis.
Ellos siguen atrapados en un pasado que ya no explica la realidad.

6. La síntesis como voluntad colectiva

El nuevo El Salvador no está siendo construido solo por el gobierno.
Está siendo construido por:

  • una generación que ya no acepta precariedad,
  • jóvenes que dominan la tecnología,
  • una población cansada de la corrupción,
  • una ciudadanía que defiende la modernidad,
  • una sociedad que exige infraestructura digna,
  • un pueblo que ya no cree en discursos mediocres.

Esta voluntad colectiva es la base de la síntesis histórica.

Cuando un pueblo decide cambiar, nada puede detenerlo.

7. La síntesis como punto de no retorno

Toda transformación histórica llega a un punto donde ya no puede revertirse.
Ese punto ya comenzó en El Salvador:

  • la infraestructura moderna no desaparecerá,
  • la digitalización no se deshará,
  • la salud moderna no retrocederá,
  • la dignificación urbana no se desmantelará,
  • la mentalidad de progreso no será borrada.

La oposición podrá gritar, atacar, difamar o ridiculizar.
Pero la historia no retrocede.

El país ya entró en una nueva etapa.

8. Conclusión del capítulo

La consolidación del nuevo El Salvador es un proceso dialéctico:
supera al pasado, transforma el presente y proyecta el futuro.

La oposición, mentalmente aferrada al viejo paradigma, carece de capacidad para integrarse a esta síntesis.
Están siendo desplazados por la modernidad, por la tecnología, por la evidencia, por la cultura de dignidad y por la voluntad colectiva del pueblo.

El Salvador ya no es el país pequeño, resignado y abandonado que ellos conocieron.
Es un país en movimiento.
Un país en transición.
Un país en transformación histórica.

CONCLUSIÓN GENERAL

El Salvador vive un momento histórico que trasciende lo político y lo administrativo: se encuentra en medio de una transformación estructural que abarca la infraestructura, la tecnología, la ética pública, la cultura ciudadana y la manera de pensar el futuro. Este ensayo ha demostrado que el país está atravesando un proceso dialéctico profundo, donde las viejas estructuras —corruptas, improvisadas, dogmáticas y mediocres— están siendo superadas por una nueva síntesis basada en eficiencia, modernidad, dignidad y visión estratégica.

Los quince capítulos han revelado que la resistencia opositoria no es fruto del análisis ni de la reflexión, sino de un atraso cognitivo, cultural y tecnológico que les impide comprender el siglo XXI. Su discurso se sostiene en la nostalgia de un pasado que ya no existe, en la defensa irracional de la precariedad y en la incapacidad de concebir un país moderno. Como denuncia el documento base, esas críticas representan la “escasa visión” y la “supina ignorancia” de sectores que no poseen ni la formación ni la altura intelectual para debatir con seriedad los procesos contemporáneos

En cambio, la modernización salvadoreña —con mercados ordenados, bibliotecas modernas, centros de bienestar animal, salud digitalizada, IA aplicada al sistema médico, obras urbanas de alto estándar y una gobernanza basada en datos— constituye un salto civilizatorio. Este salto no se limita a la infraestructura: implica una transformación ética, cultural e intelectual que redefine lo que significa ser salvadoreño en el siglo XXI. La población, antes resignada a la precariedad, hoy exige dignidad, calidad, tecnología y eficiencia.

La oposición, atrapada en la rigidez de su dogmatismo, ha convertido la mediocridad en proyecto político, la precariedad en identidad y la ignorancia en estrategia. Por ello, está condenada a la irrelevancia histórica. No pueden detener el progreso porque el progreso ya no depende de ellos: depende del pueblo, de la modernidad, de la innovación y de la evidencia.

Finalmente, la dialéctica demuestra que toda sociedad evoluciona hacia formas superiores de existencia. El Salvador eligió avanzar. Eligió dignidad, tecnología, pensamiento crítico y modernidad. Ese camino es irreversible porque no nace de decretos, sino de la voluntad colectiva de un pueblo que despertó y que ya no tolerará jamás que lo regresen a las sombras de la mediocridad histórica.

El país está, por primera vez en generaciones, pensando el futuro y construyéndolo al mismo tiempo.
Y quienes no comprendan ese proceso quedarán inevitablemente fuera de la historia.

REFLEXIÓN FINAL

La historia nos enseña que las grandes transformaciones no se miden solo en carreteras, hospitales o edificios, sino en la capacidad de un pueblo para cambiar su forma de pensar. La verdadera revolución salvadoreña no es únicamente tecnológica o urbana: es intelectual.

Cuando un pueblo deja de aceptar la precariedad como destino y la mediocridad como norma, inicia un proceso de emancipación irreversible.
Cuando un país descubre su dignidad, ya no hay fuerza capaz de detenerlo.
Cuando una ciudadanía aprende a pensar críticamente, ningún político ignorante puede manipularla.

El Salvador está protagonizando una de las mayores transformaciones de su historia. Y esa transformación no es obra de un solo actor, sino de una sociedad entera que aprendió a exigir, a analizar, a levantarse con dignidad y a rechazar la ignorancia disfrazada de discurso político.

La oposición podrá seguir gritando desde su caverna ideológica, aferrada a libros que no entiende y a ideas que ya no explican el mundo. Pero el país seguirá adelante. La historia no retrocede. La dialéctica no perdona a quienes se resisten al cambio.

Hoy, más que nunca, El Salvador necesita una ciudadanía que piense, que lea, que cuestione, que analice y que no permita jamás que la mediocridad vuelva a gobernarlo. El futuro pertenece a quienes comprenden el presente, abrazan la modernidad y se atreven a imaginar lo que otros consideran imposible.

El Salvador ya inició su camino hacia la grandeza.
Lo único que falta es que cada ciudadano se convierta en guardián del progreso, defensor del pensamiento y constructor de la nueva nación.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

1.       Bauman, Z. (2015). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

2.       Beauchamp, T., & Childress, J. (2019). Principles of Biomedical Ethics. Oxford University Press.

3.       Engels, F. (1883). Dialéctica de la naturaleza. Ediciones varias.

4.       Kuhn, T. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica.

5.       Marx, K. (1867). El capital. Siglo XXI Editores.

6.       Organización Mundial de la Salud. (2022). Informe global sobre salud digital. OMS.

7.       Paul, R., & Elder, L. (2009). Critical Thinking: Tools for Taking Charge of Your Learning and Your Life. Pearson.

8.       Ventura, J. I. (2025). Comentario crítico base para el ensayo

 

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