viernes, 14 de noviembre de 2025




                          “LA ARROGANCIA DE LA IGNORANCIA: ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISCURSO                                   ANTITECNOLÓGICO”

POR: MSc. JOSÈ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En todas las sociedades, la palabra pública —especialmente la que emiten actores políticos o figuras de proyección mediática— posee un peso simbólico enorme. No solo comunica ideas: también moldea percepciones, legitima formas de pensamiento y puede, incluso, orientar comportamientos colectivos.

 Por eso, a lo largo de la historia, las sociedades han valorado la prudencia, la claridad conceptual y el rigor intelectual en quienes hablan desde espacios públicos. Cuando una persona con influencia social reduce el debate a ocurrencias, frases irresponsables o afirmaciones que contradicen el sentido común, no solo queda mal ella: erosiona la calidad del discurso público en general.

En El Salvador, en los últimos años, hemos presenciado una profunda transformación en la relación entre ciudadanía, gobierno, tecnología e información. La población es hoy más crítica, más informada, más exigente. Sin embargo, ciertos sectores políticos siguen anclados en esquemas del pasado: discursos superficiales, afirmaciones sin fundamento y críticas que no se sostienen ni con el más mínimo análisis.

 Ejemplo de ello son las recientes declaraciones de Bety Araña, quien afirmó que “Google no sirve porque no cura el cáncer ni la diabetes”.

Esta frase, que podría parecer un simple comentario desafortunado, refleja algo más profundo: una alarmante incapacidad para comprender la función de la tecnología, una desconexión con la realidad contemporánea y, sobre todo, un desprecio por la inteligencia de la ciudadanía.

A partir de este comentario, este ensayo propone realizar un análisis crítico más amplio:

  • ¿Qué significa que figuras públicas hagan afirmaciones que muestran desconocimiento elemental?
  • ¿Qué implicaciones tiene para el debate democrático?
  • ¿Por qué persiste un discurso anti-tecnológico y anti-científico en ciertos sectores de la oposición?
  • ¿Qué revela esto sobre sus prácticas políticas, su visión de país y su relación con el conocimiento?

Se analizará también cómo la tecnología —particularmente herramientas como Google— afecta la educación, la investigación y la participación ciudadana. La ignorancia no es solo un problema individual: es un problema político, especialmente cuando se manifiesta en quienes pretenden orientar la opinión pública. Este ensayo busca, entonces, desmontar la frase, pero sobre todo examinar el fenómeno social que la hace posible.

Porque el verdadero debate no es si Google cura o no enfermedades; el verdadero debate es cómo la ignorancia política se convierte en un obstáculo para el desarrollo nacional.

I. EL FENÓMENO DEL DESCONOCIMIENTO PÚBLICO

Uno de los rasgos más preocupantes de ciertos sectores políticos contemporáneos es su tendencia a opinar sobre temas que claramente desconocen. Esto no es nuevo: la historia está llena de ejemplos de personajes públicos que hablaban sin saber. Pero en la era digital, donde la información está al alcance de todos, la ignorancia voluntaria adquiere un matiz mucho más grave.

Opinar sobre tecnología sin comprenderla no es simplemente un error: es un acto de irresponsabilidad política. Cuando una persona declara que “Google no sirve porque no cura el cáncer ni la diabetes”, no solo evidencia su desconocimiento, sino que también demuestra que ni siquiera ha hecho el esfuerzo mínimo por entender el mundo en que vive.

Esto habla de un problema mayor: la ausencia de pensamiento crítico, la falta de preparación, la improvisación discursiva. Hablar sin saber revela pobreza intelectual y debilidad argumentativa, pero revela también una actitud: no les importa informarse, porque creen que cualquier ocurrencia es válida para atacar políticamente a alguien más.

II. TECNOLOGÍA Y ALFABETIZACIÓN DIGITAL: ENTENDIENDO LO BÁSICO

Es necesario recalcar lo evidente: Google no es un hospital, no es un laboratorio farmacéutico, no es una clínica. Es una herramienta de búsqueda, un espacio de acceso al conocimiento, una plataforma de trabajo e investigación. No está diseñada para “curar enfermedades”, de la misma manera en que un diccionario no está diseñado para reparar vehículos.

Sin embargo, la crítica de Bety Araña pone sobre la mesa un asunto importante: la falta de alfabetización digital en ciertos sectores políticos. No se trata únicamente de desconocer cómo funciona Google; se trata de no entender cómo funciona el mundo moderno.

Hoy, la tecnología digital no es un lujo ni un accesorio: es un componente esencial de la vida social, económica, educativa y científica.
Google, por ejemplo:

·         es la puerta de entrada a millones de investigaciones médicas;

·         facilita el acceso a revistas científicas de vanguardia;

·         permite la difusión global de conocimiento;

·         conecta universidades, instituciones y especialistas;

·         acelera procesos de aprendizaje;

·         democratiza el acceso a la información.

Si un político no comprende esto, difícilmente podrá comprender los desafíos de la sociedad actual.

III. EL IMPACTO SOCIAL DE LAS DECLARACIONES IRRESPONSABLES

Cuando un personaje público hace un comentario ignorante, ocurre un fenómeno peligroso:

·         se normaliza el error,

·         se trivializa la discusión pública,

·         se legitima la desinformación,

·         se afecta la percepción de miles de ciudadanos.

Los comentarios superficiales son más graves cuando provienen de quienes aspiran a representar a la población. La política exige preparación, estudio, análisis, responsabilidad intelectual. No se puede dirigir un país —o pretender hacerlo— sin comprender la ciencia, la tecnología, la educación o la economía.

El problema no es solo que Bety Araña haya dicho algo absurdo; el problema es que ese tipo de afirmaciones revelan la falta de preparación de toda una generación de políticos que se quedaron atrapados en el pasado.

IV. LA OPOSICIÓN SALVADOREÑA Y LA CRISIS DE PENSAMIENTO

El comentario analizado se enmarca en un patrón: la oposición salvadoreña ha exhibido, repetidamente, una tendencia a criticar sin fundamento, a opinar sin evidencia y a ridiculizar avances que no comprende.

Es una oposición que:

·         critica la tecnología que no entiende;

·         desprecia la innovación que no puede explicar;

·         trivializa los procesos que desconoce;

·         se burla de herramientas que jamás ha utilizado profesionalmente.

El problema no es ideológico: es intelectual.
No es de postura política: es de incapacidad analítica.

La oposición no pierde credibilidad por su ideología; la pierde por su superficialidad. En un mundo que avanza a pasos agigantados, quedarse atrás no es solo un error: es un acto de traición a las futuras generaciones.

V. LA CIUDADANÍA COMO NUEVO EVALUADOR DEL DISCURSO PÚBLICO

A diferencia del pasado, la población actual no es pasiva. La ciudadanía salvadoreña está más conectada, más informada y más consciente. Sabe distinguir una crítica seria de un comentario vacío, y sabe reconocer cuando alguien habla sin saber.

Por eso, declaraciones como la analizada no generan apoyo, sino burla. Cada frase irresponsable pronunciada desde la oposición se convierte en un recordatorio de por qué perdieron la confianza del pueblo.

El ciudadano moderno no quiere políticos improvisados; quiere líderes preparados. No quiere ocurrencias; quiere argumentos. No quiere ignorancia disfrazada de crítica; quiere propuestas.

VI. Tecnología, educación y futuro nacional

La tecnología es la puerta hacia un país más competitivo, más moderno y más justo.
El Salvador no puede darse el lujo de despreciar herramientas como Google, la inteligencia artificial, el análisis de datos o la automatización. Ya no vivimos en un mundo analógico: vivimos en un mundo interconectado donde el conocimiento es el recurso más valioso.
Desprestigiar la tecnología desde la ignorancia es un acto de irresponsabilidad histórica. Un país que no abraza el conocimiento está condenado a la irrelevancia.

Por eso, cuando un político confunde una herramienta de búsqueda con un tratamiento médico, no solo produce risa: produce preocupación por su incapacidad para comprender el futuro.

CONCLUSIÓN

Las declaraciones de Bety Araña no deben verse como un simple comentario desafortunado. Son el reflejo de una cultura política que se resiste a estudiar, a comprender y a prepararse. Una cultura que prefiere la ocurrencia al análisis, la burla al razonamiento, el ataque superficial a la argumentación seria.

El Salvador del siglo XXI necesita líderes capaces de entender el mundo moderno. Necesita personas que comprendan la importancia de la tecnología, la investigación científica y el pensamiento crítico. Comentarios como el analizado son una muestra de lo que la política no debe ser: ignorante, impulsiva, superficial.

La oposición tiene derecho a criticar. Ese es su papel democrático. Pero si no sabe del tema, lo más sano y responsable es guardar silencio. Hablar desde la ignorancia no construye país: lo degrada.

Reflexión final

La frase “Google no sirve porque no cura el cáncer ni la diabetes” quedará como un ejemplo de cómo una mala comprensión del mundo puede convertirse en escándalo público. Pero más allá de la anécdota, nos invita a reflexionar sobre un aspecto fundamental:

En el siglo de la información, la ignorancia ya no es una excusa: es una decisión. Y cuando esa decisión la toman figuras públicas, se convierte en un peligro para la sociedad.

El Salvador merece un debate nacional de altura, con ideas sólidas, con argumentos bien pensados y con líderes capaces de comprender el presente para construir el futuro. La ignorancia arrogante no puede ser parte del discurso público. La responsabilidad intelectual sí.

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