EPISTEMOLOGÍA CRÍTICA: BRÚJULA PARA LA CIENCIA Y LA EMANCIPACIÓN DEL PENSAMIENTO
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo saturado de información, en el que
cada día se producen millones de datos, textos, investigaciones y opiniones.
Sin embargo, la abundancia de información no siempre equivale a conocimiento ni
mucho menos a sabiduría. Surge entonces la necesidad de preguntarnos: ¿cómo
distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre lo profundo y lo superficial,
entre la ciencia y la pseudociencia? La respuesta a esta cuestión se encuentra
en la epistemología, entendida como la teoría crítica del conocimiento
científico.
La epistemología no es un mero ejercicio teórico
abstracto, sino una herramienta vital para la comprensión de la realidad, para
el cuestionamiento de las apariencias y para la emancipación del pensamiento
humano. Investigar sin un marco epistemológico es como navegar sin brújula: se
puede avanzar, pero sin dirección ni certeza. En un tiempo en el que la
posverdad, la manipulación ideológica y el relativismo banal amenazan con
corroer los cimientos de la racionalidad, recuperar la epistemología se vuelve
un acto urgente de resistencia intelectual y política.
El presente ensayo busca actualizar y fortalecer la reflexión sobre la epistemología, transformando una exposición conceptual en un análisis crítico y enérgico que permita comprender sus raíces, sus debates, su vigencia y, sobre todo, su función liberadora frente a las formas de dominación que se ocultan tras las “neutralidades” científicas y educativas.
I. PROBLEMATIZAR EL CONOCIMIENTO: UN DEBER INELUDIBLE
Todo proceso de investigación comienza con preguntas,
dudas e interrogantes. Consultamos libros, artículos, especialistas, bases de
datos; pero inmediatamente surge la pregunta fundamental: ¿Qué tan confiables
son esas fuentes? Problematizar el conocimiento significa someter nuestras
certezas a un riguroso examen crítico, descubrir las ideologías que se ocultan
tras los discursos y distinguir entre apariencia y esencia.
Karel Kosík, en Dialéctica de lo concreto (1967), lo
expresó magistralmente: el mundo de la vida cotidiana es un “mundo de
pseudoconcreción”, un claroscuro de verdad y engaño. Aceptar acríticamente las
apariencias nos condena a vivir en un mundo fetichizado, donde lo real se
disfraza de natural y lo histórico se presenta como eterno. La epistemología,
en cambio, obliga a desentrañar ese velo y a comprender la raíz de los
fenómenos.
II. CIENCIA Y POLÍTICA: EL MITO DE LA NEUTRALIDAD
Uno de los mitos más dañinos en la historia de la ciencia
ha sido la idea de la neutralidad. El positivismo funcionalista nos hizo creer
que el investigador podía colocarse en una posición “aséptica”, sin valores ni
ideología.
Nada más falso. Como advertía el jesuita Segundo Montes,
“si nada en la sociedad y en la vida humana es neutro, la ciencia tampoco puede
serlo”.
Toda investigación está impregnada de la visión de mundo
del investigador y, más aún, de las estructuras de poder que dominan a la
sociedad. Francisco Gutiérrez lo señala en La educación como praxis política
(1973): la neutralidad es un invento de las clases dominantes para legitimar la
educación y la ciencia como instrumentos “universales”, cuando en realidad
siempre responden a intereses concretos. Por ello, reconocer la politicidad del
conocimiento no resta objetividad, sino que la enriquece y la hace más honesta.
III. ORIGEN Y SENTIDO DE LA EPISTEMOLOGÍA
El término epistemología proviene del griego episteme
(conocimiento verdadero) y logos (tratado). Su propósito esencial es distinguir
entre ciencia y pseudociencia, entre lo auténtico y lo aparente. Platón ya
había planteado que el conocimiento auténtico debía superar los niveles
inferiores de ilusión y creencia para alcanzar la episteme, es decir, el saber
fundamentado en la razón. Aristóteles, por su parte, buscó los principios
formales del conocimiento, inaugurando así una tradición de búsqueda de
fundamentos sólidos para la ciencia.
A lo largo de la historia, la epistemología ha
evolucionado desde estas preocupaciones originales hacia tareas más complejas:
analizar la relación sujeto-objeto, examinar los criterios de validez
científica y cuestionar los marcos teóricos que orientan las prácticas de
investigación.
Hoy, se le concibe incluso como una “metaciencia”, capaz
de establecer la normatividad crítica de los procesos de producción del
conocimiento.
IV. EL PROBLEMA SUJETO–OBJETO: CENTRO DEL DEBATE
EPISTEMOLÓGICO
El núcleo de toda teoría del conocimiento radica en la
relación entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. El positivismo
redujo esta relación a un esquema mecanicista en el cual el objeto existía
independientemente del sujeto, como si el investigador fuera un espejo pasivo
que simplemente reflejaba la realidad. Edgar Morin critica duramente esta
concepción, pues elimina la complejidad del proceso cognitivo y desconoce la
intervención activa del investigador.
La epistemología crítica sostiene que no existe objeto
sin sujeto ni sujeto sin objeto. El conocimiento no es un reflejo, sino una
construcción mediada por valores, teorías, contextos históricos y luchas
sociales. Negar este hecho es condenar la ciencia a la superficialidad y a la
manipulación ideológica.
V. LA EPISTEMOLOGÍA EN LA TRADICIÓN DIALÉCTICA
Heráclito fue el primero en señalar que todo fluye, que
nada permanece, y que la lucha de contrarios es el motor de la vida. De ahí
surge el pensamiento dialéctico, que Marx y Engels retomarían siglos después
para fundar una epistemología revolucionaria. En palabras de Kosík, la
epistemología dialéctica busca ir más allá del mundo de la pseudoconcreción
para revelar la esencia de los procesos históricos y sociales.
En esta tradición, la categoría de totalidad se vuelve
fundamental: no se trata de analizar los fenómenos de manera aislada, sino de
comprenderlos en su interconexión. La epistemología crítica, entonces, no es
contemplativa, sino transformadora: pretende comprender el mundo para
transformarlo.
VI. EDUCACIÓN Y EPISTEMOLOGÍA: HACIA UNA PEDAGOGÍA
LIBERADORA
Si la ciencia tiene una función emancipadora, la
educación no puede ser menos. Una educación que se limite a transmitir datos,
sin formar pensamiento crítico, reproduce la concepción bancaria denunciada por
Paulo Freire. En cambio, una educación epistemológicamente fundamentada tiene como
meta “sacar al hombre de la oscuridad hacia la luz”, ayudándole a tomar control
de sus actos y a comprender la historicidad de su realidad.
Por eso, la epistemología no es un lujo académico, sino
un imperativo pedagógico: enseñar a los estudiantes a dudar, a interrogarse, a
contrastar fuentes, a reconocer ideologías, a no conformarse con las
apariencias.
VII. LA CRISIS DE LA CIENCIA Y EL RETO DE LA
EPISTEMOLOGÍA ACTUAL
Hoy, la ciencia enfrenta una doble crisis: por un lado,
la mercantilización del conocimiento, que la subordina al mercado y a las
corporaciones; por otro, la desinformación y la proliferación de
pseudociencias, que erosionan la confianza pública.
Frente a esto, la epistemología se convierte en un arma
crítica para recuperar el sentido original de la ciencia como búsqueda de la
verdad y servicio a la humanidad.
CONCLUSIÓN
La epistemología no es un simple capítulo de la
filosofía, sino una actitud vital frente al conocimiento. Nos recuerda que la
ciencia no es neutral, que el investigador no es un observador aséptico, que
las apariencias engañan y que solo el pensamiento crítico puede llevarnos más
allá de la superficie. En tiempos de crisis civilizatoria, la epistemología se
convierte en brújula para orientar la investigación, la educación y la acción
social.
REFLEXIÓN FINAL
La pregunta “¿Para qué sirve la epistemología?” tiene una
respuesta contundente: para no ser esclavos de la ignorancia ni de la manipulación.
La epistemología nos enseña a pensar, a sospechar, a interrogar, a comprender y
a transformar. Sin ella, la ciencia se convierte en técnica vacía y la
educación en repetición mecánica. Con ella, en cambio, el pensamiento humano se
abre a la posibilidad de emanciparse y de construir un futuro más justo.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1.
Freire, P.
(1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.
2.
Gutiérrez,
F. (1973). La educación como praxis política. Buenos Aires: Humanitas.
3.
Kosík, K.
(1967). Dialéctica de lo concreto. Grijalbo.
4.
Morin, E.
(1997). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.
5.
Montes, S.
(1980). Escritos sobre sociedad y política. San Salvador.
6 Narváez, C.
(2002). “La categoría de la totalidad en la epistemología dialéctico-crítica”.
Documento académico.
7.
Platón. La
República. Varias ediciones.
8. Aristóteles. Metafísica. Varias ediciones.
SA SA N SALVADOR, OCTUBRE DE 2025
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