martes, 7 de octubre de 2025

 


EPISTEMOLOGÍA CRÍTICA: BRÚJULA PARA LA CIENCIA Y LA EMANCIPACIÓN DEL PENSAMIENTO

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

Vivimos en un mundo saturado de información, en el que cada día se producen millones de datos, textos, investigaciones y opiniones. Sin embargo, la abundancia de información no siempre equivale a conocimiento ni mucho menos a sabiduría. Surge entonces la necesidad de preguntarnos: ¿cómo distinguir entre lo verdadero y lo falso, entre lo profundo y lo superficial, entre la ciencia y la pseudociencia? La respuesta a esta cuestión se encuentra en la epistemología, entendida como la teoría crítica del conocimiento científico.

La epistemología no es un mero ejercicio teórico abstracto, sino una herramienta vital para la comprensión de la realidad, para el cuestionamiento de las apariencias y para la emancipación del pensamiento humano. Investigar sin un marco epistemológico es como navegar sin brújula: se puede avanzar, pero sin dirección ni certeza. En un tiempo en el que la posverdad, la manipulación ideológica y el relativismo banal amenazan con corroer los cimientos de la racionalidad, recuperar la epistemología se vuelve un acto urgente de resistencia intelectual y política.

El presente ensayo busca actualizar y fortalecer la reflexión sobre la epistemología, transformando una exposición conceptual en un análisis crítico y enérgico que permita comprender sus raíces, sus debates, su vigencia y, sobre todo, su función liberadora frente a las formas de dominación que se ocultan tras las “neutralidades” científicas y educativas.

I. PROBLEMATIZAR EL CONOCIMIENTO: UN DEBER INELUDIBLE

Todo proceso de investigación comienza con preguntas, dudas e interrogantes. Consultamos libros, artículos, especialistas, bases de datos; pero inmediatamente surge la pregunta fundamental: ¿Qué tan confiables son esas fuentes? Problematizar el conocimiento significa someter nuestras certezas a un riguroso examen crítico, descubrir las ideologías que se ocultan tras los discursos y distinguir entre apariencia y esencia.

Karel Kosík, en Dialéctica de lo concreto (1967), lo expresó magistralmente: el mundo de la vida cotidiana es un “mundo de pseudoconcreción”, un claroscuro de verdad y engaño. Aceptar acríticamente las apariencias nos condena a vivir en un mundo fetichizado, donde lo real se disfraza de natural y lo histórico se presenta como eterno. La epistemología, en cambio, obliga a desentrañar ese velo y a comprender la raíz de los fenómenos.

II. CIENCIA Y POLÍTICA: EL MITO DE LA NEUTRALIDAD

Uno de los mitos más dañinos en la historia de la ciencia ha sido la idea de la neutralidad. El positivismo funcionalista nos hizo creer que el investigador podía colocarse en una posición “aséptica”, sin valores ni ideología.

Nada más falso. Como advertía el jesuita Segundo Montes, “si nada en la sociedad y en la vida humana es neutro, la ciencia tampoco puede serlo”.

Toda investigación está impregnada de la visión de mundo del investigador y, más aún, de las estructuras de poder que dominan a la sociedad. Francisco Gutiérrez lo señala en La educación como praxis política (1973): la neutralidad es un invento de las clases dominantes para legitimar la educación y la ciencia como instrumentos “universales”, cuando en realidad siempre responden a intereses concretos. Por ello, reconocer la politicidad del conocimiento no resta objetividad, sino que la enriquece y la hace más honesta.

III. ORIGEN Y SENTIDO DE LA EPISTEMOLOGÍA

El término epistemología proviene del griego episteme (conocimiento verdadero) y logos (tratado). Su propósito esencial es distinguir entre ciencia y pseudociencia, entre lo auténtico y lo aparente. Platón ya había planteado que el conocimiento auténtico debía superar los niveles inferiores de ilusión y creencia para alcanzar la episteme, es decir, el saber fundamentado en la razón. Aristóteles, por su parte, buscó los principios formales del conocimiento, inaugurando así una tradición de búsqueda de fundamentos sólidos para la ciencia.

A lo largo de la historia, la epistemología ha evolucionado desde estas preocupaciones originales hacia tareas más complejas: analizar la relación sujeto-objeto, examinar los criterios de validez científica y cuestionar los marcos teóricos que orientan las prácticas de investigación.

Hoy, se le concibe incluso como una “metaciencia”, capaz de establecer la normatividad crítica de los procesos de producción del conocimiento.

IV. EL PROBLEMA SUJETO–OBJETO: CENTRO DEL DEBATE EPISTEMOLÓGICO

El núcleo de toda teoría del conocimiento radica en la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto conocido. El positivismo redujo esta relación a un esquema mecanicista en el cual el objeto existía independientemente del sujeto, como si el investigador fuera un espejo pasivo que simplemente reflejaba la realidad. Edgar Morin critica duramente esta concepción, pues elimina la complejidad del proceso cognitivo y desconoce la intervención activa del investigador.

La epistemología crítica sostiene que no existe objeto sin sujeto ni sujeto sin objeto. El conocimiento no es un reflejo, sino una construcción mediada por valores, teorías, contextos históricos y luchas sociales. Negar este hecho es condenar la ciencia a la superficialidad y a la manipulación ideológica.

V. LA EPISTEMOLOGÍA EN LA TRADICIÓN DIALÉCTICA

Heráclito fue el primero en señalar que todo fluye, que nada permanece, y que la lucha de contrarios es el motor de la vida. De ahí surge el pensamiento dialéctico, que Marx y Engels retomarían siglos después para fundar una epistemología revolucionaria. En palabras de Kosík, la epistemología dialéctica busca ir más allá del mundo de la pseudoconcreción para revelar la esencia de los procesos históricos y sociales.

En esta tradición, la categoría de totalidad se vuelve fundamental: no se trata de analizar los fenómenos de manera aislada, sino de comprenderlos en su interconexión. La epistemología crítica, entonces, no es contemplativa, sino transformadora: pretende comprender el mundo para transformarlo.

VI. EDUCACIÓN Y EPISTEMOLOGÍA: HACIA UNA PEDAGOGÍA LIBERADORA

Si la ciencia tiene una función emancipadora, la educación no puede ser menos. Una educación que se limite a transmitir datos, sin formar pensamiento crítico, reproduce la concepción bancaria denunciada por Paulo Freire. En cambio, una educación epistemológicamente fundamentada tiene como meta “sacar al hombre de la oscuridad hacia la luz”, ayudándole a tomar control de sus actos y a comprender la historicidad de su realidad.

Por eso, la epistemología no es un lujo académico, sino un imperativo pedagógico: enseñar a los estudiantes a dudar, a interrogarse, a contrastar fuentes, a reconocer ideologías, a no conformarse con las apariencias.

VII. LA CRISIS DE LA CIENCIA Y EL RETO DE LA EPISTEMOLOGÍA ACTUAL

Hoy, la ciencia enfrenta una doble crisis: por un lado, la mercantilización del conocimiento, que la subordina al mercado y a las corporaciones; por otro, la desinformación y la proliferación de pseudociencias, que erosionan la confianza pública.

Frente a esto, la epistemología se convierte en un arma crítica para recuperar el sentido original de la ciencia como búsqueda de la verdad y servicio a la humanidad.

CONCLUSIÓN

La epistemología no es un simple capítulo de la filosofía, sino una actitud vital frente al conocimiento. Nos recuerda que la ciencia no es neutral, que el investigador no es un observador aséptico, que las apariencias engañan y que solo el pensamiento crítico puede llevarnos más allá de la superficie. En tiempos de crisis civilizatoria, la epistemología se convierte en brújula para orientar la investigación, la educación y la acción social.

REFLEXIÓN FINAL

La pregunta “¿Para qué sirve la epistemología?” tiene una respuesta contundente: para no ser esclavos de la ignorancia ni de la manipulación. La epistemología nos enseña a pensar, a sospechar, a interrogar, a comprender y a transformar. Sin ella, la ciencia se convierte en técnica vacía y la educación en repetición mecánica. Con ella, en cambio, el pensamiento humano se abre a la posibilidad de emanciparse y de construir un futuro más justo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.      Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.

2.      Gutiérrez, F. (1973). La educación como praxis política. Buenos Aires: Humanitas.

3.      Kosík, K. (1967). Dialéctica de lo concreto. Grijalbo.

4.      Morin, E. (1997). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.

5.      Montes, S. (1980). Escritos sobre sociedad y política. San Salvador.

6 Narváez, C. (2002). “La categoría de la totalidad en la epistemología dialéctico-crítica”. Documento académico.

7.      Platón. La República. Varias ediciones.

8.      Aristóteles. Metafísica. Varias ediciones.

SA                                  SA N SALVADOR, OCTUBRE DE 2025








 

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