jueves, 9 de octubre de 2025



                 “ENTRE EL UNO Y LOS CEROS: EL SENTIDO MORAL DE LA EXISTENCIA HUMANA”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

En tiempos en que el éxito se mide por la riqueza material, el poder político o la fama efímera, las palabras del matemático árabe Al-Khawarizmi (780–850 d. C.), considerado el padre del álgebra, adquieren una vigencia sorprendente. Cuando le preguntaron por el valor del ser humano, respondió con una metáfora numérica que encierra una profunda lección moral: si una persona tiene ética, vale 1; si es inteligente, se le agrega un cero (10); si además es rica, otro cero (100); y si es una bella persona, otro cero (1 000). Pero si pierde la ética —ese “1”—, todo lo demás carece de valor, pues solo quedan ceros.

Esta parábola sencilla y genial revela una verdad esencial: sin valores éticos, la inteligencia, la belleza o la riqueza se transforman en instrumentos de corrupción, vanidad y destrucción. La ética es el principio organizador de la dignidad humana, el eje que da sentido a la vida y orienta el uso de las demás cualidades. En esta reflexión se examinará la enseñanza de Al-Khawarizmi a la luz del pensamiento filosófico y social contemporáneo, en diálogo con autores como Aristóteles, Kant, Paulo Freire y Fromm, para concluir que la ética no solo determina el valor individual, sino también la salud moral de una sociedad.

1. LA METÁFORA MATEMÁTICA DE LA VIDA

La respuesta de Al-Khawarizmi combina ciencia y moral en una ecuación perfecta. El número “1” representa la unidad interior del ser humano: la coherencia entre lo que piensa, dice y hace. Los ceros simbolizan las cualidades complementarias: inteligencia, riqueza o belleza, que multiplican el valor inicial, pero no lo sustituyen.

Desde una perspectiva filosófica, el “1” encarna el principio del ser moral; sin él, los ceros —como extensiones vacías— no significan nada. Tal como señala Aristóteles en Ética a Nicómaco, “la virtud es un hábito que permite al hombre elegir el término medio, guiado por la razón y en conformidad con la prudencia” (Aristóteles, 1985, p. 112). Si el hombre pierde esa medida racional y ética, se desintegra su propio equilibrio interior.

El mensaje numérico de Al-Khawarizmi trasciende las culturas: enseña que la ética es el valor rector que convierte las capacidades en bienes reales. Un científico sin ética puede ser peligroso; un político sin ética, un tirano; un maestro sin ética, un adoctrinador. En cambio, el hombre ético transforma todo lo que toca en una obra de bien común.

2. LA ÉTICA COMO ESENCIA DEL SER Y NO COMO ADORNO MORAL

En las sociedades modernas, la ética suele confundirse con simples normas de conducta o con la apariencia de “portarse bien”. Sin embargo, la ética auténtica —como planteaba Immanuel Kant— es un imperativo interior, no una obediencia ciega. “Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio” (Kant, 2004, p. 67).

Kant nos recuerda que la ética no depende de recompensas ni castigos, sino de la convicción de que el otro posee dignidad. Por eso, cuando se pierde el “1” de Al-Khawarizmi, los ceros del éxito material se convierten en símbolos de deshumanización.

En un mundo dominado por el consumo, la apariencia y la competencia, la ética se convierte en el último refugio del ser. El filósofo Erich Fromm (2005) advertía que las sociedades contemporáneas han cambiado el “ser” por el “tener”, y que la persona moderna mide su valor por lo que posee, no por lo que es. De ahí la necesidad de rescatar la ética como núcleo existencial: sin ella, la inteligencia se vuelve astucia, la riqueza avaricia y la belleza vanidad.

3. ÉTICA Y EDUCACIÓN: EL CIMIENTO DEL SER SOCIAL

La formación ética no se improvisa; se cultiva. En este sentido, la educación tiene la misión de construir el carácter moral de los ciudadanos, no solo su competencia técnica. Paulo Freire (1970) sostenía que “la educación auténtica es un acto de amor, por tanto, un acto de valor; no puede temer el debate, el análisis de la realidad” (p. 34). Enseñar ética implica enseñar a pensar críticamente y a actuar con responsabilidad frente a los demás.

Cuando la escuela se limita a transmitir información sin formación moral, produce individuos “funcionales” al sistema, pero vacíos de sentido. La ética da dirección a la inteligencia y humaniza el conocimiento. Un ingeniero puede diseñar un puente o una bomba; lo que define su valor no es su técnica, sino su conciencia.

Por eso, educar en ética significa enseñar a elegir el bien incluso cuando nadie observa, a resistir la corrupción y la mentira, a defender la verdad, aunque resulte incómoda. Solo así el “1” de Al-Khawarizmi permanece firme en la persona, sosteniendo todos los ceros que se le agreguen.

4. LA CRISIS ÉTICA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO

Vivimos en una época en la que el progreso tecnológico no ha sido acompañado por un progreso moral. Jamás la humanidad tuvo tantos medios para comunicar, viajar y producir; y, sin embargo, nunca hubo tanta desigualdad, corrupción y violencia.

Zygmunt Bauman (2007) lo expresó con claridad al describir la “modernidad líquida”, en la que los valores se disuelven como el agua: todo cambia rápido, nada permanece, y el compromiso moral se vuelve incómodo. En este contexto, la enseñanza de Al-Khawarizmi resulta revolucionaria: recuerda que el verdadero valor humano no depende del cambio, sino de la firmeza de principios.

Cuando los líderes políticos pierden la ética, surgen gobiernos corruptos; cuando los empresarios la pierden, nace la explotación; cuando los ciudadanos la abandonan, se corrompe el tejido social. La pérdida del “1” colectivo —la ética social— convierte a la nación en un conjunto de ceros: apariencias de desarrollo sin sustancia moral.

5. EL SER ÉTICO COMO MODELO DE TRANSFORMACIÓN

El ser ético no es un santo ni un moralista. Es aquel que reconoce su falibilidad, pero lucha cada día por actuar con justicia, respeto y coherencia. Desde Sócrates hasta Monseñor Óscar Romero, la historia muestra que la verdadera grandeza humana radica en vivir según la verdad, aunque ello implique sacrificio.

Romero lo expresó así: “La gloria de Dios es que el pobre viva” (Romero, 1980, p. 22). Esta frase conecta directamente con el valor ético que Al-Khawarizmi situaba como el “1”: la defensa de la vida, la justicia y la dignidad por encima de los intereses personales.

Una sociedad que exalta al astuto, al corrupto o al tramposo pierde el sentido de lo humano. Pero aquella que reconoce al honesto, al justo y al solidario, rescata su verdadera identidad. La ética, entonces, no es un lujo filosófico, sino la condición indispensable para sobrevivir como especie moral.

CONCLUSIONES

La enseñanza de Al-Khawarizmi sintetiza en una metáfora matemática una verdad universal: la ética es el fundamento del valor humano. Sin ella, todas las demás cualidades se vuelven vacías.

La ética no se impone por decreto, se cultiva desde la familia, la escuela y la sociedad, mediante el ejemplo y la reflexión.

En un mundo dominado por la competencia y el consumismo, rescatar la ética significa reafirmar la dignidad frente a la deshumanización.

La pérdida del “1” no solo afecta a individuos, sino a pueblos enteros: las naciones sin ética se hunden en la corrupción y el egoísmo colectivo.

El desafío del siglo XXI no es solo tecnológico, sino moral: reconstruir la ética como base del conocimiento, la política y la convivencia humana.

REFLEXIÓN FINAL

El mensaje de Al-Khawarizmi nos invita a revisar la ecuación de nuestra propia vida. ¿Qué lugar ocupa la ética en nuestras decisiones? ¿Vale nuestra inteligencia, riqueza o fama si se usan para dañar a otros?

El “1” que simboliza la ética es más que un número: es el alma del ser humano. Es la luz interior que da sentido al conocimiento, al poder y a la belleza. Cuando esa luz se apaga, el ser se vacía, los ceros se multiplican, pero nada tiene valor.

Por eso, cultivar la ética no es un asunto religioso ni académico, sino una tarea vital. Como decía Albert Einstein, “procura no ser un hombre de éxito, sino un hombre de valor” (Einstein, 1950, p. 41). El valor del ser humano no está en los ceros que acumula, sino en el uno que nunca debe perder: su integridad moral.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.       Aristóteles. (1985). Ética a Nicómaco (J. Pérez, Trad.). Gredos.

2.       Bauman, Z. (2007). Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica.

3.       Einstein, A. (1950). Mi visión del mundo. Espasa-Calpe.

4.       Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

5.       Fromm, E. (2005). Tener o ser. Paidós.

6.       Kant, I. (2004). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (M. García, Trad.). Alianza Editorial.

7.       Romero, Ó. A. (1980). Homilías. Arzobispado de San Salvador.

 

 

 

SAN SALVADOR, 9 DE OCTUBRE DE 2025

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