“¿ES REALMENTE INTELIGENTE LA ESPECIE QUE SE EXTERMINA A SÍ MISMA?”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
“Me resisto a creer que seamos la especie más inteligente
del planeta”. Esta frase no es una simple provocación retórica, sino un cuestionamiento
profundo a la condición humana. A lo largo de los siglos, la humanidad se ha
vanagloriado de su supuesta supremacía intelectual frente al resto de las
especies vivientes. Hemos proclamado con orgullo haber escrito poemas
inmortales, haber levantado imperios, haber navegado mares desconocidos,
conquistado el espacio exterior y, más recientemente, creado tecnologías
capaces de imitar el pensamiento humano. Sin embargo, cuando se mira con
detenimiento la realidad de nuestro mundo, la paradoja emerge con crudeza: si
somos tan inteligentes, ¿por qué seguimos cometiendo los mismos errores? ¿Por
qué repetimos guerras que desangran pueblos enteros, destruimos el planeta que
nos da vida y seguimos discriminando y despreciando a nuestros semejantes?
La inteligencia, entendida como la capacidad de pensar,
reflexionar, anticipar y crear, parece a veces transformarse en su contrario:
en instrumento de destrucción. Los griegos antiguos ya se preguntaban por esta
ambigüedad. En el libro octavo de La Odisea, Homero pone en boca de Odiseo una
reflexión en la que la inteligencia no aparece como un don puramente benéfico,
sino como un arma de doble filo: puede llevar a la astucia y a la victoria,
pero también a la arrogancia, al engaño y a la desgracia (Homero, trad. 1996).
Si la inteligencia fuera sinónimo de bondad, de justicia
y de paz, nuestra historia no estaría manchada por genocidios, esclavitud,
colonialismo, explotación y opresión sistemática. La humanidad ha demostrado
ser capaz de llegar a la luna, pero incapaz de garantizar un plato de comida a
todos sus miembros; ha desarrollado inteligencia artificial, pero no ha
erradicado la ignorancia, el odio ni la miseria. Aquí radica el dilema central
de este ensayo: ¿qué tipo de inteligencia tenemos, si nos dedicamos a asesinar
a nuestros propios hermanos y destruir nuestra casa común?
LA INTELIGENCIA SEGÚN HOMERO Y LA TRADICIÓN CLÁSICA
La tradición griega consideraba la inteligencia como una
virtud compleja. En La Odisea, Homero exalta a Odiseo por su metis, es decir,
su inteligencia astuta, su capacidad de superar obstáculos con ingenio. Sin
embargo, esta misma astucia lo lleva también a mentir, manipular y, en
ocasiones, a provocar sufrimiento. En el libro octavo, los dioses y los hombres
celebran la inteligencia, pero no la separan de la tragedia y la hybris, esa
desmesura que lleva a los humanos a desafiar los límites (Homero, trad. 1996).
Esto nos muestra que, desde la antigüedad, la
inteligencia humana ha sido vista no como un don absoluto y perfecto, sino como
una fuerza ambivalente. Aristóteles, por ejemplo, subrayaba que la verdadera
grandeza del ser humano no radica solo en pensar, sino en orientar el
pensamiento hacia el bien común (Ética a Nicómaco, trad. 1998). Así, la
inteligencia, desprovista de ética, puede degenerar en simple astucia
destructiva.
¿ES INTELIGENTE LA AUTODESTRUCCIÓN?
Si somos la especie más inteligente, ¿por qué fabricamos
armas nucleares que pueden exterminar a millones en segundos? ¿Por qué
diseñamos sistemas económicos que generan riqueza descomunal para unos pocos y
miseria para la mayoría? ¿Por qué seguimos deteriorando el medio ambiente, a
sabiendas de que nuestra supervivencia depende de él?
Estas contradicciones revelan que la inteligencia humana
es, en buena medida, una ilusión de grandeza. Como afirma Bauman (2007), la
modernidad líquida ha llenado de incertidumbre nuestras vidas, pero también ha
mostrado que el progreso no garantiza humanidad. La razón instrumental,
analizada por Adorno y Horkheimer (1998), convirtió la inteligencia en un
instrumento de dominio, no de emancipación.
Lo “inteligente” se mide en términos de eficacia,
producción y poder, aunque implique destrucción y muerte.
EL DESPRECIO POR LOS SEMEJANTES
Uno de los aspectos más preocupantes es que, a pesar de proclamarnos
la especie más consciente, seguimos mirando con desprecio a otros seres
humanos. El racismo, el clasismo, la xenofobia, la misoginia y otras formas de
discriminación son prueba de que la inteligencia no garantiza empatía.
Freire (1970) afirmaba que el verdadero conocimiento
surge del reconocimiento del otro como sujeto, no como objeto. Sin embargo, la
historia de la humanidad es, en gran medida, una historia de dominación de unos
sobre otros. La esclavitud, el colonialismo, el apartheid y las migraciones
forzadas son episodios que muestran cómo la supuesta inteligencia se ha
utilizado para legitimar la opresión.
LA GUERRA COMO FRACASO DE LA INTELIGENCIA
Si hay algo que demuestra con claridad la contradicción
humana, es la guerra. Las guerras no son inevitables; son decisiones políticas,
económicas y culturales. Sin embargo, desde la antigüedad hasta la actualidad,
la humanidad ha recurrido a ellas como si fueran parte de su naturaleza.
Nietzsche (1887/2003) ya advertía que la inteligencia humana podía derivar en voluntad de poder, es decir, en el deseo de someter y dominar. Las guerras del siglo XX, con sus millones de muertos, y los conflictos actuales, donde pueblos enteros son desplazados, evidencian que la inteligencia humana no ha sido capaz de superar la lógica de la violencia. ¿Es inteligente asesinar a nuestros propios hermanos? La respuesta es obvia, pero la práctica histórica parece negarla.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL, IGNORANCIA HUMANA
En pleno siglo XXI hemos creado máquinas que aprenden y
sistemas que procesan información a velocidades inimaginables. Sin embargo,
seguimos siendo incapaces de resolver problemas básicos como el hambre, la
pobreza y la desigualdad. Mo Gawdat (2022) afirma que el peligro no está en la
inteligencia artificial en sí, sino en el uso que le dé una humanidad aún
guiada por intereses mezquinos.
La inteligencia sin sabiduría es ciega. Por ello, el
verdadero reto no es crear máquinas inteligentes, sino humanizar la
inteligencia humana.
CONCLUSIÓN
Me resisto a creer que seamos la especie más inteligente
del planeta, porque la inteligencia verdadera debería conducir a la vida, no a
la muerte; al respeto, no al desprecio; a la paz, no a la guerra. Lo que
tenemos, más que inteligencia, es astucia combinada con egoísmo. Somos capaces
de grandes proezas, pero incapaces de resolver las injusticias más elementales.
REFLEXIÓN FINAL
Si la humanidad quiere realmente demostrar que es la
especie más inteligente, debe dar un giro radical: poner la inteligencia al
servicio de la vida, la dignidad y el bien común. Homero ya nos advirtió que la
astucia sin ética puede ser destructiva; Aristóteles insistió en la necesidad
de orientar la razón hacia el bien; Freire nos recordó que el conocimiento sin
reconocimiento del otro es opresión.
Quizás aún estamos a tiempo de redefinir qué significa ser inteligentes. Tal vez la verdadera inteligencia no sea conquistar el universo, sino aprender a convivir en paz, con justicia y con respeto hacia todos los seres de la Tierra.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1. Adorno, T., &
Horkheimer, M. (1998). Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Trotta.
2.
Aristóteles.
(1998). Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza Editorial.
3.
Bauman, Z.
(2007). Vida líquida. Barcelona: Paidós.
4.
Freire, P.
(1970). Pedagogía del oprimido. México: siglo XXI.
5.
Gawdat, M.
(2022). La inteligencia artificial que asusta. Barcelona: Zenith.
6.
Homero.
(1996). La Odisea (trad. L. Segalá y Estalella). Madrid: Gredos.
7.
Nietzsche,
F. (2003). La genealogía de la moral (Ed. original 1887). Madrid:
Alianza.
San Salvador, 3 de septiembre de 2025
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