miércoles, 3 de septiembre de 2025

 


                    “¿ES REALMENTE INTELIGENTE LA ESPECIE QUE SE EXTERMINA A SÍ MISMA?”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

“Me resisto a creer que seamos la especie más inteligente del planeta”. Esta frase no es una simple provocación retórica, sino un cuestionamiento profundo a la condición humana. A lo largo de los siglos, la humanidad se ha vanagloriado de su supuesta supremacía intelectual frente al resto de las especies vivientes. Hemos proclamado con orgullo haber escrito poemas inmortales, haber levantado imperios, haber navegado mares desconocidos, conquistado el espacio exterior y, más recientemente, creado tecnologías capaces de imitar el pensamiento humano. Sin embargo, cuando se mira con detenimiento la realidad de nuestro mundo, la paradoja emerge con crudeza: si somos tan inteligentes, ¿por qué seguimos cometiendo los mismos errores? ¿Por qué repetimos guerras que desangran pueblos enteros, destruimos el planeta que nos da vida y seguimos discriminando y despreciando a nuestros semejantes?

La inteligencia, entendida como la capacidad de pensar, reflexionar, anticipar y crear, parece a veces transformarse en su contrario: en instrumento de destrucción. Los griegos antiguos ya se preguntaban por esta ambigüedad. En el libro octavo de La Odisea, Homero pone en boca de Odiseo una reflexión en la que la inteligencia no aparece como un don puramente benéfico, sino como un arma de doble filo: puede llevar a la astucia y a la victoria, pero también a la arrogancia, al engaño y a la desgracia (Homero, trad. 1996).

Si la inteligencia fuera sinónimo de bondad, de justicia y de paz, nuestra historia no estaría manchada por genocidios, esclavitud, colonialismo, explotación y opresión sistemática. La humanidad ha demostrado ser capaz de llegar a la luna, pero incapaz de garantizar un plato de comida a todos sus miembros; ha desarrollado inteligencia artificial, pero no ha erradicado la ignorancia, el odio ni la miseria. Aquí radica el dilema central de este ensayo: ¿qué tipo de inteligencia tenemos, si nos dedicamos a asesinar a nuestros propios hermanos y destruir nuestra casa común?

LA INTELIGENCIA SEGÚN HOMERO Y LA TRADICIÓN CLÁSICA

La tradición griega consideraba la inteligencia como una virtud compleja. En La Odisea, Homero exalta a Odiseo por su metis, es decir, su inteligencia astuta, su capacidad de superar obstáculos con ingenio. Sin embargo, esta misma astucia lo lleva también a mentir, manipular y, en ocasiones, a provocar sufrimiento. En el libro octavo, los dioses y los hombres celebran la inteligencia, pero no la separan de la tragedia y la hybris, esa desmesura que lleva a los humanos a desafiar los límites (Homero, trad. 1996).

Esto nos muestra que, desde la antigüedad, la inteligencia humana ha sido vista no como un don absoluto y perfecto, sino como una fuerza ambivalente. Aristóteles, por ejemplo, subrayaba que la verdadera grandeza del ser humano no radica solo en pensar, sino en orientar el pensamiento hacia el bien común (Ética a Nicómaco, trad. 1998). Así, la inteligencia, desprovista de ética, puede degenerar en simple astucia destructiva.

¿ES INTELIGENTE LA AUTODESTRUCCIÓN?

Si somos la especie más inteligente, ¿por qué fabricamos armas nucleares que pueden exterminar a millones en segundos? ¿Por qué diseñamos sistemas económicos que generan riqueza descomunal para unos pocos y miseria para la mayoría? ¿Por qué seguimos deteriorando el medio ambiente, a sabiendas de que nuestra supervivencia depende de él?

Estas contradicciones revelan que la inteligencia humana es, en buena medida, una ilusión de grandeza. Como afirma Bauman (2007), la modernidad líquida ha llenado de incertidumbre nuestras vidas, pero también ha mostrado que el progreso no garantiza humanidad. La razón instrumental, analizada por Adorno y Horkheimer (1998), convirtió la inteligencia en un instrumento de dominio, no de emancipación.

Lo “inteligente” se mide en términos de eficacia, producción y poder, aunque implique destrucción y muerte.

EL DESPRECIO POR LOS SEMEJANTES

Uno de los aspectos más preocupantes es que, a pesar de proclamarnos la especie más consciente, seguimos mirando con desprecio a otros seres humanos. El racismo, el clasismo, la xenofobia, la misoginia y otras formas de discriminación son prueba de que la inteligencia no garantiza empatía.

Freire (1970) afirmaba que el verdadero conocimiento surge del reconocimiento del otro como sujeto, no como objeto. Sin embargo, la historia de la humanidad es, en gran medida, una historia de dominación de unos sobre otros. La esclavitud, el colonialismo, el apartheid y las migraciones forzadas son episodios que muestran cómo la supuesta inteligencia se ha utilizado para legitimar la opresión.

LA GUERRA COMO FRACASO DE LA INTELIGENCIA

Si hay algo que demuestra con claridad la contradicción humana, es la guerra. Las guerras no son inevitables; son decisiones políticas, económicas y culturales. Sin embargo, desde la antigüedad hasta la actualidad, la humanidad ha recurrido a ellas como si fueran parte de su naturaleza.

Nietzsche (1887/2003) ya advertía que la inteligencia humana podía derivar en voluntad de poder, es decir, en el deseo de someter y dominar. Las guerras del siglo XX, con sus millones de muertos, y los conflictos actuales, donde pueblos enteros son desplazados, evidencian que la inteligencia humana no ha sido capaz de superar la lógica de la violencia. ¿Es inteligente asesinar a nuestros propios hermanos? La respuesta es obvia, pero la práctica histórica parece negarla.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL, IGNORANCIA HUMANA

En pleno siglo XXI hemos creado máquinas que aprenden y sistemas que procesan información a velocidades inimaginables. Sin embargo, seguimos siendo incapaces de resolver problemas básicos como el hambre, la pobreza y la desigualdad. Mo Gawdat (2022) afirma que el peligro no está en la inteligencia artificial en sí, sino en el uso que le dé una humanidad aún guiada por intereses mezquinos.

La inteligencia sin sabiduría es ciega. Por ello, el verdadero reto no es crear máquinas inteligentes, sino humanizar la inteligencia humana.

CONCLUSIÓN

Me resisto a creer que seamos la especie más inteligente del planeta, porque la inteligencia verdadera debería conducir a la vida, no a la muerte; al respeto, no al desprecio; a la paz, no a la guerra. Lo que tenemos, más que inteligencia, es astucia combinada con egoísmo. Somos capaces de grandes proezas, pero incapaces de resolver las injusticias más elementales.

REFLEXIÓN FINAL

Si la humanidad quiere realmente demostrar que es la especie más inteligente, debe dar un giro radical: poner la inteligencia al servicio de la vida, la dignidad y el bien común. Homero ya nos advirtió que la astucia sin ética puede ser destructiva; Aristóteles insistió en la necesidad de orientar la razón hacia el bien; Freire nos recordó que el conocimiento sin reconocimiento del otro es opresión.

Quizás aún estamos a tiempo de redefinir qué significa ser inteligentes. Tal vez la verdadera inteligencia no sea conquistar el universo, sino aprender a convivir en paz, con justicia y con respeto hacia todos los seres de la Tierra.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.            Adorno, T., & Horkheimer, M. (1998). Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Trotta.

2.      Aristóteles. (1998). Ética a Nicómaco. Madrid: Alianza Editorial.

3.      Bauman, Z. (2007). Vida líquida. Barcelona: Paidós.

4.      Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. México: siglo XXI.

5.      Gawdat, M. (2022). La inteligencia artificial que asusta. Barcelona: Zenith.

6.      Homero. (1996). La Odisea (trad. L. Segalá y Estalella). Madrid: Gredos.

7.      Nietzsche, F. (2003). La genealogía de la moral (Ed. original 1887). Madrid: Alianza.

 

 

 

San Salvador, 3 de septiembre de 2025

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