¿REFUNDAR O REFUNDIR EL SALVADOR?
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
En la tragicomedia política de El Salvador, a veces
aparecen personajes que parecen salidos de un guion reciclado de mala
telenovela. Ronald Umaña y Fortín Magaña, dos veteranos de la política nacional
con expedientes morales más arrugados que una camisa de segunda mano, han
decidido reaparecer en escena con un nuevo partido que, con pretensiones
grandilocuentes, han bautizado “Cambio Total”. Y como si el país no hubiera
aprendido suficiente de sus fracasos, ahora pretenden vendernos la idea de que
ellos serán los arquitectos de la “refundación” de El Salvador.
Pero seamos serios: refundar es una palabra noble, que
implica reconstruir sobre bases nuevas, honestas y sólidas. Y en boca de estos
dos viejos conocidos, suena más a una amenaza que a una promesa. Si algo han
demostrado en sus trayectorias es que no han sido capaces de construir nada que
no beneficie primero a sus bolsillos y a sus compadres.
Por eso, con
permiso de su retórica inflada, yo prefiero usar un término más exacto y
cercano a la realidad: ellos no van a refundar a El Salvador… lo van a
refundir. Y cuando digo refundir, me refiero a enviarlo al mismo saco roto de
donde nunca debieron sacarnos las élites políticas corruptas.
Porque aquí no estamos hablando de visionarios ni de
héroes civiles; estamos hablando de los mismos de siempre, esos que durante
décadas fueron cómplices —por acción u omisión— del saqueo institucional, la
compra de conciencias y la siembra de desesperanza.
EL DISFRAZ DEL “CAMBIO” EN MANOS DE RECICLADOS POLÍTICOS
El concepto de “Cambio Total” suena bien… hasta que uno
ve quiénes lo promueven. Entonces, la ilusión se derrumba como un castillo de
naipes. ¿Qué “cambio” puede ofrecer Ronald Umaña, si su currículum político
está manchado por pactos turbios y amistades peligrosas con los peores
exponentes de la política tradicional? ¿Qué “totalidad” puede ofrecer Fortín
Magaña, más allá de sus discursos llenos de citas prefabricadas y de su
participación en estructuras mediáticas y políticas que han sido cómplices del
deterioro nacional?
Ambos han sido parte del club exclusivo de la política
reciclada: esos que, cuando el barco se hunde, cambian de chaleco salvavidas y
de bandera, pero no de mentalidad ni de métodos. En otras palabras: lo que
ellos llaman “nuevo” no es más que la vieja política maquillada con un logo
distinto.
Y hay algo que no podemos olvidar: la memoria histórica
no se borra con un nuevo nombre de partido. La gente aún recuerda los años en
que estos “salvadores” del país se codeaban con presidentes corruptos, negociaban
favores en pasillos oscuros y sonreían en fotos junto a personajes que hoy
están prófugos o tras las rejas. ¿Es esa la refundación que prometen?
LA REFUNDICIÓN COMO PROYECTO POLÍTICO
En El Salvador, cuando un político habla de “refundar”,
hay que leer la letra pequeña. Con Ronald Umaña y Fortín Magaña, la letra
pequeña está escrita en tinta invisible, porque lo que realmente quieren es
volver al pasado donde ellos tenían poder, influencia y acceso al banquete del
Estado.
REFUNDIR AL PAÍS SIGNIFICA:
Refundir la transparencia: volver a los tiempos en que
las cuentas públicas eran un misterio y las auditorías, un chiste.
Refundir la justicia: revivir el sistema judicial servil
que garantizaba impunidad para los amigos y persecución para los enemigos.
Refundir la voluntad popular: reinstalar el esquema donde
la gente votaba con miedo, manipulación y promesas vacías.
Refundir la esperanza: devolvernos al desánimo y la
resignación que alimentaban sus discursos y justificaban sus fracasos.
Y es que estos personajes tienen una habilidad especial
para transformar palabras bonitas en políticas ruinosas. Su “refundación” no es
más que una restauración de la élite política fracasada que tanto daño hizo al
país.
CONCLUSIÓN
Ronald Umaña y Fortín Magaña pueden cambiar de partido,
de logo y hasta de eslogan, pero lo que no pueden cambiar es su pasado y la
huella que han dejado en la historia política salvadoreña.
Y esa huella no es precisamente la de líderes
visionarios, sino la de oportunistas que saben olfatear el poder cuando está
cerca y que, una vez dentro, olvidan rápidamente a quienes los pusieron allí.
No nos engañemos: lo que venden como “refundar” no es más
que refundir todo lo que hoy se ha intentado rescatar. Es retroceder al punto
donde la corrupción, el clientelismo y la mediocridad eran la norma. Es volver
a entregarles las llaves del país a quienes ya demostraron que no saben —o no
quieren— gobernar con honestidad.
El pueblo salvadoreño ya no está para experimentos
reciclados ni para promesas con fecha de caducidad. Si de verdad queremos
cambio, hay que entender que este no vendrá de quienes fueron parte del
problema. Porque, como dice el viejo refrán: quien fue cocinero antes de fraile, sabe dónde
esconder la olla… y en este caso, también sabe cómo vaciarla.
REFERENCIA FINAL
Umaña y Magaña, con su “Cambio Total”, quieren
convencernos de que son la solución. La realidad es que son el recordatorio viviente de por qué
necesitamos evitar que los mismos de siempre, disfrazados de novedad, vuelvan a
poner sus manos en el destino de El Salvador. Refundar suena bien,
pero en boca de ellos significa exactamente lo contrario: refundir al país en
el pozo oscuro del que tanto nos ha costado salir.
SAN SALVADOR, 2 DE AGOSTO DE 2025
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