LA MANIPULACIÓN IDEOLÓGICA DISFRAZADA DE “CRÍTICA
EDUCATIVA”
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
La historia política de El Salvador está marcada por
figuras que se resisten a comprender que el país ha cambiado, que los tiempos
no son los mismos y que la gente tampoco es la misma. Entre esos personajes
está Lorena Peña, quien, en un arranque de nostalgia revolucionaria, convoca a
los estudiantes a la “rebelión” contra la nueva ministra de Educación. Resulta
grotesco y hasta ofensivo que una mujer que formó parte de una guerrilla que
bañó en sangre al pueblo salvadoreño durante la guerra civil, hoy pretenda dar
lecciones de moral, política y pedagogía. ¿Acaso cree que todavía estamos en
los años ochenta, cuando el FMLN manipulaba jóvenes para convertirlos en carne de
cañón de una guerra absurda?
Este tipo de declaraciones no son inocentes. Responden a
un problema político e ideológico: la incapacidad de aceptar que la oposición
—y especialmente los exguerrilleros— han perdido credibilidad, fuerza y
legitimidad frente al pueblo salvadoreño. La señora Peña no ataca a la ministra
por su perfil profesional ni por sus propuestas, porque aún no hay tiempo ni
evidencias para juzgar su gestión. La ataca por lo que representa: un cambio de
rumbo, un intento de rescatar la disciplina, el orden y la dignidad dentro del
sistema educativo.
Y como siempre, la oposición ciega y llena de odio
confunde autoridad con autoritarismo, y confunde disciplina con militarización.
CUERPO DEL COMENTARIO
La actitud de Lorena Peña no sorprende, porque ha sido la
constante de una oposición que perdió la brújula hace años. En lugar de
analizar con serenidad los problemas del país, plantear soluciones y debatir
ideas con altura, caen en la trampa de la descalificación automática. Todo lo
que proviene del gobierno actual es rechazado de inmediato, no importa si
beneficia al pueblo, si fortalece la educación o si abre nuevos horizontes para
la juventud. El odio los consume, y ese odio los vuelve torpes, incapaces de
articular una crítica inteligente.
Cuando Peña convoca a estudiantes a la “rebelión”, lo que
en realidad demuestra es que su visión de país sigue anclada en la lógica de
confrontación. Su único horizonte es la división, el caos y la manipulación.
¿Cómo puede hablar de educación alguien que redujo a los jóvenes, en su tiempo,
a simples piezas de un tablero ideológico? ¿Cómo puede tener autoridad moral
una dirigente que, en su carrera política, jamás logró transformar
positivamente el sistema educativo ni otros ámbitos sociales? El problema no es
la ministra. El problema es que la oposición no soporta la idea de que se está
construyendo un país distinto al que ellos manejaron con corrupción, engaños y
pactos oscuros.
La nueva ministra de Educación, independientemente de su
trayectoria militar, merece el beneficio de la duda y el tiempo necesario para
demostrar su capacidad. Juzgarla antes de que inicie su trabajo es un acto de
ignorancia política, pero sobre todo de cobardía ideológica. Lo que Lorena Peña
teme —y lo que la oposición teme en general— es que se logre instalar un modelo
educativo más serio, con orden, con disciplina y con visión de futuro, porque
eso desmonta el relato decadente de quienes solo saben lucrar con el atraso del
pueblo.
Estamos, pues, ante una oposición tonta, estúpida y sin
capacidad de análisis. Una oposición que confunde la crítica con el insulto, el
debate con la manipulación y la política con el resentimiento. Y lo más grave:
es una oposición que aún odia al pueblo salvadoreño. Sí, lo odia, porque solo
un enemigo del pueblo puede llamar a destruir lo que apenas está empezando a
construirse.
CONCLUSIÓN
El llamado a la “rebelión” de Lorena Peña revela el
verdadero rostro de una oposición en decadencia: mezquina, atrasada y sin
propuestas. Quienes ayer exigían disciplina en sus filas militares hoy la
rechazan en las aulas. Quienes ayer arrastraron a miles de jóvenes a la
violencia hoy se rasgan las vestiduras porque se intenta rescatar a las nuevas
generaciones de la indisciplina y el desorden. La incongruencia es total, el
cinismo es evidente y la estupidez política queda al descubierto.
El pueblo salvadoreño ya no se deja engañar por discursos
incendiarios ni por frases vacías cargadas de resentimiento. Lo que la gente
quiere es educación de calidad, seguridad en las escuelas, maestros respetados,
alumnos comprometidos y un sistema que forme ciudadanos responsables. Quienes
se oponen a ese proyecto se oponen directamente al bienestar del país.
REFLEXIÓN FINAL
El caso de Lorena Peña y sus declaraciones no es un hecho
aislado, sino un síntoma de una oposición moribunda que sobrevive del ruido y
la confrontación. Convocar a estudiantes a rebelarse contra una ministra recién
nombrada no es política, es manipulación barata. Es querer repetir las viejas
prácticas de los años ochenta, pero en un contexto en el que la gente ya no se
deja arrastrar a aventuras ideológicas sin sentido.
La oposición debería entender de una vez por todas que el
pueblo salvadoreño está cansado de discursos huecos y de llamados al odio. Lo
que la ciudadanía exige son resultados, soluciones concretas y cambios reales.
Si la oposición no tiene la capacidad de renovarse, al menos debería tener la
decencia de callar y no entorpecer lo que otros intentan construir. De lo
contrario, seguirá siendo lo que es hoy: un lastre para la nación, un obstáculo
para el progreso y un mal recuerdo que la historia se encargará de poner en su
lugar.
SAN SALVADOR, 16 DE AGOSTO DE 2025
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