domingo, 24 de agosto de 2025

 

           DE LA CORRUPCIÓN AL CRIMEN: LA HERENCIA MALDITA DE ARENA Y FMLN”

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

La historia política de El Salvador en las últimas cuatro décadas se encuentra marcada por una constante: el secuestro del Estado por parte de élites partidarias, primero bajo el dominio de la derecha oligárquica representada en la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), y luego bajo el control de la exguerrilla convertida en partido político, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

 Ambos partidos, lejos de responder a las necesidades del pueblo, gobernaron en beneficio propio, construyendo redes de corrupción, clientelismo político y pactos con estructuras criminales.

El presente ensayo parte de un ejercicio hipotético: ¿qué habría pasado si ARENA o FMLN hubiesen seguido gobernando El Salvador después de 2019? Lejos de ser un simple escenario imaginario, esta reflexión se fundamenta en evidencias históricas de corrupción, pactos con pandillas y abandono social. En un país con más de 126,000 muertos a manos de la violencia entre 1992 y 2018 (Dada, 2019), es legítimo afirmar que un nuevo ciclo de gobiernos tradicionales habría convertido al Estado en rehén del crimen organizado y en instrumento de saqueo.

DESARROLLO

1. EL ESTADO CAPTURADO POR EL CRIMEN ORGANIZADO

Durante los gobiernos de ARENA y FMLN, las pandillas se fortalecieron como poder paralelo. Investigaciones periodísticas como las de El Faro documentaron los pactos electorales de ambos partidos con líderes pandilleros, a cambio de votos (Martínez & Valencia, 2016). De haber continuado en el poder, este proceso habría evolucionado hacia un gobierno compartido con las clicas: un presidente respaldado por las maras, diputados convertidos en voceros del crimen, ministros con nexos en el narcotráfico y funcionarios al servicio de intereses ilícitos.

El Estado habría dejado de ser garante de seguridad y justicia para convertirse en cómplice directo de la criminalidad. El crimen organizado no solo habría infiltrado instituciones, sino que habría dictado la agenda política y social.

2. LA VIOLENCIA COMO NORMA COTIDIANA

En el período 2015-2018, El Salvador llegó a registrar tasas de homicidios superiores a 100 por cada 100,000 habitantes, las más altas del mundo (Instituto de Medicina Legal, 2018). Si ARENA o FMLN hubiesen prolongado su control político, esas cifras no solo se habrían mantenido, sino que podrían haberse institucionalizado.

La violencia sería cotidiana, estructural y generalizada: barrios dominados por pandillas, empresas ahogadas por la extorsión y familias enteras condenadas al desplazamiento forzado.

La emigración en caravanas habría seguido creciendo, pues ningún salvadoreño confiaría en un Estado incapaz de garantizar seguridad. La violencia, lejos de ser combatida, se habría convertido en una herramienta de control político y social.

3. LA CORRUPCIÓN COMO CULTURA POLÍTICA

Ambos partidos ya habían demostrado que la corrupción era su práctica habitual de gobierno. Los escándalos de los expresidentes Francisco Flores (ARENA) y Mauricio Funes (FMLN) constituyen ejemplos claros de cómo el poder fue utilizado para el saqueo (López Bernal, 2020). En un eventual nuevo período, los ministerios se habrían repartido como botín, las obras públicas habrían sido sobrevaloradas, los hospitales continuarían desabastecidos y la educación abandonada, mientras los dirigentes gozaban de lujos en el extranjero.

En ese escenario, el Estado se habría reducido a una empresa mafiosa: los políticos tradicionales como accionistas principales, las maras como socios estratégicos y el pueblo como víctima de un sistema diseñado para despojarlo de todo.

4. LA TRAICIÓN A LA DEMOCRACIA

ARENA y FMLN gobernaron treinta años bajo un modelo bipartidista que manipuló la democracia para mantener privilegios. Controlaron el Tribunal Supremo Electoral, manipularon instituciones de justicia y capturaron la Corte de Cuentas para garantizar impunidad. Si hubiesen seguido gobernando, la llamada democracia salvadoreña habría degenerado en una narcodemocracia, un sistema electoral en apariencia libre, pero realmente sometido al dinero de la corrupción y al poder de las pandillas.

La democracia habría sido reducida a un teatro, un disfraz de legalidad utilizado para perpetuar un proyecto político corrupto y criminal.

CONCLUSIÓN

El escenario de un El Salvador gobernado nuevamente por ARENA o FMLN sería catastrófico: un país en manos de pandillas, sumido en la violencia, saqueado por la corrupción y traicionado en su democracia. No se trata de exageración, sino de la consecuencia lógica de un modelo político fallido que ya demostró su incapacidad e inmoralidad.

La decisión popular de 2019 representó una ruptura histórica: el pueblo dijo basta a la corrupción, a la violencia y a la traición. Esa decisión salvó a El Salvador de convertirse en un Estado fallido gobernado por criminales.

REFLEXIÓN FINAL

El pueblo salvadoreño debe comprender que los partidos tradicionales son cadáveres políticos, pero su herencia sigue siendo peligrosa. Olvidar lo que ARENA y FMLN hicieron es abrir la puerta a que los mismos errores se repitan bajo nuevas máscaras. La memoria histórica es una herramienta de resistencia y defensa de la dignidad nacional.

Si ARENA o FMLN hubiesen seguido gobernando, hoy El Salvador sería un infierno controlado por maras y corruptos. Afortunadamente, la historia cambió de rumbo, pero esa victoria solo se consolidará si el pueblo mantiene su conciencia crítica, su dignidad y su decisión firme de no permitir jamás que la mafia regrese al poder.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

1.   Dada, C. (2019). El Salvador: la democracia más joven y frágil de América Latina. Revista Factum.

2. Instituto de Medicina Legal. (2018). Informe Anual de Homicidios en El Salvador. San Salvador.

 López Bernal, C. (2020). Corrupción y poder político en El Salvador: ARENA y FMLN en perspectiva histórica. UCA Editores.

4.      Martínez, O., & Valencia, D. (2016). El pacto oscuro: políticos y pandillas en El Salvador. El Faro.

 

 

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