ENSAYO.
FAMILIA,
ESCUELA Y ESTADO: LA TRIADA NECESARIA PARA UNA VERDADERA REFORMA EDUCATIVA
POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de mi vida profesional, he tenido la
oportunidad —y también el privilegio— de trabajar en casi todos los niveles del
sistema educativo salvadoreño: desde la parvularia, la educación básica, la
media, hasta culminar en el nivel superior universitario.
Ese recorrido, que no solo fue una experiencia laboral,
sino también vital y formativa, me permitió observar de cerca las fortalezas y,
sobre todo, las debilidades de un sistema que, en lugar de evolucionar de
manera integral, se ha limitado muchas veces a reproducir un modelo centrado en
la instrucción técnica más que en la formación de seres humanos íntegros.
Un aspecto que emergió de manera recurrente en todos los
niveles fue la escasa promoción de los valores, especialmente en la educación
superior. En las universidades, hablar de ética se considera casi irrelevante,
y cuando se imparte, suele ser a través de asignaturas marginales catalogadas
de “relleno”. La técnica, la profesionalización y la capacitación en áreas
específicas parecen importar más que la construcción de ciudadanos con
conciencia crítica, responsabilidad y compromiso social.
La situación es aún más preocupante si tomamos en cuenta
que la Universidad de El Salvador (UES) posee un documento valiosísimo:
Su ley orgánica, donde están definidos con claridad los
principios y valores que deben guiar la formación universitaria. Sin embargo,
la mayoría de docentes lo desconoce o lo ignora, y muy pocos lo promueven en la
práctica educativa. Este divorcio entre la teoría y la praxis es un síntoma de
un problema estructural: un sistema que prioriza lo técnico sobre lo humano, lo
inmediato sobre lo esencial y lo rentable sobre lo ético.
En este ensayo planteo que ninguna reforma educativa
puede ser exitosa si no existe una comunión real entre tres sectores clave: la
familia, el magisterio y el Ministerio de Educación. Además, sostengo que el
sistema educativo necesita una depuración profunda de aquellos docentes que han
convertido las aulas en espacios de adoctrinamiento, negando la esencia de la
educación como un proceso liberador y racional.
LA AUSENCIA DE VALORES EN LA UNIVERSIDAD: UN PROBLEMA
ESTRUCTURAL
Uno de los grandes vacíos en el sistema educativo
salvadoreño, y en especial en el nivel universitario, es la falta de énfasis en
los valores. No basta con formar ingenieros, médicos, abogados o profesores si
estos carecen de una base ética sólida. Como advierte Paulo Freire (2005),
“enseñar exige respeto a los saberes de los educandos” (p. 31), lo que implica
no solo transmitir conocimientos, sino también formar actitudes y valores que
humanicen la práctica educativa.
En la práctica, sin embargo, la ética universitaria se
reduce a un adorno. Cuando se ofrece, suele ser en cursos optativos o generales
que no guardan relación con la vida profesional ni con los desafíos sociales.
Este tratamiento superficial convierte la ética en un accesorio y no en un
pilar de la formación.
El resultado es evidente: profesionales técnicamente competentes, pero socialmente indiferentes, o incluso cómplices de la corrupción, la injusticia y la falta de compromiso social. Como señala Martha Nussbaum (2010), una educación que no cultiva las humanidades y los valores produce individuos capaces de generar riqueza, pero incapaces de construir ciudadanía.
EL VALOR DE LA LEY ORGÁNICA DE LA UES Y SU
DESCONOCIMIENTO
La Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador
establece principios como la autonomía, la libertad de cátedra, la
responsabilidad social y la formación integral. Es un documento que debería ser
referente en cada aula y que podría orientar la práctica docente hacia un
horizonte más humano y ético.
Sin embargo, la realidad es otra: muy pocos docentes
conocen este marco legal y aún menos lo aplican. Como advierte Morin (1999),
“una educación debe enseñar la condición humana” (p. 27), lo cual implica que
los valores deben ser el núcleo de cualquier proyecto formativo. El
desconocimiento de esta ley por parte del cuerpo docente refleja no solo
desinterés, sino también una fractura entre lo que se dice en los documentos y
lo que ocurre en la cotidianidad universitaria.
LA COMUNIÓN NECESARIA: FAMILIA, DOCENTES Y ESTADO
Un sistema educativo no puede sostenerse únicamente desde
la escuela. La educación es un proceso compartido que involucra al menos tres
actores fundamentales: la familia, los docentes y el Ministerio de Educación.
La familia es la primera escuela; allí se siembran
valores como la honestidad, el respeto y la solidaridad. Los docentes son los
encargados de complementar y ampliar esa base, estimulando el pensamiento
crítico, la creatividad y la conciencia social. El Estado, por medio del
Ministerio de Educación, tiene la responsabilidad de articular y garantizar
políticas públicas coherentes que fortalezcan esa alianza.
Sin embargo, en El Salvador esa triada ha estado
históricamente fracturada. La familia se ha visto debilitada por crisis
sociales y económicas; el magisterio, en muchos casos, ha caído en la rutina o
en el adoctrinamiento político; y el Estado ha diseñado reformas sin construir
consensos reales. Como advierte Savater (1997), “educar es enseñar a elegir”
(p. 45), pero ninguna elección es libre si no existe un contexto en el que
familia, escuela y Estado caminen juntos hacia un mismo fin.
LA NECESIDAD DE DEPURAR EL SISTEMA EDUCATIVO
Un punto crítico es la presencia de docentes que han
desvirtuado la esencia de la enseñanza. En lugar de formar ciudadanos críticos,
se han dedicado a reproducir consignas ideológicas o intereses partidarios.
Esta práctica
convierte las aulas en trincheras políticas y no en espacios de reflexión y
libertad.
Freire (2005) recordaba que “nadie educa a nadie, nadie
se educa solo: los hombres se educan en comunión” (p. 72). Esa comunión
desaparece cuando el maestro asume un papel de adoctrinador en lugar de
facilitador. Lo que se necesita son maestros capaces de inspirar, de provocar
el pensamiento y de enseñar a discernir.
Tras más de cuatro décadas en la educación, puedo afirmar
que esta práctica de adoctrinamiento ha sido uno de los mayores fracasos del
sistema educativo salvadoreño. Urge depurar, seleccionar y formar a los
docentes en un nuevo paradigma centrado en la razón, la ética y la libertad de
pensamiento.
CONCLUSIÓN
El sistema educativo salvadoreño no logrará transformarse
únicamente con reformas curriculares o con discursos oficiales. Necesita, sobre
todo, una reforma ética que ponga los valores en el centro de la formación. La
educación no puede limitarse a instruir; debe humanizar, debe forjar ciudadanos
íntegros capaces de construir una sociedad justa y solidaria.
Si no se recupera el papel de la ética, seguiremos
formando profesionales brillantes en lo técnico, pero ciegos en lo moral;
ciudadanos con títulos universitarios, pero sin compromiso con la sociedad.
Como señala Delors (1996), “la educación encierra un tesoro”, y ese tesoro no
es otro que la posibilidad de formar personas libres, críticas y responsables.
REFLEXIÓN FINAL
Hoy más que nunca, El Salvador necesita repensar su
sistema educativo desde la raíz. El desafío no es únicamente preparar mano de
obra calificada, sino formar ciudadanos con respeto, responsabilidad, humildad
y solidaridad. Una sociedad sin valores está condenada al egoísmo, la
corrupción y la violencia.
La pregunta es ineludible: ¿queremos ciudadanos técnicos
sin ética o seres humanos integrales capaces de transformar la realidad? La
respuesta definirá el rumbo del país. La educación puede ser la herramienta más
poderosa de liberación o el instrumento más sutil de opresión. El camino que
elijamos depende de la valentía con que asumamos el reto de devolverle a los
valores el lugar central que nunca debieron perder.
REFERENCIAS
1. Delors, J.
(1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Santillana.
2. Freire, P.
(2005). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
3. Morin, E.
(1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.
4.
Nussbaum, M.
(2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz
Editores.
5.
Savater, F.
(1997). El valor de educar. Ariel.
SAN SALVADOR, 28 DE AGOSTO DE 2025
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