jueves, 28 de agosto de 2025

 

ENSAYO.

FAMILIA, ESCUELA Y ESTADO: LA TRIADA NECESARIA PARA UNA VERDADERA REFORMA EDUCATIVA

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA.

INTRODUCCIÓN

A lo largo de mi vida profesional, he tenido la oportunidad —y también el privilegio— de trabajar en casi todos los niveles del sistema educativo salvadoreño: desde la parvularia, la educación básica, la media, hasta culminar en el nivel superior universitario.

Ese recorrido, que no solo fue una experiencia laboral, sino también vital y formativa, me permitió observar de cerca las fortalezas y, sobre todo, las debilidades de un sistema que, en lugar de evolucionar de manera integral, se ha limitado muchas veces a reproducir un modelo centrado en la instrucción técnica más que en la formación de seres humanos íntegros.

Un aspecto que emergió de manera recurrente en todos los niveles fue la escasa promoción de los valores, especialmente en la educación superior. En las universidades, hablar de ética se considera casi irrelevante, y cuando se imparte, suele ser a través de asignaturas marginales catalogadas de “relleno”. La técnica, la profesionalización y la capacitación en áreas específicas parecen importar más que la construcción de ciudadanos con conciencia crítica, responsabilidad y compromiso social.

La situación es aún más preocupante si tomamos en cuenta que la Universidad de El Salvador (UES) posee un documento valiosísimo:

Su ley orgánica, donde están definidos con claridad los principios y valores que deben guiar la formación universitaria. Sin embargo, la mayoría de docentes lo desconoce o lo ignora, y muy pocos lo promueven en la práctica educativa. Este divorcio entre la teoría y la praxis es un síntoma de un problema estructural: un sistema que prioriza lo técnico sobre lo humano, lo inmediato sobre lo esencial y lo rentable sobre lo ético.

En este ensayo planteo que ninguna reforma educativa puede ser exitosa si no existe una comunión real entre tres sectores clave: la familia, el magisterio y el Ministerio de Educación. Además, sostengo que el sistema educativo necesita una depuración profunda de aquellos docentes que han convertido las aulas en espacios de adoctrinamiento, negando la esencia de la educación como un proceso liberador y racional.

LA AUSENCIA DE VALORES EN LA UNIVERSIDAD: UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

Uno de los grandes vacíos en el sistema educativo salvadoreño, y en especial en el nivel universitario, es la falta de énfasis en los valores. No basta con formar ingenieros, médicos, abogados o profesores si estos carecen de una base ética sólida. Como advierte Paulo Freire (2005), “enseñar exige respeto a los saberes de los educandos” (p. 31), lo que implica no solo transmitir conocimientos, sino también formar actitudes y valores que humanicen la práctica educativa.

En la práctica, sin embargo, la ética universitaria se reduce a un adorno. Cuando se ofrece, suele ser en cursos optativos o generales que no guardan relación con la vida profesional ni con los desafíos sociales. Este tratamiento superficial convierte la ética en un accesorio y no en un pilar de la formación.

El resultado es evidente: profesionales técnicamente competentes, pero socialmente indiferentes, o incluso cómplices de la corrupción, la injusticia y la falta de compromiso social. Como señala Martha Nussbaum (2010), una educación que no cultiva las humanidades y los valores produce individuos capaces de generar riqueza, pero incapaces de construir ciudadanía.

EL VALOR DE LA LEY ORGÁNICA DE LA UES Y SU DESCONOCIMIENTO

La Ley Orgánica de la Universidad de El Salvador establece principios como la autonomía, la libertad de cátedra, la responsabilidad social y la formación integral. Es un documento que debería ser referente en cada aula y que podría orientar la práctica docente hacia un horizonte más humano y ético.

Sin embargo, la realidad es otra: muy pocos docentes conocen este marco legal y aún menos lo aplican. Como advierte Morin (1999), “una educación debe enseñar la condición humana” (p. 27), lo cual implica que los valores deben ser el núcleo de cualquier proyecto formativo. El desconocimiento de esta ley por parte del cuerpo docente refleja no solo desinterés, sino también una fractura entre lo que se dice en los documentos y lo que ocurre en la cotidianidad universitaria.

LA COMUNIÓN NECESARIA: FAMILIA, DOCENTES Y ESTADO

Un sistema educativo no puede sostenerse únicamente desde la escuela. La educación es un proceso compartido que involucra al menos tres actores fundamentales: la familia, los docentes y el Ministerio de Educación.

La familia es la primera escuela; allí se siembran valores como la honestidad, el respeto y la solidaridad. Los docentes son los encargados de complementar y ampliar esa base, estimulando el pensamiento crítico, la creatividad y la conciencia social. El Estado, por medio del Ministerio de Educación, tiene la responsabilidad de articular y garantizar políticas públicas coherentes que fortalezcan esa alianza.

Sin embargo, en El Salvador esa triada ha estado históricamente fracturada. La familia se ha visto debilitada por crisis sociales y económicas; el magisterio, en muchos casos, ha caído en la rutina o en el adoctrinamiento político; y el Estado ha diseñado reformas sin construir consensos reales. Como advierte Savater (1997), “educar es enseñar a elegir” (p. 45), pero ninguna elección es libre si no existe un contexto en el que familia, escuela y Estado caminen juntos hacia un mismo fin.

LA NECESIDAD DE DEPURAR EL SISTEMA EDUCATIVO

Un punto crítico es la presencia de docentes que han desvirtuado la esencia de la enseñanza. En lugar de formar ciudadanos críticos, se han dedicado a reproducir consignas ideológicas o intereses partidarios.

 Esta práctica convierte las aulas en trincheras políticas y no en espacios de reflexión y libertad.

Freire (2005) recordaba que “nadie educa a nadie, nadie se educa solo: los hombres se educan en comunión” (p. 72). Esa comunión desaparece cuando el maestro asume un papel de adoctrinador en lugar de facilitador. Lo que se necesita son maestros capaces de inspirar, de provocar el pensamiento y de enseñar a discernir.

Tras más de cuatro décadas en la educación, puedo afirmar que esta práctica de adoctrinamiento ha sido uno de los mayores fracasos del sistema educativo salvadoreño. Urge depurar, seleccionar y formar a los docentes en un nuevo paradigma centrado en la razón, la ética y la libertad de pensamiento.

CONCLUSIÓN

El sistema educativo salvadoreño no logrará transformarse únicamente con reformas curriculares o con discursos oficiales. Necesita, sobre todo, una reforma ética que ponga los valores en el centro de la formación. La educación no puede limitarse a instruir; debe humanizar, debe forjar ciudadanos íntegros capaces de construir una sociedad justa y solidaria.

Si no se recupera el papel de la ética, seguiremos formando profesionales brillantes en lo técnico, pero ciegos en lo moral; ciudadanos con títulos universitarios, pero sin compromiso con la sociedad. Como señala Delors (1996), “la educación encierra un tesoro”, y ese tesoro no es otro que la posibilidad de formar personas libres, críticas y responsables.

REFLEXIÓN FINAL

Hoy más que nunca, El Salvador necesita repensar su sistema educativo desde la raíz. El desafío no es únicamente preparar mano de obra calificada, sino formar ciudadanos con respeto, responsabilidad, humildad y solidaridad. Una sociedad sin valores está condenada al egoísmo, la corrupción y la violencia.

La pregunta es ineludible: ¿queremos ciudadanos técnicos sin ética o seres humanos integrales capaces de transformar la realidad? La respuesta definirá el rumbo del país. La educación puede ser la herramienta más poderosa de liberación o el instrumento más sutil de opresión. El camino que elijamos depende de la valentía con que asumamos el reto de devolverle a los valores el lugar central que nunca debieron perder.

REFERENCIAS

1.            Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión           Internacional sobre la educación para el siglo XXI. Santillana.

2.            Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.

3.              Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.

4.      Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro: Por qué la democracia necesita de las humanidades. Katz Editores.

5.      Savater, F. (1997). El valor de educar. Ariel.

 

SAN SALVADOR, 28 DE AGOSTO DE 2025

No hay comentarios:

Publicar un comentario