EL HOMBRE COMO FIN Y
NO COMO MEDIO: UNA DEUDA HISTÓRICA EN EL SALVADOR
POR: MSc. JOSÉ
ISRAEL VENTURA
INTRODUCCIÓN
A lo largo de la
historia de la humanidad, y particularmente en la historia de El Salvador, los
hombres y mujeres que conforman el pueblo han sido utilizados como
instrumentos, como simples piezas dentro de un engranaje de intereses
políticos, económicos y militares. Desde los tiempos de la colonia hasta la
actualidad, se repite una constante: los líderes, caudillos, partidos o
movimientos se sirven del pueblo para alcanzar el poder, pero una vez que lo
obtienen, olvidan las promesas hechas y convierten al ciudadano en un medio
para sus fines personales o partidarios. Esta lógica perversa contradice
radicalmente el principio filosófico fundamental enunciado por Immanuel Kant en
el siglo XVIII: “El ser humano debe ser tratado siempre como fin y nunca como
medio” (Kant, 1785/2007, p. 65).
Kant, con su
imperativo categórico, colocaba a la dignidad humana como fundamento ético de
toda acción política y social. Sin embargo, nuestra historia nacional muestra
lo contrario: el pueblo fue carne de cañón en la gesta independentista; fue
víctima de la masacre de 1932, que dejó un saldo de más de 30 mil indígenas y
campesinos asesinados (Ching, 2012); fue combustible humano de una guerra civil
que duró 12 años (Montgomery, 1995); y, posteriormente, fue engañado por 30
años de falsas democracias administradas por ARENA y el FMLN, quienes
utilizaron el voto popular como trampolín hacia el poder, pero nunca como una
oportunidad real para servir a la nación (Córdova Macías, 2016).
En este ensayo se
analizarán críticamente cuatro momentos históricos donde el ser humano
salvadoreño fue reducido a medio y no a fin: la independencia, el levantamiento
de 1932, la guerra civil y la etapa de posguerra con ARENA y FMLN. Finalmente,
se abordará el cambio ocurrido a partir de 2019, cuando emergió una nueva forma
de hacer política que, con todos sus desafíos, ha puesto al pueblo como el
verdadero protagonista.
I. LA INDEPENDENCIA:
EL PUEBLO COMO CARNE DE CAÑÓN DE INTERESES CRIOLLOS
El proceso independentista de 1821 es presentado en los manuales escolares como la gesta gloriosa que nos dio la libertad. No obstante, detrás de esa narrativa se esconde una verdad amarga: la independencia no fue producto de la lucha del pueblo, sino de un acuerdo entre criollos y sectores acomodados que buscaban liberarse del yugo económico de España, sin perder sus privilegios de clase (Alvarenga, 1996). El campesino, el indígena y el jornalero fueron excluidos del proceso, pero sí utilizados como bandera discursiva para legitimar la ruptura con la metrópoli.
II. EL LEVANTAMIENTO DE 1932: LA SANGRE INDÍGENA COMO MEDIO DE CONTROL
El 22 de enero de 1932
se desató uno de los episodios más sangrientos de nuestra historia. Campesinos
e indígenas, hartos de la explotación de los cafetaleros y de la injusticia
estructural, se levantaron en armas. La respuesta del Estado fue brutal: bajo
la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, se masacró a más de 30 mil
personas (Lindo-Fuentes, Ching & Lara, 2007). El objetivo no era solo
sofocar la rebelión, sino enviar un mensaje de terror: el pueblo debía saber
que jamás podría cuestionar el poder de las élites.
III. LA GUERRA CIVIL:
LOS MÁRTIRES DE UNA DEMOCRACIA PROMETIDA
El conflicto armado
(1980-1992) tuvo un costo humano altísimo: más de 75 mil muertos, miles de
desaparecidos y un pueblo traumatizado (Montgomery, 1995). Tanto el ejército
como la guerrilla utilizaron a la población como escudo, como carne de cañón,
como justificación de sus discursos de liberación o de orden. La firma de los
Acuerdos de Paz en 1992, si bien cerró el conflicto armado, no resolvió las
causas estructurales de la desigualdad. El pueblo volvió a ser usado como medio
para una negociación política que benefició principalmente a las élites de
ambos bandos.
IV. TREINTA AÑOS DE
ARENA Y FMLN: LA DEMOCRACIA COMO SIMULACRO
Después de 1992, la
esperanza de una democracia real parecía posible. Sin embargo, lo que siguió
fue una burla a la dignidad del pueblo. Durante tres décadas, ARENA y el FMLN
se turnaron en el poder bajo un sistema que mantenía las estructuras de
corrupción, clientelismo y saqueo de los recursos públicos (Córdova Macías,
2016).
El ciudadano fue visto
únicamente como un voto, como un medio para sostener proyectos partidarios.
ARENA utilizó al pueblo para enriquecer a una oligarquía moderna; el FMLN lo
utilizó para justificar su “revolución democrática” mientras sus líderes
disfrutaban de privilegios.
V. EL GIRO DE 2019: EL
PUEBLO COMO CENTRO DE LA POLÍTICA
El año 2019 marcó un
cambio histórico en la política salvadoreña. Con la llegada de un nuevo
liderazgo que rompió con el bipartidismo de ARENA y FMLN, se transformó la
forma de ejercer el poder. El discurso y la práctica política empezaron a
colocar al pueblo como protagonista, no como instrumento.
En contraste con la
vieja política de pactos oscuros y corrupción, se introdujo una lógica en la
que la población comenzó a percibir que sus demandas eran escuchadas. Programas
sociales más directos, políticas de seguridad enfocadas en recuperar el
territorio y un estilo comunicativo que prioriza la relación con la ciudadanía
han dado forma a este cambio (Martínez, 2021). Aunque persisten desafíos y
críticas legítimas, lo cierto es que, a partir de 2019, la política en El
Salvador experimentó un viraje que conecta con el principio kantiano de
dignidad humana: el ciudadano empezó a ser concebido como fin en sí mismo y no
como simple medio para escalar al poder.
CONCLUSIÓN
La historia de El
Salvador es una historia de instrumentalización del ser humano. Desde la
independencia hasta la posguerra, pasando por 1932 y el conflicto armado, el
pueblo ha sido reducido a medio para fines ajenos: poder, riqueza, control o
ideología. Sin embargo, desde 2019 comenzó a gestarse un cambio en el que la
política, con todas sus limitaciones, empezó a reconocer al pueblo como el
centro de la acción pública.
REFLEXIÓN FINAL
La frase de Kant
resuena como un llamado urgente: “El ser humano debe ser visto como fin y no
como medio.” Mientras no entendamos y practiquemos este principio, seguiremos
repitiendo ciclos de opresión y desencanto. El desafío de nuestro tiempo es
consolidar una política que respete al hombre en su dignidad y que nunca lo
vuelva a reducir a herramienta de intereses mezquinos.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
1. Alvarenga, P. (1996). Cultura y ética de la violencia en
El Salvador: 1880-1932. San
Salvador: UCA Editores.
2. Ching, E. (2012). Authoritarian El
Salvador: Politics and the Origins of the Military Regimes, 1880-1940. University of
Notre Dame Press.
3. Córdova
Macías, R. (2016). Los partidos políticos en El Salvador: entre la
representación y el clientelismo. FLACSO.
4. Kant, I.
(2007). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (M. García Morente,
trad.). Espasa Calpe. (Obra original publicada en 1785).
5. Lindo-Fuentes,
H., Ching, E., & Lara, R. (2007). Remembering
a Massacre in El Salvador: The Insurrection of 1932, Roque Dalton, and the
Politics of Historical Memory. University of New Mexico Press.
6.
Martínez, O. (2021). El Salvador: política y
transformación social en el siglo XXI. San
Salvador: Editorial UCA.
7.
Montgomery,
T. S. (1995). Revolution in El Salvador: From Civil Strife to Civil Peace.
Westview Press.
SAN SALVADOR,
29 DE AGOSTO DE 2025
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