domingo, 31 de agosto de 2025

 

EL HOMBRE COMO FIN Y NO COMO MEDIO: UNA DEUDA HISTÓRICA EN EL SALVADOR

POR: MSc. JOSÉ ISRAEL VENTURA

INTRODUCCIÓN

A lo largo de la historia de la humanidad, y particularmente en la historia de El Salvador, los hombres y mujeres que conforman el pueblo han sido utilizados como instrumentos, como simples piezas dentro de un engranaje de intereses políticos, económicos y militares. Desde los tiempos de la colonia hasta la actualidad, se repite una constante: los líderes, caudillos, partidos o movimientos se sirven del pueblo para alcanzar el poder, pero una vez que lo obtienen, olvidan las promesas hechas y convierten al ciudadano en un medio para sus fines personales o partidarios. Esta lógica perversa contradice radicalmente el principio filosófico fundamental enunciado por Immanuel Kant en el siglo XVIII: “El ser humano debe ser tratado siempre como fin y nunca como medio” (Kant, 1785/2007, p. 65).

Kant, con su imperativo categórico, colocaba a la dignidad humana como fundamento ético de toda acción política y social. Sin embargo, nuestra historia nacional muestra lo contrario: el pueblo fue carne de cañón en la gesta independentista; fue víctima de la masacre de 1932, que dejó un saldo de más de 30 mil indígenas y campesinos asesinados (Ching, 2012); fue combustible humano de una guerra civil que duró 12 años (Montgomery, 1995); y, posteriormente, fue engañado por 30 años de falsas democracias administradas por ARENA y el FMLN, quienes utilizaron el voto popular como trampolín hacia el poder, pero nunca como una oportunidad real para servir a la nación (Córdova Macías, 2016).

En este ensayo se analizarán críticamente cuatro momentos históricos donde el ser humano salvadoreño fue reducido a medio y no a fin: la independencia, el levantamiento de 1932, la guerra civil y la etapa de posguerra con ARENA y FMLN. Finalmente, se abordará el cambio ocurrido a partir de 2019, cuando emergió una nueva forma de hacer política que, con todos sus desafíos, ha puesto al pueblo como el verdadero protagonista.

I. LA INDEPENDENCIA: EL PUEBLO COMO CARNE DE CAÑÓN DE INTERESES CRIOLLOS

El proceso independentista de 1821 es presentado en los manuales escolares como la gesta gloriosa que nos dio la libertad. No obstante, detrás de esa narrativa se esconde una verdad amarga: la independencia no fue producto de la lucha del pueblo, sino de un acuerdo entre criollos y sectores acomodados que buscaban liberarse del yugo económico de España, sin perder sus privilegios de clase (Alvarenga, 1996). El campesino, el indígena y el jornalero fueron excluidos del proceso, pero sí utilizados como bandera discursiva para legitimar la ruptura con la metrópoli.

II. EL LEVANTAMIENTO DE 1932: LA SANGRE INDÍGENA COMO MEDIO DE CONTROL

El 22 de enero de 1932 se desató uno de los episodios más sangrientos de nuestra historia. Campesinos e indígenas, hartos de la explotación de los cafetaleros y de la injusticia estructural, se levantaron en armas. La respuesta del Estado fue brutal: bajo la dictadura de Maximiliano Hernández Martínez, se masacró a más de 30 mil personas (Lindo-Fuentes, Ching & Lara, 2007). El objetivo no era solo sofocar la rebelión, sino enviar un mensaje de terror: el pueblo debía saber que jamás podría cuestionar el poder de las élites.

III. LA GUERRA CIVIL: LOS MÁRTIRES DE UNA DEMOCRACIA PROMETIDA

El conflicto armado (1980-1992) tuvo un costo humano altísimo: más de 75 mil muertos, miles de desaparecidos y un pueblo traumatizado (Montgomery, 1995). Tanto el ejército como la guerrilla utilizaron a la población como escudo, como carne de cañón, como justificación de sus discursos de liberación o de orden. La firma de los Acuerdos de Paz en 1992, si bien cerró el conflicto armado, no resolvió las causas estructurales de la desigualdad. El pueblo volvió a ser usado como medio para una negociación política que benefició principalmente a las élites de ambos bandos.

IV. TREINTA AÑOS DE ARENA Y FMLN: LA DEMOCRACIA COMO SIMULACRO

Después de 1992, la esperanza de una democracia real parecía posible. Sin embargo, lo que siguió fue una burla a la dignidad del pueblo. Durante tres décadas, ARENA y el FMLN se turnaron en el poder bajo un sistema que mantenía las estructuras de corrupción, clientelismo y saqueo de los recursos públicos (Córdova Macías, 2016).

El ciudadano fue visto únicamente como un voto, como un medio para sostener proyectos partidarios. ARENA utilizó al pueblo para enriquecer a una oligarquía moderna; el FMLN lo utilizó para justificar su “revolución democrática” mientras sus líderes disfrutaban de privilegios.

V. EL GIRO DE 2019: EL PUEBLO COMO CENTRO DE LA POLÍTICA

El año 2019 marcó un cambio histórico en la política salvadoreña. Con la llegada de un nuevo liderazgo que rompió con el bipartidismo de ARENA y FMLN, se transformó la forma de ejercer el poder. El discurso y la práctica política empezaron a colocar al pueblo como protagonista, no como instrumento.

En contraste con la vieja política de pactos oscuros y corrupción, se introdujo una lógica en la que la población comenzó a percibir que sus demandas eran escuchadas. Programas sociales más directos, políticas de seguridad enfocadas en recuperar el territorio y un estilo comunicativo que prioriza la relación con la ciudadanía han dado forma a este cambio (Martínez, 2021). Aunque persisten desafíos y críticas legítimas, lo cierto es que, a partir de 2019, la política en El Salvador experimentó un viraje que conecta con el principio kantiano de dignidad humana: el ciudadano empezó a ser concebido como fin en sí mismo y no como simple medio para escalar al poder.

CONCLUSIÓN

La historia de El Salvador es una historia de instrumentalización del ser humano. Desde la independencia hasta la posguerra, pasando por 1932 y el conflicto armado, el pueblo ha sido reducido a medio para fines ajenos: poder, riqueza, control o ideología. Sin embargo, desde 2019 comenzó a gestarse un cambio en el que la política, con todas sus limitaciones, empezó a reconocer al pueblo como el centro de la acción pública.

REFLEXIÓN FINAL

La frase de Kant resuena como un llamado urgente: “El ser humano debe ser visto como fin y no como medio.” Mientras no entendamos y practiquemos este principio, seguiremos repitiendo ciclos de opresión y desencanto. El desafío de nuestro tiempo es consolidar una política que respete al hombre en su dignidad y que nunca lo vuelva a reducir a herramienta de intereses mezquinos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.              Alvarenga, P. (1996). Cultura y ética de la violencia en El Salvador: 1880-1932. San Salvador: UCA Editores.

2.       Ching, E. (2012). Authoritarian El Salvador: Politics and the Origins of the Military Regimes, 1880-1940. University of Notre Dame Press.

3.       Córdova Macías, R. (2016). Los partidos políticos en El Salvador: entre la representación y el clientelismo. FLACSO.

4.       Kant, I. (2007). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (M. García Morente, trad.). Espasa Calpe. (Obra original publicada en 1785).

5.       Lindo-Fuentes, H., Ching, E., & Lara, R. (2007). Remembering a Massacre in El Salvador: The Insurrection of 1932, Roque Dalton, and the Politics of Historical Memory. University of New Mexico Press.

6.       Martínez, O. (2021). El Salvador: política y transformación social en el siglo XXI. San Salvador: Editorial UCA.

7.       Montgomery, T. S. (1995). Revolution in El Salvador: From Civil Strife to Civil Peace. Westview Press.

 

 

SAN SALVADOR, 29 DE AGOSTO DE 2025

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